Los bolsonaristas desde dentro del Congreso: ¡°Esta casa es nuestra¡±
Los radicales de extrema derecha no tuvieron reparos en exhibirse en video, pero el relato va cambiando a medida que pasan las horas y aumentan los arrestos
El asalto de miles de bolsonaristas radicales a los edificios del Congreso, el Tribunal Supremo y el palacio presidencial dej¨® el domingo m¨²ltiples escenas en las redes sociales de su celebraci¨®n que podr¨¢n usarse para incriminarlos. El plenario del Senado fue uno de los primeros espacios en ser invadido. Un hombre de unos 50 a?os, con barba canosa y natural de Divin¨®polis, se quita una aparatosa m¨¢scara y presume de que su remedio casero contra el gas lacrim¨®geno funciona. Lo hace sentado en el sill¨®n presidencial de la c¨¢mara, mientras desde atr¨¢s, otro grita mirando fijamente a su celular: ¡°?Estamos aqu¨ª en nuestra casa, en el Senado, ?el Senado es la iglesia del pueblo de Dios!¡±. En esta sede del poder legislativo tambi¨¦n se vio a bolsonaristas lanz¨¢ndose en tobog¨¢n desde la tribuna. En uno de los videos m¨¢s virales de la invasi¨®n, dentro del cercano edificio del Tribunal Supremo, un hombre grita de j¨²bilo mientras muestra las nalgas como si estuviera defecando.
La mayor¨ªa de los videos proceden de grupos de WhatsApp de c¨ªrculos bolsonaristas, pero acabaron en Twitter y ahora medio Brasil corre para intentar identificar a los golpistas. El perfil de Instagram @ContragolpeBrasil, por ejemplo, se dedica a divulgar las im¨¢genes de los rostros de los asaltantes y en pocas horas ha conseguido m¨¢s de 800.000 seguidores.
En el calor de los acontecimientos, muchos no escond¨ªan que estaban en medio de un monumental acto vand¨¢lico. Una se?ora de unos 65 a?os, visiblemente entusiasmada con la situaci¨®n, grababa desde la fachada del Congreso Nacional para sus amigos: ¡°Est¨¢ habiendo vandalismo y todo lo que os pod¨¢is imaginar, pero es lo que yo siempre digo: no se hace nada sin romper unos huevos. Quien incit¨® al pueblo no fue nada m¨¢s que el desgobierno, est¨¢n cosechando lo que plantaron¡±, dec¨ªa satisfecha.
Una vez pasada la euforia del momento, el relato empieza a cambiar a medida que pasan las horas. Este lunes, en los alrededores del campamento bolsonarista instalado frente al Cuartel General del Ej¨¦rcito, Cleber Borges, un vendedor de camisas llegado desde la lejana Bel¨¦m do Par¨¢, en el norte del pa¨ªs, intentaba desmarcarse de los graves acontecimientos: ¡°Lo del domingo fue vandalismo, no hac¨ªa falta hacer aquello, pero todos los actos tienen sus consecuencias. Ahora est¨¢n pagando ese precio. Yo fui a la protesta, pero podr¨ªa haber estado mejor, no hac¨ªa falta todo ese caos¡±.
Entre el ¨¦xtasis bolsonarista en el momento del asalto y la cautela 24 horas despu¨¦s hay un lapso de m¨¢s de un millar de detenidos. Borges, por ejemplo, se salv¨® de estar entre los m¨¢s de 1.200 arrestados durante el desalojo del campamento golpista porque pas¨® la ma?ana fuera del recinto. Lleg¨® al mediod¨ªa para buscar algunas cosas, cuando ya reinaba la calma, pero no parec¨ªa muy preocupado con la situaci¨®n de sus colegas: ¡°Creo que los soltar¨¢n, es cuesti¨®n de tiempo. No les va a pasar nada¡±.
Seg¨²n los militares, los detenidos en el campamento fueron identificados por la polic¨ªa y podr¨¢n ser investigados por su participaci¨®n en la violenta actuaci¨®n del domingo. Los que fueron arrestados in fraganti durante la embestida a los edificios de la plaza de los Tres Poderes, unos 300, seg¨²n la Polic¨ªa Civil del Distrito Federal, ya est¨¢n siendo trasladados a la c¨¢rcel de Papuda, un centro penitenciario de m¨¢xima seguridad, y podr¨ªan ser acusados de terrorismo.
Para intentar desvincularse de las im¨¢genes de vidrios rotos, mobiliario destruido y obras de arte da?adas, y escapar de las acusaciones de intentona golpista, la narrativa bolsonarista intenta ahora afianzar la idea de que todos los actos vand¨¢licos fueron obra de ¡°infiltrados¡± de izquierda. Todo tipo de teor¨ªas de la conspiraci¨®n circulan por las redes sociales, en parte alimentadas por el ambiguo mensaje que el expresidente Jair Bolsonaro dej¨® en Twitter, en el que parec¨ªa condenar los actos, pero al mismo tiempo dec¨ªa que la izquierda hizo lo mismo en 2013 y 2017.
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