Una ciudad bajo amenaza: el peligroso filo de Ramiro Su¨¢rez atemoriza a C¨²cuta
Las amenazas al peri¨®dico colombiano ¡®La Opini¨®n¡¯ y a su directora, Estefan¨ªa Colmenares, son el pen¨²ltimo episodio de una campa?a oscura y hostil en la que el exalcalde condenado por homicidio maniobra para impulsar sus candidatos
Estefan¨ªa Colmenares admite con timidez que no se siente c¨®moda convertida en la noticia. En una ciudad fronteriza sacudida por todo tipo de violencias, ha pasado una semana desde que la directora de La Opini¨®n, el peri¨®dico de C¨²cuta, denunci¨® las amenazas que desconocidos enviaron a su celular, en las que pon¨ªan precio a su cabeza y la declaraban objetivo militar. ¡°Tom¨® una dimensi¨®n que no me esperaba¡±, apunta agradecida sobre al alud de solidaridad que despert¨® el episodio. Lo hicieron p¨²blico, escribi¨® en su momento, para refrendar su compromiso con el periodismo, con la verdad y con las investigaciones que ayuden a combatir la corrupci¨®n. ¡°Esto removi¨® muchas fibras¡±, concede en su oficina, en alusi¨®n al asesinato de su abuelo. ¡°Con un antecedente de ese tipo, cualquier cosa se toma en serio¡±.
El diario funciona desde hace m¨¢s de medio siglo en una casa patrimonial de tejas de ladrillo y paredes verdes en el centro de la capital de Norte de Santander, la emblem¨¢tica Quinta Yesm¨ªn, pero todos conocen este lugar simplemente como ¡®la esquina de La Opini¨®n¡¯. Su historia ha estado atravesada por presiones y amenazas. A la entrada, custodiada por un par de polic¨ªas en estos d¨ªas de v¨¦rtigo, se levanta un busto en memoria de Eustorgio Colmenares, uno de los fundadores del peri¨®dico, baleado en 1993 mientras era director por la guerrilla del ELN en un crimen declarado de lesa humanidad.
Guerrillas, paramilitares, narcotraficantes y bandas criminales han azotado por d¨¦cadas a la principal ciudad colombiana sobre la convulsa frontera con Venezuela, repleta de ¡®trochas¡¯ por donde hist¨®ricamente ha fluido todo tipo de contrabando. A pocos kil¨®metros se encuentra el Catatumbo, la regi¨®n con mayor concentraci¨®n de cultivos de coca en el mundo.
No es f¨¢cil hacer denuncias en una ciudad peque?a, donde todo el mundo se conoce. Con las elecciones regionales del 29 de octubre en el horizonte, La Opini¨®n ha indagado las irregularidades que rodearon la hospitalizaci¨®n del exalcalde Ramiro Su¨¢rez, que conserva su influencia electoral a pesar de estar condenado por homicidio. Desde el piso 11 del Hospital Universitario Erasmo Meoz, en el que estaba recluido, participaba en pol¨ªtica. All¨ª desfilaron una decena de visitantes en un besamanos que incluy¨® al propio exconcejal Leonardo J¨¢come, el puntero en la carrera por la Alcald¨ªa de C¨²cuta, de acuerdo con la lista que public¨® W Radio. ¡°Su presencia ac¨¢ le daba mayor capacidad de manejar la campa?a¡±, dice Colmenares.
¡°C¨²cuta y Norte de Santander piden a gritos la atenci¨®n nacional¡±, alert¨® en un editorial El Espectador, otro diario que ha sufrido en carne propia la violencia del crimen organizado. ¡°A la ola de violencia, atentados, denuncias de corrupci¨®n y el riesgo de que un condenado por homicidio ponga alcalde y gobernador, se suma ahora la terrible amenaza contra Estefan¨ªa Colmenares¡±, se?alaba al hacer un llamado por rodear a La Opini¨®n y a todos los periodistas que trabajan en regiones plagadas por la violencia.
Han sido semanas de agitaci¨®n. Gracias a la presi¨®n medi¨¢tica, Ramiro Su¨¢rez fue sacado del Erasmo Meoz y trasladado nuevamente a Bogot¨¢. Primero a un hospital y despu¨¦s de regreso a la c¨¢rcel La Picota, el mismo lugar donde comenz¨® a pagar su condena. Esta semana se produjo adem¨¢s una inesperada operaci¨®n de extinci¨®n de dominio por actos de corrupci¨®n contra dos exalcaldes ¨CDonamaris Ram¨ªrez y C¨¦sar Rojas¨C y otros exfuncionarios, entre ellos Isabel M¨¢rquez, la pareja de Ramiro Su¨¢rez. La medida incluy¨®, entre otras, la propia casa donde permaneci¨® un a?o en detenci¨®n domiciliaria. Las consecuencias en una enrarecida campa?a pol¨ªtica son a¨²n imprevisibles.
¡°En las ¨²ltimas semanas hemos recibido casos muy graves de amenazas individuales o colectivas, contra periodistas, c¨®mo retaliaci¨®n por el cubrimiento de las elecciones que est¨¢n haciendo. Las alertas se est¨¢n sumando a los testimonios de varios reporteros que sienten que estas est¨¢n siendo las elecciones m¨¢s violentas de los ¨²ltimos 12 a?os¡±, advierte Jonathan Bock, director de la Fundaci¨®n para la Libertad de Prensa (FLIP). ¡°Es en ese escenario que se enmarca la amenaza en contra de Estefan¨ªa, que es realmente una amenaza para que su peri¨®dico deje de publicar sobre Ramiro Su¨¢rez Corzo¡±.
La influencia de Ramiro
Ramiro, como todos le llaman, cumple una condena de 27 a?os como determinador del asesinato del abogado Alfredo Enrique Fl¨®rez, un crimen ejecutado en octubre del 2003 por los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para ¡°pagarle un favor¡±, seg¨²n consta en documentos judiciales. Su¨¢rez ve¨ªa en la v¨ªctima un obst¨¢culo para sus aspiraciones a la Alcald¨ªa de C¨²cuta, un cargo para el que result¨® elegido ese mismo mes para el per¨ªodo 2004-2007. Obtuvo cerca de 130.000 votos, una cifra que ning¨²n otro candidato ha podido igualar. Aunque su auge coincidi¨® con la feroz arremetida paramilitar del Bloque Catatumbo en Norte de Santander, donde inauguraron la pr¨¢ctica de desaparecer los cuerpos de sus v¨ªctimas en hornos crematorios, la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) rechaz¨® en 2021 su sometimiento a la justicia transicional por no hacer aportes a la verdad.
Obrero, mec¨¢nico, conductor de taxi y l¨ªder barrial antes de pol¨ªtico, Su¨¢rez ha sido tambi¨¦n un extra?o ejemplo de carisma y populismo. Los l¨ªos judiciales que lo llevaron en dos ocasiones a prisi¨®n durante su periodo no afectaron su popularidad. Muchos lo recuerdan con nostalgia por algunas obras de infraestructura, la llegada de centros comerciales o incluso por el primer y ¨²nico t¨ªtulo del C¨²cuta Deportivo, un equipo que suele deambular entre la primera y la segunda divisi¨®n del f¨²tbol colombiano. Desde entonces, en medio de entradas y salidas de la c¨¢rcel, se mantuvo como un bar¨®n electoral, proyect¨® su influencia en la contrataci¨®n y conserv¨® cuotas pol¨ªticas en distintas administraciones.
La ciudad se siente a la deriva. ¡°Hoy estamos sufriendo las consecuencias de la convergencia de muchas expresiones de ilegalidad, y la falta de respuesta gubernamental¡±, resume Wilfredo Ca?izares, defensor de derechos humanos y director de la fundaci¨®n Progresar, que acompa?a a 155 l¨ªderes sociales amenazados en los ¨²ltimos tres a?os en Norte de Santander, 78 de ellos en C¨²cuta. Apunta a una enorme deuda de verdad. ¡°Ramiro conoce los pecados de la mayor¨ªa de la clase pol¨ªtica, porque ¨¦l ha participado de esos pecados¡±, razona. ¡°Les conoce los secretos a todos, y los obliga a moverse con ¨¦l. No es el poder pol¨ªtico que tiene, es lo que ¨¦l sabe¡±.
Desde muy diversas orillas rechazan el ambiente de zozobra. ¡°Las amenazas representan volver a la ciudad oscura de los a?os noventa¡±, cuando se vio sacudida por m¨¢s de un magnicidio, dice Francisco Unda, el gerente regional de la Asociaci¨®n Nacional de Empresarios (ANDI). ¡°Es muy importante que haya debate y discusi¨®n de ideas, el unanimismo no es sano y genera una sensaci¨®n de partido ¨²nico¡±, se lamenta.
C¨²cuta parec¨ªa resignada a vivir bajo la alargada sombra de Ramiro, elecci¨®n tras elecci¨®n, con su apoyo convertido en la carta ganadora de cada contienda. La tendencia pareci¨® romperse hace cuatro a?os, cuando se impuso por sorpresa Jairo Y¨¢?ez, de la Alianza Verde, un ingeniero con un discurso anticorrupci¨®n que se posicion¨® como ¡°el viejito del meg¨¢fono¡±, sin que los grandes clanes detectaran su ascenso. Pero la falta de experiencia pol¨ªtica le ha pasado factura. ¡°El rol del alcalde era de ruptura y no de consolidaci¨®n¡±, defiende Elisa Montoya, una estratega pol¨ªtica que fue clave en el triunfo de Y¨¢?ez, sobre el palpable desgaste de su Administraci¨®n. ¡°El cambio de la politiquer¨ªa a un Gobierno m¨¢s decente est¨¢ en juego hoy¡±, a?ade.
El confuso escenario electoral no es esperanzador. En la concurrida y fragmentada carrera por la Alcald¨ªa, con 14 aspirantes, apenas unos cuantos nombres despuntan. Leonardo J¨¢come, con el indisimulado apoyo del ¡®ramirismo¡¯, y tambi¨¦n el de varios partidos tradicionales, puntea con 17% de intenci¨®n de voto en la encuesta que public¨® el fin de semana el peri¨®dico El Tiempo. Le sigue con 14% otro exconcejal, Jorge Enrique Acevedo, quien hace cuatro a?os se ali¨® con Ramiro, para entonces en La Picota, pero perdi¨® por sorpresa ante Y¨¢?ez. El tercero es Juan Carlos Garc¨ªa Herreros (9%), del Centro Democr¨¢tico, mientras que Sergio Maldonado, el m¨¢s cercano al proyecto del alcalde Y¨¢?ez, aparece rezagado en el vag¨®n de cola. El 22% de los consultados a¨²n no sabe por qui¨¦n optar.
En la fachada del hospital Erasmo Meoz instalaron fugazmente un enorme pend¨®n con el mensaje ¡°No m¨¢s gobierno por Skype¡±. Se refer¨ªa a la manera en que Ramiro Su¨¢rez ha gobernado por a?os en cuerpo ajeno, sea desde la c¨¢rcel en Bogot¨¢, desde su casa ahora confiscada en C¨²cuta o desde el hospital. Era la misma frase de otro famoso pend¨®n instalado en la fachada de la propia Alcald¨ªa en 2018. El responsable de ese primer grito de hartazgo contra la ins¨®lita influencia del exalcalde condenado fue Francisco Javier Cuadros, que en ese entonces aspiraba a la C¨¢mara y despu¨¦s fue secretario de Gobierno de Y¨¢?ez. Eran los a?os en que, durante la Administraci¨®n de C¨¦sar Rojas, Ramiro Su¨¢rez se presentaba en la pantalla a todo tipo de reuniones convocadas por funcionarios de la Alcald¨ªa, conectado desde La Picota, para impartir ¨®rdenes. Cinco a?os despu¨¦s, ese clamor vuelve a cobrar vigencia.
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