La mujer que consigui¨® divorciarse por malos tratos en 1624
Francisca de Pedraza obtuvo la primera sentencia de violencia de g¨¦nero de la historia gracias a la mediaci¨®n de la Universidad de Alcal¨¢
El nombre de Francisca de Pedraza fue sepultado por la historia. La Asociaci¨®n de Mujeres Progresistas de Alcal¨¢ de Henares lo recuper¨® del ostracismo hace tres a?os para premiar la labor de personas e instituciones en la lucha contra la violencia de g¨¦nero. ¡°Es la primera mujer que consigui¨® divorciarse. Luego hubo que esperar cuatro siglos¡±, explica Julia P¨¦rez, presidenta de la asociaci¨®n. Pedraza sufri¨® durante a?os malos tratos de su marido, del que intent¨® separarse sin ¨¦xito por v¨ªa civil y eclesi¨¢stica. En 1624, y tras una d¨¦cada de litigios, la Universidad de Alcal¨¢ emiti¨® una sentencia pionera que la ayud¨® a recuperar su libertad.
¡°Conocimos la historia en 2015 gracias a un art¨ªculo del historiador Ignacio Ruiz. Lo invitamos a una conferencia y ah¨ª advertimos la potencia del personaje¡±, revela P¨¦rez. Su asociaci¨®n ha premiado este jueves a Javier Ju¨¢rez y Nora Botero, dos investigadores de la Universidad de Medell¨ªn (Colombia), por su compromiso con la igualdad y contra la violencia que sufren las mujeres en Latinoam¨¦rica. En las anteriores ediciones fueron reconocidos el expresidente Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, por la ley integral contra la violencia de g¨¦nero aprobada en 2004, y la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Polic¨ªa Nacional. El galard¨®n no conlleva dotaci¨®n econ¨®mica. Se entrega un busto de Pedraza en bronce en una ceremonia en el paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢, el mismo lugar donde se celebra el premio Cervantes.
Francisca de Pedraza, como El Quijote, tambi¨¦n tuvo que enfrentarse a los gigantes. Naci¨® a finales del siglo XVI en la ciudad complutense en el seno de una familia humilde. Qued¨® hu¨¦rfana siendo ni?a y creci¨® en un convento. La mujer entonces estaba sometida al var¨®n, ya fuese su padre o su marido, que acaba heredando los derechos del padre sobre la hija cuando se casaban. No hay constancia de c¨®mo conoci¨® a Jer¨®nimo de Jaras, un agricultor con el que contrajo matrimonio en 1612. La pareja tuvo dos hijos pero, dos a?os despu¨¦s del enlace, ella abandon¨® su hogar por las continuas palizas que recib¨ªa. El letrado Bartolom¨¦ de Alcocer le encomend¨® volver para hacer ¡°vida maridable¡±.
Convivir con el maltratador
Los malos tratos continuaron. ¡°El marido era un borracho que le quitaba todo lo que ten¨ªa mientras Francisca se dedicaba a coser para sacar adelante a su familia¡±, relata el historiador Ignacio Ruiz, autor de dos libros que narran la historia. En su opini¨®n, y seg¨²n los c¨¢nones de la ¨¦poca, pegarle a una mujer no era algo extra?o, incluso se consent¨ªa. La mujer decidi¨® separarse, pero los pleitos en las jurisdicciones civil y eclesi¨¢stica no prosperaron. Aunque desde tiempo inmemorial hab¨ªa existido el repudio, un derecho exclusivo del var¨®n, el divorcio a¨²n no estaba reglado. El concepto apareci¨® por primera vez en el C¨®digo Civil franc¨¦s de 1804 y no llegar¨ªa a Espa?a hasta 1932, con la Segunda Rep¨²blica. El franquismo lo aboli¨® hasta que el Congreso de los Diputados aprob¨® una nueva ley, no exenta de pol¨¦mica, en 1981.
Ruiz subraya que las demandas de Pedraza ¡°siempre terminaban con una lac¨®nica condena al marido, al que se exhortaba a ser bueno, honesto y considerado con la demandante¡±. Las sentencias obligaban a la v¨ªctima a convivir con su maltratador, lo que supon¨ªa, en cierto modo, una condena a muerte. El 29 de junio de 1623, la mujer recibi¨® una brutal paliza que hizo que abortara el que ser¨ªa su tercer hijo. Su marido la emprendi¨® a golpes con ella en plena calle. Nadie intercedi¨®. Consciente de que le iba la vida en ello, Pedraza utiliz¨® una ¨²ltima bala: reclamar ante la Universidad de Alcal¨¢, que gozaba de aforamiento jur¨ªdico.
"Una conjunci¨®n planetaria"
¡°Sucedi¨® lo que yo llamo una conjunci¨®n planetaria¡±, ironiza Ruiz, profesor en la Universidad Rey Juan Carlos. El historiador reconoce que las posibilidades de que el nuncio papal en Espa?a, Innocenzo Massimo, le autorizara a llevar su pleito a la justicia universitaria eran escasas, pero sucedi¨®. ¡°Si la Universidad de Alcal¨¢ hubiese estado dirigida por un te¨®logo, jam¨¢s habr¨ªa aceptado el caso. Sin embargo, el rector era ?lvaro de Ayala, primer graduado en ambos derechos (romano y can¨®nico) en la historia de la instituci¨®n¡±, explica Ruiz, que descubri¨® la historia por casualidad en 1995, mientras preparaba su tesis doctoral.
En menos de tres meses, el rector hizo desfilar por el juicio a todos los testigos, incluidos hombres, que declararon a favor de la v¨ªctima. Ruiz sostiene que la sentencia que se emiti¨® fue pionera porque no solo conced¨ªa el divorcio a Pedraza. Tambi¨¦n obligaba a ¡°la restituci¨®n de la dote, daba la custodia de los hijos a la mujer y establec¨ªa una orden de alejamiento universal contra el maltratador, lo que supon¨ªa que tampoco pod¨ªa dirigirse a la v¨ªctima a trav¨¦s de personas interpuestas¡±.
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