Mar¨ªa da Penha (Brasil)
Sobrevivi¨® a dos intentos de feminicidio y su larga lucha alumbr¨® una ley que permite perseguir con dureza a los agresores y proteger a las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero
Lo m¨¢s extraordinario de la brasile?a Maria de Penha no es que en los a?os setenta fuera una farmac¨¦utica con un master, ni que sobreviviera las dos veces que su marido intent¨® matarla. Lo realmente extraordinario es que, a diferencia de la mayor¨ªa de las mujeres que han dado nombre a una ley, ella est¨¢ viva. La ley Maria da Penha contra la violencia de g¨¦nero tiene ya 15 a?os; la mujer que durante dos d¨¦cadas batall¨® para conseguir justicia acaba de cumplir los 77. Y sigue muy activa. Cre¨® un instituto que tambi¨¦n lleva su nombre y este mes no tiene un solo hueco en la agenda.
Quede registrado que el victimario de esta historia de terror se llama Marco Antonio Heredia Viveros. Solo cumpli¨® dos a?os de c¨¢rcel. Est¨¢ libre.
Mar¨ªa Da Penha suele decir que sus tres hijas fueron el gran incentivo para embarcarse en la lucha judicial para que su maltratador fuera castigado. Los abusos que sufri¨® segu¨ªan un patr¨®n cl¨¢sico. Fueron de mal en peor ¡ªcon lunas de miel en medio, como la que trajo al mundo al tercer beb¨¦¡ª hasta que un d¨ªa ¨¦l le peg¨® un tiro en la espalda mientras ella dorm¨ªa. La se?ora Da Penha nunca m¨¢s volvi¨® a caminar. De vuelta a casa en silla de ruedas, su esposo lo intent¨® de nuevo: trat¨® de electrocutarla en la ducha. Parientes y amigos la ayudaron a huir, asegur¨¢ndose de dejar todo atado antes para que no fuera denunciada por abandono del hogar y perdiera a sus hijas. Era 1993.
Tras el primer juicio y la primera condena, ¨¦l sigui¨® libre. Da Penha quiso dejar por lo menos testimonio de aquel infierno y escribi¨® un libro: Sobrevivi¡ posso contar (Sobreviv¨ª¡ y puedo contar). Anulado el primer juicio, hubo un segundo. Fue condenado a 10 a?os por intento de asesinato, pero tampoco cumpli¨®. Las instituciones brasile?as le daban la espalda, ¨¦l quedaba impune.
De manera inesperada, surgi¨® una posibilidad. Un d¨ªa de 1998, un grupo de activistas de derechos humanos extranjeros aparecieron de visita por Fortaleza (Cear¨¢), la ciudad donde Da Penha naci¨® y a¨²n vive, y le propusieron acudir a la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos. ?C¨®mo supieron del caso? ¡°Porque un diputado les regal¨® el libro¡±, cuenta al tel¨¦fono desde esa ciudad Concei??o de Maria, cofundadora del Instituto Maria da Penha y una de sus m¨¢s estrechas colaboradoras.
As¨ª se gest¨® una formidable batalla legal internacional. El Centro para la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil) y el Comit¨¦ Latinoamericano para la defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) propusieron a la brasile?a firmar conjuntamente una denuncia ante la CIDH. (Un sendero similar al que recorrieron otros famosos casos judiciales, como los que en Estados Unidos legalizaron el aborto o el matrimonio interracial).
Ganaron el pleito. En 2001, la CIDH concluy¨® que los maltratadores de mujeres quedaban sistem¨¢ticamente impunes y Brasil fue condenado por negligencia y omisi¨®n. ¡°La primera recomendaci¨®n fue cambiar la ley porque el Estado estaba en connivencia con los agresores¡±, dice De Maria. Aquella decisi¨®n dio paso a la norma por la que Maria da Penha se ha convertido en sin¨®nimo de combate a los cr¨ªmenes machistas en Brasil. El caso estaba ya a punto de prescribir cuando su agresor entr¨® por fin en prisi¨®n, tras casi 20 a?os impune.
La norma, que el Congreso aprob¨® por unanimidad en 2006, ¡°supuso un parteaguas, vino a cohibir a los agresores al tratarles con m¨¢s dureza. Y su dimensi¨®n preventiva es tambi¨¦n fundamental¡±, explica la cofundadora del instituto. La letra de la ley es considerada de las mejores del mundo, como les gusta recordar a las feministas brasile?as, porque va m¨¢s all¨¢ de las medidas punitivas. Prev¨¦ que los juzgados de violencia contra la mujer pueden estar coordinados con comisar¨ªas y refugios, pero tambi¨¦n medidas de emergencia para proteger a las v¨ªctimas y equipos multidisciplinares para que no tengan que relatar mil veces los detalles de la agresi¨®n ante distintas instancias o programas de prevenci¨®n, entre otras muchas disposiciones.
El desaf¨ªo es la puesta en pr¨¢ctica de una ley ejemplar en un pa¨ªs donde 1.319 mujeres y ni?as fueron v¨ªctimas de feminicidio en 2021, seg¨²n el F¨®rum Brasileiro de Seguran?a P¨²blica. Es decir, una asesinada cada siete horas. Y como en tantos lugares, la pandemia dej¨® a millares de mujeres atrapadas con sus verdugos. ¡°Las pol¨ªticas p¨²blicas previstas en la ley est¨¢n concentradas en las capitales (estatales) y las grandes ciudades. El interior, en cambio, est¨¢ desatendido¡±, dice De Maria, que recalca que para lograr el cumplimiento eficaz de lo estipulado ¡°casi todo pasa por la voluntad pol¨ªtica¡±.
El impacto de la ley Maria da Penha ha llegado hasta el refranero. La cl¨¢sica proclama de que En bronca de marido y mujer, mejor no meter cuchara, que en portugu¨¦s rima, se ha actualizado con Mejor s¨ª meter cuchara, gracias a una superviviente perseverante y a unos activistas con visi¨®n estrat¨¦gica.
Maria da Penha lleva a?os contando en todo tipo de foros esta historia, que lo ¨²nico que tiene de bueno es que convirti¨® un infierno personal en un triunfo colectivo para proteger a todas las brasile?as. ¡°Al final de sus presentaciones siempre se acerca alguna mujer para decirle, se?ora Maria da Penha, a m¨ª me salv¨® la ley¡±, cuenta su colaboradora.
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