Rodrigo Botero: ¡°En Colombia es indispensable el reconocimiento del ambiente como v¨ªctima¡±
El delegado del Gobierno Nacional en la mesa de di¨¢logo con la guerrilla ELN, que cerr¨® su primer ciclo, es una de las personas que m¨¢s conoce sobre deforestaci¨®n en el pa¨ªs
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En el patio de la oficina de Rodrigo Botero (Villavicencio, 55 a?os), hoy delegado del Gobierno Nacional en la mesa de di¨¢logo con la guerrilla ELN, hay un pino colombiano que sembr¨® cuando ten¨ªa solo siete a?os. Se extiende por encima de la casa de tres pisos, alto y pesado, y ¨¦l lo describe como uno de sus mayores triunfos. Botero, se podr¨ªa decir, es un hombre de ¨¢rboles. Como director general de la Fundaci¨®n para la Conservaci¨®n y el Desarrollo Sostenible (FCDS), ha sobrevolado cientos de veces la Amazonia y carga en su mente cada parche de selva que dej¨® de existir. Cita con seguridad cu¨¢ntas hect¨¢reas se han perdido, cu¨¢ndo es temporada de quemas y c¨®mo la deforestaci¨®n, as¨ª como los problemas ambientales, son tambi¨¦n un problema del acceso, uso y manejo de tierras. ¡°En Colombia es indispensable el reconocimiento del ambiente como v¨ªctima¡±, dice en entrevista con Am¨¦rica Futura.
Con el reciente cierre del primer ciclo de di¨¢logo con el ELN, los medios han perfilado a Botero como el asesor ambiental en la mesa. Pero ¨¦l prefiere no ser visto as¨ª. Su cargo, recuerda, es ser delegado, a secas. ¡°Yo simplemente soy una persona que ha trabajado en temas de medio ambiente, pero eso no quiere decir que otros delegados que, por ejemplo, viven en el territorio o en comunidades negras no hablen del tema ambiental. O que quienes trabajan con derechos humanos no lo pongan como un tema jur¨ªdico respecto a la naturaleza como v¨ªctima o desde los gremios, en el debate de sostenibilidad¡± aclara. Y eso es lo que hace que estos di¨¢logos de paz sean algo a¨²n m¨¢s novedoso: que el ambiente est¨¢ en el centro.
Pregunta. ?Tras el primer ciclo, hay alguna propuesta ambiental en la mesa sobre la que podamos saber?
Respuesta. Bueno, el lunes pasado se present¨® lo del cierre del primer ciclo, que es c¨®mo protocolizar y formalizar los acuerdos. De este, se desprenden dos componentes: el alivio humanitario en la costa pac¨ªfica ¨C sin precisar a¨²n el c¨®mo y cu¨¢ndo ¨C y el alivio humanitario para la poblaci¨®n carcelaria. Pero como lo han se?alado tanto Otty Pati?o [l¨ªder negociador del Gobierno] como Pablo Beltr¨¢n [jefe negociador del ELN], el enfoque ambiental es novedoso. Vamos a tener cosas como hablar de la casa com¨²n y de la madre tierra, un aspecto que, conceptualmente, nos hace migrar del antropocentrismo hacia el ecocentrismo, y ya nos lleva a una conversaci¨®n sobre c¨®mo nos debemos a este planeta.
P. El ¨²ltimo di¨¢logo similar fue con la ex guerrilla de las FARC. ?Hay impactos ambientales que sean m¨¢s t¨ªpicos de este grupo y otros que sean m¨¢s del ELN?
R. S¨ª hay impactos diferenciados, pero no necesariamente hay una caracterizaci¨®n del tipo de problemas que genera o gener¨® cada uno. Tambi¨¦n hay que decir que el Estado, los diferentes grupos de desarrollo econ¨®mico y otras econom¨ªas ilegales tambi¨¦n generaron impactos, as¨ª que tampoco son da?os ambientales exclusivos de las dos partes de la mesa. Lo que habr¨¢ que pensar, entonces, es c¨®mo hacer una caracterizaci¨®n de los efectos al medio ambiente en territorios con afectaciones de violencia armada. Pero, sobre todo, ver con una perspectiva de futuro c¨®mo se puede planear una estrategia de restauraci¨®n ambiental, teniendo como centro las poblaciones y uso del territorio, es decir, el ordenamiento.
P. Un proceso de paz implica la reparaci¨®n a, por ejemplo, comunidades v¨ªctimas de masacres. ?C¨®mo podr¨ªa ser una reparaci¨®n al ambiente?
R. En el centro, est¨¢ la revisi¨®n de los modelos de ordenamiento (ambiental, productivo y de la propiedad) . Y para eso hay diferentes instrumentos. Hoy hay una clara voluntad gubernamental para poner una serie de fondos y recursos financieros significativos orientados para procesos de restauraci¨®n en general, incluyendo ¨¢reas impactadas por el conflicto armado. Tambi¨¦n est¨¢ esa misma disposici¨®n por parte de la cooperaci¨®n internacional. Pero el punto de partida es que exista una participaci¨®n activa, real y vinculante sobre el ordenamiento territorial, porque los ejercicios de participaci¨®n vac¨ªos lo ¨²nico que generan es mayor descr¨¦dito y desconfianza en la poblaci¨®n. Y si se habla de reparaci¨®n no solo es sobre los impactos que dej¨® el conflicto, sino con los de otros actores. Por ejemplo, un r¨ªo contaminado puede tener detr¨¢s tanto un accidente de derrame de petr¨®leo como la voladura de un oleoducto. Esto, por poner los ejemplos cl¨¢sicos, pero la reparaci¨®n no se puede limitar a eso, debe entender todo lo que implica la conflictividad territorial.
P. Precisamente, Jos¨¦ F¨¦lix Lafaurie, l¨ªder de Fedeg¨¢n, el gremio ganadero, hace parte de los di¨¢logos. ?C¨®mo unir estas piezas cuando se sabe que uno de los principales motores de la deforestaci¨®n en Colombia es la ganader¨ªa?
R. Yo destaco el acierto que tuvo el Gobierno no solo en incluir a Fedeg¨¢n sino a otros gremios que seguramente tendr¨¢n participaci¨®n en el proceso. Y es que antes de ir a la ganader¨ªa como tal, con Fedegan se pact¨® lo de la compra de tierras, que es el primer paso para una conversaci¨®n sobre el modelo de ocupaci¨®n y uso del suelo. Actualmente, no estamos orientando estos procesos a nivel nacional y esto es lo que est¨¢ generando una conflictividad terrible, incluyendo que los sectores productivos agropecuarios est¨¦n entrando en conflicto con toda la base natural sensible de Colombia. Ahora, m¨¢s all¨¢ de la compra de tierras, importa el d¨®nde, por qu¨¦ y para qu¨¦. Muchas tierras se han otorgado en otros momentos de la historia y esto no garantiza que se d¨¦ un desarrollo sostenible. Entonces en el caso de la ganader¨ªa hay que recordar que el mismo Fedeg¨¢n ha propuesto que Colombia tiene que pasar a un modelo de reconversi¨®n ganadera sostenible. Y lo reiter¨® el presidente Petro durante el congreso ganadero, donde se invit¨® a Jos¨¦ F¨¦lix a la Mesa.
P. De hecho Fedeg¨¢n desde hace tiempo tiene proyectos piloto de ganader¨ªa silvopastoril (modelo en el que se integran ¨¢rboles en la ganader¨ªa)¡
R. S¨ª, pero no solo es un asunto de silvopastoreo, sino del enfoque. ?D¨®nde se debe hacer ganader¨ªa y qu¨¦ zonas debe liberar? Con o sin un modelo silvopastoril, uno no puede hacer ganader¨ªa en medio de Chibiriquete, eso deja de ser sostenible. Ser sostenible en la ganader¨ªa implica hacer una zonificaci¨®n ganadera a nivel nacional y ver de qu¨¦ ¨¢reas debe salir para cederlas a la restauraci¨®n y conservaci¨®n. Implica cercas vivas, enriquecimiento de suelos, protecci¨®n de ¨¢reas, mejoramiento gen¨¦tico, uso de forrajes tropicales... En fin. Y esas reglas del juego hay que tenerlas claras, los mismos gremios quieren y deben participar en eso.
P. En el 2016, tras lograr el Acuerdo de Paz entre las ex Farc y el Gobierno, la deforestaci¨®n lleg¨® a su pico en Colombia. Eso gener¨® una suerte de hip¨®tesis: que era porque la guerrilla hab¨ªa sido una especie de guardiana del bosque. ?Est¨¢ de acuerdo y qu¨¦ aprendizajes deja?
R. Yo lo he se?alado en varias ocasiones: las Farc eran el ¡°Estado¡± en muchas regiones. Y uno de los aspectos que m¨¢s controlaban era el tema de c¨®mo se otorgaban los derechos sobre la tierra y su uso. A eso se suma que ellos s¨ª ten¨ªan unos manuales ambientales y de desarrollo propio que se cruzaban con consideraciones militares: mantener sus corredores y sus ¨¢reas de retaguardia. Eso fue poderoso y logr¨® que se protegieran varias zonas naturales sensibles. Pero, hay que decirlo, las ex Farc tambi¨¦n tuvieron un impacto ambiental negativo, como las mismas carreteras que se construyeron o zonas ganaderas y asentamientos que promovieron. Sin embargo, este escenario s¨ª fue much¨ªsimo m¨¢s favorable en t¨¦rminos ambientales frente a lo que sucedi¨® despu¨¦s del 2016. Es que en seis a?os perdimos m¨¢s de medio mill¨®n de hect¨¢reas alrededor del Chibiriquete, casi 700.000 en la Amazonia. Se habilitaron medio mill¨®n de hect¨¢reas para la ganader¨ªa que consolid¨® las tierras bald¨ªas apropiadas y se duplic¨® en cinco a?os la poblaci¨®n bovina total del ¨¢rea de frontera agropecuaria. El tama?o promedio de lotes indica que hay grandes inversiones, recambio poblacional, y un mercado de tierras que propicia el lavado de activos.
P. ?Y qu¨¦ lecci¨®n dej¨® esto?
R. Reconocer que en esos territorios los que impart¨ªan justicia eran los grupos armados. Siempre he dicho que el que se tiene que reintegrar al territorio es el Estado y eso implica un proceso de transici¨®n expl¨ªcito y progresivo. No es como que uno sale y el otro entra. Hay que reconocer y decir, ¡°perd¨®n, no nos vamos a tapar los ojos y reconocer que como Estado no estuvimos aqu¨ª¡±.
P. Estos di¨¢logos tambi¨¦n tienen dos precedentes importantes. La petici¨®n de Parques Nacionales Naturales de ser reconocida ante la JEP como v¨ªctima del conflicto y un cap¨ªtulo entero de ambiente del informe de la Comisi¨®n de la Verdad. ?C¨®mo incorporarlos?
R. El precedente del ambiente como v¨ªctima es uno importante y debe incorporarse en este proceso de di¨¢logo. Casos como lo que ha se?alado Parques Nacionales Naturales, y sus mismos funcionarios, que hoy est¨¢n expulsados y amenazados de una gran parte del territorio nacional, deber¨ªa tener un punto obligado en una agenda de paz. Y no solo en los que se negocie con el ELN, sino con todos los grupos. Casi la totalidad de los grupos armados tienen conflictos territoriales con Parques Nacionales y agencias ambientales, que van desde asesinatos de funcionarios, hasta prohibici¨®n de la movilidad. Y es que no ocurre solo con esto, sino con el deterioro grave de las tierras de campesinos, de resguardos ind¨ªgenas, territorios de comunidades negras, tanto a nivel ambiental como en su tradici¨®n cultural. As¨ª que hay que tener una propuesta de restauraci¨®n y acompa?amientos para un cambio estructural. De nuevo, es indispensable ese reconocimiento del ambiente como v¨ªctima.