El grupo Mugre Sur exhibe en el Quito Fest un mu?eco ahorcado de Daniel Noboa

Hab¨ªa ca¨ªdo la noche en Quito. La lluvia torrencial empapaba el asfalto y el escenario en el Parque Bicentenario se te?¨ªa de un rojo intenso. El grupo de rap popular Mugre Sur llevaba ya varios minutos sobre el escenario, cambiando de disfraces estrafalarios, aquellos que han marcado la est¨¦tica de sus performances. Una voz de locutor radial rompi¨® el bullicio, anunciando el inicio de lo que vendr¨ªa: un conteo regresivo¡­ tres, dos, uno. ¡°Lleg¨® la hora cero. ?Viva Ecuador!¡±, exclamaron los m¨²sicos. En el centro del escenario, los cantantes se manten¨ªan inm¨®viles, apuntando sus micr¨®fonos mientras entonaban sus versos. A un costado, una figura de cart¨®n del presidente Daniel Noboa -id¨¦ntica a la que us¨® en su campa?a electoral -empezaba a elevarse, colgada de una cuerda. La cabeza, cubierta con una bolsa negra, completaba la imagen surrealista. Los artistas cantaban una canci¨®n con letra de protesta contra el poder, entonada con el coro que hac¨ªa el p¨²blico.

La escena gener¨® una fuerte reacci¨®n entre los seguidores del mandatario y ha despertado el furor por marcar las l¨ªneas a la libertad de expresi¨®n, esta vez, a los artistas y sus presentaciones. ¡°Condeno de manera en¨¦rgica estos actos que sobrepasan el ejercicio del derecho a la libertad de expresi¨®n, llevando impl¨ªcito el mensaje de normalizar la violencia a pretexto de las fiestas capitalinas¡±, escribi¨® en la red social X, Zaida Rovira, quien fue Defensora del Pueblo, abogada de derechos humanos, y ahora ministra en el Gobierno de Noboa.

El festival en cuesti¨®n, el Quito Fest, que se celebra desde hace dos d¨¦cadas en conmemoraci¨®n de la fundaci¨®n de la capital ecuatoriana, fue el marco para la presentaci¨®n de Mugre Sur. El festival es uno de los m¨¢s grandes del pa¨ªs y es parte de la agenda de varios eventos que organiza el Municipio de Quito, que a su vez, entrega fondos para la realizaci¨®n del festival y de otras presentaciones culturales durante las fiestas de la ciudad que duran tres d¨ªas. Es decir, recibe fondos p¨²blicos, y de eso se tomaron otras figuras pol¨ªticas como los concejales Michael Aulestia y Wilson Merino que incluso pidieron la renuncia del director de Cultura del Municipio, quien recibi¨® el respaldo del alcalde, Pabel Mu?oz. ¡°Sobre el arte y la cultura, cuyo valor es ser muchas veces la voz cr¨ªtica de la sociedad, no caben procesos de censura¡±, defendi¨® el edil.

Sin embargo, la pol¨¦mica no termin¨® ah¨ª. El Ministerio de Cultura, en un comunicado oficial, expres¨® su respaldo a la libertad de expresi¨®n, aunque insisti¨® en que ¡°los espect¨¢culos p¨²blicos no deben ser utilizados como espacios para fomentar el odio y la divisi¨®n¡±. La declaraci¨®n encendi¨® a¨²n m¨¢s la conversaci¨®n en redes sociales, en un pa¨ªs donde la violencia ha alcanzado niveles alarmantes. En Ecuador, cerca de 20 personas son asesinadas a diario, muchas veces de forma atroz, con disparos en la cabeza o el pecho. La violencia carcelaria tambi¨¦n ha escalado a niveles indescriptibles, como lo evidenci¨® la reciente masacre en la Penitenciar¨ªa del Litoral, donde 17 presos fueron asesinados, algunos de ellos quemados, otros mutilados. En un hospital de Manta, una ni?a de 11 a?os lucha por sobrevivir despu¨¦s de recibir un disparo en la cabeza en medio de una balacera de sicarios. Ante estos hechos, el silencio institucional ha sido ensordecedor. No se ha visto la misma urgencia por condenar la brutalidad del crimen organizado que la mostrada ante una manifestaci¨®n art¨ªstica.

La historia de la relaci¨®n entre arte y poder en Ecuador est¨¢ marcada por episodios de censura. En 2013, el entonces presidente Rafael Correa reaccion¨® airadamente ante un gesto obsceno del artista Jaime Guevara, quien, durante el paso de una caravana presidencial, mostr¨® a Correa un gesto obsceno de desprecio. El presidente no dud¨® en detener la caravana, bajar del veh¨ªculo y lanzar una serie de insultos, que despu¨¦s ¨¦l mismo hizo p¨²blicos a trav¨¦s de sus enlaces ciudadanos. Un estudiante que replic¨® el gesto fue condenado a 20 horas de trabajo comunitario. En 2015, otro incidente conmocion¨® al pa¨ªs. Francisco Sampedro, un conductor de 57 a?os, fue detenido por portar un monigote de un borrego en su camioneta, en el contexto de una protesta contra el gobierno. Fue acusado de tr¨¢fico de armas qu¨ªmicas y nucleares, en lo que muchos vieron como un intento de criminalizar la protesta social. Despu¨¦s de 86 d¨ªas en prisi¨®n y un proceso judicial que se extendi¨® durante casi dos a?os, Sampedro fue finalmente declarado inocente.