La propuesta de equiparar aborto legal y homicidio en Brasil entra en hibernaci¨®n tras una monumental pol¨¦mica
La controversia sobre una iniciativa que se cebar¨ªa en menores violadas ilustra un debate pol¨ªtico que funciona a fogonazos
Mientras usted lee estos p¨¢rrafos, una ni?a menor de 14 a?os a?os est¨¢ de parto en un hospital de Brasil. Cada d¨ªa, 38 ni?as de esa edad son madres. A ojos de la ley, son v¨ªctimas de abuso sexual ¡ªincluso si la relaci¨®n es consentida¡ª y, por tanto, tienen derecho al aborto como todas las v¨ªctimas de violaci¨®n. La estad¨ªstica nos dice que, en muchos casos, ha sido violada en la casa familiar por su padre, su padrastro, un hermano, un t¨ªo¡ Y el embarazo solo fue descubierto cuando asom¨® la barriga, cruzado el umbral de la semana 22.
El Congreso brasile?o encendi¨® una monumental pol¨¦mica, la semana pasada, al aprobar la tramitaci¨®n urgente de un proyecto de ley para endurecer el C¨®digo Penal de manera que la mujer que aborta a partir de la semana 22 sea acusada de homicidio y castigada con 20 a?os de c¨¢rcel. Es decir, una pena que duplica la del violador (10 a?os). Los ginec¨®logos alertaron de que la propuesta afecta sobre todo a ni?as v¨ªctimas de abusos, que esconden el embarazo hasta que es evidente o incluso son tan peque?as que ni entienden las se?ales que su cuerpo emite.
Un clamor ¡ª¡±Menina n?o ¨¦ m?e¡± (Una ni?a no es una madre)¡ª recorre Brasil. Las protestas alcanzaron tal calibre que el Congreso ha anunciado que dejar¨¢ la iniciativa en hibernaci¨®n durante seis meses.
Este caso pone el foco en varios problemas cr¨®nicos: las dificultades para acceder al aborto legal (permitido en caso de riesgo para la salud de la madre, violaci¨®n o si el feto no ha desarrollado el cerebro), los extendidos abusos sexuales a menores y la falta de educaci¨®n sexual. Pero, adem¨¢s, es un ejemplo emblem¨¢tico de c¨®mo funciona la pol¨ªtica en Brasil, los vaivenes infinitos de cada propuesta en un Congreso donde reina el intercambio de favores, lo radiactivo del tema, el extendido miedo al rechazo del electorado evang¨¦lico, el poder de las redes sociales y la facilidad con la que parlamentarios (o jueces) cambian de criterio en un santiam¨¦n sin despeinarse.
El derecho al aborto ha vuelto con fuerza al primer plano con cifras (2.000 abortos legales y en torno a un mill¨®n ilegales al a?o), testimonios desgarradores, mucha hipocres¨ªa y doble moral. Pero en Brasil la pol¨ªtica discurre a fogonazos. Los debates nacen de sopet¨®n, toman fuerza, languidecen y mueren en d¨ªas o semanas. Y luego, resucitan. El Tribunal Supremo delibera desde hace a?os, en sesiones p¨²blicas y patones de meses, sobre el derecho a la interrupci¨®n del embarazo o la legalizaci¨®n de las drogas. Lo mismo ocurre con infinidad de proyectos de ley. El problema para los progresistas brasile?os es que el actual Congreso es el m¨¢s conservador y reaccionario desde el fin de la dictadura.
La indignaci¨®n popular se ha centrado esta vez en el presidente de la C¨¢mara de Diputados, Artur Lira, que ventil¨® el asunto en 23 segundos. El mi¨¦rcoles d¨ªa 12 sus se?or¨ªas aprobaron por asentimiento que la PL1.904/24, apodada PL de la violaci¨®n, fuera directamente al pleno, sin debate en comisi¨®n. En el hemiciclo, solo se oy¨® protestar a dos partidos de extrema izquierda. La respuesta del movimiento feminista brasile?o fue tan veloz como contundente. Antes de 24 horas, miles de mujeres y hombres se echaron a la calle con la misi¨®n de parar en seco la equiparaci¨®n del aborto legal con el homicidio. ¡°Un proyecto iguala la ley del aborto de Brasil a la de Afganist¨¢n¡±, titul¨® en primera Folha de S. Paulo.
Brasil, que fue pionero en Am¨¦rica Latina al regular la interrupci¨®n del embarazo en los a?os cuarenta, se ha quedado atr¨¢s, anclado en los tres supuestos mientras M¨¦xico, Argentina, Colombia y Uruguay lo han despenalizado.
El ambiente en Brasil es tan reaccionario que la ministra de la Mujer, Cida Gon?alves, dej¨® un aviso n¨ªtido nada m¨¢s llegar al cargo: ¡°En cualquier discusi¨®n sobre el aborto [en el Congreso] vamos a perder m¨¢s que avanzar¡±, dijo en una entrevista.
Avanza con paso firme el conservadurismo gracias a la creciente influencia social y pol¨ªtica de las Iglesias evang¨¦licas. Pero hay otro aspecto, al que se presta poca atenci¨®n, en el que este pa¨ªs se distingue de sus vecinos. Aqu¨ª las mujeres son solo un 17% de los parlamentarios. A la cola de Am¨¦rica Latina y del mundo. Ocupa el puesto 133 en el ranking mundial, muy por detr¨¢s de M¨¦xico (4?), Argentina (24?), Chile (44?) Colombia (74?) o Uruguay (96?).
El presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva y sus ministros se tomaron su tiempo para alzar la voz. Marc¨® el camino la primera dama, Janja da Silva, que tiene enorme influencia pol¨ªtica, al tuitear sus argumentos en contra. Su esposo y otros pol¨ªticos de la izquierda la siguieron aunque con un pre¨¢mbulo machac¨®n: ¡°Estoy contra del aborto, pero¡¡±.
Estos d¨ªas han circulado por redes pasquines se?alando con nombres y apellidos a los diputados ¡ªy diputadas¡ª que avalaron la propuesta. Una dijo arrepentirse. Ante la indignaci¨®n y el esc¨¢ndalo, los partido del centr?o (el gran centro) empezaron a recolocarse. Esa constelaci¨®n de siglas unidas por la defensa de sus intereses y escoradas al centro derecha son el fiel de la balanza en el Congreso. Prefieren aliarse al bolsonarismo m¨¢s duro, pero nunca colocan todos los huevos en la misma cesta.
El jefe del centr?o, Lira, el presidente de la C¨¢mara de Diputados, el mismo que ventil¨® la cuesti¨®n en un suspiro, anunci¨® d¨ªas despu¨¦s que el debate sobre el aborto queda aparcado al menos seis meses, hasta despu¨¦s de las elecciones municipales en las que Lula y un inhabilitado Jair Bolsonaro medir¨¢n fuerzas.
Una de las teor¨ªas aventadas sobre los motivos del diputado evang¨¦lico para proponer que el aborto legal sea castigado como un homicidio apunta a que quer¨ªa que saliera adelante para colocar al presidente Lula ante la tesitura de vetarla o no, de satisfacer al ala progresista entre sus seguidores o arriesgarse al rechazo de los creyentes.
Durante unos d¨ªas, el aborto y el consiguiente debate han capitalizado las informaciones, reportajes, columnas y editoriales. Tambi¨¦n ocurri¨® en 2020, cuando una ni?a de 10 a?os violada repetidamente por un t¨ªo suyo fue hostigada por activistas ultras y pastores evang¨¦licos al llegar al hospital para la poner fin a la gestaci¨®n. Tuvo que viajar 1.500 kil¨®metros y recibir ayudas diversas para ejercer su derecho al aborto legal. Entonces la ministra de la mujer era una pastora evang¨¦lica. Pronto decay¨® el inter¨¦s en el asunto mientras cientos cientos de brasile?as a las que la ley vigente no ampara viajan a Argentina con ayuda de ONGs.
No supuso una gran sorpresa que el juez m¨¢s poderoso y famoso de Brasil, Alexandre de Moraes, togado del Supremo, interviniera en la cuesti¨®n m¨¢s caliente del momento. Orden¨® a varios medios retirar entrevistas en las que la exesposa de Lira, el presidente de la C¨¢mara de Diputados, denunciaba haber sido agredida f¨ªsicamente por ¨¦l (un caso archivado en 2015). Los internautas y la prensa protestaron al grito de censura. Y, en horas, el juez cambi¨® de idea y permiti¨® que se publicaran.
Persista o amaine la pol¨¦mica, ma?ana 38 ni?as brasile?as menores de 14 a?os alumbrar¨¢n un beb¨¦.
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