Brasil: temblores en la pol¨ªtica sobre drogas
La ¡°guerra contra las drogas¡± ha tenido resultados que no dejan lugar a dudas: mientras el consumo de drogas no disminuye, a la vez, quienes pagan los ¡°platos rotos¡± siguen siendo esencialmente los pobres y las mujeres
Asuntos humanitarios severos se desatan sobre Brasil. Graves inundaciones en el Estado de Rio Grande do Sul golpean el sur del pa¨ªs por intensas lluvias que ya llevan dos semanas. Que han dejado ya 144 muertos, m¨¢s de 800 heridos y al menos dos millones de damnificados. Si bien en las ¨²ltimas dos semanas los socorristas rescataron a m¨¢s de 76.000 personas en Rio Grande do Sul, al menos 127 siguen desaparecidas.
Mientras ese terr...
Asuntos humanitarios severos se desatan sobre Brasil. Graves inundaciones en el Estado de Rio Grande do Sul golpean el sur del pa¨ªs por intensas lluvias que ya llevan dos semanas. Que han dejado ya 144 muertos, m¨¢s de 800 heridos y al menos dos millones de damnificados. Si bien en las ¨²ltimas dos semanas los socorristas rescataron a m¨¢s de 76.000 personas en Rio Grande do Sul, al menos 127 siguen desaparecidas.
Mientras ese terrible desastre natural se desata imparable, el mundo sigue girando. Y las agendas pol¨ªticas est¨¢n all¨ª. En uno de los asuntos m¨¢s sensibles, la pol¨ªtica sobre drogas, el panorama est¨¢ sirviendo de contexto m¨¢s para adoptar decisiones regresivas y no para una reflexi¨®n creativa.
En los ¨²ltimos d¨ªas el escenario ha estado en Brasil y en una discusi¨®n/decisi¨®n adoptada en el Senado. Pero ha pasado un tanto desapercibida sin que el asunto aparezca en las primeras planas o se vuelva central en el debate p¨²blico, centrado en los efectos del azote humanitario en curso.
Pol¨ªticas equivocadas: ¡°guerra contra las drogas¡±.
Un hecho macizo se constata en la realidad: el fracaso de la ¡°guerra contra las drogas¡±. Con las pol¨ªticas vigentes por d¨¦cadas, no s¨®lo en Brasil sino en la mayor parte del planeta no se ha logrado disminuir ni, mucho menos, frenar, el consumo de drogas il¨ªcitas. D¨¦cadas de ¡°mas de lo mismo¡±. Con resultados que no dejan lugar a dudas: mientras el consumo de drogas no disminuye, a la vez, quienes pagan los ¡°platos rotos¡± han sido -y siguen siendo- esencialmente los pobres y las mujeres.
Un excelente estudio publicado de WOLA (Washington Office on Latin America), por ejemplo, expone con precisi¨®n c¨®mo no ha variado la realidad: el aumento del comercio y consumo de drogas il¨ªcitas. Dentro de ese marco regional, Brasil se ha convertido ya en el segundo consumidor en el mundo de coca¨ªna y derivados. Precedido s¨®lo por Estados Unidos. La llamada ¡°pasta b¨¢sica¡± y el crack se venden al por mayor y a precio muy bajo en las llamadas crackolandias en R¨ªo de Janeiro o S?o Paulo.
Mientras, el encarcelamiento de mujeres en Am¨¦rica Latina se ha incrementado dram¨¢ticamente en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas y las c¨¢rceles -de hombres y mujeres- se encuentran llenas de personas vinculadas al negocio de las drogas il¨ªcitas. Mientras las c¨¢rceles latinoamericanas son creciente fuente de violencia y tensi¨®n, la famosa guerra contra las drogas tiene mucho que ver con eso.
Drogas: la imputaci¨®n m¨¢s com¨²n
En la mayor¨ªa de pa¨ªses de la regi¨®n los delitos relacionados con drogas no s¨®lo siguen siendo cuantitativamente muy altos sino que son la principal causa para el encarcelamiento de ciertos grupos humanos, como las mujeres. Nada de este alto ¡°costo social¡±, sin embargo, se ha reflejado en la disminuci¨®n del comercio o consumo de drogas il¨ªcitas.
Este s¨®lo dato deber¨ªa merecer una revisi¨®n cr¨ªtica y autocr¨ªtica del camino recorrido pero m¨¢s ¡°c¨®modo¡± parece ser continuar, como si nada hubiera pasado. Para tratar el tema del consumo de drogas il¨ªcitas como un grave y delicado asunto de salud p¨²blico y no, como es ahora, como un tema circunscrito al derecho penal, cuya ineficiencia ha demostrado ser total.
Los delitos relacionados con droga, as¨ª, constituyen en la mayor¨ªa de pa¨ªses latinoamericanos la imputaci¨®n m¨¢s com¨²n contra las mujeres encarceladas. A ello hay que a?adir un crucial dato ¡°social¡±: la mayor¨ªa son mujeres del estrato de pobreza o extrema pobreza.
As¨ª, las mujeres empobrecidas son las v¨ªctimas de la famosa -y fracasada- ¡°guerra contra las drogas¡± cada vez m¨¢s cuestionada. En Colombia, por ejemplo, cerca de la mitad de las reclusas est¨¢n en prisi¨®n por delitos de drogas menores; m¨¢s del 83 % de este grupo es considerada ¡°pobre¡±. El panorama es muy parecido en los dem¨¢s pa¨ªses sudamericanos.
En efecto, en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, M¨¦xico, Panam¨¢, Paraguay, Per¨² y Venezuela, esa es la constante. No la excepci¨®n. Mientras, el comercio y consumo de drogas il¨ªcitas contin¨²a imparable dada la inexistencia -o ineficiencia- de pol¨ªticas de salud p¨²blica sobre el tema.
Corte Suprema: despenalizaci¨®n del cannabis
Dentro de un contexto siempre complejo -como no puede dejar de ser el caso en este inmenso pa¨ªs de m¨¢s de 200 millones de habitantes- la poderosa -y solvente- Corte Suprema del pa¨ªs ¨C¡±Supremo Tribunal Federal¡±- ha venido evaluando, con coraje y valent¨ªa, este complejo asunto. Empezando por abordar, transparentemente, la discusi¨®n sobre la despenalizaci¨®n del cannabis para uso personal.
Buena iniciativa.
Asunto de salud p¨²blica
Sigue el m¨¢s alto tribunal del pa¨ªs, as¨ª, la pol¨ªtica ya avanzada en varios pa¨ªses: tratar el consumo de alteradores de la conciencia no, simplistamente, como un asunto penal o ¡°criminal¡±, para abarrotar prisiones. Sino como uno de salud p¨²blica.
Que demanda, ante todo, pol¨ªticas p¨²blicas preventivas. De informaci¨®n y seguimiento. Como las que permitieron, en su momento, a pa¨ªses como Suiza, por ejemplo, reducir la expansi¨®n del SIDA gracias a pol¨ªticas creativas en materia del consumo de drogas inyectables como la hero¨ªna. Ocurri¨® notable progreso, por ejemplo cuando, se desempe?¨® como presidenta de la Confederaci¨®n Suiza, Ruth Dreifuss, s¨®lida cr¨ªtica de la militarizaci¨®n de la ¡°guerra contra las drogas¡± y promotora de pol¨ªticas p¨²blicas con un abordaje vinculado a la salud p¨²blica.
En Brasil, remecido muchas veces por la impotencia y desconcierto ante la fuerza de organizaciones criminales en ciudades como S?o Paulo o Rio de Janeiro, se ha intentado toda suerte de respuestas frente a la expansi¨®n del crimen. Sin ¨¦xito. Llegando muchas veces a militarizar las respuestas en las favelas afectando esencialmente a la poblaci¨®n m¨¢s pobre. Y poco -o muy poco- a las organizaciones criminales.
Yendo m¨¢s all¨¢ del d¨ªa a d¨ªa, hay que reconocer el coraje y valent¨ªa del Supremo Tribunal Federal. Se viene proponiendo en ese alto tribunal salir de la rutina circular y de la ineficiente pol¨ªtica de drogas tradicional. Valiente el tribunal de mirar en la gran perspectiva. Y salir, as¨ª, de la recurrente reiteraci¨®n de pol¨ªticas tan facilistas como ineficientes, las usualmente prevalecientes en torno al anacronismo de ¡°guerra contra las drogas¡±.
La Corte Suprema de Brasil le ¡°entr¨® al toro¡±. Y abord¨® medularmente la discusi¨®n de una enmienda constitucional orientada a decidir la despenalizaci¨®n de la posesi¨®n de marihuana para uso personal.
Asunto no s¨®lo de salud p¨²blica sino, tambi¨¦n, de honda repercusi¨®n social en un pa¨ªs que busca dejar atr¨¢s cualquier forma de discriminaci¨®n. Seg¨²n un estudio reciente, el 65,7% de los procesados por tr¨¢fico de drogas en general son negros. Todo un tema en el que se expresa la discriminaci¨®n a¨²n existente en el Brasil y que la Corte Suprema, por lo visto, no ve con indiferencia.
Pol¨ªticas p¨²blicas en discusi¨®n
Dentro de este contexto complejo ha hecho bien el m¨¢ximo tribunal del Brasil de discutir -y decidir- sobre el tema. Y, con ello, sobre la necesidad de dise?ar e impulsar pol¨ªticas p¨²blicas adecuadas de informaci¨®n y prevenci¨®n, en el ¨¢mbito espec¨ªfico de la salud y los riesgos del consumo por menores de edad.
Pero trat¨¢ndolo as¨ª, como un asunto de salud p¨²blica. Y en eso se est¨¢ ahora. Hasta la ¨²ltima votaci¨®n en marzo, cinco de los 11 jueces del alto tribunal se pronunciaron a favor de despenalizarla. Apuntando a establecer ¡°par¨¢metros objetivos¡± de cantidad para diferenciar usuarios de traficantes.
As¨ª, de acuerdo con la informaci¨®n conocida sobre los debates en el Supremo Tribunal Federal, los magistrados han propuesto una franja de entre 25 y 60 gramos, o seis plantas hembras, que producen el THC, la sustancia psicoactiva. El fundamento: menos del 9% (8,9%) de los procesos criminales por tr¨¢fico de droga involucran a personas detenidas con 60 gramos o menos de marihuana, seg¨²n un estudio del gubernamental Instituto de Investigaci¨®n Econ¨®mica Aplicada (Ipea) de 2023.
Todo esto demanda del Estado, ante todo, creatividad. Empezando por informaci¨®n p¨²blica solvente y la posibilidad de atenci¨®n sanitaria, en lugar de m¨¢s c¨¢rceles, precedidas de muy largos y costosos procesos penales. Que, observando lo que ocurre en la mayor¨ªa de pa¨ªses de Am¨¦rica Latina, hace que sean mayoritariamente los m¨¢s pobres y las mujeres quienes pagan los platos rotos.
Senado: paso hacia la regresi¨®n
Revisar las pol¨ªticas de drogas que se siguen cerrilmente porque as¨ª ¡°toca¡± (la fracasada ¡°guerra contra las drogas¡±) est¨¢ siendo materia creciente de reflexi¨®n en el mundo. Es lo que, con buen criterio, ha avanzado en discutir el Supremo Tribunal Federal de Brasil. Buena noticia.
Mientras, el Senado de Brasil aprob¨® el mes pasado, en sentido opuesto, un proyecto que introduce en la Constituci¨®n el delito de posesi¨®n de drogas. Lo hace el Senado, como lo han destacado varios cr¨ªticos, sin importar la cantidad. Una decisi¨®n que suena -y es- demag¨®gica. Y que es vista, con raz¨®n, como un desaf¨ªo al creativo debate en la Corte Suprema, que eval¨²a la despenalizaci¨®n.
El proyecto propuesto por el conservador presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, modifica el art¨ªculo 5 de la Constituci¨®n de 1988 para ¡°disponer la criminalizaci¨®n de la posesi¨®n y porte de estupefacientes y drogas afines¡± desautorizadas o ilegales. La enmienda constitucional fue aprobada por 53 votos a favor y nueve en contra luego de dos sesiones en la C¨¢mara Alta, de mayor¨ªa conservadora. Ahora debe ir a debate en la C¨¢mara de Diputados.
Con raz¨®n -y precisi¨®n- Human Rights Watch calific¨® la enmienda del Senado como ¡°un retroceso grav¨ªsimo¡±. Pues, se?ala, que adem¨¢s de ser ineficaz, la tal ¡°guerra¡± ¡°¡tiene consecuencias devastadoras para los derechos humanos: alimenta el crecimiento de organizaciones criminales que cometen abusos y corrompen el Estado de derecho, impulsa operaciones policiales letales en las comunidades, llena las c¨¢rceles con personas que no deber¨ªan estar tras las rejas¡±.
En eso se est¨¢. Entre la sensatez y el realismo, de un lado, versus la ilusi¨®n demag¨®gica y el error/horror de continuar impulsando una ¡°guerra¡± tan cruenta como in¨²til y fracasada.
En agenda: varios pasos
El magistrado del Tribunal Supremo Gilmar Mendes, relator del caso en debate, argument¨® que portar drogas para uso personal ya no deber¨ªa ser un delito. Los magistrados Lu¨ªs Roberto Barroso y Edson Fachin, por otro lado, se mostraron claramente a favor de despenalizar la posesi¨®n solo para el cannabis.
Mientras, en las calles, las cosas parecen moverse tambi¨¦n. La tesis prohibicionista -y regresiva- del Senado es considerada un ¡°absurdo jur¨ªdico¡± por los organizadores de la pr¨®xima Marcha de la Marihuana de S?o Paulo, programada para el 17 de junio. Que tiene como antecedente la marcha llevada a cabo el 2022 que reuni¨® a cerca de 80 mil personas en la capital del Estado de S?o Paulo. Habr¨¢ que ver el impacto de esa movilizaci¨®n en las semanas que sigan.
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