Estafa electoral en Venezuela: ?queda algo por hacer?
Ante el escenario madurado tras las elecciones en el pa¨ªs, conviene preguntarse: ?existe la posibilidad de construir una soluci¨®n negociada al conflicto que derive en una democracia?
Aunque algunos sectores de la sociedad venezolana anticiparon un posible fraude en las elecciones del 28 de julio, el deseo de insistir en la v¨ªa electoral surgi¨® de un amplio consenso tanto en la poblaci¨®n deseosa de cambio, como en la dirigencia opositora. La intenci¨®n era poner a la ¨¦lite gobernante ante el dilema de tener que aceptar el amplio descontento y negociar su salida, o tener que intentar conservar el poder a un alto costo. Casos comparables como Nicaragua en 1989 o Chile en 1990 tambi¨¦n alimentaron la esperanza de que una participaci¨®n masiva llevar¨ªa al gobierno y al sector militar a tener que respetar la voluntad popular.
Expresada esa masiva voluntad de cambio pol¨ªtico en las urnas, para las ¨¦lites del gobierno, el sector militar y dem¨¢s instituciones del Estado, su permanencia en el poder sigue siendo vista como un asunto existencial. De all¨ª, en parte, surge una cohesi¨®n, que podr¨ªa ser moment¨¢nea, para sostener la declaratoria de una supuesta victoria del presidente Nicol¨¢s Maduro y que aun no tiene fundamentos verificables. Ante este escenario, conviene preguntarse: ?existe la posibilidad de construir una soluci¨®n negociada al conflicto que derive en una democracia?
La acci¨®n coordinada de amplios sectores de la sociedad, organizados en un movimiento amplio en favor de la democracia y la contribuci¨®n prudente de actores internacionales podr¨ªa ayudar a dise?ar un acuerdo complejo que permita lograr el objetivo central de hacer prevalecer la voluntad del electorado.
Advertencias del pasado reciente
La respuesta internacional ante la absoluta falta de transparencia sobre los resultados electorales y la intenci¨®n del gobierno de imponerse pese a las se?ales claras de su derrota debe ser consistente, pero cautelosa. Una respuesta l¨®gica ante la evidencia presentada por la oposici¨®n y la grav¨ªsima escalada represiva del gobierno pudiera ser el reconocimiento de Edmundo Gonz¨¢lez Urrutia como presidente, as¨ª como la implementaci¨®n de sanciones econ¨®micas adicionales.
Sin embargo, una mirada a la experiencia reciente del ¡°gobierno interino¡±, dirigido por el diputado Juan Guaid¨®, demostr¨® que el predominio de la comunidad internacional en la resoluci¨®n del conflicto venezolano caus¨® una serie de dilemas y efectos no deseados tanto a la oposici¨®n como a gobiernos extranjeros. Si bien el ¡°gobierno interino¡± y la estrategia de ¡°m¨¢xima presi¨®n¡± cre¨® altas expectativas discursivas y medi¨¢ticas, a lo interno contribuy¨® a la p¨¦rdida de credibilidad de la oposici¨®n y el desencanto y desmovilizaci¨®n de la poblaci¨®n.
Tratar de reeditar esa f¨®rmula, a pesar de que en esta oportunidad la oposici¨®n tiene una mayor legitimidad producto del voto popular, asumir¨ªa tres grandes riesgos. Primero, podr¨ªa cohesionar m¨¢s a las ¨¦lites del alto gobierno y el sector militar, dificultando la posibilidad de que al menos parte de sus miembros eventualmente est¨¦n dispuestos a acompa?ar la construcci¨®n de una democracia. Segundo, podr¨ªa terminar alejando la atenci¨®n de la dirigencia de las demandas y deseos de la mayor¨ªa de una sociedad que busca un cambio pol¨ªtico, consciente que esa es la ruta m¨¢s expedita y estable para superar la profunda crisis econ¨®mica y social que vive Venezuela. Tercero, pudiese fragmentar la fr¨¢gil coordinaci¨®n que ha surgido recientemente dentro de la oposici¨®n venezolana y con otros grupos interesados en favor de la democracia, en buena parte dada la aparici¨®n de una figura de consenso como es Gonz¨¢lez Urrutia.
?Es posible construir una negociaci¨®n con garant¨ªas?
Restaurar la democracia en Venezuela es una tarea que recae principalmente en la sociedad venezolana y debe tomar en cuenta diversos elementos. En este momento, cuando la oposici¨®n tiene un apoyo mayoritario anclado en la voluntad popular expresada en las urnas, es esencial presentar un planteamiento m¨¢s claro que convenza a qui¨¦nes todav¨ªa apoyan a la coalici¨®n de gobierno sobre las oportunidades que tendr¨ªan en un pa¨ªs democr¨¢tico con posibilidad de un crecimiento econ¨®mico sostenido. La l¨ªder opositora, Mar¨ªa Corina Machado, quien fue cr¨ªtica sobre la posibilidad de negociar con el chavismo, ha pedido el cese de la represi¨®n para poder negociar la restauraci¨®n de la democracia. Con el acompa?amiento de actores internacionales, dicho trayecto, aunque espinoso e incierto, pudiera rendir frutos.
Para ello, la oposici¨®n debe ampliar sus filas e incorporar a m¨¢s actores en un movimiento en favor de la democracia y la recuperaci¨®n econ¨®mica. La indignaci¨®n social que existe desde que el Consejo Nacional Electoral anunci¨® sus resultados ha generado importantes pronunciamientos de factores externos a la alianza opositora, incluyendo grupos y personalidades que en el pasado reciente tuvieron afinidad con el gobierno. De igual forma, la necesidad de frenar la represi¨®n, que se ha afincado especialmente con los sectores populares, est¨¢ creando puntos de encuentro entre actores previamente alejados. La convergencia de todos gira en torno a la demanda central de transparencia en el escrutinio y la verificaci¨®n imparcial de las actas electorales. Para ello, es importante redoblar los esfuerzos para entablar v¨ªnculos genuinos de comunicaci¨®n y acci¨®n colectiva, desde el reconocimiento mutuo, aporte y conocimiento que cada sector pudiese contribuir en la etapa venidera.
En contraste con experiencias pasadas, la dirigencia opositora tambi¨¦n debe permitir una participaci¨®n m¨¢s activa de sus bases de apoyo y mantener su atenci¨®n en las m¨²ltiples necesidades de la ciudadan¨ªa. La resistencia democr¨¢tica debe a su vez articularse con grupos sociales y no-partidistas, incluyendo defensores de los derechos humanos que son clave para la protecci¨®n de j¨®venes, familias, activistas de base, y las personas m¨¢s desfavorecidas. Fomentar la solidaridad y el enfoque en las manifestaciones pac¨ªficas, ayudar¨¢ a mantener la legitimidad y el car¨¢cter colectivo del reclamo por un cambio pol¨ªtico y podr¨ªa continuar aumentando la reticencia entre algunos efectivos militares a la represi¨®n.
Asimismo, es crucial presentar una propuesta democr¨¢tica a quienes a¨²n est¨¢n aferrados al poder. La mayor tarea consiste en convencer a aquellos que est¨¢n dispuestos a utilizar la fuerza contra la poblaci¨®n de que una negociaci¨®n es su mejor opci¨®n. Para ello, hay que insistir en que existe la posibilidad de acordar garant¨ªas para edificar el ¡°d¨ªa despu¨¦s¡± del conflicto.
Ese proceso de negociaci¨®n tendr¨ªa que asegurar el resguardo personal de varias ¨¦lites de la coalici¨®n y promover mecanismos de justicia transicional conforme con los requerimientos de la Constituci¨®n venezolana. El cada vez m¨¢s evidente declive del chavismo bajo su actual liderazgo podr¨ªa ser un aliciente en esta direcci¨®n, ya que tratar de mantener el poder mediante la fuerza puede hoy parecer factible, pero es incierto si ser¨¢ sostenible en el tiempo.
Por su parte, el esquema neo-patrimonial que actualmente impera en Venezuela permite principalmente el enriquecimiento de los grandes jerarcas. Este modelo tiene adem¨¢s l¨ªmites en su perspectiva de crecimiento y es improbable que pueda mejorar las condiciones cotidianas de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, incluyendo quienes trabajan en las instituciones del Estado. En lo pol¨ªtico, una nueva democracia pudiera brindar nuevas oportunidades a quienes aspiren retomar o renovar algunas demandas originales del chavismo para tratar de construir desde las bases un nuevo proyecto pol¨ªtico con capacidad electoral.
Con un acompa?amiento internacional que logre otorgar confianza a todas las partes, la sociedad venezolana podr¨ªa acordar reformas institucionales que refuercen la democracia, tales como la limitaci¨®n de la reelecci¨®n presidencial y la restauraci¨®n del Senado para darle mayor representaci¨®n a grupos minoritarios con arraigo en ciertas regiones del pa¨ªs. Adem¨¢s, resulta crucial asegurar el respeto estricto a los mecanismos de financiamiento de entes descentralizados, incentivando la participaci¨®n de fuerzas regionales y locales en su propia gesti¨®n.
La ciudadan¨ªa se moviliz¨® en torno a las elecciones demostrando su indubitable deseo de que el rumbo del pa¨ªs cambie. Permitir una estafa electoral tendr¨ªa profundas implicaciones para la precaria situaci¨®n de una gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n venezolana. A su vez, el atrincheramiento en el poder del gobierno venezolano tendr¨¢ efectos regionales importantes, no solo por el potencial incremento de la migraci¨®n sino por la afectaci¨®n del modelo democr¨¢tico en la regi¨®n. Lograr entablar una negociaci¨®n con garant¨ªas, con la ayuda de una diversidad de actores internacionales, puede allanar el fr¨¢gil camino hacia una nueva democracia en Venezuela.
Maryhen Jim¨¦nez es Marie Sk?odowska-Curie Fellow en la Universidad de Oxford.
Mariano de Alba es un abogado venezolano especializado en relaciones internacionales.
Antulio Rosales es Profesor Asistente en la Universidad de York en Toronto, Canad¨¢.
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