Cuatro ni?as brasile?as violadas cada hora. Un crimen extendido y silenciado
M¨¢s de 5.300 menores de 13 a?os de Brasil denunciaron abusos sexuales en 2019. La punta del iceberg porque solo contempla lo que llega a o¨ªdos de la polic¨ªa
Suelen ser noticias cortas en la prensa local. ¡°Detenidos un hombre y una mujer por la violaci¨®n de una ni?a de 13 a?os. La comisaria de polic¨ªa explica que el hombre, casado con una t¨ªa de la v¨ªctima, la violaba desde hace seis a?os. Los hechos eran conocidos por la madre y la abuela¡±. Los arrestos ocurrieron el mi¨¦rcoles 5 de mayo en Pinheiros, una ciudad de 77.000 habitantes en el norte de Brasil. Ni la edad de la v¨ªctima ni las circunstancias suponen nada excepcional. Informaciones anodinas que narran delitos cotidianos. Las estad¨ªsticas del Forum Brasile?o de Seguridad P¨²blica (FBSP) resultan estremecedoras. Cada hora, cuatro ni?as menores de 13 a?os son violadas en Brasil, seg¨²n las cifras m¨¢s recientes. M¨¢s de la mitad de las 66.041 v¨ªctimas ten¨ªa menos de 13 a?os, seg¨²n el anuario de 2019.
Y esto es solo la punta del iceberg porque solo contempla lo que llega a o¨ªdos de la polic¨ªa o los servicios de salud. ¡°La violencia sexual contra los ni?os est¨¢ envuelta en un pacto de silencio¡±, recalca Marcia Bonifacio, jefa de un equipo de sic¨®logos y psicopedagogos del Ayuntamiento de S?o Paulo que da apoyo a las escuelas cuando surge un alumno problem¨¢tico. Su comportamiento oculta a menudo que es v¨ªctima de violencia sexual o de alg¨²n otro tipo.
Tres brasile?as, la educadora Bonifacio, la fiscal Renata Rivitti y la directora del Instituto Liberta, Luciana Temer, echan mano de su amplia experiencia para ayudar a entender los contornos de este delito tan arraigado en esta cultura patriarcal y machista plagada de tab¨²es que a la vez promueve la sexualizaci¨®n precoz. ¡°Es un c¨ªrculo muy perverso con pocos finales felices¡±, advierte Bonifacio.
La v¨ªctima puede ser una ni?a de cuatro a?os que se masturba cuatro veces al d¨ªa en clase, una cr¨ªa de 10 a?os que empieza a mostrar la figura de una embarazada, un chaval de siete a?os que fuerza a las compa?eras de clase a tener sexo oral, una aplicada y retra¨ªda adolescente que aparece con un ojo morado y ofrece explicaciones poco cre¨ªbles¡ Las v¨ªctimas no siguen un patr¨®n. Los agresores s¨ª: ¡°No tengo noticias de ning¨²n caso en que la agresi¨®n fuera perpetrada por un extra?o¡±, dice Bonifacio. Suele pertenecer al entorno familiar. El padre, el padrastro, hermanos mayores, t¨ªos, abuelos, amigos de la familia¡
Los que combaten la violencia sexual contra los ni?os insisten en lo democr¨¢tica que es. En el muy desigual Brasil, no diferencia razas, ni clase social. Unicef estima que 120 millones de mujeres han tenido antes de los 20 a?os un contacto sexual no deseado.
El C¨®digo Penal brasile?o considera violaci¨®n de persona vulnerable mantener relaciones carnales o practicar cualquier acto libidinoso con un menor de 14 a?os. Las agresiones pueden empezar muy pronto y durar muchos a?os. No es rara la complicidad de la madre u otros parientes ni que la v¨ªctima sea culpada de destruir la familia o de dejarla sin sustento cuando el agresor es el que trae el dinero a casa. Suele ser un proceso in crescendo en el que los abusos son cada vez m¨¢s invasivos, pero sutiles. A menudo no dejan marcas.
¡°Cuando tienen entre cero y seis a?os las v¨ªctimas tienen poco repertorio, pueden percibirlo incluso como un juego, como una muestra de cari?o, sienten placer, no tienen par¨¢metros y es muy frecuente que el agresor le exija mantener el secreto¡±, explica la fiscal Rivitti. Son demasiado peque?os para distinguir qu¨¦ es correcto y qu¨¦ no lo es. Una dificultad que no solo depende de la edad. Bonifacio, cuyo equipo se llama el N¨²cleo de Apoyo y Acompa?amiento para el Aprendizaje, recuerda el caso de una adolescente de 13 a?os de familia evang¨¦lica que descubri¨® en una clase de Ciencias que aquello que su padre hac¨ªa con ella desde que a los ocho a?os menstru¨® por primera vez era sexo. Aquella chica no ten¨ªa tele, ni m¨®vil ni internet. Por eso, dice la fiscal, son tan importantes las clases de educaci¨®n sexual.
Los casos m¨¢s graves salen a la luz en un hospital
Detectar el abuso es un primer paso. Cuando son peque?os se suele descubrir por su comportamiento en la escuela. Si son mayores, se lo cuentan a alguien de confianza. Los casos m¨¢s graves salen a la luz en un hospital.
Descubrir el abuso no es f¨¢cil, proteger a la v¨ªctima sin revictimizarla, tampoco. Y perseguir el delito, a¨²n menos. La fiscal Rivitti sostiene que llevar a la v¨ªctima a un refugio debe ser el ¨²ltimo recurso. Grande es el riesgo de lo que llaman violencia institucional. Si despu¨¦s de peregrinar por distintos servicios para repetir su primer relato ante el consejo tutelar, la polic¨ªa, el hospital, someterse a una avalancha de preguntas y a un minucioso examen forense, la ni?a acaba lejos de sus parientes, su barrio, su escuela y sus amigos, se culpa a s¨ª misma. ¡°Dice ¡®mi boca es maldita, habl¨¦ y me castigaron¡¯¡±. Algunas se desdicen porque el precio que pagan por revelar el abuso no les compensa.
¡°Tenemos que dar informaci¨®n a las v¨ªctimas para que sepan entender qu¨¦ es abuso, para que sepan relatarlo y tenemos que dar cr¨¦dito a lo que dicen¡±, insiste la fiscal Rivitti. Eso es un comienzo. Luego intentan identificar a un familiar que proteja a la ni?a en el hogar y apartar al violador. Si ¨¦l es fuente de ingresos, tratan de buscar ayudas econ¨®micas.
?Y el castigo a los agresores? Conseguir un caso lo suficientemente s¨®lido para llevar ante el juez es otra gran dificultad. Suele ser la palabra del ni?o contra el adulto. La peor pesadilla de quienes combaten las violaciones de menores es que el tribunal absuelva al acusado. ¡°No podemos entregar el corderillo al lobo con aval judicial¡±, alerta la fiscal.
Pese a la complejidad del desaf¨ªo, cada una de las tres combate en un frente para que durante la pr¨®xima hora no violen a cuatro brasile?as menores de 13 a?os. Temer lo hace al frente del Instituto Liberta, con documentales como Un crimen entre nosotros, con el que busca concienciar, romper ¡°el c¨ªrculo perverso de la normalizaci¨®n del abuso¡±. Entre los reclutados para la misi¨®n, uno de los hombres m¨¢s famosos de Brasil, el presentador del canal Globo Luciano Huck, cuyo nombre suena para candidato presidencial.
La fiscal Rivitti intenta replicar a nivel del Estado de S?o Paulo el modelo que cre¨® en Jacare¨ª, una ciudad de 235.000 habitantes del interior, donde mediante la coordinaci¨®n de los servicios educativos, sociales y de salud logr¨® proteger mejor a las v¨ªctimas, lo que propici¨® m¨¢s denuncias, menores testigos en los juicios y m¨¢s condenas. Trabaja con una red de otros 70 fiscales.
Con las escuelas cerradas durante meses por la pandemia, el equipo que dirige Bonifacio abri¨® nuevos canales para que los alumnos lanzaran un SOS. Crearon una web que canaliz¨® las denuncias de 200 casos de violencia en nueve meses. De ellos, 56 eran de violencia sexual.
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