Alberto Barrera: ¡°Nos ha costado mucho aceptar el uso de la palabra dictadura para Venezuela¡±
El narrador venezolano lanza en Espa?a y M¨¦xico su esperada novela, El fin de la tristeza, una historia sobre las tragedias de la intimidad filtradas en el hurac¨¢n de las redes sociales en una naci¨®n que perdi¨® el juicio
Premio Herralde en 2006, con su novela La Enfermedad, y Premio Tusquets, 2015, con Patria o Muerte, con una obra traducida a varios idiomas, Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) es, sin la menor duda, uno de los nombres referenciales de la narrativa venezolana actual y uno de los int¨¦rpretes m¨¢s asertivos de la realidad nacional.
Narrador y poeta, ensayista, libretista de televisi¨®n, tiene una pluma afilada, fibrosa, caracterizada por la econom¨ªa: las frases que tejen sus h...
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Premio Herralde en 2006, con su novela La Enfermedad, y Premio Tusquets, 2015, con Patria o Muerte, con una obra traducida a varios idiomas, Alberto Barrera Tyszka (Caracas, 1960) es, sin la menor duda, uno de los nombres referenciales de la narrativa venezolana actual y uno de los int¨¦rpretes m¨¢s asertivos de la realidad nacional.
Narrador y poeta, ensayista, libretista de televisi¨®n, tiene una pluma afilada, fibrosa, caracterizada por la econom¨ªa: las frases que tejen sus historias, casi siempre muy agudas, salen disparadas como una saeta, haciendo ajustes frecuentes con el punto y seguido, con la precisi¨®n de una cerbatana.
Antes de sus ¨¦xitos internacionales, Barrera Tyszka fue un articulista de culto, una cita muy frecuente de los lectores de la prensa dominical en Venezuela. Hugo Ch¨¢vez Sin Uniforme, realizado junto a su esposa, Cristina Marcano, y publicada en casi toda Latinoam¨¦rica, ha sido uno de los perfiles biogr¨¢ficos mejor acabados y m¨¢s aceptados del caudillo venezolano.
Barrera Tyszka es una especie de continuador de la tradici¨®n intelectual del progresismo venezolano que incluye otros nombres como Miguel Otero Silva, Teresa de la Parra, Teodoro Petkoff o Jos¨¦ Ignacio Cabrujas.
Pregunta. En El fin de la tristeza, se mete usted con temas muy delicados del hecho p¨²blico: la psiquiatr¨ªa, el suicidio, las redes sociales. ?Qu¨¦ estaba buscando?
Respuesta. Me interesaba destacar esa relaci¨®n extra?a que a veces hay entre la normalidad y la locura. Quer¨ªa hablar del absurdo en el que vivimos. Desde esta perspectiva, tocando estos temas, del suicidio, la locura, la terapia. El personaje central de la historia, Gabriel Medina, lo que tiene es timidez y tristeza, pero termina envuelto en una tormenta al entrar las redes sociales en la din¨¢mica de su problema. Empieza a sentir paranoia, no sabe en qui¨¦n puede confiar. En un momento empieza a desconfiar de s¨ª mismo.
P. ?Por qu¨¦ el tema del suicidio en el contexto social?
R. No quise moralizar sobre ese tema, ni relatar el asunto de la culpa, siendo adem¨¢s un punto tan delicado. Forma parte del relato porque son cosas que est¨¢n presentes entre nosotros. Lo que digo es, ¡°aqu¨ª est¨¢ esto¡±, esto ocurre. Cosa que es cierta, adem¨¢s, est¨¢ ocurriendo, han aumentado mucho los suicidios en Venezuela. En la novela hay un di¨¢logo, un v¨ªnculo delgado entre intimidad y din¨¢mica social, en clave policial
P. A usted no le gustan mucho las redes sociales, un nuevo actor sociol¨®gico que entra deliberadamente en el relato.
R. El narcisismo es la gran enfermedad de nuestro tiempo. Hay una enorme epidemia, que se expresa, no solo en el populismo moderno, en las crisis de representaci¨®n pol¨ªtica y los liderazgos estrafalarios. Lo que sucede ahora es que la exposici¨®n p¨²blica se ha convertido en una virtud. En un negocio, una forma de vida. La idea de la verdad se diluye, se confunde la l¨ªnea entre lo p¨²blico y lo privado.
P. Es una de las consecuencias de la democratizaci¨®n de las comunicaciones, invocada como una necesidad por tantos intelectuales en los a?os 90.
R. Por otro lado, puede ser interesante apreciar el proceso. Es la propia din¨¢mica humana la que ha convertido, por ejemplo, a Twitter, en esto que es ahora, en otro tipo de espacio. Las redes son un espejismo perfecto, una ilusi¨®n de informaci¨®n, de compa?¨ªa, de activismo, de poder. Una virtualidad que no existe, pero que existe, mucha gente vive ahora de eso.
P. ?C¨®mo se expresa la din¨¢mica de las redes sociales en la vida cotidiana y en la pol¨ªtica?
R. Desde el poder, en Venezuela se le aplica una especie de gaslighting a los ciudadanos, hay una triangulaci¨®n perpetua de responsabilidades, dudamos todo el tiempo de si las cosas son verdad o no. Hay demasiadas versiones de lo real, el ciudadano est¨¢ indefenso ante la informaci¨®n. La realidad puede ser un montaje.
P. ?Qu¨¦ le dar¨ªa entonces respuesta en el libro al planteamiento de El fin de la tristeza?
R. El final del libro es abierto, el lector juzgar¨¢ donde se ubica el fin de la tristeza. Pienso que es una novela triste, viene con un ep¨ªgrafe de Alejandra Pizarnik que lo explica. Me gust¨® usar en el t¨ªtulo la palabra fin buscando deliberadamente, incluso, otro significado, planteando tambi¨¦n la tristeza como objetivo, como prop¨®sito. Hay sistemas, como el venezolano, empe?ados en producir eso, desesperanza, desaliento. Nos ha costado mucho caracterizar esta complejidad que hemos vivido, comprenderla, aceptar, incluso, el uso de la palabra dictadura para referirse al Gobierno que hay en Venezuela.
P. Todas sus novelas est¨¢n ambientadas en Caracas. ?Hay alg¨²n motivo en particular?
R. Es un tema del que no puedo escapar, como Gabriel Medina, que no quiere saber de la realidad y que est¨¢ preso en su presente. Lo he intentado, he tratado de escribir desde otros lugares, sobre otras cosas, pensando en M¨¦xico, donde vivo, por ejemplo. Pero no me sale.
P. ?Tiene usted alguna predilecci¨®n personal, se decanta por alguna de sus novelas?
R. No tengo mucha relaci¨®n con mis libros una vez publicados. Quiz¨¢s con La Enfermedad, que es una novela que tiene un relato personal, puedo sentir una cercan¨ªa emocional. Pero no vuelvo a leer lo que escribo, no me gusta. Podr¨ªa agregar que esta, El Fin de la Tristeza: como autor, aqu¨ª hago una apuesta en el ritmo narrativo, con un uso del lenguaje, unas inflexiones y unas modalidades que no use en mis trabajos anteriores y que me interesaba destacar.
P. En el libro queda retratado tambi¨¦n el papel del influencer, el nuevo malestar cultural de la comunicaci¨®n p¨²blica.
R. Casi no uso redes sociales, lo hago ocasionalmente. No tengo cuenta de Instagram. No me siento c¨®modo con el exceso de exposici¨®n. A la humanidad le cost¨® mucho trabajo tener vida privada, la intimidad es un valor civilizatorio. Que de pronto todo eso se pierda, que la impudicia se vuelva una virtud, es lo que es sorprendente.
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