Un artificio inteligente
Claudio Tolcachir dirige un montaje muy navegable sobre la vida del matem¨¢tico Alan Turing
Apaguen sus tel¨¦fonos m¨®viles, para no distraer al padre de la computaci¨®n. Esta comedia dram¨¢tica titulada La m¨¢quina de Turing, por la que el franc¨¦s Benoit Sol¨¨s ha reunido en su persona los premios Moli¨¨re 2019 al mejor autor y al mejor actor protagonista, recrea la peripecia vital de Alan Turing, padre de la inform¨¢tica. El matem¨¢tico y criptoanalista brit¨¢nico tuvo tambi¨¦n un papel sobresaliente en la ruptura de los c¨®digos de la m¨¢quina Enigma, con la que los alemanes ven¨ªan encriptando sus comunicaciones militares desde mucho antes del comienzo de la II Guerra Mundial.
Inspir¨¢ndose en la comedia Breaking the Code, protagonizada en 1986 por Derek Jacobi y reestrenada el a?o pasado por Edward Bennett, Sol¨¨s retrata muy libremente la figura de un visionario que abri¨® caminos insospechados a la ciencia pero fue incapaz de gestionar el conflicto sentimental y legal en el que estaba inmerso. Acusado de mantener relaciones ¨ªntimas con un joven, fue castrado qu¨ªmicamente tras un juicio en el que pec¨® de honesto, pues se declar¨® culpable: se le aplic¨® la misma ley de 1885 que dio en su d¨ªa con los huesos de Oscar Wilde en la c¨¢rcel. Condenado al ostracismo social, Turing se suicid¨® mordiendo una manzana con cianuro.
Daniel Grao, su int¨¦rprete en la producci¨®n espa?ola que acaba de estrenarse en Madrid, con puesta en escena de Claudio Tolcachir, le imprime cierta excentricidad a la figura del genio desali?ado, acent¨²a discretamente el d¨¦bil tartamudeo que le aquejaba cuando se sent¨ªa bajo presi¨®n, consigue ofrecer una imagen org¨¢nica e integrativa de su personaje. Est¨¢ inmerso en ¨¦l, pero lo sobrevuela al mismo tiempo. El contraste entre la genialidad de este Turing suyo y la dificultad que debe vencer para expresarse inspira ternura.
Comod¨ªn de la funci¨®n, Carlos Serrano es sucesivamente: un oficial de polic¨ªa locuaz, a lo teniente Colombo (al que Turing acude a poner una denuncia por robo); el joven achulado con el que el cient¨ªfico mantiene una relaci¨®n sentimental, el campe¨®n de ajedrez con el que trabaja codo con codo en el desencriptado de la m¨¢quina Enigma y un camarero de hotel. De todos estos personajes deja una imagen n¨ªtida en el recuerdo, pues el int¨¦rprete alicantino tensa y pulsa con destreza las cuerdas de sus respectivos m¨¢stiles.
Sol¨¨s ofrece un retrato de Turing plausible, que no fidedigno, y le sirve buenos di¨¢logos, aunque en dos ocasiones se le emborrone la p¨¢gina a base de cargar la pluma de tinta melodram¨¢tica. La traducci¨®n corre bien: Claudio Tolcachir, adaptador, se ha tomado alguna libertad que mejora el texto original. En este, Turing dobla la edad de Arnold, su amante, que ten¨ªa veinte a?os cuando se conocieron. Como en la puesta en escena de Tolcachir es Arnold quien toma de manera decidida la iniciativa de su relaci¨®n, cuando este en el juicio acusa a Turing de haberle seducido, el director argentino lo convierte artificiosamente en malo de la pel¨ªcula. Tal es el ¨²nico escollo de un montaje muy navegable.
La m¨¢quina de Turing. Texto: Benoit Sol¨¨s. Direcci¨®n: Claudio Tolcachir. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 15 de noviembre.
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