Nina Gualinga levanta la voz contra violencia de g¨¦nero que sufren las mujeres ind¨ªgenas
La lideresa Kichwa de Ecuador sali¨® de una relaci¨®n violenta y denunci¨® a su expareja. El limitado acceso a la justicia invisibiliza estas violencias en las comunidades originarias
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Nina Gualinga naci¨® hace 30 a?os en el coraz¨®n de la selva amaz¨®nica y creci¨® en la comunidad kichwa de Sarayaku, hogar de los jaguares y el sol de mediod¨ªa, y ubicada a orillas del r¨ªo Bobonaza, en la provincia ecuatoriana de Pastaza. Creci¨® inmersa en la naturaleza, explorando los r¨ªos y compartiendo guayusa junto a sus abuelos. Su nombre significa ¡°fuego¡± en kichwa.
La cosmovisi¨®n de su comunidad, basada en el Kawsak Sacha, considera la selva como un ser vivo con derechos propios. Por eso promueven su protecci¨®n y respeto como un organismo integral, un principio clave en la hist¨®rica victoria de Sarayaku en la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 2012, que dio la raz¨®n a la comunidad frente al Gobierno ecuatoriano por la explotaci¨®n petrolera, lo que marc¨® un hito en la lucha ind¨ªgena contra el extractivismo en Ecuador.
La herencia de resistencia marc¨® profundamente a Nina Gualinga, quien, como primog¨¦nita de una madre ind¨ªgena y un padre sueco-finland¨¦s, encontr¨® en esta dualidad cultural la fuerza para habitar diferentes mundos y perpetuar la lucha de sus ancestros. Ampliamente reconocida como activista, ella rechaza ese t¨ªtulo porque considera su compromiso una convicci¨®n innata. ¡°Sarayaku es mi hogar, mi santuario. La Amazonia custodia las historias de nuestros ancestros y asegura el futuro de nuestros hijos¡±, se?ala.
M¨¢s all¨¢ de su reconocimiento global como defensora de la selva, Nina enfrenta una lucha m¨¢s ¨ªntima que durante mucho tiempo guard¨® en silencio: la que libr¨® contra los malos tratos infligidos por su expareja y el padre de su hijo. Hasta que, hace cuatro a?os, con valent¨ªa, decidi¨® romper este silencio y revel¨® un problema profundo que demanda justicia y transformaci¨®n: la violencia de g¨¦nero hacia las mujeres ind¨ªgenas.
Su batalla personal
Desde su adolescencia, Nina conoci¨® a su expareja, un hombre mestizo con influencia econ¨®mica y pol¨ªtica a nivel local. ¡°Yo ten¨ªa 13 a?os y ¨¦l, 19. Hoy me doy cuenta que all¨ª hab¨ªa una relaci¨®n de poder¡±, relata. Durante m¨¢s de una d¨¦cada que dur¨® el cortejo y la relaci¨®n, Nina vivi¨® violencia f¨ªsica y psicol¨®gica, que afect¨® no solo su salud f¨ªsica y mental, sino tambi¨¦n a sus relaciones familiares. ¡°Lo ¨²nico que no pudo quitarme fue el amor por la selva¡±, agrega. Los malos tratos de su expareja llegaron a causarle una fractura en la espalda baja.
El proceso para separarse fue dif¨ªcil. ¡°Me tom¨® mucho tiempo salir de esa relaci¨®n. He sido una persona que no tiene miedo a hablar contra los abusos, pero mi propia historia fue la m¨¢s dif¨ªcil¡±, confiesa Nina. En 2015, se separ¨® e inici¨® un dif¨ªcil periplo judicial. Su primera denuncia formal fue en la Unidad Judicial de Violencia contra la Mujer y la Familia de la Judicatura de Pastaza. A pesar de recibir una boleta de auxilio ¡ªun recurso legal que busca impedir que el agresor se acerque a la denunciante¡ª, el caso fue archivado sin mayores avances. Y acab¨® volviendo con su expareja entre promesas de cambio por su parte.
Nina present¨® una nueva denuncia en 2020, acompa?ada de grabaciones y mensajes de texto como evidencia, y de nuevo se encontr¨® con un proceso estancado. Pese a que se hab¨ªa vuelto a separar de ¨¦l, segu¨ªa siendo v¨ªctima de acoso, amenazas y control constante. Pero no se daba por vencida. Opt¨® tambi¨¦n por una denuncia p¨²blica, compartiendo im¨¢genes de sus lesiones en redes sociales, algo con lo que esperaba generar presi¨®n para obtener resultados. Sin embargo, sus esfuerzos parec¨ªan en vano y sus denuncias no avanzaron hasta 2022.
El pasado 23 de febrero, despu¨¦s de casi una d¨¦cada desde su primera denuncia, y cuatro a?os despu¨¦s de llevar su caso al dominio p¨²blico, un juez de Pastaza resolvi¨® llamar a juicio al acusado. Con esto, el proceso pas¨® al tribunal de garant¨ªas penales que debe poner una fecha de audiencia de juicio.
Esta victoria parcial no ha estado exenta de desaf¨ªos. Junto con su abogada Tamara Vaca, Nina ha denunciado un sinn¨²mero de irregularidades en el proceso judicial, la negligencia del sistema de justicia ecuatoriano y la falta de fiscales capacitados en casos de g¨¦nero. ¡°Estos procedimientos constituyen una violaci¨®n de varios principios para el debido proceso; y esta violencia institucional es otra forma de revictimizaci¨®n¡±, a?ade la abogada.
¡°No puedo imaginar lo que otras mujeres ind¨ªgenas pasan¡±
La experiencia de Nina refleja una realidad m¨¢s amplia. Las mujeres ind¨ªgenas enfrentan distintas formas de violencia, agravadas por el acceso limitado a recursos legales y protecci¨®n. ¡°Si yo, que soy una figura p¨²blica, recibo este trato, no puedo imaginar lo que otras mujeres ind¨ªgenas pasan¡±, expresa Nina.
Mishelle Calle, abogada especializada en derechos ind¨ªgenas, destaca que las mujeres en comunidades ind¨ªgenas y defensoras del medio ambiente enfrentan dos formas de violencia: la que llega con el extractivismo de las compa?¨ªas, que incluye violaciones, desapariciones y asesinatos, y la violencia comunitaria perpetrada por miembros de su propia comunidad. Esta situaci¨®n deja a las mujeres en una situaci¨®n de vulnerabilidad al carecer de recursos para denunciar.
El problema subyacente radica en las persistentes brechas de g¨¦nero en Ecuador. Seg¨²n un informe de ONU Mujeres, la tasa de pobreza multidimensional entre mujeres ind¨ªgenas alcanza el 78,1%, m¨¢s del doble del promedio nacional. Adem¨¢s, el Banco Mundial informa que 6 de cada 10 mujeres en Ecuador han sufrido alg¨²n tipo de violencia, con 321 feminicidios registrados en 2023. Las mujeres ind¨ªgenas y afroecuatorianas son las m¨¢s afectadas, con aproximadamente 7 de cada 10 mujeres que han experimentado violencia.
Calle destaca la invisibilidad de los casos de violencia en comunidades ind¨ªgenas debido al limitado acceso al sistema de justicia. Nemo Guiquita, l¨ªder amaz¨®nica, subraya que en la regi¨®n persiste el machismo y a¨²n existen casos impunes. Adem¨¢s, menciona desapariciones y violaciones en las comunidades ind¨ªgenas, y los feminicidios a las mujeres ind¨ªgenas rara vez se documentan. Entre el 1 de enero de 2014 y el 31 de octubre de 2023, se reportaron 114 feminicidios en la regi¨®n amaz¨®nica, seg¨²n la Alianza para el Mapeo de los Femicidios en Ecuador, una realidad alarmante que permanece en la sombra.
Sanar a las mujeres para sanar la tierra
Para denunciar la violencia y negligencia del sistema judicial, Nina recibi¨® el apoyo del c¨ªrculo de sororidad de las Mujeres Amaz¨®nicas, Defensoras de la Selva, un colectivo que se describe como ¡°un tejido de mujeres unidas en defensa del territorio, la cultura y una vida libre de violencia¡±. Comprometidas en la lucha contra la violencia derivada del extractivismo, la desigualdad social y la violencia de g¨¦nero, se organizaron en 2013 para protestar contra los planes del Gobierno de expandir las concesiones petroleras en tierras protegidas.
Desde entonces, han establecido un mandato femenino para proteger a las defensoras y, en 2022, inauguraron la Casa de Mujeres Amaz¨®nicas, un refugio lleno de luz y arte, que brinda apoyo a mujeres y ni?as ind¨ªgenas en situaci¨®n de violencia. Este espacio no solo ofrece alojamiento y asistencia legal, sino tambi¨¦n terapia grupal, talleres de empoderamiento y apoyo. Para ellas, la violencia est¨¢ conectada al colonialismo, la desigualdad de g¨¦nero y la violencia extractiva. Aqu¨ª, las mujeres pueden recuperarse y reimaginar la resistencia.
¡°Estamos cansadas de ver a nuestras hermanas desprotegidas y revictimizadas por el sistema judicial y la sociedad civil¡±, afirma Yanua Vargas, miembro del colectivo. ¡°Aqu¨ª nos acompa?amos, nos sostenemos. Sanando a las mujeres, sanamos la Tierra¡±, agrega.
Aunque el proceso legal de Nina sigue en curso, para ella y sus compa?eras, se trata de un hito significativo en su lucha por un futuro en el que las mujeres ind¨ªgenas gocen de protecci¨®n y reconocimiento plenos, especialmente para las que est¨¢n en la primera l¨ªnea de defensa de la Amazonia. Como destaca Nina: ¡°Detr¨¢s de cada mujer fuerte, existe una historia marcada por la adversidad¡±.