La guerra se recicla en el Catatumbo entre la coca, la frontera y el petr¨®leo
Una presencia d¨¦bil del Estado, el terreno perfecto para el narcotr¨¢fico y una frontera que facilita el movimiento de los grupos armados, han hecho imposible parar el conflicto armado en la zona del noreste de Colombia que vive una de las crisis humanitarias m¨¢s graves de su historia
Los catatumberos llevan casi medio siglo viviendo en medio de guerras recicladas, y esta semana se viene librando una de las m¨¢s crueles. El presidente Gustavo Petro ha anunciado que declarar¨¢ la conmoci¨®n interior por lo que ocurre en esta zona campesina del noreste del pa¨ªs, que colinda con Venezuela, por los enfrentamientos armados entre las guerrillas del ELN y disidencias de las antiguas FARC, el frente 33. Los combates han dejado al menos a 60 personas muertas, de acuerdo a la Defensor¨ªa del Pueblo, y 32.000 desplazados. El ELN, la guerrilla m¨¢s antigua de Colombia, intenta retomar a punta de plomo el control de la zona de mayor concentraci¨®n de cultivos de hoja de coca en el mundo. ¡°Estamos ante una de las crisis humanitarias m¨¢s grandes y graves que ha enfrentado el Catatumbo, si es que esta no es la mayor¡±, ha dicho la defensora del Pueblo de Colombia, Iris Mar¨ªn.
El Catatumbo ha sufrido mucho porque casi todos los grupos armados del pa¨ªs han pasado por los diez municipios que lo conforman: Oca?a, El Carmen, Convenci¨®n, Teorama, San Calixto, Hacar¨ª, La Playa, El Tarra, Tib¨² y Sardinata. Pero los motivos, y los actores de la guerra, no siempre han sido los mismos. El ELN lleva afianz¨¢ndose en la zona desde los a?os setenta; las extintas guerrillas de las FARC y el Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL) llegaron a mediados de los a?os ochenta; los grupos paramilitares entraron a sangre y fuego en 1999, creando no un frente sino un enorme bloque, el Bloque Catatumbo. Uno de los cap¨ªtulos m¨¢s crueles de la guerra ocurri¨® cerca de all¨ª, en el corregimiento Juan Fr¨ªo del municipio Villa del Rosario, donde usaron hornos crematorios para desaparecer los cuerpos de cientos de sus v¨ªctimas.
¡°El Catatumbo tiene una riqueza enorme en su subsuelo, con petr¨®leo y, carb¨®n, y una agricultura riqu¨ªsima¡±, cuenta Sa¨²l Franco, m¨¦dico y quien lider¨® la investigaci¨®n de la zona para el informe final de la Comisi¨®n de la Verdad que naci¨® de los acuerdos de paz con las FARC en 2016. ¡°Adem¨¢s, es una zona de frontera que permite sacar f¨¢cilmente productos como la coca¨ªna o la miner¨ªa, y eso la hace una zona muy atractiva para los grupos armados. Por eso, lo de ahora es la cr¨®nica de una muerte anunciada, una tempestad que se ve¨ªa venir. All¨ª persisten sectores armados y el Catatumbo sigue siendo una zona de frontera que produce mucha riqueza¡±, a?ade.
Antes de la coca estaba el petr¨®leo, que se explota en la zona desde principios del siglo XX. El ELN lleg¨® en los a?os setenta con un discurso sobre la soberan¨ªa del subsuelo, cuando una de sus principales estrategias era dominar zonas de extracci¨®n de crudo para expulsar las inversiones extranjeras, para extorsionar a las petroleras, o para secuestrar a ejecutivos. Luego, para dinamitar los oleoductos y financiarse con la venta del producto robado. Las confrontaciones con los otros armados arrancaron en los ochenta y noventa, cuando llegaron las FARC, y buscaron expandir la producci¨®n cocalera. ¡°Las FARC son los primeros en llevar matas de coca al Catatumbo, con nuevas variedades que funcionaron muy bien ante las condiciones del terreno, aprovechando la poca presencia del Estado¡±, cuenta Mar¨ªa Fernanda P¨¦rez, quien trabaj¨® como investigadora en la zona para el Centro de Memoria Hist¨®rica.
Las FARC se desmovilizaron en 2016. Quedaron algunos remanentes, como el frente 33. Los paramilitares tambi¨¦n dejaron las armas, entre el 2004 y 2006, y el EPL antes, en 1991, aunque tambi¨¦n qued¨® un reducto en la zona llamado Los Pelusos. Pero el ELN se qued¨® y expandi¨®. Aunque durante muchos a?os quiso evitar entrar al narcotr¨¢fico, ahora se ha aferrado a esa econom¨ªa il¨ªcita. Los acuerdos de paz del 2016, que buscaban transformar las econom¨ªas de las regiones cocaleras con el apoyo del Estado, fomentando programas de sustituci¨®n de cultivos, se han quedado cortos en esta esquina del pa¨ªs.
P¨¦rez y Franco coinciden con que los miles de campesinos de una regi¨®n con casi 300.000 habitantes han carecido, por d¨¦cadas, del acompa?amiento del Estado para fortalecer la econom¨ªa agr¨ªcola legal, que requiere por ejemplo mejores v¨ªas para conectar los cultivos con las capitales. Ese aislamiento ha facilitado a los grupos armados reciclar la violencia, reforzando la centralidad de la econom¨ªa cocalera. ¡°No es que el Estado est¨¦ ausente, sino que tiene una presencia m¨ªnima, predominantemente militar, pero nunca social, con v¨ªas, o con justicia¡±, dice Franco. ¡°Al Catatumbo se entra, como se dice vulgarmente, en trocha, a pesar de toda la riqueza que hay¡±, a?ade.
Para el presidente Petro la violencia que est¨¢ ejerciendo el ELN en el Catatumbo ¡°calca perfectamente el accionar de los grupos paramilitares, cuando, dirigidos por Mancuso, llegaron a la zona¡±. P¨¦rez, que estudi¨® la sangrienta arremetida paramilitar contra las guerrillas y la poblaci¨®n del Catatumbo, ve diferencias importantes, pero admite que hay algunos ecos de esa violencia. ¡°La dimensi¨®n del desplazamiento es brutal, y s¨ª hay un comparativo con los desplazamientos que hubo en Tib¨² y El Tarra en ese entonces¡±, cuenta. De acuerdo a las autoridades, entre esos dos municipios los paramilitares cometieron 25 masacres entre mayo de 1999 y febrero de 2000, desplazando a cientos de habitantes. ¡°Otra cosa que he escuchado en estos d¨ªas es la gente diciendo que hay cuerpos tirados en la carretera. Es algo que me contaban sobre la violencia paramilitar, esa exposici¨®n tan dura de salir y encontrarse con cad¨¢veres¡±, a?ade.
Por la coca que llev¨® un d¨ªa las FARC, se dice, el ELN ahora pelea con la crueldad de los paramilitares. En el medio siguen los catatumberos que no han tenido una d¨¦cada con la paz garantizada.