Desplazados, secuestros y magnicidios: los cr¨ªmenes del ELN atormentan sin tregua a C¨²cuta
La guerrilla lleva d¨¦cadas sembrando terror en la capital de Norte de Santander
¡°El ELN ha tirado a la basura cualquier posibilidad de paz en Colombia¡±, ha dicho sin rodeos esta semana el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, desplegado en su natal C¨²cuta para atender una emergencia humanitaria de enormes dimensiones. La arremetida de la ¨²ltima guerrilla en armas ha provocado decenas de muertos y 40.000 desplazados en el departamento de Norte de Santander. ¡°Lo que ha cometido el ELN es una infamia y un crimen de guerra contra la poblaci¨®n civil del Catatumbo¡±, agreg¨® el ministro. ¡°El ELN tiene el prop¨®sito de controlar la frontera con Venezuela, pero no se lo vamos a permitir¡±, a?adi¨® sobre una operaci¨®n que, enfatiz¨®, irrespeta todas las normas de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario. ¡°Ya los dej¨® el tren de la historia¡±.
Cristo es el funcionario de m¨¢s alto nivel que ha enviado a C¨²cuta el presidente Gustavo Petro en esta semana tr¨¢gica, en la que el Ejecutivo declar¨® un estado de excepci¨®n localizado que incluye a la ciudad y su ¨¢rea metropolinana. Es tambi¨¦n una de las tantas v¨ªctimas que ha dejado el autodenominado Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional en la capital del departamento. El veterano pol¨ªtico cumple un ritual cada a?o. En la primera semana de agosto, dedica su columna en el peri¨®dico local La Opini¨®n a escribirle una carta a su padre ausente, el congresista y m¨¦dico Jorge Cristo Sahium, acribillado de forma salvaje el 8 de agosto de 1997 cuando entraba a su consultorio. ¡°Un a?o m¨¢s pap¨¢ y ya son 27 sin su presencia vigorosa, cari?osa y protectora, que siempre a?oramos. No deja de impresionarme, como confirmaci¨®n de la complejidad de la violencia que padecemos, que a¨²n exista la guerrilla del ELN que plane¨® y ejecut¨® el horrendo crimen aquel viernes¡±, escrib¨ªa el a?o pasado, cuando acababa de aceptar la cartera del Interior, que ya hab¨ªa ocupado en el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018).
Guerrillas, paramilitares, narcotraficantes y bandas criminales de todo cu?o han azotado por d¨¦cadas a la principal ciudad colombiana sobre la convulsa frontera con Venezuela, repleta de ¡®trochas¡¯ por donde fluye todo tipo de contrabando. El Catatumbo, pocos kil¨®metros al norte, es la regi¨®n con mayor concentraci¨®n de cultivos de coca en el mundo. La barbarie paramilitar lleg¨® al extremo de instalar en el departamento los infames hornos crematorios para desaparecer a sus v¨ªctimas. En medio de ese archipi¨¦lago de grupos armados, el ELN ha encontrado su retaguardia del otro lado de la l¨ªnea lim¨ªtrofe y se ha convertido en una guerrilla binacional. Para su arremetida de la semana pasada, traslad¨® combatientes desde Arauca, otro departamento fronterizo que ha convertido en basti¨®n de guerra. Con una presencia que se remonta a los a?os setenta, se ha ensa?ando tanto con los nortesantandereanos, en general, como con los cucute?os, en particular.
Eustorgio Colmenares, el fundador y director de La Opini¨®n, es otra de sus v¨ªctimas m¨¢s recordadas. Fue baleado por miembros del ELN el 12 de marzo de 1993 en el solar de su casa, donde estaba acompa?ado por su esposa, en un crimen considerado de lesa humanidad. Un busto en su memoria se levanta a la entrada de la Quinta Yesm¨ªn, la casa patrimonial de paredes verdes en el centro de C¨²cuta que sirve de sede al peri¨®dico. Los documentos que sustentan la declaratoria de crimen de lesa humanidad evidencian el ensa?amiento sistem¨¢tico de esa guerrilla en el Norte de Santander, con asesinatos selectivos, secuestros, bombas y atentados. En esa larga lista se destaca el secuestro de la exalcaldesa Margarita Silva cuando llevaba a sus ni?os al colegio, en 1990, y el asesinato del exalcalde Gustavo Ararat, en 1991. Tambi¨¦n el caso del exministro y exsenador Argelino Dur¨¢n Quintero, quien muri¨® en cautiverio en 1992, entre muchos otros.
En esos a?os, ¡°el ELN aniquil¨® un pensamiento de liderazgo que hab¨ªa en la ciudad¡±, valora Estefan¨ªa Colmenares, nieta de Eustorgio y directora de La Opini¨®n hasta el a?o pasado, cuando la familia decidi¨® vender el peri¨®dico. ¡°El ELN siempre ha tenido un lugar protag¨®nico, y en algunos momentos hegem¨®nico, entre los grupos armados que operan en el departamento. Hab¨ªa barrios de C¨²cuta donde la fuerza p¨²blica no entraba porque ah¨ª estaba el ELN¡±, rememora la periodista. Ni la familia, ni otras v¨ªctimas como los Cristo, han obtenido verdad de parte de los rebeldes, a pesar de las muchas veces que se han sentado a dialogar con los gobiernos colombianos. ¡°Esa b¨²squeda ha sido infructuosa¡±, se lamenta Colmenares. Esa guerrilla ha sido para la ciudad, resume, un flagelo permanente, que ha ejercido controles territoriales y sembrado terror en la poblaci¨®n.
Sus acciones se proyectan hasta la actualidad. En los ¨²ltimos a?os, C¨²cuta y su ¨¢rea metropolitana se han convertido en un espacio de proliferaci¨®n y fortalecimiento de grupos delincuenciales y, adem¨¢s, un punto de disputa de grupos armados organizados, apunta un informe reciente de la fundaci¨®n Paz y Reconciliaci¨®n (Pares) sobre la urbanizaci¨®n del conflicto en Colombia. ¡°El ELN se ha convertido en una de las estructuras armadas m¨¢s consolidadas en esta zona, con presencia directa en ¨¢reas rurales y urbanas de C¨²cuta¡±, dice la investigaci¨®n. Su intenci¨®n es generar control directo en zonas fronterizas como La Parada, el asentamiento que se ha levantado junto al Puente Sim¨®n Bol¨ªvar, el m¨¢s tradicional de los pasos entre Colombia y Venezuela. All¨ª mantiene actividades extorsivas y garantiza corredores para el narcotr¨¢fico. Una guerrilla sin ideolog¨ªa, que nunca tom¨® la decisi¨®n de abandonar la violencia.