El Supremo de Brasil impone 17 a?os de c¨¢rcel al primer condenado por el intento bolsonarista de golpe contra Lula
El alto tribunal buscaba un castigo ejemplar en un megacaso que incluye 1.300 imputados y en el que el expresidente Bolsonaro es investigado
El inform¨¢tico y funcionario A¨¦cio Lucio Costa Pereira, de 51 a?os, que entr¨® a la fuerza en el Senado de Brasil con una turba bolsonarista y vestido con una camiseta que dec¨ªa ¡°intervenci¨®n militar federal¡±, se ha convertido este jueves en el primer condenado por el intento de golpe de Estado contra el Gobierno de Luiz In¨¢cio Lula da Silva. Los jueces del Tribunal Supremo le han impuesto, con nueve votos a dos, una condena de 17 a?os de c¨¢rcel por cinco delitos incluidos los de abolici¨®n violenta del Estado de Derecho y golpe de Estado, adem¨¢s de da?os al patrimonio. Los dos jueces discrepantes consideran que el acusado no cometi¨® un delito de golpe de Estado, por lo que solicitaban penas m¨¢s leves. Ambos fueron designados por el expresidente Jair Bolsonaro, investigado en el caso.
El acusado ha seguido el juicio desde la c¨¢rcel donde lleva preso desde el mismo 8 de enero. Quiso estar presente en la sala del Supremo, en Brasilia, a dos pasos de las sedes del Congreso y la Presidencia, pero el instructor del caso, el juez Alexandre de Moraes, no se lo permiti¨®. Moraes se ha convertido en un h¨¦roe para medio Brasil, que considera que su labor ha sido crucial en el ¨²ltimo a?o para salvar la democracia brasile?a de los ataques bolsonanaristas.
Costa Pereira, el primero de los cuatro acusados que el Supremo pretend¨ªa juzgar esta semana, se declar¨® inocente. Asegura que ¨¦l no cometi¨® ninng¨²n destrozo y que solo particip¨® de una manifestaci¨®n que se fue de las manos. Otros dos imputados fueron condenados durante la jornada. Uno, ingeniero forestal, a 14 a?os; y el otro, repartidor, a 17 a?os.
En sus alegatos, varios de los jueces han argumentado que el primer acusado se autoincrimin¨® al grabarse y difundir tres v¨ªdeos en los que amenazaba con defecar en el pleno del Senado y darse un ba?o en uno de los estanques, presum¨ªa ante sus amigos y les dec¨ªa que no tuvieran miedo, que todo iba a salir bien. El atentado m¨¢s grave contra la democracia brasile?a desde la dictadura fracas¨®. Lula sigue gobernando en su tercer mandato. Y m¨¢s de 200 de los acusados de golpismo siguen en prisi¨®n a la espera de juicio, adem¨¢s del millar que est¨¢ en libertad condicional.
Los jueces del Supremo quer¨ªan enviar un mensaje contundente en esta primera sentencia, imponer un castigo ejemplar con la vista puesta en disuadir para el futuro a posibles imitadores. Los jueces discrepantes abogaban por condenarlo por cuatro delitos, no por cinco, y por imponerle penas m¨¢s leves.
Arranca con esta primera condena una fase crucial para los m¨¢s de 1.300 procesados que aquel domingo invadieron las sedes de los Tres Poderes convencidos de que, creando una situaci¨®n de anarqu¨ªa en la capital, pod¨ªan lograr que los militares asumieran el poder y apartaran al presidente democr¨¢ticamente elegido, Lula. Fracasaron.
El proceso es tambi¨¦n clave para el polarizado Brasil porque el resultado definitivo del proceso judicial fijar¨¢, a nivel institucional, si los actos protagonizados por la turba bolsonarista fueron un intento de golpe de Estado, como sostiene la mayor¨ªa del tribunal en esta primera sentencia (aunque no hubiera armamento pesado ni movilizaci¨®n de tropas) o mero vandalismo contra las principales instituciones del Estado.
Las deliberaciones de los once jueces del Supremo de Brasil son p¨²blicas, se retransmiten en directo por televisi¨®n. De manera que son tan conocidos como la selecci¨®n de f¨²tbol, pero adem¨¢s permite a cualquiera asistir a intercambios que en otros muchos pa¨ªses se producen sin testigos.
Este jueves, el instructor del caso de los actos antidemocr¨¢ticos, Moraes, y su compa?ero Andr¨¦ Medon?a, al que Bolsonaro eligi¨® por ser un jurista ¡°terriblemente evang¨¦lico¡±, han chocado durante la sesi¨®n. Cuando el segundo argumentaba su voto, el primero le ha interrumpido con dureza pero sin desmerecer el ritual de la corte: ¡°Su excelencia, pretender decir que el 8 de enero es culpa del ministro de Justicia es absurdo¡±, ¡°?su excelencia ha venido al plenario a decir que hubo una conspiraci¨®n del Gobierno contra el Gobierno?¡±, ha disparado Moraes visiblemente molesto. Mendon?a le ha respondido airado diciendo ¡°no ponga en mi boca palabras que no he dicho¡±.
Uno de los togados m¨¢s veteranos ha intervenido en apoyo de Moraes para recodar que, antes del asalto, hubo acampadas golpistas e incluso un intento de atentado con explosivos en el aeropuerto de Brasilia que fall¨® por la torpeza de sus autores.
Uno de esos enfrentamientos cuerpo a cuerpo que en Brasil tarda poco en convertirse en un torrente de memes que hacen las delicias de los internautas.
La fiscal¨ªa record¨® durante el juicio el relato que el ahora condenado hizo a sus interrogadores. Les cont¨® que viaj¨® a Brasilia invitado por un grupo de amigos a los que conoc¨ªa del campamento instalado al d¨ªa siguiente de la victoria de Lula ante la sede del Ejercito en S?o Paulo; el grupo se hac¨ªa llamar los patriotas. Costa Pereira, casado y padre de dos hijos, aport¨® 380 euros para el viaje. El prop¨®sito de desplazarse a la capital unos d¨ªas despu¨¦s de la toma de posesi¨®n de Lula era ¡°luchar por la libertad¡±. Tras ser detenido dijo no saber si alcanzar ese objetivo implicaba derrocar al presidente o no. Asegur¨® que ¨¦l siempre crey¨® que la movilizaci¨®n ser¨ªa pac¨ªfica, que fue cacheado al llegar la zona pero que despu¨¦s le sorprendi¨® no encontrar ning¨²n impedimento para entrar hasta el interior del Senado, ubicado junto al Congreso, a la Presidencia y al Supremo en la plaza de los Tres Poderes.
La multitud invadi¨® a las bravas los edificios y arras¨® con cristaleras, mobiliario e incluso obras de arte. El Tribunal Supremo exhibe en la entrada a su sede un ejemplar de la Constituci¨®n da?ado por el fuego y otros objetos damnificados el d¨ªa del asalto. Junto al peque?o santuario, una estatua de Don Quijote. La sede de la m¨¢xima corte es el edificio que con m¨¢s virulencia atacaron los invasores. Se cebaron en la sala de los juicios y en el despacho del juez Moraes, considerado por el bolsonarismo su gran bestia negra.
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