Las reglas electorales torcidas de Bukele
La democracia es un concepto tan poco explicado, comprendido y, para muchas personas en El Salvador, in¨²til, que es f¨¢cil creer que unas elecciones como las de este domingo son libres y democr¨¢ticas
Pocas cosas molestan tanto a Nayib Bukele, sus secuaces y sus seguidores como que se diga que en El Salvador se est¨¢ instalando una dictadura. Les molesta tanto que en el a?o previo a su reelecci¨®n inconstitucional tuvo que montar eventos de talla internacional, como los Juegos Centroamericanos y de El Caribe y ...
Pocas cosas molestan tanto a Nayib Bukele, sus secuaces y sus seguidores como que se diga que en El Salvador se est¨¢ instalando una dictadura. Les molesta tanto que en el a?o previo a su reelecci¨®n inconstitucional tuvo que montar eventos de talla internacional, como los Juegos Centroamericanos y de El Caribe y Miss Universo, para mostrarle al mundo una realidad maniquea con los que b¨¢sicamente plante¨®: si vivi¨¦ramos en una dictadura, ?podr¨ªamos hacer esto?
La historia en El Salvador demuestra que s¨ª. Es m¨¢s, Bukele no es el primero en usar el deporte y la belleza para limpiarse la cara, lo hicieron en el pasado Gobiernos militares que tambi¨¦n cre¨ªan en la fuerza como ¨²nica medida para solucionar los problemas del peque?o pa¨ªs centroamericano. Y es que la democracia es un concepto tan poco explicado, comprendido y, para muchas personas en El Salvador, in¨²til, que es f¨¢cil creer que unas elecciones como las de este domingo 4 de febrero son libres y democr¨¢ticas. Que se llame a elecciones y que haya oposici¨®n en lugar de la imposici¨®n de un candidato ¨²nico suena muy democr¨¢tico, pero en los detalles est¨¢ el truco.
La muestra principal de lo antidemocr¨¢ticas que las elecciones van a ser es la candidatura de Bukele a la reelecci¨®n. En la versi¨®n democr¨¢tica de El Salvador que se explica en la Constituci¨®n de la Rep¨²blica, hay una prohibici¨®n expl¨ªcita para que los presidentes de turno compitan por un per¨ªodo consecutivo. Lo dice la Carta Magna en seis art¨ªculos distintos. No hay espacio para la interpretaci¨®n de lo opuesto. El mismo Bukele de hace 10 a?os, cuando iniciaba su carrera como pol¨ªtico, lo ten¨ªa muy claro. Esa misma claridad la ten¨ªa tambi¨¦n en 2019, reci¨¦n instalado en Casa Presidencial: ¡°Yo voy a dejar la presidencia a los 42 a?os¡±, dijo en una entrevista, cuestionado sobre si iba a buscar la reelecci¨®n. Todo se le olvid¨® cuando, seg¨²n declaraciones de su vicepresidente, Bukele encontr¨® en 2021 un ¡°art¨ªculo escondido¡± que le daba luz verde a ¨¦l, pero bloqueaba la posibilidad de una candidatura del presidente que le precedi¨®. La reelecci¨®n es tan sin¨®nimo de dictadura que el ¨²nico presidente en la historia de El Salvador que se reeligi¨® antes de Bukele fue Maximiliano Hern¨¢ndez Mart¨ªnez, el dictador que gobern¨® 11 a?os entre 1933 y 1944.
En una democracia donde existe la separaci¨®n de poderes, que el presidente de la Rep¨²blica haga una interpretaci¨®n de la Constituci¨®n a su antojo es una maniobra a la que el poder judicial se encarga de ponerle un alto. Pero la divisi¨®n de poderes es tan inexistente que el bukelismo tambi¨¦n lo controla. En mayo 2021, cuando Nuevas Ideas, el partido de Bukele, gan¨® la mayor¨ªa absoluta en la Asamblea Legislativa, lo primero que hizo al tomar posesi¨®n fue destituir a los cinco magistrados de la Sala de lo Constitucional e imponer a los suyos. Como dicta el manual de todo aut¨®crata: el presidente justific¨® la decisi¨®n de sus diputados en un art¨ªculo de la Constituci¨®n que les da ese poder ¡°por causas espec¨ªficas, previamente establecidas por la ley¡±.
El pecado de los magistrados, que presentaron su renuncia bajo amenazas e intimidaci¨®n policial afuera de sus casas, fue haber revertido medidas impuestas por el presidente para contener la pandemia, como la detenci¨®n de personas por romper la cuarentena domiciliar. La Sala justific¨® su decisi¨®n aclarando que el C¨®digo de Salud no deb¨ªa ser interpretado ¡°bajo ning¨²n supuesto en clave de poder punitivo en manos del Estado¡±. Un r¨¦gimen de excepci¨®n que, contrario al actual, s¨ª tuvo restricciones por la violaci¨®n de derechos fundamentales que conllevaba. A Bukele no le gusta que le digan que no puede hacer las cosas como quiere. Y por eso tampoco hay una Fiscal¨ªa que le recuerde las limitaciones de su poder e investigue la corrupci¨®n de los suyos. Ese tambi¨¦n lo impuso.
Bukele y sus diputados fueron elegidos democr¨¢ticamente, s¨ª, pero eso no significa que tienen poder sin l¨ªmites, como han demostrado que es la democracia en la que creen. El voto no significa un cheque en blanco para cambiar las leyes a su antojo, sino para ser garantes de que la actuaci¨®n del Estado se corresponde con los intereses de las personas que representan. Bukele puede ser muy popular, pero los resultados que lo han llevado hasta all¨¢ est¨¢n cimentados en la destrucci¨®n de la institucionalidad democr¨¢tica, el bloqueo al acceso a la informaci¨®n p¨²blica, la anulaci¨®n de derechos fundamentales y el acoso a la prensa independiente. Todos y cada uno rasgos caracter¨ªsticos de una dictadura. As¨ª se vea muy cool en redes sociales y televisi¨®n.
En un pa¨ªs donde todo lo rige y dirige una misma persona, no existe democracia aunque el voto sea ¡°libre¡±; esa libertad tambi¨¦n es una falacia. En junio de 2023, Bukele decidi¨® que para acumular m¨¢s poder se cambiar¨ªan las reglas del juego electoral. Reorganiz¨® la divisi¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs (de 262 municipios a 44) redujo el n¨²mero de diputados (de 84 a 60; actualmente su partido tiene 56), y cambi¨® la f¨®rmula para el conteo de votos. Esto tambi¨¦n estaba prohibido en el C¨®digo Electoral, el cual establece que no se pueden hacer cambios a menos de un a?o de la elecci¨®n, pero ese no fue ning¨²n problema, porque sus diputados ya hab¨ªan decidido derogarlo en marzo, tres meses antes.
El Tribunal Supremo Electoral, que en teor¨ªa es independiente, no ha sido tampoco garante de que se respeten las condiciones para ejercer el voto y mucho menos para que las de los candidatos en contienda sean iguales para todos. Si bien esta es la ¨²nica instituci¨®n en donde Bukele no ha destituido a nadie, los magistrados tampoco se atreven a ir en su contra, aunque el cargo se los exija. Lo que existe en El Salvador, en cambio, es un juez electoral ciego, sordo y mudo que solo ve pasar el uso de fondos e instituciones p¨²blicas para hacer campa?a adelantada, inducir el voto y aprovecharse del cargo para pedirlo. As¨ª hemos visto pasar TikToks de la vicepresidenta de la Asamblea pidiendo el voto ¡°por la N¡± para ¡°seguir d¨¢ndole gobernabilidad al presidente Bukele¡±, la entrega masiva de paquetes alimenticios a solo unos d¨ªas de las elecciones y el despliegue innecesario de la Fuerza Armada a manera de intimidaci¨®n.
Es una ley no escrita, pero probada en la pr¨¢ctica, que cualquiera que se atreva a ir en contra de la voluntad de Bukele ser¨¢ reprendido. Mientras que en una democracia, la disidencia es respetada, en un r¨¦gimen autoritario y dictatorial, es castigada y silenciada.
La dictadura puede no parecer una dictadura si Leo Messi llena un estadio en un partido amistoso entre el Inter de Miami y la selecci¨®n de El Salvador en donde los boletos m¨¢s baratos costaban 200 d¨®lares, y si en Youtube florecen los videos de influencers alabando el modelo que toda Latinoam¨¦rica quiere replicar. Si la supuesta democracia est¨¢ basada en el temor a ser perseguido, es dictadura. Sin contrapesos que limiten el poder y garanticen que se respeten las garant¨ªas constitucionales para todos, la democracia es una mentira que hoy me cobija, pero ma?ana me quitan, porque entonces los derechos son antojadizos y no obligatorios.
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