Resistir al capitalismo semilla a semilla
Cuatro compa?¨ªas son las due?as del 63% de las simientes a nivel global con unos ingresos anuales que rondan el presupuesto de Per¨². Mientras la agroindustria se expande, el mundo ha perdido el 75% de la biodiversidad agr¨ªcola
EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Am¨¦rica Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
La huerta de Alberto G¨®mez hace honor a su nombre: La despensa. En la hect¨¢rea que tiene cultivada, hay medio centenar de vegetales, semillas que hered¨® de sus antepasados y otras que intercambia con sus vecinos, como el cilantro de Mar¨ªa ?rsula Chauz¨¢, la yuca y la calabaza de Jes¨²s Antonio Delgado o las habas y el man¨ª de Aura Lina Dom¨ªnguez. Sus tres variedades de ma¨ªz son la joya de la corona. Las observa como si las analizara un cient¨ªfico. ¡°Si sembramos el ma¨ªz pira a distancias m¨¢s anchas, da una mazorca m¨¢s grande, una mejor para harina¡±, explica sujetando una de colores morados y amarillos. Imperfecta y ¨²nica. La diferencia entre este ingeniero amateur y uno contratado por Bayer es que su laboratorio est¨¢ al aire libre en un pueblito colombiano campesino y que, para domesticar su producci¨®n, no usa ning¨²n qu¨ªmico. Aunque quisiera, no podr¨ªa.
Hace cinco a?os que el municipio de San Lorenzo, en el departamento de Nari?o, se declar¨® como territorio libre de cultivos transg¨¦nicos, aquellos que han sido modificados gen¨¦ticamente. La iniciativa popular se fue gestando desde 2012 como resistencia pac¨ªfica a la agroindustria y los qu¨ªmicos que requieren estas semillas cuyo ADN ha sido intervenido. Aura Lina Dom¨ªnguez tiene las manos manchadas de tierra y una sonrisa suave y permanente en la cara. Ella es una de las campesinas que ha liderado el movimiento que, insiste, tiene como prop¨®sito obtener soberan¨ªa sobre lo que cosechan. ¡°No le hemos declarado la guerra a Monsanto. Simplemente queremos saber lo que comemos¡±, dice. Esta decisi¨®n, sin embargo, les ha costado una demanda a¨²n en curso de la Asociaci¨®n Colombiana de Semillas y Biotecnolog¨ªa (Acosemillas) ¡°por excederse en competencias legales¡±. ¡°Defendemos los transg¨¦nicos y la libertad de elecci¨®n¡±, explicaba en videollamada Leonardo Ariza, gerente general del grupo. ¡°?Qui¨¦nes son ellos como municipio para decir si se puede o no?¡±, se pregunta.
Mientras, en San Lorenzo contin¨²an los intercambios de pepitas como el que celebraron una ma?ana de marzo una decena de agricultores del municipio, una tradici¨®n que viene desde que la agricultura es agricultura y que se vive como la fiesta local. ¡°Nos vendieron el cuento de que modificar nuestras semillas era lo mejor; que las nuestras no eran perfectas¡±, cuenta Dom¨ªnguez esparciendo en una esterilla decenas de perlas de colores y ra¨ªces de arracacha y c¨²rcuma. ¡±Pero lo son. Guardan la historia de nuestros ancestros y han alimentado a toda la sociedad. No queremos que se manchen con transg¨¦nicos y glifosato [un herbicida necesario en la mayor¨ªa de cultivos modificados]. Si nosotros pudimos hacerlo, ?por qu¨¦ los dem¨¢s no?¡±.
San Lorenzo es la excepci¨®n en una regi¨®n en la que hace medio siglo la agroindustria est¨¢ imponiendo su agenda y donde las simientes nativas o criollas est¨¢n perdiendo espacio. Actualmente, todos los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina tienen leyes que fomentan el comercio de las semillas certificadas y otras normas de bioseguridad que promueven la siembra de las transg¨¦nicas y el uso de agrot¨®xicos. Es decir, para que se puedan comercializar, hace falta que la autoridad sanitaria certifique cu¨¢les pasan al filtro, seg¨²n varios criterios que abogan por la bioseguridad.
Esto ha provocado que en el ¨²ltimo siglo se hayan perdido el 75% de las variedades de cultivos, seg¨²n la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO). El presagio de los expertos es que, en menos de un siglo, no haya cosechas que no hayan pasado por un laboratorio. As¨ª, la biodiversidad agr¨ªcola ser¨¢ apenas un recuerdo.
En Am¨¦rica Latina, un continente que con sus materias primas da de comer al mundo, surge la pregunta: ?Es esta la ¨²nica forma de garantizar alimentos para 8.000 millones de personas? Para Norman Borlaug, s¨ª. Este agr¨®nomo estadounidense y Premio Nobel de la Paz encontr¨® en la modificaci¨®n gen¨¦tica la forma de producir m¨¢s y m¨¢s r¨¢pido, una de las principales demandas a mediados del siglo XX, cuando la ciencia se cuestionaba c¨®mo iba a alimentar a una poblaci¨®n creciente. Bajo este pretexto de la llamada revoluci¨®n verde y el inter¨¦s en facilitar el libre comercio entre el norte y el sur global, se empezaron a aprobar una decena de convenios y tratados internacionales en Am¨¦rica Latina que controlaban lo m¨¢s elemental de la alimentaci¨®n de los humanos: las semillas.
As¨ª, en los a?os 80, todos los pa¨ªses latinoamericanos suscribieron convenios que otorgaban algo similar a las patentes para mejorar las simientes; lo que hac¨ªa el campesino Alberto G¨®mez en San Lorenzo, pero en un laboratorio. Actualmente, la batalla impulsada por Estados Unidos y Europa est¨¢ centrada en normas que van m¨¢s all¨¢ y proh¨ªben guardar, intercambiar o vender cualquier semilla con multas, decomisos e incluso penas de c¨¢rcel. La mayor¨ªa de pa¨ªses centroamericanos, Per¨² y Colombia se adscribieron a este ¨²ltimo tratado tan restrictivo, conocido como Upov 91. Solo Colombia logr¨® derogarlo en 2013.
En otros pa¨ªses, como Argentina, Brasil y Bolivia, estas exigencias no se aprobaron en un solo tratado sino en peque?as normas, a goteo. Carla Poth, docente e investigadora de la Universidad Nacional General Sarmiento (Argentina), critica que las semillas originarias sean tildadas de ¡°piratas¡±: ¡°Las leyes favorecen la homogeneidad y exigen muchos requerimientos que hacen que solo puedan ser titulares de la certificaci¨®n unos pocos. Adem¨¢s, la agroindustria est¨¢ desconociendo el hist¨®rico aporte de las comunidades en el mejoramiento de las semillas que se usan hoy para la alimentaci¨®n¡±, explica. Ariza, gerente general de Acosemillas, un grupo auspiciado por Bayer, Syngenta y Corteva, entre otros, reconoce que, hasta ahora no se ha pagado ese aporte: ¡°Queremos reconocer el valor agregado de los campesinos. Estamos en conversaciones sobre c¨®mo podemos pagarles alguna regal¨ªa para que se sientan recompensados. Pero a¨²n no est¨¢ puesto en marcha¡±.
¡°No se puede patentar el medio ambiente¡±
Argentina ha sido un ejemplo de lucha contra el poder de la agroindustria mediante la v¨ªa judicial.
En 2007, Monsanto Techonology LLC [que figura con su propio nombre a pesar de haber sido absorbida por Bayer] reclam¨® ante los tribunales argentinos poder patentar una mol¨¦cula de ADN recombinante de doble cadena que hace tolerante a una planta [no una semilla] al glifosato. En palabras m¨¢s sencillas: quer¨ªan patentar la planta bajo el pretexto de que ellos la hab¨ªan mejorado. En 2019, la Corte Suprema rechaz¨® la petici¨®n de la empresa en un fallo hist¨®rico. La Corte se?ala que es objetable que se patente una semilla por el hecho de haberla modificado, ¡°del mismo modo que no se puede discutir que el autor de un libro no se vuelve el propietario del lenguaje¡±.
Pero, una d¨¦cada despu¨¦s, Monsanto volvi¨® a la justicia para reclamar derechos sobre las secuencias gen¨¦ticas, alegando que ¡°las mol¨¦culas s¨ª son artificiales¡±. En ese caso, la C¨¢mara le dio la raz¨®n en 2021. ¡°Se trata de un esc¨¢ndalo jur¨ªdico¡±, exclama Fernando Cabaleiro, abogado y coordinador de Naturaleza Derechos, una organizaci¨®n que ha apelado el fallo. ¡°El medio ambiente no puede ser objeto de patentamiento. Si la decisi¨®n se confirma, la empresa habr¨¢ obtenido en la justicia lo que no pudo en 25 a?os mediante la ley. Sentar¨ªa una jurisprudencia muy peligrosa que consolidar¨ªa la p¨¦rdida de soberan¨ªa alimentaria. Tenemos que estar vigilantes¡±.
En el pulso contra la agroindustria, cada vez se suman m¨¢s manos. Germ¨¢n V¨¦lez, director del Grupo Semillas, critica la estrategia comercial ¡°a cualquier costo¡±. ¡°El resultado de la certificaci¨®n de los transg¨¦nicos es que tanto el productor como el consumidor est¨¢n dejando de lado lo que nos han alimentado durante milenios, mientras un pu?ado de firmas se llenan los bolsillos¡±, cuenta desde su oficina en Bogot¨¢. Las ventas combinadas de semillas y agrot¨®xicos de Syngenta, Corteva, Bayer y Basf alcanzaron 60.000 millones de d¨®lares en 2020, un monto equivalente al presupuesto nacional de Per¨².
¡°Si ya hoy solo comemos dos o tres tipos de papa [en la regi¨®n se cuentan unas 4.000], en cien a?os nos alimentaremos de seis cultivos. Si no derogamos todo este paquete de normas, perderemos la herencia gen¨¦tica. Esa tambi¨¦n es nuestra historia¡±, critica. V¨¦lez ya ha presentado tres proyectos de ley en Colombia para ilegalizar los transg¨¦nicos. ¡°La biotecnolog¨ªa nunca va a poder ser democratizada. Y los intereses de Bayer son opuestos a los de los consumidores¡±, critica. Es por ello que tanto ¨¦l como gran parte de los campesinos apuestan por las certificaciones alternativas, conocidas como los sistemas participativos de garant¨ªas, en pro de la seguridad alimentaria. Esta es una certificaci¨®n soberana y propia de los agricultores y cooperativas con los par¨¢metros y las exigencias del campo que tambi¨¦n atiende a c¨¢nones de bioseguridad.
?Son los transg¨¦nicos malos per s¨¦?
La respuesta corta y te¨®rica es no. ?Por qu¨¦ iba a ser negativo que la ciencia creara semillas m¨¢s resistentes a la sequ¨ªa o a las inundaciones o le a?adiera m¨¢s nutrientes a lo que ingerimos? Los casi 30 a?os de historia de la biotecnolog¨ªa alimentaria, sin embargo, muestran que m¨¢s del 98% de mejoras en alimentos est¨¢n relacionadas con la resistencia a los herbicidas e insecticidas que venden esas mismas empresas.
La primera producci¨®n de transg¨¦nicos surgi¨® en los 90. Calgene, Inc., una start up californiana, modific¨® los genes de un tomate para que tardase m¨¢s en madurar. Unos a?os despu¨¦s, ya hab¨ªa en el mercado grandes cultivos resistentes a herbicidas como el glifosato, creado por Monsanto tres d¨¦cadas antes. Y otros tolerantes al glufosinato, propiedad de Basf. Ambos agrot¨®xicos, derivados de sustancias utilizadas en las c¨¢maras de gas nazis, fueron catalogados por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) como ¡°probablemente cancer¨ªgeno¡± y ¡°moderadamente peligroso¡±, respectivamente. Los m¨¢s de 15.000 casos judiciales por c¨¢nceres relacionados con la exposici¨®n a productos de la agroindustria y la multimillonaria multa de 11.000 millones a Bayer cuestionan cada vez m¨¢s la prudencia de la OMS.
Pero la expansi¨®n es incontrolable. Actualmente hay m¨¢s de 202 millones de hect¨¢reas en el mundo con transg¨¦nicos. Y m¨¢s de la mitad est¨¢ en Am¨¦rica Latina. Se trata de una superficie similar a la de Espa?a, Francia, Italia, Alemania y Polonia juntos. Desde 2019, esta es la regi¨®n que m¨¢s transg¨¦nicos produce del mundo. La mayor porci¨®n de estos cultivos son de apenas cuatro tipos: soja, ma¨ªz, algod¨®n y canola; productos empleados principalmente para los agrocombustibles y piensos para las industrias ganaderas. En la Uni¨®n Europea solo hay 71.000 hect¨¢reas cultivadas, en Portugal y Espa?a. La gran mayor¨ªa de pa¨ªses europeos mantienen moratorias totales a la siembra de estos cultivos. Para Ariza, gerente general de Acosemillas, esto no es una ¡°doble moral¡±: ¡°Es que ellos ya produjeron, gastaron en eso sus suelos y ahora tenemos la oportunidad de hacerlo nosotros¡±.
David Castro Garro, bi¨®logo peruano experto en regulaci¨®n de la biotecnolog¨ªa y bioseguridad, lamenta el modelo productivo predominante: ¡°Cada vez m¨¢s agricultores ceden sus chakras [huertas] para tener monocultivos y el impacto de esto en la tierra es enorme¡±. Adem¨¢s, varios estudios internacionales muestran c¨®mo las plagas ya tienen resistencia a los productos. En Estados Unidos, han aparecido m¨¢s de 40 malezas resistentes al glifosato, que requieren un mayor arsenal de herbicidas para su control, con lo que ello implica: exterminio de polinizadores y progresivo deterioro de la tierra. Una situaci¨®n similar est¨¢ ocurriendo con los cultivos de soja y ma¨ªz transg¨¦nico en Brasil, Argentina y Paraguay. Bayer rechaz¨® conceder una entrevista a Am¨¦rica Futura, pero asegur¨® en un correo electr¨®nico que los organismos gen¨¦ticamente modificados ¡°permiten preservar los h¨¢bitats cercanos¡±.
¡°Los transg¨¦nicos ilegales se venden en Facebook¡±
Estos tres pa¨ªses, los que m¨¢s transg¨¦nicos producen de la regi¨®n, vivieron un proceso de contaminaci¨®n de transg¨¦nicos similar al que est¨¢ viviendo actualmente Bolivia. En el pa¨ªs andino, solo hay una variedad transg¨¦nica permitida: la soja RR, de Bayer. Sin embargo, Mar¨ªn Condori, director nacional del Instituto Nacional de Innovaci¨®n Agropecuaria y Forestal (Iniaf), estimaba en medios locales que en el 70% de los campos agr¨ªcolas de Santa Cruz se utilizan semillas certificadas y que el 30% restante lo hace con material gen¨¦tico procedente del mercado informal e ilegal, de otras variedades.
Stanislaw Czaplicki Cabezas, economista ambiental experto en cadenas de valor, asegura que esto no es fortuito: ¡°Es la estrategia de las empresas, colar sus semillas en el territorio para luego reclamar una legislaci¨®n que las permita comercializar libremente. Los objetivos de las grandes empresas est¨¢n claros y las formas de lograrlos son varias¡±. Bayer, sin embargo, asegura en el correo promover ¡°el acceso a diferentes pr¨¢cticas agr¨ªcolas y la coexistencia de diferentes formas de producci¨®n¡±. Para el abogado argentino Cabaleiro las soluciones que presenta el agronegocio son ¡°basadas en falsedades¡±. ¡°Se les puede desmentir mediante pueblos organizados y ciencia independiente¡±.
¡°Se venden hasta en Facebook¡±, asegura por tel¨¦fono Rita Saavedra, nutricionista e integrante de la plataforma Bolivia Libre de Transg¨¦nicos. ¡°No hay control. El Estado cierra los ojos y deja producir sin ninguna regulaci¨®n. En las verduras que consumimos, hay mayor cantidad de glifosato en las transg¨¦nicas. Estamos comiendo veneno y a nadie le importa¡±.
El intercambio de semillas en San Lorenzo (Colombia) rompe todas las l¨®gicas del capitalismo: el tiempo pasa lento y no se mueve ning¨²n billete o moneda. Entre lo que parece un jard¨ªn comestible, los vecinos extienden una esterilla de totora y colocan con parsimonia un pu?ado de cada variedad de pepitas en peque?os recipientes de mimbre. C¨²rcuma, ma¨ªz pira, frijol patiano, frijol torta, ma¨ªz yunga¡ ¡°?Usted qu¨¦ tiene por ah¨ª?¡±, le espeta Mar¨ªa ?rsula Chauz¨¢, la m¨¢s veterana del grupo, a otro agricultor. Se r¨ªe a carcajadas y mete en su bolsa de tela varias simientes nuevas, mientras pide consejos sobre la siembra y da otros sobre las plantas medicinales. ¡°Tiene la farmacia en la huerta, mijo¡±.
Am¨¦rica Latina es la regi¨®n del mundo que tiene mayor diversidad agr¨ªcola. Este es el centro de origen y de mejoramiento artesanal de cientos de cultivos como ma¨ªz, frijol, papa, tomate, batatas, algod¨®n¡ En M¨¦xico hay 64 razas nativas de ma¨ªz; 34 en Colombia, de las que derivan m¨¢s de 7.000 subtipos. En Per¨², existen unos 3.000 subtipos de quinoa y m¨¢s de 4.000 variedades de papa; la mayor¨ªa en los Andes. Por eso, para Alba Marlene Portillo, fundadora de la Red de guardianes de semillas de vida en Colombia, la contaminaci¨®n de cultivos originarios pone en jaque ¡°uno de los tesoros m¨¢s preciados del mundo¡±: ¡°Todos nuestros sabores y una cultura milenaria¡±.
Cr¨¦ditos
M¨¢s informaci¨®n
La se?ora Zuny, guardiana de semillas y ¡®tesoro humano vivo¡¯ de Chile y del planeta
Archivado En
- Desarrollo sostenible
- Econom¨ªa sostenible
- Am¨¦rica
- Argentina
- Colombia
- M¨¦xico
- Bolivia
- Per¨²
- Medio ambiente
- Agroalimentaci¨®n
- Agronom¨ªa
- Agroexpansi¨®n
- Ecolog¨ªa
- Ecologismo
- Ecologistas
- Bayer
- BASF
- Industria
- Alimentaci¨®n
- Alimentaci¨®n infantil
- Contaminaci¨®n
- Herbicidas
- Plagas
- Huerta
- Econom¨ªa
- Econom¨ªa agraria
- Agricultura transg¨¦nica
- Agricultura
- Agricultura ecol¨®gica
- Semillas
- Contaminaci¨®n en M¨¦xico