?Qu¨¦ hacer con la memoria hist¨®rica?
Argentina debe revisar la construcci¨®n democr¨¢tica para fortalecer los consensos
Ha dicho la polit¨®loga Catalina Smulovitz que en la Argentina de 1983 se pens¨® que la democracia se creaba en el instante en que ocurr¨ªa la primera elecci¨®n de la transici¨®n y que esa ¡°ilusi¨®n de la fundaci¨®n instant¨¢nea ocult¨® no s¨®lo que la convivencia democr¨¢tica supone duros trabajos y desacuerdos constantes, sino tambi¨¦n que su construcci¨®n es, en realidad, interminable¡± (Pr¨®logo a Discutir Alfons¨ªn, Siglo XXI). Cuarenta a?os m¨¢s tarde, las elecciones presidenciales abren un nuevo ciclo ¨C como pas¨® tras las crisis de 1989 y 2001, en que el sistema se reconfigur¨® elecciones de por medio. No es m¨¢s de lo mismo, tampoco se hizo ni se har¨¢ nunca tabula rasa ni entonces ni ahora, ni en Argentina ni en ninguna parte. Que el ¨¢rbol ¨Cla necesaria conversaci¨®n sobre las causas y posibles consecuencias de la llegada a la presidencia de Javier Milei y la Libertad Avanza¨C no tape el bosque: la democracia cumple 40 a?os en el pa¨ªs y no corre peligro de muerte s¨²bita, aunque acumule se?ales de erosi¨®n. Por eso, sin dramatismos ni exitismos insostenibles, es un hecho hist¨®rico y si se quiere hacer balance hay que poner luces largas.
Las instituciones han funcionado, los militares est¨¢n fuera de juego (uno de los principales legados del gobierno de Ra¨²l Alfons¨ªn), las elecciones son limpias y permiten canalizar las preferencias ciudadanas... pero la econom¨ªa es un verdadero desastre y esto repercute negativamente sobre la vida de la gente. Ese fue el punto de partida de Coronados de gloria, el podcast que guionamos y conducimos con Franco Delle Donne en el marco de la c¨¢tedra Parlamento Futuro. Quisiera aqu¨ª, a t¨ªtulo personal, compartir unas reflexiones derivadas de la elaboraci¨®n del episodio dedicado a la memoria hist¨®rica que pueden inspirar una conversaci¨®n tambi¨¦n en otras partes.
El Juicio a las Juntas fue una decisi¨®n de Alfons¨ªn, un compromiso que hab¨ªa establecido desde su trabajo en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Durante la campa?a electoral 2023 la Libertad Avanza puso en discusi¨®n parte de ese legado. La reacci¨®n que domin¨® entre los sectores que abrazan la defensa de aquella pol¨ªtica fundante de la transici¨®n ¨Ccon la que me identifico pero con la que no comparto estrategia¨C ha sido la de cerrar filas. Preguntar si fueron treinta mil ser¨ªa negacionismo. Cuestionar que el Estado no haya dado respuesta a las otras v¨ªctimas, las v¨ªctimas fortuitas o no de Montoneros o el Ej¨¦rcito revolucionario del Pueblo (ERP) ser¨ªa por defecto retomar la teor¨ªa de los dos demonios. De la misma forma, poco espacio se ha dado desde las instituciones a la reflexi¨®n sobre la violenta d¨¦cada del setenta, que se ejerci¨® no s¨®lo contra la dictadura. No haber dado espacio a estas preguntas ¨Calgo indispensable para sostener la convivencia democr¨¢tica e incluir en ella y de forma razonada los desacuerdos y tambi¨¦n para incluir a las nuevas generaciones¨C explica el calado de discursos, ahora s¨ª, abiertamente negacionistas, como el de la vicepresidenta Victoria Villarruel, y su ¨¦xito en instalar falsas equiparaciones como la de igualar los cr¨ªmenes de Estado, de lesa humanidad, con los de grupos armados.
En Argentina, la pol¨ªtica de derechos humanos alent¨® muchas tensiones desde 1983. Y en esa saga, los gobiernos de N¨¦stor y Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner se pretendieron refundacionales, como sugiri¨® la simb¨®lica bajada de los cuadros de Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone en el Colegio Militar ordenada por N¨¦stor el 24 de marzo de 2004. La historiadora Camila Perochena se?ala que la sustituci¨®n de una visi¨®n del pasado por otra es una operaci¨®n de extrema simplificaci¨®n en la que se reemplaza una ¡®historia falsificada¡¯ por ¡®la verdadera historia¡¯, pero ¡°la apuesta pol¨ªtica de Cristina fue m¨¢s ambiciosa: construir una ¡®memoria propia¡¯. La memoria del kirchnerismo¡± (Cristina y la historia, Editorial Cr¨ªtica 2022, p.239). Esa narrativa intenta ocultar que desplazar a los militares de la escena pol¨ªtica fue una clave de la transici¨®n, con el juicio a las Juntas como s¨ªmbolo m¨¢ximo ya no s¨®lo para Argentina sino reconocido a nivel global.
Sin embargo, el tan mentado consenso democr¨¢tico ten¨ªa mucho de la ilusi¨®n de la que hablaba Smulovitz (como demostrar¨ªa el acuerdo de amnist¨ªa al que hab¨ªa llegado Italo Luder durante la campa?a de 1983, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final de Alfons¨ªn o los indultos de Carlos Menem). Hay m¨¢s. Alfons¨ªn opt¨® por dejar la investigaci¨®n en manos de la Comisi¨®n Nacional sobre la Desaparici¨®n de Personas (CONADEP) en lugar de una comisi¨®n parlamentaria. Para algunos fue un intento de despolitizaci¨®n, pero lo cierto es que busc¨® instalar esa pol¨ªtica por encima de las l¨ªneas partidarias. Dice el fil¨®sofo y soci¨®logo Marcos Novaro que no hubo un conflicto entre una mirada despolitizada y una t¨¦cnica sino entre diferentres formas de politizaci¨®n, y ofrece una clave para leer la polarizaci¨®n actual: ¡°ni revolucionarios ni contrarrevolucionarios estaban de momento dispuestos a renunciar a la justificaci¨®n moral de la violencia que hab¨ªan practicado¡± (¡°Formaci¨®n, desarrollo y declive del consenso alfonsinista sobre derechos humanos¡±, en Discutir Alfons¨ªn, Siglo XXI, p.54). As¨ª, un dato fundamental proviene de la preeminencia que adquirieron los derechos de sangre de los familiares de las v¨ªctimas por sobre una noci¨®n p¨²blica y liberal de los derechos. El legado que deja esa preeminencia es que se clausur¨® un debate que con unos l¨ªmites claros era indispensable. Y cuando lleg¨®, lo hizo de la peor manera. Toca revisar esa construcci¨®n democr¨¢tica para fortalecer los consensos. No son tiempos f¨¢ciles, pero por eso mismo es m¨¢s necesario que nunca.
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