El guardi¨¢n que defiende el derecho al aborto en el Brasil m¨¢s pobre
El obstetra Barbosa Moraes, director de un hospital de Recife referencia en la atenci¨®n de ni?as v¨ªctimas de violencia sexual, batalla para garantizar los derechos reproductivos
La ni?a ten¨ªa 10 a?os cuando entr¨® en el hospital escondida en un taxi mientras el doctor Olimpio Barbosa Moraes, de 60 a?os, despistaba a los ultracat¨®licos y evang¨¦licos que protestaban enfervorecidos. Violada desde los seis a?os por un t¨ªo suyo, la cr¨ªa hab¨ªa viajado desde un Estado vecino hasta Recife, en agosto de 2020, para someterse a una interrupci¨®n del embarazo contemplada en la ley. Lo extraordinario no era que una paciente llegara al quir¨®fano con un peluche, sino aquella concentraci¨®n a las puertas del hospital universitario. ¡°Fue un caso extremo porque se divulg¨®, pero aqu¨ª atendemos casos semejantes¡±, explica en su despacho este obstetra que lidera un equipo de referencia en la atenci¨®n a v¨ªctimas de violencia sexual en esta regi¨®n del Brasil empobrecido. Lo ilegal era que hubiera trascendido el drama de la menor. Una bolsonarista revel¨® su identidad.
Afable, resolutivo y extremadamente puntual, Barbosa Moraes lleva d¨¦cadas batallando en despachos y quir¨®fanos para que el aborto sea, adem¨¢s de una frase en una ley, un derecho garantizado a todas las brasile?as, incluidas las pobres, las menos instruidas o las que viven en zonas m¨¢s remotas. Asunto considerado pol¨ªticamente t¨®xico en Brasil hace a?os, defiende hablar claro y abordarlo como un tema de salud p¨²blica.
Habitualmente sin revuelo, el hospital Cisam, conocido en la ciudad como Maternidade da Encruzilhada, suele recibir casos dif¨ªciles derivados por otros servicios m¨¦dicos o grupos feministas. ¡°Piensan en nosotros porque saben que no van a recibir un no, saben que no vamos a cambiar de opini¨®n. Tenemos una l¨ªnea de actuaci¨®n muy segura, muy consolidada¡±, dice. Su especialidad son los casos m¨¢s complejos, los que otros hospitales no pueden o no quieren atender. Todos los d¨ªas a las 6.30, el doctor participa del cambio de turno para estar al tanto de las novedades.
Brasil fue en 1940 el primer pa¨ªs americano que legisl¨® sobre el aborto, antes que Canad¨¢ o Cuba. S¨®lo inclu¨ªa la violaci¨®n y el riesgo para la salud de la madre hasta que en 2012 los tribunales lo ampliaron a la anencefalia. Estos tres supuestos y la ausencia de debate p¨²blico sobre los derechos reproductivos m¨¢s all¨¢ de las filas del feminismo colocan a este pa¨ªs pionero entre los rezagados de la regi¨®n. Argentina acaba de legalizar el aborto, Colombia est¨¢ pendiente de lo que decida la Corte Constitucional y el nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, hizo campa?a con ideas como esta: ¡°Educaci¨®n sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir¡±. Pero en Brasil la batalla no es ampliar el derecho, es por que se cumpla lo que estipula la ley.
La realidad es dram¨¢tica. M¨¢s de 19.000 brasile?as de entre 10 y 14 a?os dieron a luz en 2019. Aqu¨ª tambi¨¦n la desigualdad se refleja con claridad: tres de cada cuatro eran mestizas o negras. Tres menores fueron madres antes de soplar las velas de su d¨¦cimo cumplea?os. Los abusos sexuales a menores son un crimen extendido y silenciado: cada hora cuatro ni?as son violadas.
La llegada al poder de Jair Bolsonaro, un ultraconservador mis¨®gino al frente de lo que el m¨¦dico considera ¡°un Gobierno fascista¡±, ha multiplicado los intentos de restringir el derecho al aborto y agravado un retroceso que ven¨ªa de antes. El bolsonarismo tiene fuerza en los consejos m¨¦dicos y ha colocado a una pastora evang¨¦lica, Damares Alves, al frente del Ministerio de la Mujer. Embarcada en el combate a los embarazos precoces, culpa a Tik Tok de la erotizaci¨®n de las ni?as.
La hostilidad contra los defensores del derecho al aborto ha aumentado, las amenazas se multiplican. ¡°Los Gobiernos, en cuanto se encuentran apurados, lo primero que colocan en la mesa de negociaci¨®n son las mujeres, son el primer plato del banquete¡±, lamenta el obstetra.
Barbosa Morales recuerda con nostalgia los noventa y el inicio del siglo XXI como una ¨¦poca de expansi¨®n de los servicios p¨²blicos para la interrupci¨®n del embarazo. Pero cuenta que, cuando el entonces presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva se vio acosado por un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n, ¡°se aproxim¨® a los evang¨¦licos y los fundamentalistas¡±. ?Consecuencia? ¡°Los derechos reproductivos salieron de la agenda del PT (Partido de los Trabajadores) y con Dilma (Rousseff) empeor¨®¡±. Para ¨¦l, es mejor perder unas elecciones que mercadear con los derechos sexuales de las mujeres.
A este profesional casado y padre de tres hijos que los domingos acompa?a a su madre a misa, le gusta recalcar que, si todos los embarazos fueran deseados, nadie buscar¨ªa un aborto. Pero muchas de sus compatriotas ignoran que en tres supuestos tienen derecho a uno. Y lo que es peor, en sus ambulatorios no les informan, como refleja el dato de que el 94% de las brasile?as que quedan embarazadas tras una violaci¨®n siguen adelante con la gestaci¨®n.
Por eso a Barbosa Moraes lo que de verdad le apasiona es su otra faceta, la de profesor. Durante los ¨²ltimos 25 a?os, el hospital universitario Cisam ha formado a profesionales para ejercer por Pernambuco y otros Estados. A trav¨¦s de ellos, libra la batalla ¡°contra la ignorancia y los prejuicios¡±, consciente de que las brasile?as favorecidas s¨ª que suelen tener medios para acceder a una intervenci¨®n o a medicamentos abortivos, pero las que tienen menos recursos no.
El actual equipo del Cisam incluye a 35 obstetras, anestesistas y decenas de enfermeras coordinadas por Benita Spinelli, de 61 a?os. Todos ellos conocen presiones y pol¨¦micas. En 2009, vivieron el caso m¨¢s sonado. Con leves matices, segu¨ªa el guion del de 2020. La ni?a, bautizada por los medios como Alagoinha, ten¨ªa nueve a?os y un embarazo de gemelos fruto de las violaciones de su padrastro. Enfrente, a un arzobispo cat¨®lico que removi¨® Roma con Santiago para que siguiera con la gestaci¨®n. Atendida por el equipo de Barbosa Moraes tras un pulso, el drama alcanz¨® repercusi¨®n internacional. La pol¨¦mica sacudi¨® a la Iglesia cat¨®lica.
El arzobispo excomulg¨® a la madre y los m¨¦dicos, pero salv¨® al agresor, como recuerda la revista Piaui: ¡°Ese padrastro ha cometido un gran crimen, pero no est¨¢ incluido en la excomuni¨®n. M¨¢s grave, ?sabes lo que es? El aborto, la eliminaci¨®n de una vida inocente¡±, proclam¨® el arzobispo Jos¨¦ Cardoso.
Para este m¨¦dico, que Cisam sea un hospital que depende de la Universidad de Pernambuco es clave porque disfruta de una independencia que impide al Gobierno de turno intervenir en la gesti¨®n aunque se financie con fondos p¨²blicos. Espera que, si la izquierda regresa al poder, ¡°aprenda de los errores ¡°y coloque los derechos reproductivos de las mujeres en el lugar que les corresponde.
En el d¨ªa a d¨ªa le preocupa las dificultades de las brasile?as pobres para acceder a anticonceptivos de largo plazo, entre otras cosas porque solo los m¨¦dicos, y no las enfermeras, est¨¢n autorizados a colocar un DIU. Tambi¨¦n le quitan el sue?o la interpretaci¨®n restrictiva del riesgo grave para la salud de la madre que colocan la vida de la mujer y del embri¨®n al mismo nivel.
Tanto el director de la Maternidade da Encruzinhada como la jefa de enfermeras est¨¢n en edad de jubilarse, pero ya se han asegurado de dejar profesionales que tomen el relevo de estos guardianes de los derechos sexuales y reproductivos de sus compatriotas.
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