El Bicho: la violenta mafia que ayuda a financiar los desfiles del carnaval de R¨ªo de Janeiro
Los capos de la loter¨ªa ilegal dominan barrios y ejercen desde los a?os sesenta como patronos de las mejores escuelas que brillan en el Samb¨®dromo
Los pol¨ªticos, sambistas, promotores tur¨ªsticos y habitantes de R¨ªo de Janeiro suelen usar una manida hip¨¦rbole para referirse a su carnaval: ¡°El mayor show de la Tierra¡±. Y lo cierto es que los desfiles de las escuelas de samba dejan boquiabierto a medio mundo con su apabullante despliegue de carrozas, disfraces, percusi¨®n y alegr¨ªa desbordante, como queda claro desde el pasado viernes en el Samb¨®dromo. Pero la fiesta tiene una cara B: su turbia financiaci¨®n, que tiene mucho que ver con el jogo do bicho (el juego del animal), una loter¨ªa tan popular como ilegal que dio origen a una mafia con un historial que incluye decenas de asesinatos en d¨¦cadas de disputas de poder.
Algunos capos de esta mafia son los verdaderos patronos de las escuelas de samba. Es el caso de A¨ªlton Guimar?es Jorge, benefactor de Vila Isabel, una de las comparsas m¨¢s tradicionales. ?l mismo no oculta su papel, aunque lo matiza: ¡°Milit¨¦ en el jogo do bicho. Si la justicia considera que eso es ser un delincuente, soy un delincuente. Si hacer el bien a las personas se considera ser un santo, tambi¨¦n soy un santo. Tal vez los otros me ven como un bandido, pero el pueblo que habla conmigo no me juzga¡±. Lo dice en la reciente serie documental Vale o escrito (Vale lo firmado, en espa?ol), producida por Globoplay, en que por primera vez los se?ores de esta loter¨ªa ilegal hablan abiertamente de sus rencillas y trapos sucios.
Todo empez¨® en 1892, cuando el bar¨®n Jo?o Batista Viana Drummond quer¨ªa popularizar el zool¨®gico que hab¨ªa fundado y para eso invent¨® una especie de loter¨ªa donde cada n¨²mero estaba vinculado a un animal. Desde entonces se puede jugar en las esquinas, donde los anotadores registran la apuesta, cuelgan el resultado al final del d¨ªa y despu¨¦s reparten el dinero a los agraciados.
Los due?os del negocio pronto se dieron cuenta del potencial de un juego ¡ªa priori inofensivo¡ª que les daba capilaridad para controlar barrios enteros. Se calcula que, a finales de los sesenta, m¨¢s de un mill¨®n de cariocas apostaban a esta loter¨ªa ilegal cada d¨ªa. Unas 70.000 personas se ganaban la vida con ella. La facturaci¨®n crec¨ªa como la espuma, y dio un salto de escala cuando los precarios papelitos de los animales empezaron a dar paso a las tragaperras, y luego a bingos y casinos. Todo ilegal, ya que estos juegos de azar est¨¢n prohibidos en Brasil. Cuando los bicheiros empiezan a amasar fortunas necesitan lavar dinero y lavar su imagen, as¨ª que recurren a las dos grandes pasiones nacionales: el f¨²tbol y el carnaval. Es ah¨ª cuando empiezan a regar de dinero peque?os clubes de f¨²tbol y escuelas de samba.
Las escuelas de samba, un fen¨®meno cultural de ra¨ªz negra y nacido en favelas o barrios de la periferia, eran sostenidas b¨¢sicamente por el empe?o de su comunidad. El v¨ªnculo con el crimen organizado lleg¨® en los sesenta. Los bicheiros vieron un fil¨®n, y conquistaron est¨®magos y corazones: por un lado, dando a las escuelas de samba dinero extra para llevar a cabo desfiles cada vez m¨¢s lujosos, y por otro con un asistencialismo en barrios desfavorecidos donde el Estado no est¨¢ ni se le espera. Los mismos mafiosos que mandaban matar a sus rivales para conquistar territorios repart¨ªan juguetes a los ni?os m¨¢s pobres del barrio.
El Capit?o Guimar?es, un exmilitar del Ej¨¦rcito acusado de torturar a presos pol¨ªticos en la dictadura militar, que acab¨® en 1985, fue el hombre que puso orden en las disputas de poder. Dividi¨® R¨ªo en distritos, que se repartieron los principales capos. Se formaba as¨ª ¡°la c¨²pula¡±, con los bicheiros/patronos de las escuelas de samba m¨¢s importantes. La traducci¨®n a nivel institucional de ese pacto de no agresi¨®n es la Liga Independiente de Escuelas de Samba (Liesa), fundada en 1984, la todopoderosa entidad que a¨²n hoy organiza los desfiles y vende las entradas.
Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s de asentar los cimientos de la mafia, el rostro del Capit?o Guimar?es adorna la enorme sede de la escuela de samba de Vila Isabel, y los homenajes a su figura son una constante en los ensayos callejeros de pre-carnaval. Sus problemas judiciales no son cosa del pasado. Tan solo en los ¨²ltimos dos a?os ha sido investigado por presuntamente haber ordenado dos asesinatos: un pastor evang¨¦lico que desvi¨® dinero y un expresidente de Vila Isabel. Para preparar la sucesi¨®n, hace poco cedi¨® la presidencia de la escuela a su hijo Luiz Guimar?es, un joven que se confiesa admirador de los m¨¦todos de los mafiosos italianos. En los ensayos callejeros de Vila Isabel, Guimar?es hijo siempre se deja ver con un semblante serio y rodeado de una nube de escoltas.
Estos vigilantes privados de los bicheiros suelen ser polic¨ªas o expolic¨ªas militares. La complicidad de polic¨ªas y hasta comisar¨ªas enteras, as¨ª como la de algunos jueces y fiscales, todos religiosamente sobornados, fue una de las claves que hist¨®ricamente permiti¨® el crecimiento del bicho. El sentimiento de impunidad era enorme. Hasta que en 1993, una joven jueza, Denise Frossard, lo puso todo patas arriba.
Los 14 bicheiros m¨¢s poderosos de la ciudad fueron condenados a seis a?os de c¨¢rcel por crear una organizaci¨®n criminal, una f¨®rmula in¨¦dita en la ¨¦poca. Los mafiosos, que llegaban a las audiencias del juzgado dando risotadas, usando celulares (una rareza en la ¨¦poca) y aparcando sus Mercedes en las plazas de aparcamiento reservadas para los jueces, no daban cr¨¦dito. ¡°Fue un antes y un despu¨¦s. Y que la sentencia la dictara una mujer supongo que fue una segunda condena para ellos¡±, confiesa ahora Frossard durante una entrevista en una cafeter¨ªa en R¨ªo que ella ha escogido porque est¨¢ dentro de su ¡°¨¢rea de seguridad¡±.
Desde aquella hist¨®rica sentencia (a pesar de que tres a?os despu¨¦s estaban en la calle), la jueza ha escapado a, que se sepa, tres intentos de asesinato. La polic¨ªa logr¨® detener a uno de los sicarios que iba a matarla. Ella pidi¨® visitarlo en la c¨¢rcel. ¡°Le pregunt¨¦ si ten¨ªa algo personal conmigo y me dijo: ¡®No se?ora, s¨®lo soy un profesional¡±, recuerda. Ahora, ya jubilada, vive sin escoltas y asegura que no teme por su vida. ¡°Ellos calculan la cuesti¨®n de coste-beneficio. Hoy ser¨ªa caro matarme. Ser¨ªa caro y el beneficio ser¨ªa menor (¡) No s¨¦ hasta cu¨¢ndo ser¨¢ as¨ª¡±.
El hombre que iba a matarla actuaba a las ¨®rdenes de Rog¨¦rio Andrade, que a d¨ªa de hoy es el bicheiro m¨¢s temido de la c¨²pula. Es el patrono de la escuela de samba Mocidade. Andrade, al que en su d¨ªa busc¨® la Interpol, est¨¢ acusado de crear una red ilegal de juegos de azar y de sobornar a polic¨ªas. En libertad condicional, debe llevar una tobillera electr¨®nica. Ahora est¨¢ luchando en los tribunales para poder ver a su comparsa en el Samb¨®dromo porque, en principio, tiene prohibido salir de noche. El presidente, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de visita en R¨ªo esta semana, salud¨® a miembros de Mocidade, seg¨²n cont¨® el redes la agrupaci¨®n.
Mocidade es una de las favoritas de este a?o gracias a su pegadiza canci¨®n, que glosa las maravillas de una fruta aut¨®ctona de Brasil. El contraste es imponente: detr¨¢s del jolgorio tropical, en la enrevesada mara?a del crimen organizado carioca, el nombre del mafioso que financiar¨¢ parte de ese esperado desfile se cruza incluso con el asesinato de la concejala Marielle Franco. La polic¨ªa le lleg¨® a investigar como posible mandante del crimen porque era muy pr¨®ximo al asesino confeso.
La periodista del diario O Globo Vera Ara¨²jo, una de las mayores especialistas en las din¨¢micas de los bajos fondos de R¨ªo, remarca que los grupos de sicarios nacen como guardaespaldas en la loter¨ªa del bicho: ¡°Los asesinos a sueldo empiezan a surgir para proteger a los bicheiros. Es un germen de lo que vendr¨ªa despu¨¦s con las milicias¡±, comenta en un bar en Copacabana. Las milicias, grupos parapoliciales dedicados a la extorsi¨®n de vecinos y comerciantes, son el principal fen¨®meno de ¨¦xito del crimen organizado en R¨ªo en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Y es que el R¨ªo de 2024 ha cambiado bastante respecto al imperio de los bicheiros en los ochenta y noventa.
Las agrupaciones ya no dependen tanto del dinero sucio como antiguamente. Surgieron otras importantes fuentes de ingresos, adem¨¢s de lo que la propia escuela de samba recauda con sus ensayos y actividades a lo largo del a?o: est¨¢n desde los derechos de televisi¨®n hasta los patrocinios de empresas privadas. Tambi¨¦n las ayudas p¨²blicas: este a?o, unos 4,3 millones de reales (casi 900.000 d¨®lares) para cada una de las 12 escuelas de la primera divisi¨®n. Es poco para poner en pie un desfile competitivo. ¡°Lo que las escuelas reciben nunca es suficiente. Siempre necesitan el dinero del jogo do bicho. Sin ¨¦l, los desfiles no ser¨ªan tan grandiosos¡±, apunta la periodista, que asume que la financiaci¨®n de los desfiles sigue siendo una aut¨¦ntica caja negra de la que se sabe muy poco.
Nadie parece querer meter los dedos en un avispero que al mismo tiempo es la gallina de los huevos de oro. Los desfiles del Samb¨®dromo son el punto ¨¢lgido de una fiesta que se espera que en cinco d¨ªas convoque a cinco millones de personas en R¨ªo, con un impacto en la econom¨ªa local de m¨¢s de 907 millones de d¨®lares, seg¨²n estimaciones del Gobierno del estado.
El cuidado en no manchar la imagen del carnaval tambi¨¦n est¨¢ detr¨¢s de la permisividad que durante a?os pol¨ªticos, autoridades y prensa han tenido con esta mafia local, cree Ara¨²jo. En las noches de los desfiles, la periodista estar¨¢ un a?o m¨¢s al pie del ca?¨®n, trabajando entre carrozas monumentales, pero m¨¢s pendiente de los movimientos de los bicheiros en las exclusivas zonas VIP donde se codean con empresarios y pol¨ªticos. La jueza Frossard asegura que, como cada a?o, ver¨¢ el espect¨¢culo por televisi¨®n: ¡°Me parece muy bonito, esa belleza, esa sincronizaci¨®n¡ pero nunca fui al Samb¨®dromo, porque sab¨ªa lo que pasaba ah¨ª. Es una organizaci¨®n incre¨ªble, pero detr¨¢s hay mucha sangre. Son las dos cosas a la vez¡±.
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