Ropa hecha con cometas o ruedas recicladas: los dise?adores venezolanos que se plantan frente a Shein
Un movimiento incipiente de emprendedores que apuestan por la sustentabilidad se abre camino en el pa¨ªs sudamericano con una alternativa al ¡®fast fashion¡¯
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El supra-reciclaje es una tendencia que busca ir contra las tendencias. De eso habla Karla Tovar en su casa en Caracas donde acumula jeans viejos, rotos y muy usados, que recibe en donaci¨®n como materia prima para su marca de chaquetas y accesorios 2nd Chance, con la que le da una segunda oportunidad a lo que otros desechan. Ella es una dise?adora industrial de 43 a?os convertida al dise?o de moda y al activismo, que se planta contra la corriente del fast fashion y el consumismo desenfrenado que generan las f¨¢bricas de tendencias del momento como el gigante de las compras online Shein. De la tela de un jean sale un nuevo dise?o de m¨¢s valor que el material del que est¨¢ hecho e iba a ser desechado. De ese trozo parte un dise?o y la mara?a de hilos que queda del despiece y los peque?os retazos del corte terminan en alg¨²n lugar de las chaquetas asim¨¦tricas que confecciona con la m¨¢xima de generar cero desperdicios.
Eso es lo que pregona el upcycling con bastantes a?os de recorrido en Europa y que ya se ha abierto camino en Am¨¦rica Latina con grandes avances en pa¨ªses como Chile, donde un colectivo llamado Docena hace supra-reciclaje con una parte de las toneladas de ropa que son abandonadas en el desierto de Atacama y donde hace un par de a?os abri¨® Ecocitex, la primera planta recicladora que convierte las piezas descartadas en hilos.
Este movimiento comienza a hacer ruido en una Venezuela empobrecida luego de una larga crisis pol¨ªtica y econ¨®mica, justo cuando el fen¨®meno de las pacas de ropa, ese duro indicador de la desigualdad muy com¨²n en los pa¨ªses centroamericanos como Guatemala, despunta con la apertura acelerada de tiendas que venden barato: prendas de segunda mano por apenas un d¨®lar que vienen del descarte y donaciones de pa¨ªses desarrollados y se compran en cajas por kilos casi sin importar su contenido, su origen y en qu¨¦ condiciones trabajaron quienes las hicieron. Un modelo que, si bien pone a circular ropa ¨²til antes de llevarla al basurero y da la posibilidad de acceder al vestido a familias de bajos ingresos, es tambi¨¦n el espejo de la sobreproducci¨®n de la industria textil, la segunda m¨¢s contaminante del planeta. La importaci¨®n de ropa de segunda mano ¡ªmucha recogida como donaci¨®n, pero que se termina vendiendo¡ª se ha hecho un lucrativo negocio en la regi¨®n con graves consecuencias para los productores locales, por lo que en algunos pa¨ªses como M¨¦xico, Argentina y Bolivia le han puesto freno.
En la Venezuela de la libre importaci¨®n casi sin pagar aranceles este mercado est¨¢ creciendo, pero tambi¨¦n se multiplican las iniciativas como la de 2nd Chance que buscan la sostenibilidad. ¡°Es muy dif¨ªcil hacer ropa 100% sostenible, porque la cadena de trazabilidad es muy larga¡±, advierte Tovar. ¡°La soluci¨®n est¨¢ en dejar de producir tanto, usar lo que existe, cuidar la ropa que tienes y que circule. Tambi¨¦n en dejar de inventar necesidades artificiales como Shein que genera m¨¢s de 120 tendencias semanales y es el ejemplo del ultra fast fashion. El upclycling va a ser el tejido del futuro, porque va a llegar a un punto en que el solo vamos poder trabajar con lo que ya est¨¢ hecho¡±.
La soluci¨®n est¨¢ en dejar de producir tanto, usar lo que existe, cuidar la ropa que tienes
Tovar coordina el cap¨ªtulo de Venezuela del movimiento Fashion Revolution que fundaron en 2013 Carry Somers y Orsola De Castro en respuesta al desplome del Rana Plaza, el enorme centro textil de Bangladesh en el que murieron m¨¢s de mil personas empleadas en maquiladoras de grandes marcas internacionales. Ya est¨¢n en m¨¢s de 90 pa¨ªses exigiendo transparencia a la industria textil y promoviendo pr¨¢cticas ¨¦ticas y sostenibles. Desde ese lugar, Tovar busca sensibilizar no solo sobre la huella ambiental del consumo de ropa sino tambi¨¦n sobre el impacto social y econ¨®mico en el contexto venezolano. ¡°Ninguna marca puede decir que es sostenible en Venezuela si les paga sueldo m¨ªnimo a sus costureras, porque eso es un salario que no permite sobrevivir¡±, se?ala la dise?adora que alerta sobre la repetici¨®n de las condiciones deplorables denunciadas en los pa¨ªses asi¨¢ticos, en peque?as f¨¢bricas en Caracas que trabajan para el fast fashion.
¡°Es un problema hacer activismo en Venezuela porque hay una burbuja en el mundo de la moda. Y la moda es un hecho pol¨ªtico, es la segunda piel que llevamos, dice qui¨¦nes somos¡±, comenta. ¡°Con el upcycling pasa que muchos piensan que es algo sucio, roto, usado, pero nosotros estamos construyendo con la basura que otros dejan y no es para crear una nueva tendencia. Mis puntadas no tienen que ser perfectas, porque lo m¨¢s bonito del upcycling es la imperfecci¨®n que te permite conservar la historia de la pieza original¡±.
Retazos de kite y de tripas
Emilio Mart¨ªnez Pietri regres¨® a Venezuela poco antes de la pandemia a tramitar los pasaportes de su familia. El confinamiento lo dej¨® atrapado en el pa¨ªs del que se hab¨ªa ido para ser ingeniero agr¨®nomo. Del encierro sali¨® su emprendimiento Kiteloops y las razones para quedarse. Desde 2020 confecciona chaquetas de kite (cometas, con gran vocaci¨®n para prendas cortaviento), parapentes y paraca¨ªdas. De pensar en una de sus aficiones de diciembre a abril, cuando el viento llega al Dique de Guataparo, en el Estado de Carabobo, en el centro del pa¨ªs, zona donde vive, surgi¨® su empresa. El dise?ador recolecta los viejos equipos en las escuelas de la disciplina. Unas 500 personas practican kitesurf actualmente en Venezuela, pero es un deporte de ¨¦lite que est¨¢ en crecimiento. Seg¨²n sus c¨¢lculos, cada a?o en todo el mundo se producen unos 150.000 equipos hechos con este tejido de nylon, cuyas microfibras pl¨¢sticas son altamente contaminantes.
Sobre su mesa de corte extiende una cometa de varios metros de largo que antes flot¨® por el mar y por quedar obsoleta o haberse da?ado por el sol y el roce con la arena fue descartada. El propio dise?o del kite, colorido y playero, orienta el corte y el aspecto que tendr¨¢n luego las chaquetas ¡°que suenan como una bolsa de Doritos¡±, como dice el creador de la marca. ¡°Si yo no recupero estos kites, ir¨ªan a un vertedero¡±, agrega y se reconoce como un acumulador de cuanto retazo quede de la confecci¨®n, que va guardando para nuevos desarrollos.
El acceso a la materia prima lo tiene a trav¨¦s de las escuelas que entrenan estas disciplinas en las playas venezolanas de Ad¨ªcora, El Yaque, Lido o Los Roques. Pero el desaf¨ªo m¨¢s grande que tiene es producir a los costos de una econom¨ªa golpeada como la venezolana y a peque?a escala, dedicadas ¡ªo personalizadas¡ª y que cuentan una historia. Por ejemplo, tiene el kite que hace poco rompi¨® un r¨¦cord de vuelo en Apure y ese legado lo incorporar¨¢ a las prendas que dise?e con una etiqueta que recuerde al que lleva la chaqueta que ese kite hizo esa haza?a. Tambi¨¦n le hizo una al kitesurfista venezolano Sergio Hurtado con el que dio sus primeros pasos en el deporte a los 11 a?os. El desgaste en un estampado, que no se esconde en la confecci¨®n, es otro mensaje que muestra que esa pieza fue hecha con materiales reciclados.
Sus chaquetas tienen un p¨²blico que va a las tiendas de deportes. Con sus costos de producci¨®n puede hacer de cuatro a cinco prendas por semana. Con eso le cuesta competir con las grandes marcas de la moda r¨¢pida que inundan este nicho. El upclycling es tambi¨¦n parte del slow fashion, o moda lenta, y en esas condiciones debe ser consumido y entendido. Fabiola Rojas, que trabaja la mitad del d¨ªa como orientadora en una escuela y la otra cose las piezas que corta Emilio, dice que nunca ha hecho ¡°una igual a otra, aunque vengan del mismo kite¡±. La marca ofrece una garant¨ªa de reparaci¨®n de por vida como contra discurso a la moda barata y fugaz de ahora.
Hace 14 a?os, a Luisa Nieto uno de sus hijos le entreg¨® un regalo hecho con materiales reciclados. Esa tarea escolar encendi¨® una chispa que le permiti¨® encontrar un sustento y estabilidad emocional en una dif¨ªcil etapa de su vida y hoy es su prop¨®sito: hacer ropa y accesorios con tripas de cauchos, que se acumulan en vertederos y duran cerca de mil a?os en degradarse. Su marca se llama Tripeando que alude al material con el que trabaja y a su estado de ¨¢nimo al hacerlo. Tripear es un americanismo que en pa¨ªses como Venezuela equivale a pasarla bien. Ella se tropez¨® con un par de tripas de un carrito ambulante de comida abandonadas en una calle de Caracas y as¨ª comenz¨® todo.
Dise?adores de alta moda est¨¢n reciclando viejas colecciones para crear nuevas desde hace d¨¦cadas. Algunas firmas internacionales tambi¨¦n han recurrido a esta t¨¦cnica como medio de ahorro. Como 2nd Chance, Kiteloops y Tripeando decenas de marcas est¨¢n repensando la moda hecha en Venezuela. Con 51 a?os de edad, Nieto es una referencia en el upcycling en el pa¨ªs y su trabajo se ha visto en pasarelas y vestuarios de obras de teatro y artistas. La artesana, como le gusta ser llamada, deja que en las carteras, arneses, petos y otros accesorios que fabrica con tripas de cauchos recicladas est¨¦n visibles las estr¨ªas, numeraciones o particularidades del material. Una vez recolecta los neum¨¢ticos en caucheras de la ciudad, las piezas pasan por un proceso de desinfecci¨®n que dura cinco d¨ªas, antes de pasar a su nueva vida. ¡°Muchas veces con el reciclaje hay una reacci¨®n de asco al desecho, por eso los supra recicladores subimos el nivel para que por el dise?o se aprecie la prenda y as¨ª rompemos el hielo con el que la consume y podemos llevar un mensaje y concientizar a la gente. Pero nosotros nadamos a contra corriente¡±.