La vida en Argentina de los bolsonaristas condenados por golpismo y pr¨®fugos: ¡°Aqu¨ª nos sentimos seguros¡±
Extremistas brasile?os, que se consideran v¨ªctimas de una persecuci¨®n pol¨ªtica, relatan que rompieron las tobilleras electr¨®nicas cuando estaban en prisi¨®n domiciliaria y se fugaron al extranjero para pedir asilo
La Argentina del ultra Javier Milei se ha convertido en refugio de decenas de bolsonaristas pr¨®fugos de la Justicia brasile?a. Est¨¢n condenados ¡ªo procesados, en algunos casos¡ª por el asalto golpista a las sedes de la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo el 8 de enero de 2023. Algunos cruzaron la frontera en autob¨²s, otros en coche e incluso en bicicleta; los hay que escaparon primero a Uruguay y los que llegaron directo aqu¨ª. Como cualquier visitante brasile?o en Argentina, para entrar se limitaron a mostrar su DNI en Migraciones. Pero, a diferencia de los turistas, el primer paso de los reci¨¦n llegados fue dirigirse a la Comisi¨®n Nacional de Refugiados y solicitar asilo pol¨ªtico. Una petici¨®n que supone tener autom¨¢ticamente permiso para trabajar. Imposible saber su color pol¨ªtico, pero el caso es que 126 brasile?os hicieron ese tr¨¢mite en el primer semestre de este a?o, seg¨²n datos de Acnur (la agencia de la ONU para los refugiados).
Son partidarios del expresidente de ultraderecha Jair Bolsonaro y muchos han sido condenados por el Tribunal Supremo de Brasil a penas de al menos 14 a?os de c¨¢rcel por su participaci¨®n en el intento de golpe de Estado. Ellos, en cambio, se declaran inocentes y sostienen que son v¨ªctimas de una persecuci¨®n pol¨ªtica contra la oposici¨®n encabezada por el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva y por el magistrado del Supremo Alexandre de Moraes. Varios han accedido a conversar con EL PA?S sobre los motivos de su huida y la vida que llevan en Argentina.
A punto de cumplir 62 a?os, el brasile?o Carlos Antonio Silva ha aprendido a hacer pan casero, donuts de coco y pan de queso que vende para sobrevivir por la ciudad de La Plata, 60 kil¨®metros al sur de Buenos Aires. Est¨¢ casado y tiene dos hijos, pero no ve a su familia desde que se fug¨® de su pa¨ªs, hace seis meses. En febrero, el m¨¢ximo tribunal lo conden¨® a 16 a?os de c¨¢rcel en un juicio virtual por el asalto al Palacio del Planalto, la sede presidencial.
Este agente inmobiliario escuch¨® la sentencia desde su casa, donde cumpl¨ªa prisi¨®n domiciliaria tras haber pasado siete meses en la c¨¢rcel. Fue declarado culpable de abolici¨®n violenta del Estado democr¨¢tico de derecho, golpe de Estado, da?o cualificado, deterioro del patrimonio protegido y asociaci¨®n criminal armada. En v¨ªsperas de que la Polic¨ªa volviese a meterlo entre rejas para hacerle cumplir la pena, rompi¨® la tobillera electr¨®nica con la que la Justicia vigilaba sus pasos y comenz¨® una huida que termin¨® en Argentina. Afirma que fue uno de los primeros en entrar, el 18 de marzo, y as¨ª justifica su fuga: ¡°Yo no hice nada, ni siquiera romp¨ª un palillo¡±.
¡°Quieren que paguemos por un crimen que no cometimos, que echaron a nuestras espaldas s¨®lo por nuestras ideas¡±, lamenta Silva en portu?ol en la casa de otra de las condenadas. Estas ideas se resumen en el lema bolsonarista: ¡°Dios, patria, familia y libertad¡±. Incluye considerar el aborto un crimen que debe ser perseguido y castigado, oponerse a la legalizaci¨®n de las drogas y eliminar la educaci¨®n sexual integral obligatoria en las escuelas (a la que denominan ¡°ideolog¨ªa de g¨¦nero¡±).
Rechazo a la victoria de Lula
Lula gan¨® las elecciones contra Bolsonaro en octubre de 2022 por la m¨ªnima: 51% a 49%. Su victoria ha sido reconocida por toda la comunidad internacional, pero no as¨ª por los opositores m¨¢s radicales, que clamaron fraude. Entre ellos est¨¢ Silva, pero advierte que eso no lo convierte en terrorista ni en golpista. Relata que aquel domingo, a la semana de la toma de posesi¨®n de Lula, ¨¦l planeaba participar en una manifestaci¨®n pac¨ªfica contra el nuevo presidente e ignoraba que se saldr¨ªa de control. Repite la tesis esgrimida por el bolsonarismo desde el primer d¨ªa, que los destrozos fueron obra de inflitrados y no de manifestantes como ¨¦l, a los que considera v¨ªctima de una trampa. Evita contestar de qui¨¦n. ¡°Nos tiraron gases lacrim¨®genos, y para protegernos entramos a [las sedes de] los tres poderes. No rompimos nada, nos quedamos all¨¢ dentro rezando de rodillas por nuestro pa¨ªs¡±, dice.
El relato de los dem¨¢s pr¨®fugos entrevistados es similar. Jupira Silvana da Cruz Rodrigues, condenada a 14 a?os por los mismos delitos que Silva, recuerda que la plaza de los Tres Poderes se convirti¨® en cuesti¨®n de minutos en ¡°un escenario de guerra¡±. ¡°[Los antidisturbios] tiraron muchas, muchas bombas [de gas lacrim¨®geno] y hab¨ªa helic¨®pteros. Unos polic¨ªas nos dijeron que entr¨¢ramos a refugiarnos¡±, argumenta esta brasile?a de 58 a?os que tiene la tutela de dos nietas y de una persona incapacitada por enfermedad mental. Fue detenida en Planalto y los investigadores encontraron sus huellas dactilares en una botella de agua abandonada en el recinto.
Delitos cometidos ¡°por una multitud¡±
Durante el juicio de Rodrigues, la defensa pidi¨® su absoluci¨®n por falta de pruebas de que perpetrara actos vand¨¢licos. El juez instructor, Moraes, argument¨® que ¡°es irrelevante discriminar qu¨¦ bienes da?¨® el acusado o c¨®mo se enfrentaron a las fuerzas de seguridad dado que, seg¨²n las pruebas, los delitos fueron cometidos por una multitud y s¨®lo pudieron consumarse (¡) por esa comuni¨®n del esfuerzo de todos¡±.
Rodrigues, una mujer coqueta que se pone un vestido verde para las fotos antes de colocarse el uniforme de cocinera con el que luego se ir¨¢ a trabajar, recalca: ¡°No tengo antecedentes penales, nunca tuve un problema con la polic¨ªa¡±. Rompi¨® la tobillera electr¨®nica con una peque?a sierra y escap¨® primero en autob¨²s a Uruguay. Le quedaba m¨¢s cerca y ¡°tambi¨¦n tiene un presidente de derecha [Luis Lacalle Pou], agrega. ¡°Pero el costo de vida era muy alto. Con lo que ganaba no me alcanzaba. Si pagaba alojamiento ese d¨ªa no pod¨ªa comer¡±, cuenta sobre los tres meses que pas¨® ah¨ª antes de tomar la decisi¨®n de volver a cruzar a otra frontera.
Ahora vive en La Plata, en un modesto apartamento que comparte con otras dos pr¨®fugas a las que les une tanto el fanatismo pol¨ªtico como la fe evang¨¦lica. Los escasos muebles con los que cuenta fueron hechos por otro ¡°patriota¡± (como se llaman entre ellos estos bolsonaristas) que estuvo unos d¨ªas de paso all¨ª antes de irse para otro lado.
¡°Nuestras armas son la bandera de Brasil y la Biblia¡±
¡°Dicen que somos terroristas, pero nuestras ¨²nicas armas son la bandera de Brasil y la Biblia¡±, asegura Raquel Lopes de Sousa, de 52 a?os, en el comedor de la casa de Buenos Aires donde vive. Comparte el alquiler con dos mujeres que conoci¨® en prisi¨®n: Rosana Maciel Gomes y Alethea Verusca Soares. La bandera de Brasil decora uno de los sillones y del cuello de Sousa cuelga una cruz a la que se lleva las manos de vez en cuando mientras relata c¨®mo los sucesos del 8 de enero de 2023 dieron un giro de 180 grados a su vida.
El Supremo conden¨® a De Sousa a 17 a?os de c¨¢rcel el pasado octubre. En su sentencia, a la que accedi¨® EL PA?S, se se?ala que ¡°particip¨® activamente en forma conjunta con los dem¨¢s a la destrucci¨®n del mobiliario del Planalto. Todos gritaban palabras que demuestran su intenci¨®n de deponer al Gobierno leg¨ªtimamente constituido como ¡®Fuera Lula¡¯ y ¡®Presidente ladr¨®n¡±.
De Sousa mantiene la versi¨®n que dio su defensa durante el juicio: ¡°Estaba asustada y entr¨¦ a buscar a mi hermana, a la que hab¨ªa perdido en medio de la gente¡±. Cuenta que cuando lleg¨® el palacio ya estaba vandalizado y exige que le muestren pruebas en las que se la vea enfrent¨¢ndose a polic¨ªas o rompiendo algo. Asegura que lo ¨²nico que tienen contra ella es un v¨ªdeo que obtuvieron de su propio tel¨¦fono en el que hab¨ªa grabado consignas contra Lula y el comunismo. ¡°?Eso es ser terrorista?¡±, se cuestiona.
¡°Nunca hab¨ªa estado en una comisar¨ªa¡±, se lamenta. Recuerda que cuando ingres¨® en prisi¨®n, durante los primeros 15 d¨ªas no ten¨ªa otra ropa interior que la que llevaba puesta y se la lavaba por la noche para poderla usar al d¨ªa siguiente. Parece un detalle menor cuando despu¨¦s cuenta los problemas que las cerca de 500 mujeres presas ese d¨ªa tuvieron para recibir medicamentos o tratamiento m¨¦dico.
Los autores intelectuales, sin juicio
La Justicia brasile?a sospecha que el asalto a las sedes de la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo no fue improvisado. Bolsonaro est¨¢ acusado de urdir el golpe con varios generales y tiene prohibido salir del pa¨ªs, pero por ahora no se ha sentado en el banquillo de los acusados. Los sospechosos de incentivar, organizar y financiar el asalto tampoco han sido juzgados. Uno de ellos es el pastor evang¨¦lico Symon Filipe de Castro Albino, de 33 a?os, m¨¢s conocido como como Symon Patriota. La Justicia lo acusa de 16 cargos que podr¨ªan acarrearle una pena de prisi¨®n de hasta 30 a?os, pero nunca ha logrado dar con su paradero. Esquiv¨® a la polic¨ªa primero dentro de Brasil y hace unos meses sigui¨® los pasos de aquellos condenados que hab¨ªan buscado refugio en Argentina.
A trav¨¦s de una videollamada, De Castro Albino se remonta a la noche electoral que dio a Lula su tercer mandato. Bolsonaro llevaba meses agitando el fantasma del fraude y el mensaje cal¨® entre sus seguidores. ¡°Nosotros, la gente de derecha, no cre¨ªmos en la victoria de Lula. Nos reunimos delante del cuartel general [del Ej¨¦rcito] 65 d¨ªas, pidiendo que el Ej¨¦rcito intervenga para que Lula muestre las urnas y pruebe que gan¨®. Quer¨ªamos que nos mostrasen las actas¡±, explica en un espa?ol salpicado de palabras en portugu¨¦s. La movilizaci¨®n inicial fue multitudinaria en varias ciudades, pero con el pasar de las semanas comenz¨® a perder fuerza y se decidi¨® hacer una gran manifestaci¨®n en Brasilia despu¨¦s de la asunci¨®n de Lula para dar visibilidad al reclamo.
Este pastor viaj¨® desde S?o Paulo a Brasilia el 5 de enero y, meg¨¢fono en mano, alentaba a los bolsonaristas que iban sum¨¢ndose a participar en una ¡°gran marcha de la libertad¡±. Esta arranc¨® tal y como estaba previsto el d¨ªa 8, pero cuenta que cuando llegaron frente a las sedes oficiales ¡°era un caos y mucha gente estaba aterrorizada¡±. Miles de personas ingresaron en los edificios, pero no fue su caso, dice. ¡°Yo no entr¨¦ porque estaba grabando un vivo para Instagram¡±, recuerda. Cuando comenzaron las detenciones, ¨¦l ya se hab¨ªa escabullido.
Decidi¨® cruzar a Argentina por el presidente Milei, que asumi¨® el poder a finales de 2023. ¡°Cuando gana Milei es nuestra esperanza porque es de derecha, porque es amigo de Bolsonaro y porque tenemos la esperanza de que podremos ser recibidos como refugiados pol¨ªticos¡±, cuenta este padre de cuatro hijos quien ya present¨® toda la documentaci¨®n requerida por la Comisi¨®n Nacional de Refugiados de Argentina (CoNaRe).
M¨¢s de cien peticiones de asilo
Un total de 126 brasile?os han solicitado asilo en Argentina en el primer semestre de este a?o, seg¨²n datos oficiales de Acnur, una cifra que lo coloca como el octavo pa¨ªs con m¨¢s peticiones. Todo solicitante de asilo en Argentina recibe un permiso de residencia transitorio que autoriza a trabajar mientras se resuelve su expediente. No existe un plazo para que las autoridades acepten o denieguen el asilo, pero con la puertas laborales abiertas y un Gobierno af¨ªn a sus ideas, no tienen prisa. ¡°Estamos esperando al delegado de la CoNaRe que nos llame para hacer una entrevista y despu¨¦s un juez nos va a llamar. Aqu¨ª van a analizar nuestro caso uno a uno, de forma individual. En Brasil nos juzgaron a todos juntos por lo mismo¡±, compara De Castro Albino. Otros 40 brasile?os han solicitado en un a?o asilo en Paraguay, seg¨²n Acnur.
El Gobierno de Lula ha solicitado formalmente informaci¨®n a las autoridades argentinas sobre el paradero de 143 brasile?os pr¨®fugos. Los que hayan solicitado asilo saben que, mientras el proceso est¨¦ abierto, no ser¨¢ posible su extradici¨®n. De todos modos, las autoridades brasile?as no han formalizado ninguna solicitud por ahora, seg¨²n la canciller¨ªa.
Los juicios por el intento de golpe de Estado en Brasil empezaron con la tropa, con los acusados de vandalizar los edificios. Todos han seguido el mismo patr¨®n, por lo menos diez a?os de c¨¢rcel. Entre los pocos absueltos, un sin techo que estuvo 11 meses en prisi¨®n preventiva. Los jueces del Supremo brasile?o, que investiga y juzga el asalto de Brasilia, han condenado por ahora a 227 personas.
Tanto Lopes de Sousa como sus compa?eras de piso discrepan de la versi¨®n judicial. Creen que no fue un intento de golpe de Estado sino de un plan del nuevo Gobierno para amedrentar a una oposici¨®n que llevaba m¨¢s de dos meses manifest¨¢ndose ante cuarteles de todo el pa¨ªs. Subrayan, sin pruebas, que el poder de Brasil no est¨¢ en manos de Lula sino de Moraes, a quien definen como ¡°un dictador que impide la libertad de expresi¨®n¡±.
Como ejemplo citan el bloqueo de sus cuentas en las redes sociales y el cierre de X (antes Twitter) ordenado por Moraes a pocas semanas de las elecciones municipales. El juez tom¨® esa decisi¨®n ante la negativa de Elon Musk de bloquear varios perfiles de la ¨®rbita bolsonarista y considerar que existe ¡°un riesgo inminente¡± de que ¡°grupos extremistas y milicias digitales prosigan y ampl¨ªen la instrumentalizaci¨®n de X Brasil con la divulgaci¨®n masiva de discursos nazis, racistas, fascistas, de odio y antidemocr¨¢ticos¡±.
All¨ª donde la justicia ve discursos extremistas y desinformaci¨®n, ellas ven uno de los pocos canales donde ¡°se dice la verdad¡±. De lo que m¨¢s les gusta de vivir en Argentina ¡°es poder volver a expresarnos sin miedo¡±, en palabras de Maciel Gomes. ¡°En Argentina nos sentimos seguros¡±, subraya.
El pasado 7 de septiembre, cerca de 40 bolsonaristas se manifestaron en el Obelisco de Buenos AIres con motivo del D¨ªa de la Independencia de Brasil. Desplegaron banderas, biblias y pancartas en las que se le¨ªa ¡°Fora Lula¡± mientras gritaban ¡°justicia¡± y ¡°Dios, patria, familia y libertad¡± ante transe¨²ntes que les sacaban fotos y les preguntaban qui¨¦nes eran. Esa concentraci¨®n ha sido hasta ahora la evidencia m¨¢s clara de las redes que han tejido en la Argentina de Milei los pr¨®fugos. Otros m¨¢s quer¨ªan asistir pero no pudieron, porque se han ido a vivir a provincias muy distantes, como Misiones y R¨ªo Negro. Comparten informaci¨®n sobre los procesos en Brasil y la vida que arrancan en Argentina y se dan contenci¨®n ante la imposibilidad de regresar porque ser¨ªan apresados al instante.
Las redes no son s¨®lo internas, sino que vivir en Argentina les ha abierto las puertas a la comunidad de la ultraderecha mundial. Maciel Gomes, Verusca Soares y Lopes de Sousa asistieron al Foro Madrid - Buenos Aires liderado por Milei y el l¨ªder de Vox, el espa?ol Santiago Abascal, en la capital argentina. ¡°Milei tiene raz¨®n, estamos librando una guerra cultural y la derecha no nos vamos a rendir¡±, advierte Verusca Soares.
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