Maria da Penha, superviviente y s¨ªmbolo del feminicidio en Brasil
La farmac¨¦utica que, tras dos intentos de asesinato, gan¨® una batalla judicial internacional que forz¨® a su pa¨ªs a legislar contra la violencia de g¨¦nero hace balance a los 80 a?os
Un s¨¢bado de febrero la brasile?a Maria da Penha celebr¨® su 80 cumplea?os con una gran fiesta en su casa. Acudieron sus tres hijas y sus seis nietos, por supuesto, pero tambi¨¦n muchos de los que la han acompa?ado a lo largo de una vida extraordinaria marcada por el terror machista, dos intentos de asesinato a los que sobrevivi¨® y una formidable batalla judicial que venci¨®. Si fuera de Filadelfia, y no de Fortaleza, Netflix ya habr¨ªa contado en una docuserie la historia de esta farmac¨¦utica cuyo nombre es sin¨®nimo de la lucha contra feminicidio en Brasil. Pese a los a?os y las amenazas, sigue firme. ¡°Me siento orgullosa y muy comprometida, porque no tiene sentido agradecer los aplausos y no hacer nada. Me dieron un lim¨®n y consegu¨ª convertirlo en limonada. Logr¨¦ avanzar. Y sigo luchando. En 2009 creamos el Instituto Maria da Penha¡±, cuenta en una entrevista en la sede, ubicada en la planta baja de un edificio de oficinas, en Fortaleza.
Entre los invitados a su cumplea?os, la pareja que le salv¨® la vida hace cuatro d¨¦cadas. Los vecinos que en 1983 oyeron disparos en la casa de al lado y acudieron a socorrerla. Estaba gravemente herida. Gracias a la r¨¢pida reacci¨®n de ese matrimonio de m¨¦dicos, Da Penha sobrevivi¨® a un ataque que su entonces marido disfraz¨® de asalto perpetrado por ladrones. Un balazo en la columna la dej¨® atada a una silla de ruedas para el resto de su vida. Cuando tras una larga hospitalizaci¨®n volvi¨® a casa, el padre de sus hijas intent¨® electrocutarla en la ducha. Sobrevivi¨®, pero empez¨® a planificar la huida. En cuanto pudo, agarr¨® a sus hijas y escap¨® a casa de sus padres. Para sortear la amenaza de la justicia abiertamente machista de los ochenta, se asesor¨® bien para que no la acusaran de abandono del hogar.
Juzgado y condenado el agresor en dos juicios, ambos fueron anulados. As¨ª que ella tom¨® otros senderos en busca de justicia. Escribi¨® la autobiograf¨ªa Sobrevivi¡ Posso Contar (Sobreviv¨ª¡ puedo contar). Y denunci¨® a Brasil ante la justicia internacional, arropada por grupos de mujeres. Gan¨®. Lograron demostrar ante la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos que el desamparo de Maria da Penha no era un caso aislado sino parte de un patr¨®n. En 2001 la CIDH conden¨® a Brasil por negligencia, omisi¨®n y tolerancia hacia la violencia dom¨¦stica contra las mujeres y le oblig¨® a legislar para poner fin a la impunidad que amparaba a los agresores. La ley que desde 2006 sienta las bases para combatir la violencia machista en Brasil fue sancionada por el presidente Lula y lleva el nombre de Maria da Penha, siguiendo la costumbre de muchos pa¨ªses. Un honor que rara vez se da en vida. Es probablemente la norma legal m¨¢s conocida del pa¨ªs.
¡°Fue inesperado y, sobre todo, muy estimulante. Viaj¨¦ por todo Brasil, al extranjero. Estaba muy orgullosa de decir que estaba viva¡±, recuerda. Recibi¨® m¨²ltiples premios, fue nombrada doctora honoris causa y se volc¨® en el activismo.
Da charlas, recibe homenajes y amenazas graves. Despu¨¦s de tantos a?os combatiendo el sistema patriarcal, todav¨ªa se topa con escenas que le encogen el coraz¨®n. La ¨²ltima, en una visita a la universidad. Una silla roja destacaba en la sala, un recordatorio del vac¨ªo que dejan las brasile?as asesinadas por sus compa?eros, maridos, novios. Cuatro mujeres mueren v¨ªctimas de feminicidio cada d¨ªa. Ser¨¢n cuatro hoy; cuatro, ma?ana; cuatro, pasado ma?ana¡ (una madre doliente llamada Regina Jardim les ha construido un memorial en Internet). Da Penha qued¨® muy impresionada con el potente mensaje de aquella sencilla silla roja.
La guerra contra el feminismo emprendida por la internacional de la ultraderecha populista tambi¨¦n lleg¨® a Brasil y coloc¨® a esta octogenaria en el punto de mira. En 2021, cuando Jair Bolsonaro era presidente, comenz¨® una potente campa?a contra ella y contra la verdad judicial del caso. Con la promesa de contar la verdadera historia, incluy¨® noticias falsas y un documental de una productora af¨ªn al bolsonarismo que siembra todo tipo de dudas y da voz a su exmarido ¡ªMarco Antonio Heredia Viveros, un profesor universitario que solo cumpli¨® dos a?os de c¨¢rcel¡ª.
Los que la odian asomaron sus fauces y la superviviente y s¨ªmbolo de la guerra contra el feminicidio en Brasil empez¨® a sufrir acoso y graves amenazas. Sin entrar en detalles por seguridad, explica es parte del programa de protecci¨®n de defensores de los derechos humanos del Estado de Cear¨¢ desde junio pasado.
La se?ora da Penha y Brasil est¨¢n orgullos¨ªsimos de que su ley sea considerada por la ONU la segunda mejor del mundo contra el feminicidio, pero ella y los grupos feministas coinciden en que su grado de aplicaci¨®n est¨¢ lejos de la ambici¨®n original. ¡°Todav¨ªa no estamos ni en la mitad del camino¡±, afirma la veterana activista al tiempo que celebra los avances conquistados en estas dos d¨¦cadas.
¡°Al menos las mujeres m¨¢s ilustradas de la sociedad ya no permanecen en silencio. Las familias ya no se averg¨¹enzan¡±, apunta. Existe una creciente concienciaci¨®n, patrullas policiales llamadas tambi¨¦n Maria da Penha para proteger a las amenazadas que est¨¢n en el radar de los jueces, una red de centros de acogida¡ Un despliegue concentrado en las grandes ciudades. No es raro que se le acerquen mujeres a agradecerle que la ley les salvara la vida.
Su gran preocupaci¨®n son los millones de mujeres que viven en el interior de este pa¨ªs continental. ¡°Lucho para que cada municipio, por peque?o que sea, tenga en el ambulatorio de salud un centro de referencia con un m¨¦dico, un psic¨®logo y servicios sociales. Y si una mujer acude varias veces con s¨ªntomas de depresi¨®n, lesiones, angustia, que el equipo converse con ella para aclararle que hay salida, que existen comisar¨ªas especializadas en mujeres, casas refugio, escuelas para los hijos, cursos de formaci¨®n profesional¡±.
La propia Maria da Penha recuerda aquellos a?os sometida a las explosiones de ira de su esposo, al miedo atroz. ¡°Mi vida estaba volcada en evitar fricciones en casa, buscando estrategias, poniendo siempre pa?os calientes¡± para protegerse a s¨ª misma y a sus hijas. ¡°Yo no sab¨ªa entonces que esa experiencia que yo viv¨ªa era com¨²n en la vida de las mujeres, porque yo no ven¨ªa de una familia de violencia, ?sabe?¡±.
Con una impresionante carrera fuera del hogar como farmac¨¦utica bioqu¨ªmica y un empleo, entre las paredes de su casa estaba atrapada en un c¨ªrculo de violencia que funciona como un reloj, sin distinci¨®n entre pa¨ªses y clases sociales. Es un patr¨®n que el Instituto Maria da Penha ense?a a identificar: la tensi¨®n va aumentando, la v¨ªctima es agredida y el agresor muestra arrepentimiento, vuelve a ser cari?oso. ¡°Nada de lo que hac¨ªa lo complac¨ªa, era constantemente rechazada y criticada¡±, recuerda. Luego vinieron la bala y el intento de shock en la ducha.
Aunque Brasil aprob¨® el voto femenino en 1932, tuvo una presidenta y tiene un ministerio de Mujeres, es uno de los pa¨ªses latinoamericanos con menor proporci¨®n de diputadas, senadoras, gobernadoras y alcaldesas. No llegan ni al 20%. Est¨¢ a a?os luz, por ejemplo, de M¨¦xico, ejemplo notable de paridad. Es un factor que sin duda contribuye a que en Brasil la violencia machista asome poco en el debate pol¨ªtico. Reflejo de su ausencia en los centros de poder, las brasile?as tuvieron que esperar hasta 2023 para que el Tribunal Supremo declarara inconstitucional la tesis de la leg¨ªtima defensa del honor que durante d¨¦cadas permiti¨® a los acusados de feminicidio justificar sus cr¨ªmenes como una respuesta aceptable frente al adulterio. El Estado brasile?o tampoco ha tenido el gesto de pedir perd¨®n todav¨ªa a Maria da Penha, como reclam¨® hace un cuarto de siglo la sentencia de la Corte Interamericana.