Bukele se entrona de manera ileg¨ªtima y tramposa
Voces como las de la diputada opositora Claudia Ortiz son valiosas para los tiempos oscuros que vive El Salvador, en donde la democracia joven ha sido enviada al caj¨®n como quien guarda el ¨¢rbol de Navidad en enero, pero preocupa que la disidencia no tiene en cuenta luchas fundamentales para todos
La elecci¨®n de concejos municipales y parlamento centroamericano el pasado 4 de marzo cerr¨® el ciclo electoral en El Salvador. El resultado le dio la mayor¨ªa al partido de Nayib Bukele en todas las instancias de elecci¨®n popular, pero a excepci¨®n de su reelecci¨®n inconstitucional, la aplanadora cyan en la Asamblea Legislativa y en la alcald¨ªas tiene menos que ver con la popularidad del presidente (la campa?a no tuvo m¨¢s propuesta que trabajar de la mano con ¨¦l) y m¨¢s con el fraude.
Los fan¨¢ticos del presidente y su partido dir¨¢n que hablar de fraude es una exageraci¨®n y que en realidad fue la voluntad popular la que habl¨® para eliminar a la oposici¨®n, pero eso tambi¨¦n es cuestionable tomando en cuenta que el ausentismo marc¨® de manera clave el ciclo electoral que reci¨¦n se cerr¨®. Solo el 52,6% de la poblaci¨®n vot¨® en las presidenciales y legislativas, y apenas un aproximado de entre el 38% el 40% fue a votar por sus alcaldes. Las irregularidades entre una elecci¨®n y otra probablemente incidieron en el desd¨¦n de la poblaci¨®n, pero tambi¨¦n hay que recordar que esa poblaci¨®n perdi¨® su jurisdicci¨®n electoral con la reforma que aprob¨® la Asamblea oficialista apenas siete meses antes de las elecciones. Una reforma que reorganiz¨® el pa¨ªs pol¨ªticamente de 262 municipios a solo 44.
El oficialismo puede repetir las veces que le parezca necesario que era una manera de ahorrar dinero, pero haberse agenciado 43 de 44 alcald¨ªas posibles entre su partidos y los aliados al oficialismo solo deja en claro que la intenci¨®n verdadera era acumular todo el poder que fuera posible. Y, claro, para evitar los se?alamientos de dictadura, se disfraz¨® todo de un proceso electoral que no tuvo garant¨ªas para nadie¨C ni para los observadores internacionales¨C, m¨¢s que para el oficialismo.
Cuando la noche del 3 marzo Bukele se pronunci¨® ganador y anunci¨® que hab¨ªan ganado 58 de 60 esca?os posibles en la Asamblea Legislativa, ni siquiera se hab¨ªan terminado de contar los votos para presidente y las cajas de los votos legislativos ni siquiera se hab¨ªan abierto. Como buen se?or de los signos, Bukele lo que en realidad quer¨ªa era anunciar su versi¨®n de la democracia con un partido hegem¨®nico. Lo que le sigui¨® a ese discurso fue la peor demostraci¨®n de vigilancia del voto que se vio en El Salvador en era democr¨¢tica. Curiosamente en el ocaso de esta, antes de la instalaci¨®n de la dictadura.
No solo fall¨® el sistema de conteo de votos, que duplicaba marcas para el partido de Bukele y no atribu¨ªa las de los partidos opositores, el absurdo m¨¢s grande fue que las Juntas Receptoras de Votos ni siquiera ten¨ªan internet y en algunas hasta se fue la luz. Las personas a cargo trabajaron hasta altas horas de la madrugada para dejar el conteo de cada una de las urnas usando papel y lapicero. Las irregularidades fueron tales que se encontraron bolsas llenas de papeletas arrinconadas en centros escolares que sirvieron como centro de votaci¨®n y las cajas que conten¨ªan los votos ten¨ªan evidentes signos de haber sido adulteradas. La cadena de custodia est¨¢ dise?ada de tal manera que distintas instituciones resguarden el material electoral. Pero como en El Salvador no existe la separaci¨®n de poderes desde mayo 2021, no se puede garantizar que lo que se est¨¦ protegiendo sean los derechos de los ciudadanos en lugar de los del presidente.
El proceso fue tan deficiente e irregular que la misma presidenta del Tribunal Supremo Electoral habl¨® de intervenci¨®n en el proceso para ¡°boicotearlo¡±. La funcionaria, designada por el oficialismo, no dio declaraciones al respecto y acus¨® a la prensa de desinformar y no ser ¡°objetivos¡± por se?alar que Jos¨¦ Cristian Portillo Portillo, jefe de la Unidad de Sistema Inform¨¢tico del Tribunal, fue un empleado de confianza del presidente Bukele entre 2015 y 2021.
Y eso fue apenas el inicio de un fraude descarado, en el que papeletas que se doblan hasta cuatro veces para entrar en las urnas aparecieron lisas en las mesas de escrutinio final mientras que otras aparecieron marcadas con plum¨®n en lugar del cray¨®n que el mismo Tribunal otorga como parte del paquete electoral. El conteo de votos tuvo en su mayor¨ªa vigilantes de Nuevas Ideas que con matoner¨ªa y prepotencia negaron el acceso a la prensa. Quer¨ªan evitar la presencia de partidos de oposici¨®n e incluso expulsaron a una observadora de la OEA. El paquete autoritario no habr¨ªa estado completo sin la presencia exagerada y no solicitada de la Polic¨ªa Nacional Civil.
El resultado fue favorable para el oficialismo, pero los n¨²meros obtenidos hubieran cambiado la aritm¨¦tica en el Congreso en donde la oposici¨®n, de no haberse cambiado la f¨®rmula del conteo de votos, habr¨ªa obtenido al menos 11 esca?os. La meta era clara: mermar a los partidos minoritarios. La estrategia funcion¨® tan bien que hasta dej¨® fuera al partido que llev¨® a la presidencia a Bukele.
La oposici¨®n ha quedado ahora restringida a tres diputados y una alcald¨ªa, entre quienes destaca la figura de Claudia Ortiz, a quien desde que se confirm¨® su reelecci¨®n le montaron una campa?a de desprestigio asegurando que los votos que recibi¨® eran de pandilleros. Todo por ser una de las voces que ha pedido en repetidas ocasiones que se derogue el r¨¦gimen de excepci¨®n, que este marzo cumple dos a?os de vigencia, y por hacer eco de las miles de capturas arbitrarias que han incluso significado la muerte para gente inocente dentro de las c¨¢rceles.
Voces como las de Ortiz son valiosas para los tiempos oscuros que vive El Salvador, en donde la democracia joven ha sido enviada al caj¨®n como quien guarda el ¨¢rbol de Navidad en enero, pero no deja de ser preocupante que la disidencia no tiene en cuenta luchas fundamentales para todos.
Garantizar el acceso a la educaci¨®n sexual integral para la ni?ez y la adolescencia, por ejemplo, tambi¨¦n es parte de vivir en una sociedad democr¨¢tica en la que se toman decisiones informadas de manera libre. Sobre el tema, que se ventil¨® a la v¨ªspera de la elecci¨®n municipal, solo hubo silencio de parte de esta nueva oposici¨®n, una que despu¨¦s de todo es de derecha conservadora y que antepone las creencias a los derechos. Es cierto, hay poqu¨ªsimo margen de acci¨®n en un sistema controlado por una sola persona y sus secuaces, pero si esas personas que tienen el altavoz a su alcance no alzan la voz ante el retroceso en derechos fundamentales, la poblaci¨®n tiene menos herramientas para exigir lo que le pertenece.
Siga toda la informaci¨®n de El PA?S Am¨¦rica en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.