La Corte Suprema de Argentina toma juramento a solo uno de los dos jueces nombrados con un decreto de Milei

La Corte Suprema de Argentina ha evitado, al menos por ahora, que la sangre llegue al r¨ªo. Este jueves, hizo a un lado sus reparos y tom¨® juramento como juez del m¨¢ximo tribunal al abogado Manuel Garcia-Mansilla, un ultraconservador desginado en ¡°comisi¨®n¡± mediante un decreto de Javier Milei. Pospuso, sin embargo, hasta la semana que viene el nombramiento de Ariel Lijo, el otro candidato del presidente ultraderechista, un juez federal que sum¨® decenas de impugnaciones a su candidatura cuando le toc¨® defenderse en el Senado. La decisi¨®n de la Corte qued¨® a medio camino entre la claudicaci¨®n y la rebeld¨ªa en la guerra que libra con la Casa Rosada.

El deseo del Gobierno era que tanto Garc¨ªa-Mansilla como Lijo estuviesen en sus cargos antes del 1 de marzo, cuando Milei abrir¨¢ el a?o legislativo con un largo discurso ante el Congreso. El primero podr¨¢ sentarse ya como magistrado junto a los otros tres integrantes de la Corte. Lijo tambi¨¦n estar¨¢, pero solo como invitado. La Casa Rosada, en cualquier caso, ya da por hecha su designaci¨®n y se muestra victoriosa: despu¨¦s de un a?o de impulsar sin ¨¦xito la designaci¨®n de sus dos candidatos ante el Senado, apel¨® a su derecho constitucional de nombralos por decreto. La f¨®rmula, con todo, ha merecido cr¨ªticas de la oposici¨®n, incluso la considerada ¡°dialoguista¡±, y de juristas que ponen en duda su legalidad.

La Constituci¨®n argentina contempla desde su redacci¨®n en 1860 que el presidente puede ocupar cargos que requieran la aprobaci¨®n del Senado, como los jueces de la Corte, cuando el Congreso est¨¢ en receso. La norma tomaba en cuenta que en aquel entonces, cuando el traslado de diputados y senadores hasta Buenos Aires pod¨ªa demandar semanas, las sesiones ordinarias comenzaba el 1 de mayo y terminaba el 30 de septiembre. Pero desde la reforma constitucional de 1994, las C¨¢maras sesionan durante nueve meses al a?o, entre el 1 de marzo y el 30 de noviembre. La posibilidad de nombrar supremos por decreto presupone una situaci¨®n de fuerza mayor, algo que el caso de Milei no est¨¢ tan clara.

El ¨²nico intento presidencial para nombrar jueces de la Corte por decreto fue durante el Gobierno de Mauricio Macri, en 2016. Macri acababa de asumir y decidi¨® cubrir cuanto antes dos puestos que hab¨ªan quedado vacantes. Pero fue tal el rechazo de aquella decisi¨®n que el presidente cedi¨® a la presi¨®n y acept¨® la v¨ªa legislativa. Esta vez, el argumento oficial es el mismo que en 2016: la Corte, de cinco miembros, qued¨® otra vez con solo tres magistrados tras dos jubilaciones, una en diciembre pasado y otra en 2021. ¡°La C¨¢mara Alta debi¨® haber prestado acuerdo a los candidatos propuestos por el Poder Ejecutivo. En ning¨²n caso el Senado tiene la potestad para rechazar el acuerdo de los candidatos propuestos por el Presidente en base a preferencias personales o pol¨ªticas de los senadores¡±, argumentaron desde la Oficina del Presidente. Desde la oposici¨®n achacaron la demora no a cuestiones pol¨ªticas, sino a la calidad de los candidatos sugeridos por Milei.

Lijo es un juez federal en activo que acumula una monta?a de cuestionamientos sobre su idoneidad: tiene m¨¢s de 30 denuncias por mal desempe?o ante el Consejo de la Magistratura, el ¨®rgano que controla a los jueces, y fue denunciado penalmente por asociaci¨®n il¨ªcita, lavado de activos y soborno. Pese a ello, logr¨® que su pliego pasase por el filtro de la comisi¨®n evaluadora en el Senado gracias al apoyo del peronismo, que pretend¨ªa a cambio negociar los nombres de unos 300 cargos de jueces que est¨¢n vacantes. Cuando parec¨ªa que finalmente Lijo ser¨ªa juez de la Corte, estall¨® el esc¨¢ndalo de $Libra, la criptomoneda que Milei promocion¨® como un plan para ayudar al financiamiento de peque?as empresas y result¨® ser una gran estafa. La sesi¨®n definitiva en el Senado se cay¨®.

La Corte, en tanto, demor¨® el nombramiento de Lijo porque antes debe analizar el pedido de licencia que el candidato present¨® como juez federal. Lijo argument¨® que no puede renunciar, como establece la ley, porque su nueva tarea no tiene ¡°la estabilidad¡± laboral de la que disfruta como magistrado de primera instancia desde hace m¨¢s de 20 a?os. Le preocupa que si el Senado finalmente lo veta ser¨¢ juez de la Corte solo un a?o, el tiempo que dura su nombramiento en comisi¨®n.

El caso de Garc¨ªa-Mansilla es diferente. Sus ideas ultraconservadoras bloquearon su avance en el Senado, aunque sus cr¨ªticos reconocen que tiene m¨¢s m¨¦ritos morales y acad¨¦micos que Lijo. En su defensa ante los legisladores, Garc¨ªa-Mansilla dijo que nunca aceptar¨ªa ser nombrado por decreto porque eso atentaba contra la divisi¨®n de poderes. Este jueves, sin embargo, aparc¨® sus reparos y jur¨® en su cargo sobre la Biblia.

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