Pura paja
La verdadera conmoci¨®n interior es la que experimentan los colombianos al ver c¨®mo se promete alcanzar la paz y salir del marasmo a punta de labia
El Gobierno es generoso. Quien no lo crea, solo espere el paso del tiempo. En la medida en que se vayan calentando las brasas electorales, ir¨¢n brotando subsidios y ayuda por doquier. Quien recela de la actividad empresarial y comercial no tendr¨¢ miramientos para ir dejando el rastro de billetes por los caminos y rutas del pa¨ªs. El asistencialismo progresista es as¨ª: generoso con el dinero ajeno....
El Gobierno es generoso. Quien no lo crea, solo espere el paso del tiempo. En la medida en que se vayan calentando las brasas electorales, ir¨¢n brotando subsidios y ayuda por doquier. Quien recela de la actividad empresarial y comercial no tendr¨¢ miramientos para ir dejando el rastro de billetes por los caminos y rutas del pa¨ªs. El asistencialismo progresista es as¨ª: generoso con el dinero ajeno.
Hay un matiz de la generosidad del Gobierno que es notable, incluso desde tiempos de campa?a, cuando los relativos del candidato visitaban las c¨¢rceles para ofrecer beneficios que insisten en negar. Como si a las celdas la gente entrara sin ojos y sin o¨ªdos. Porque el negacionismo no es monopolio de la derecha. La izquierda tambi¨¦n sabe que, de tanto decir que el cielo es verde, empezaremos a ver matas crecer entre las nubes.
Ese altruismo oficial yace en los cimientos de los procesos de paz (?total?) de esta Administraci¨®n. No sabe uno si a modo de eficaz concreto o corroyendo las columnas que permiten al presidente oficiar de disipador de la seguridad en aras de clavar su bandera (la del Eme) en Nutop¨ªa.
La paz es un fin inobjetable en su valor. Tanto as¨ª, que en entrevista con Semana (14 de mayo de 2021), el candidato Gustavo Petro afirmaba: ¡°Mi gobierno es para hacer la paz. Si no hicimos la paz, que me tumben. Es m¨¢s, yo mismo renuncio, porque no sirve. El papel hist¨®rico de mi gobierno en Colombia es salir de dos siglos de violencia perpetua¡±. As¨ª de seguro estaba de lograr la paz: llegando al extremo de ser el primero, en t¨¦rminos cronol¨®gicos, en la lista de quienes contemplan un golpe de Estado para su Gobierno. Un verdadero pionero.
Nadie discute las buenas intenciones del presidente. ?Qui¨¦n no quiere vivir en paz? ?Qui¨¦n no sue?a con librarse los rezagos de la insurgencia? ?Qui¨¦n desea un pa¨ªs repleto de delincuentes y asesinos? ?Qui¨¦n se siente a gusto con el narcotr¨¢fico y su poder oscuro? ?Qui¨¦n no anhela el marchitamiento de la violencia?
Lo que Petro hace en materia de paz est¨¢ impulsado por la idea de cuidarnos. Pero si lo sigue materializando a tientas, alguien va a tener que cuidarnos de sus ben¨¦volas intenciones. Rebosa nuestra historia de sangrientos experimentos liderados por personajes que pretendieron librarnos de la maldad. Uno de ellos es gestor de paz v¨ªa decreto.
Las cosas como son: la guerrilla y en lo que ha degenerado (que llamamos disidencias para no tener que clasificarlas como lo que son, narcotraficantes) solo piensa en la vida muelle y en el poder que ejerce en las regiones a plenitud.
Eso de que un presidente exguerrillero ten¨ªa en sus manos las herramientas y conocimiento para hacer en tres meses lo que a Juan Manuel Santos le tom¨® dos gobiernos, no ha sido m¨¢s que un credo de tontos. A Patricia Lara, el expresidente le confes¨® que tem¨ªa, tras salir de Palacio, ser considerado un traidor de su clase. Es precisamente lo que la guerrilla ve en Petro: un traidor de sus ideales, que hizo carrera pol¨ªtica lejos de la revoluci¨®n. Y que se ampar¨®, cuando le conven¨ªa, en un establecimiento que niega como quien niega haber criado un hijo calavera.
El episodio de la defensora del Pueblo, Iris Mar¨ªn, dando el a?o pasado las alertas tempranas sobre lo que estaba pasando en el Catatumbo (deso¨ªdas por el Gobierno), refleja en peque?a escala lo que vive Colombia: un ejercicio del poder que le da la espalda a la experiencia, con l¨ªderes que se prepararon durante a?os para dar un ¡°timonazo¡± positivo y terminaron encallando en el clientelismo, la corrupci¨®n, la burocracia, el amiguismo y la estulticia que tanto criticaban.
¡°?Y por qu¨¦ miras la paja que est¨¢ en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que est¨¢ en tu propio ojo? ?Hip¨®crita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces ver¨¢s bien para sacar la paja del ojo de tu hermano¡±. Entallan bien las remotas (ancestrales) palabras de Mateo en el hoy por hoy de Locombia. Sobre todo, en aquello de que no hacen sino echarnos paja a diario. Pura paja.