El pueblo Kichwa, Sarayaku y el Estado ecuatoriano
Mapeando realidades, cambiando percepciones
Los mapas ilustran nuestras apreciaciones del mundo, las comunidades que habitamos y los territorios sobre los que nos desplazamos. Asimismo, a trav¨¦s de distorsiones y omisiones, los mapas tambi¨¦n tienen la capacidad de influenciar las percepciones de nuestro entorno, formando ideas que llegan a justificar actuaciones il¨ªcitas, discriminatorias y violatorias de los derechos humanos.
Pero lo mapas tambi¨¦n poseen una tremenda capacidad de comunicar y reivindicar la historia de una ciudad, de una comunidad o de un pueblo. En particular, los mapas digitales que se est¨¢n desarrollando hoy en d¨ªa, usando contenidos audiovisuales, pueden llegar a generar un mayor entendimiento en p¨²blicos que no siempre est¨¢n familiarizados con otras realidades, sobre las valoraciones que los pueblos ind¨ªgenas de la regi¨®n tienen sobre sus tierras ancestrales.
Con esto en mente, el pasado viernes 2 de diciembre, se realiz¨® una audiencia p¨²blica de supervisi¨®n de cumplimiento ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos ?el m¨¢s alto Tribunal de derechos humanos de las Am¨¦ricas?, para examinar tres puntos de la sentencia que fue dictada en contra del Estado del Ecuador en el 2012, por violar los derechos del Pueblo Originario Kichwa de Sarayaku.
Dichas violaciones se remontan a 1996, cuando el Gobierno ecuatoriano concesion¨® tierras del pueblo Sarayaku para la explotaci¨®n petrolera a la Compa?¨ªa General de Combustibles (CGC), sin realizar una consulta previa, libre e informada, de los 1.200 habitantes de Sarayaku. Luego, entre el 2002 y el 2004, cerca de 1,4 toneladas de explosivos ?conocidos como pentolita¡ª, fueron enterrados en la selva como parte de los trabajos de exploraci¨®n. Con ellos, la empresa abri¨® caminos, deforest¨® terrenos y destruy¨® ¨¢rboles y plantas, de valor sagrado y cultural para la comunidad. Al agotar la justicia interna, el caso se present¨® ante el Tribunal Interamericano en el 2011. El fallo fue emitido al a?o siguiente.
En el 2016, los l¨ªderes de Sarayaku y sus representantes, se presentaron ante la Corte Interamericana para proveer mayor informaci¨®n sobre los avances en materia de la sentencia. La misma, en primer lugar, oblig¨® al Ecuador a que retirara los explosivos. En segundo lugar, dict¨® que el Estado tendr¨ªa que consultar al pueblo Sarayaku ante cualquier actividad de extracci¨®n de recursos naturales que pudiera tener alg¨²n impacto sobre su territorio. En tercer lugar, orden¨® que el Ecuador adoptara o modificara medidas legislativas, y de cualquier otra ¨ªndole, con el fin de asegurar la consulta previa de los pueblos ind¨ªgenas.
Pero hasta la fecha, el Estado a¨²n no ha retirado ni neutralizado los explosivos abandonados hace 14 a?os en el territorio, ubicado en la amazon¨ªa ecuatoriana. Estos explosivos representan un peligro para el pueblo Sarayaku e impiden el uso de una parte significativa de su territorio. Asimismo, el Estado no ha ajustado su legislaci¨®n interna al derecho internacional. Esto result¨® en que el Ecuador convocara una nueva ronda de licitaciones petroleras, la und¨¦cima, que termin¨® con la asignaci¨®n y concesi¨®n de tres bloques que afectar¨¢n al 91,18% del territorio Sarayaku. Dichas licitaciones se realizaron sin una consulta previa.
Gracias a la utilizaci¨®n de mapas disponibles aqu¨ª¡ª, la Corte IDH pudo ver con claridad el impacto provocado por la actitud pasiva del Estado a la hora de retirar la pentolita, como la sentencia as¨ª indica, y las nuevas concesiones que afectar¨¢n a Sarayaku.
Este proyecto presenta, de forma interactiva, una informaci¨®n m¨¢s amplia de c¨®mo el pueblo valora el territorio y las vulneraciones que enfrenta Sarayaku. Su creaci¨®n parte desde el convencimiento de que no se puede entender al pueblo Sarayaku sin hablar sobre la ¨ªntima vinculaci¨®n que tienen con el Kawsak Sacha o Selva Viviente.
De la misma manera, vinculaciones similares permean los entendimientos de otros pueblos ind¨ªgenas con sus territorios, que deber¨ªan ser atendidos y narrados p¨²blicamente, ya que muchos de estos lazos se ven amenazados.
Desde Standing Rock, North Dakota a Las Bambas, Per¨², estamos atravesando un contexto regional en el cual las industrias mineras, madereras y petroleras, a trav¨¦s del continente, est¨¢n profundizando su impacto, dentro de territorios pertenecientes a pueblos ind¨ªgenas, de forma acelerada, inconsulta y, a veces, violenta. En el mismo Ecuador, recientemente se inici¨® un proceso de perforaci¨®n en la zona Yasun¨ª-ITT, a pesar de la existencia de dos comunidades que viven en aislamiento voluntario y de las promesas reiteradas por parte del Estado de que no realizar¨ªa ninguna actividad extractiva en la zona.
En este sentido, las herramientas de mapeo tienen la capacidad de fortalecer la auto-determinaci¨®n y las luchas de los pueblos ind¨ªgenas. Funcionan como reivindicaci¨®n p¨²blica de la persistencia, presencia y derecho de los pueblos ind¨ªgenas a sus territorios ante instancias nacionales e internacionales, y el p¨²blico general. Enfatizan, sobre todo, los reclamos al derecho de ser consultados, de cara a proyectos que puedan repercutir negativamente sobre el desarrollo social, cultural y econ¨®mico de una comunidad.
Como dijo el autor Tony Horwitz: ¡°Si est¨¢ sobre el mapa, es, y yo soy¡±.
El Pueblo de Sarayaku es, y exige respeto.
Alex McAnarney es Oficial de Comunicaci¨®n de CEJIL
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