Libertad sin derechos: la utop¨ªa libertaria de Milei
La concepci¨®n de libertad libidinal que est¨¢ en el ideario del presidente argentino es altamente vindicativa. ?Qu¨¦ hay para vindicar? Cada uno elige sus propios agravios entre las promesas incumplidas de la democracia
Refundar no es lo mismo que gobernar. Pensadores como Nicol¨¢s Maquiavelo y Jean-Jacques Rousseau han argumentado que las acciones pol¨ªticas que establece un Gobierno difieren de aquellas que se requieren para su estabilidad y supervivencia. ?Qu¨¦ nos dicen los primeros actos de Gobierno acerca de c¨®mo el presidente Javier Milei intenta refundar y gobernar?
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Refundar no es lo mismo que gobernar. Pensadores como Nicol¨¢s Maquiavelo y Jean-Jacques Rousseau han argumentado que las acciones pol¨ªticas que establece un Gobierno difieren de aquellas que se requieren para su estabilidad y supervivencia. ?Qu¨¦ nos dicen los primeros actos de Gobierno acerca de c¨®mo el presidente Javier Milei intenta refundar y gobernar?
El decreto de necesidad y urgencia 70/2023 (DNU) y el proyecto Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos son estrategias de refundaci¨®n. Intentan, en palabras de uno de sus integrantes, un ¡°cambio de r¨¦gimen¡±. Los juristas m¨¢s reconocidos del pa¨ªs se han pronunciado en contra del decreto, entre otras cosas, porque es dif¨ªcil identificar la condici¨®n de urgencia que la constituci¨®n establece. Para sus defensores existe, no obstante, una urgencia moral ineludible: abandonar el orden social vigente, viciado con mecanismos de reforma que nos hunden cada vez m¨¢s en la densa mara?a de regulaciones y leyes que cercenan nuestra libertad. El orden pol¨ªtico actual constituye una trampa social que impide el cambio desde adentro. La urgencia moral consiste en reconocer que la soluci¨®n solo puede venir por arriba: desde las ¡°fuerzas del cielo¡±, s¨ª, pero tambi¨¦n desde el conocimiento t¨¦cnico de unos pocos.
De la anarqu¨ªa a la epistocracia
En su libro Anarqu¨ªa, estado y utop¨ªa, Robert Nozick, tal vez el fil¨®sofo m¨¢s brillante en el pensamiento libertario, postula la anarqu¨ªa como condici¨®n inicial para demostrar que solo el Estado m¨ªnimo es moralmente aceptable. El DNU tambi¨¦n siembra la anarqu¨ªa legal generando un vac¨ªo jur¨ªdico, lagunas regulatorias, desorden administrativo y procedimental. Inyecta el caos suficiente para detonar la matriz de regulaciones asfixiantes y facilitar la posesi¨®n y el consumo de bienes y servicios prohibidos hasta ahora. La Ley de Bases, sin embargo, deber¨ªa ser aprobada en los escenarios del viejo r¨¦gimen: el Congreso, la calle, la Justicia y la sociedad civil. De ser as¨ª, caer¨ªamos una vez m¨¢s en la trampa democr¨¢tica. El atajo que nos proponen, para finalmente consagrar el Estado m¨ªnimo nozickeano perge?ado en el documento fundacional, es la epistocracia, el Gobierno de los que saben.
Ya en la campa?a electoral, Milei denost¨® la democracia desde el p¨²lpito del conocimiento abstracto: un teorema. Desconociendo la profusa y valiosa literatura que refuta la validez del teorema de Arrow aplicado a la din¨¢mica democr¨¢tica, Milei sostiene que la democracia contiene un defecto epist¨¦mico insalvable: produce errores y malos resultados. La democracia no sabe ni puede agregar las preferencias individuales de manera tal que el resultado colectivo sea consistente con las demandas iniciales de sus ciudadanos. El procedimiento democr¨¢tico ¡ªlas elecciones y las deliberaciones parlamentarias¡ª no permite conocer ni reagrupar las preferencias ciudadanas en pol¨ªticas p¨²blicas que las satisfagan. El producto colectivo es siempre y necesariamente sub¨®ptimo. Un juego repetido que ha durado cien a?os, y magnifica, tr¨¢gicamente, los errores pasados sobre los que act¨²a y decide. La democracia es, pues, una ingenier¨ªa de toma de decisiones deficiente que impide la salida desde adentro.
Si no es desde adentro, ?desde d¨®nde? La denominada Ley de Bases, inmediatamente degradada en ley ¨®mnibus, remediar¨ªa el d¨¦ficit epist¨¦mico democr¨¢tico. Malamente redactada por los mejores y los m¨¢s brillantes, el nuevo contrato social propone que nos gobiernen los que efectivamente saben proyectar las condiciones para generar resultados paretianos en un mercado desregulado. La tarea legislativa que, desde la ¨®ptica democr¨¢tica produce conocimiento pol¨ªtico y legitimidad, constituye para el presidente y sus t¨¦cnicos una esfera de acci¨®n plagada de errores, vagancia e intereses enquistados. Corrupci¨®n y ocio en el Congreso; eficiencia y transparencia en el mercado. Las Bases constituye el documento fundante no de la democracia sino de la epistocracia que inaugura una nueva grieta entre los que reconocen la urgencia moral delegando los poderes plenipotenciarios del Congreso a los t¨¦cnicos y los ¡°orcos¡± que se oponen al Gobierno. Del Estado m¨ªnimo nozickeano, al Estado de excepci¨®n de Milei.
La g¨¦nesis de un ordenamiento pol¨ªtico moralmente bueno plantea un desaf¨ªo circular e inescapable: ?qui¨¦n se encuentra habilitado para redactar un documento fundante virtuoso sin haber estado socializado ¨¦l mismo en las virtudes que quiere impartir? Licurgo, Numa, Solon o Mois¨¦s son algunos ejemplos hist¨®ricos de legisladores que superan el dilema imposible por ser tan excepcionalmente dotados que uno deber¨ªa sospechar de su existencia. Ni ¡°El jefe¡± es Mois¨¦s, ni el hubris epistocr¨¢tico podr¨ªa trazar los lineamientos del nuevo r¨¦gimen desde afuera. Monumental atrevimiento de planeamiento e ingenier¨ªa social para un Gobierno que defiende el ideal de la sociedad como un ¡°orden espont¨¢neo¡±. Como contraparte, ¡°la gris democracia¡±, as¨ª caracterizada por el senador Miguel Pichetto, ofrece una soluci¨®n de poco lustre y engorrosa, pero que produce el conocimiento pol¨ªtico leg¨ªtimo para que el ¡°nuevo r¨¦gimen¡±, adem¨¢s de fundarse, perdure.
Utop¨ªa
En la ¨²ltima parte de su obra, Nozick nos propone una utop¨ªa. Ya establecido el Estado m¨ªnimo, los m¨¢s ricos inspirados por la sociedad libre redistribuir¨¢n espont¨¢nea y privadamente su riqueza. Una red filantr¨®pica no coercitiva que ayude a los m¨¢s pobres generando voluntariamente un bien com¨²n. La utop¨ªa de Milei es otra.
En el debate sobre erosi¨®n democr¨¢tica se suele mencionar una promesa rota que jaquea sus premisas normativas, esto es, el quiebre del compromiso intergeneracional de que los hijos gozar¨¢n de mayor bienestar material que sus padres. Existe, a mi juicio, otra promesa quebrada de la democracia liberal aun de mayor envergadura. Me refiero a la asociaci¨®n, ya disuelta, entre libertad individual y derechos individuales. La democracia liberal se ha sostenido en la idea de que los derechos nos protegen y hacen m¨¢s libres. No obstante, parte de la ciudadan¨ªa no cerciora en su vida cotidiana que sus derechos efectivicen su libertad. En parte, la resistencia de los trabajadores de plataformas digitales a ser sindicalizados yace en la percepci¨®n de que los derechos nos debilitan. No me dan libertad, me la quitan. As¨ª, el Estado como garante de derechos es parte de la trampa social, no la soluci¨®n. Que se haya horadado la dimensi¨®n ¨¦tica del Estado es un quiebre significativo en la cultura pol¨ªtica argentina. Resultado de un modo de gobernar que distorsion¨® la dimensi¨®n colectiva de la democracia hasta socavarla ¡ªun hecho social que Milei percibi¨® claramente.
En ese contexto, Milei propone una nueva utop¨ªa: recuperar la libertad con menos derechos. Esto implica tambi¨¦n una reconceptualizaci¨®n de la noci¨®n de libertad y su relaci¨®n con otros valores democr¨¢ticos como la igualdad, la reciprocidad, la solidaridad, y la existencia de lo p¨²blico como experiencia ciudadana colectiva. Libertad, en el ideario cuasianarquista de Milei, consiste en la acci¨®n individual pr¨¢cticamente sin restricci¨®n ¨¦tica ¡ªla libertad como pulsi¨®n. Una concepci¨®n de libertad libidinal altamente estimulante y vindicativa luego de a?os de enojo, frustraci¨®n, encierro y de privaci¨®n material acumulados a lo que llamaban libertad. La utop¨ªa de Milei es la venganza de la libertad sin derechos. ?Qu¨¦ hay para vindicar? Cada uno elige sus propios agravios, hay muchos, demasiados, para elegir en la g¨®ndola de las promesas incumplidas de nuestra democracia.
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