Maju de Ara¨²jo, la modelo brasile?a con s¨ªndrome de Down que se abre paso en las pasarelas
La modelo carioca se ha convertido en embajadora de L¡¯Or¨¦al, ha pisado pasarelas internacionales y, a sus 19 a?os, mantiene a su familia trabajando ante las c¨¢maras
La modelo Maria Julia de Ara¨²jo, de 19 a?os, no alcanza el metro y cincuenta de estatura, muy lejos de los est¨¢ndares de las pasarelas. No tiene el cuerpo esbelto y delgado que exhiben las top models de todo el mundo. Tiene el pelo largo y liso, ojos marrones almendrados y una sonrisa f¨¢cil. Aun as¨ª, Maju [se lee Mall¨², en portugu¨¦s] se ha convertido en modelo internacional. Ya ha desfilado en tres semanas de la moda, incluida la de Mil¨¢n, y es la nueva embajadora de la marca L¡¯Or¨¦al Paris. La modelo, que tiene s¨ªndrome de Down, tiene una intensa agenda de trabajo, pero dice que tantos compromisos la cansan ¡°solo un poco¡±. Se encuentra con EL PA?S al lado de su madre, Adriana de Ara¨²jo, y su hermana, Larissa, en el centro cultural Espacio de las Artes, zona sur de R¨ªo de Janeiro, ciudad en que vive con los padres y sus dos hermanas. Ante el fot¨®grafo del reportaje, abre r¨¢pidamente los hombros, estira la espalda, deja la boca entreabierta y posa para la c¨¢mara. Los tres a?os de profesi¨®n la han acostumbrado al objetivo. Pero el mundo todav¨ªa tiene que acostumbrarse a ella.
De ni?a, a Maju le encantaba jugar a ser modelo. Se colgaba servilletas en la cintura, que eran como las prendas vaporosas de las pasarelas, y hac¨ªa gestos como si la estuvieran fotografiando. ¡°Pensaba que el mundo de la moda ser¨ªa inaccesible para ella¡±, dice su madre, Adriana, de 48 a?os. De hecho, la trayectoria de la modelo nacida en R¨ªo nunca ha sido f¨¢cil. Es la peque?a de tres hijas, su padre es analista de sistemas y su madre, chef. Adriana cuenta que se pas¨® la infancia y adolescencia de su hija escuchando ¡°no¡±, cuando pensaba en atender al anhelo de Maju: ¡°Varias veces llegamos a los colegios y nos dijeron que no quedaban plazas¡±, dice. Por eso, cuando su hija expres¨® su deseo de ser modelo, su madre no se lo tom¨® en serio.
Las cosas empezaron a cambiar despu¨¦s de que Maju entrara en coma como consecuencia de una meningitis. Cuando se despert¨®, despu¨¦s de que los m¨¦dicos la desahuciaran, le dijo a su madre que quer¨ªa ser una ¡°modelo famosa¡±. Fue el gatillo para que su madre corriera detr¨¢s del sue?o de su hija. ¡°En aquel momento, ten¨ªamos graves problemas financieros¡±, dice Adriana. ¡°El ¨²nico dinero que pude reservar fueron 200 reales, la matr¨ªcula de la escuela de modelos. Pens¨¦: ¡®mi hija se lo merece¡±. En ese momento, la madre trabajaba cocinando en eventos. ¡°Sol¨ªa llevarme a mis tres hijas al trabajo. Maju ayudaba a montar los platos¡±.
A pesar de las dificultades, la familia decidi¨® invertir lo poco que ten¨ªa en la formaci¨®n de Maju. Sin embargo, no sab¨ªan que el dinero de la matr¨ªcula era solo la punta de un iceberg. Una vez m¨¢s, las puertas no se abrieron f¨¢cilmente. ¡°Amenac¨¦ con demandar a la escuela de modelos, que no quer¨ªa aceptar a mi hija. All¨ª me posicion¨¦ por primera vez¡±, dice Adriana, que hoy es asesora y una especie de portavoz de su hija, ya que Maju tiene dificultades para hablar.
La modelo se comunica bien por medio de expresiones y la lengua de signos, que utiliz¨® para participar en una serie hecha para Instagram, que dur¨® seis meses. Su hermana Larissa, de 25 a?os, y su madre la ayudan a contar a sus m¨¢s de 387.000 seguidores en Instagram los entresijos y el resultado de su trabajo. ¡°Tambi¨¦n filtramos los comentarios¡±, dice Larissa. ¡°Hay muchos comentarios de odio. Mucha gente dice, por ejemplo, que es blanca y privilegiada¡±, dice.
El sustento de la familia
Maju termin¨® el curso de modelo en R¨ªo de Janeiro, en 2019. Sin embargo, las oportunidades profesionales tardaron en llegar. La modelo pas¨® mucho tiempo haciendo trabajos a cambio de productos, en lugar de dinero, como suelen hacer muchas modelos en inicio de profesi¨®n. Solo cuando firm¨® un contrato con Mind, una agencia de imagen, y no solo de modelos, empezaron a hablar de su cach¨¦ y los trabajos se volvieron m¨¢s profesionales.
Hoy, Maju pr¨¢cticamente mantiene a su familia. ¡°Maju ha aportado estabilidad econ¨®mica con su trabajo¡±, dice su madre. Gracias a su profesi¨®n, la modelo ha viajado a Italia, Portugal y Francia. ¡°Lo que m¨¢s me gust¨® fue Par¨ªs, porque es chic¡±, dice riendo. ?Qu¨¦ pa¨ªs le gustar¨ªa conocer? ¡°China¡±. Y tiene muchos otros sue?os que quiere cumplir. ¡°Quiero aparecer en una valla publicitaria¡±, dice la modelo, aficionada al sushi y a los helados, cuyo mayor placer en su profesi¨®n es ¡°hacerse fotos y desfilar¡±.
Su madre se empe?a en se?alar que no hay atajos en el camino de Maju: ¡°Si una persona considerada normal seg¨²n los est¨¢ndares de la sociedad tiene que caminar 6.000 kil¨®metros para llegar a donde quiere ir, Maju tendr¨¢ que caminar cuatro veces m¨¢s para demostrar que es capaz¡±. Las grandes agencias de modelos no quieren contratar a su hija. ¡°Dicen que Maju no tiene el perfil de lo que buscan los clientes¡±, cuenta. ¡°La realidad es que las personas con discapacidad siempre han vivido aisladas socialmente¡±.
¡®Def Money¡¯
El rechazo de las agencias expone c¨®mo el mercado ignora a un p¨²blico inmenso. Seg¨²n el ¨²ltimo censo del Instituto Brasile?o de Geograf¨ªa y Estad¨ªstica, publicado en 2010, el 24% de la poblaci¨®n brasile?a tiene al menos una de las discapacidades que mide la encuesta: visual, auditiva, motora y mental o intelectual. Hay 46 millones de brasile?os que declaran tener alg¨²n tipo de discapacidad. ¡°Suelo decir que las personas con discapacidad son la mayor minor¨ªa que existe¡±, dice Ivan Baron, de 23 a?os, que se autodenomina influenciador de la inclusi¨®n e informa a sus m¨¢s de 160.000 seguidores sobre el tema.
Ivan, que tiene par¨¢lisis cerebral, reconoce que muchas empresas est¨¢n dispuestas a cambiar. ¡°Las marcas han empezado a buscarme y a darse cuenta de que tambi¨¦n puedo atraer consumidores con mi discurso¡±, dice. ¡°Un gran logro fue convertirme en embajador oficial de Spotify, una de las mayores plataformas musicales del mundo¡±. Sin embargo, explica que hay una gran diferencia entre la diversidad y la diversidad selectiva: ¡°Hay empresas que piensan que solo por levantar la bandera LGBTQUIA+ ya son inclusivas¡±.
Utiliza el t¨¦rmino Def Money para hablar de marcas que se venden como diversas, pero no asumen la diversidad como pol¨ªtica. ¡°Al igual que el Pink Money, en el caso de la comunidad LGBTQUIA+, y el Black Money, con el movimiento negro, existe el Def Money, que viene de la palabra deficiente. Son las marcas que se aprovechan de nuestra imagen, de nuestros cuerpos, durante unos segundos para hacernos creer que son inclusivas¡±, explica. ¡°Ponen, por ejemplo, a alguien que va en silla de ruedas para anunciar una tienda que no tiene accesibilidad¡±.
Por eso, Ivan utiliza su cuenta en Instagram para hacer llegar algunas inquietudes al p¨²blico y sentirse representado. ¡°Crec¨ª sin ning¨²n tipo de representaci¨®n, no me ve¨ªa representado como joven con discapacidad. Y cuando no te sientes representado, crees que no existes¡±, dice Ivan. Adriana, la madre de Maju, dice que su hija tiene el mismo prop¨®sito: ¡°Su verdadera misi¨®n es propagar la visibilidad de estas personas, que son personas reales¡±.
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