Los barrios de Nueva York donde naci¨® Wu-Tang Clan
¡®M¨²sica de c¨¢mara¡¯, de Will Ashon, revela c¨®mo se grab¨® el debut del grupo que catapult¨® este estilo musical a lo m¨¢s alto. Adelantamos un cap¨ªtulo del libro, que se publica el 17 de noviembre
Requisito b¨¢sico de cualquier producto cultural es que su raz¨®n de ser se sustente en un mito fundacional, una historia que pueda contarse (y adornarse) una y otra vez y que se utilice para dilucidar el origen de la esencia de dicho producto. La historia de c¨®mo Enter the Wu-Tang (36 Chambers) vio la luz es un buen ejemplo: una compleja concatenaci¨®n de historias entrelazadas; concebidas y desplegadas con el fin de sugerir que la ascensi¨®n a la cima del grupo detr¨¢s de ese disco estaba, en cierto modo, predestinada.
Uno de los tropos clave de esta historia es que Wu-Tang Clan estaba formado por dos facciones enfrentadas que se unieron y dejaron de lado sus diferencias para conquistar el resto de Nueva York y, despu¨¦s, el mundo entero. Ambas facciones proven¨ªan de ¡ªy resid¨ªan en¡ª dos de los mayores complejos de vivienda p¨²blica de Staten Island (el quinto distrito de Nueva York, el m¨¢s desfavorecido y con peor fama). La rivalidad se alimentaba, en parte, por la proximidad de las Stapleton Houses y los Park Hill Apartments: se pod¨ªa ir a pie de una a otra en menos de diez minutos. Ambas fueron construidas a principios de los sesenta, pero la historia de estas dos urbanizaciones es muy distinta, parec¨ªa como si la arquitectura y la orograf¨ªa de cada lugar fuera un fiel reflejo del cisma hist¨®rico del grupo.
Las Stapleton Houses se dise?aron como viviendas de protecci¨®n oficial para los pobres. Aparte de la caja de escalera enmarcada de color rojo, puede que los seis edificios de ocho plantas no hayan cambiado mucho desde 1962. Albergan casi 700 pisos separados, son unas estructuras enormes de ladrillo rojo con pasajes exteriores que llevan hasta las puertas de entrada y cuyos muros han sido pasto del encantamiento obrado por los esp¨ªritus del grafiti. Un alto enrejado de cables trenzados en forma de rombos confiere al lugar una atm¨®sfera carcelaria y evita que los habitantes se caigan (o se tiren) al vac¨ªo. Es la urbanizaci¨®n de protecci¨®n oficial m¨¢s grande de todo Staten Island, aunque Park Hill, en el terreno que queda justo encima, consigui¨® eclipsarla.
Los Park Hill Apartments se construyeron m¨¢s o menos a la vez que las Stapleton Houses, pero se trataba de un proyecto financiado con capital privado cuyos alquileres tambi¨¦n eran pasto de dichos propietarios. Podr¨ªa decirse que su alumbramiento fue uno de los ¨²ltimos coletazos de las medidas del programa pol¨ªtico de Robert Moses, urbanista cuya indeleble impronta se hab¨ªa dejado sentir en la arquitectura neoyorquina de los ¨²ltimos treinta a?os. La construcci¨®n del puente Verrazano Narrows, que se inici¨® en 1959, fue su ¨²ltimo gran proyecto: una estructura descomunal cuyas torres se alzaban a una altura de m¨¢s de 200 metros sobre el nivel del agua. Moses dijo de este puente que era el ¡°triunfo de la simplicidad y de la sobriedad contra la exuberancia¡±, mientras que el presidente Lyndon B. Johnson lo describi¨® como ¡°una estructura de belleza sobrecogedora y de ingenier¨ªa de alto nivel¡±. Tambi¨¦n era el primer puente de uni¨®n entre Staten Island y otro de los distritos de la ciudad (Brooklyn), y la llegada de neoyorquinos buscando alquileres m¨¢s baratos formaba parte del plan. Y as¨ª ocurri¨®, aunque las razones de su llegada fueran quiz¨¢s algo m¨¢s complicadas de lo que se sospech¨® en un principio.
El 16 de julio de 1964, solo un par de semanas despu¨¦s de que se aprobase la Ley de Derechos Civiles y cuatro meses antes de que el puente Verrazano Narrows se inaugurase, Thomas Gilligan, un polic¨ªa que no estaba de servicio en aquel momento, dispar¨® y mat¨® a James Powell, un joven de quince a?os, en el Upper East Side en Manhattan. Dos d¨ªas despu¨¦s una manifestaci¨®n se dirigi¨® hacia una comisar¨ªa de Harlem para protestar contra el asesinato del chico y les pararon los pies a golpe de porra. Cuando los residentes de la zona empezaron a arrojar botellas y tapas de cubos de basura contra la polic¨ªa, esta empez¨® a disparar al aire, dos mil disparos solo aquella noche. Los disturbios que se originaron entonces se prolongaron por cuatro noches m¨¢s y se extendieron hasta Bedford-Stuyvesant, una zona de Brooklyn cuya poblaci¨®n era mayoritariamente negra.
Fue un momento clave para comprender los cambios que sufrir¨ªa Estados Unidos en los siguientes treinta a?os y los que vendr¨ªan despu¨¦s, pero una de las consecuencias inmediatas fue que los habitantes irlandeses e italianos de Brooklyn empezaron a pensar en mudarse a otro distrito cuyas v¨ªas de acceso eran recientes pero que parec¨ªa m¨¢s seguro. "El ¡°¨¦xodo blanco¡± es, por supuesto ¡ªseg¨²n Daniel Kramer y Richard Flanagan¡ª una de las primeras causas de la explosi¨®n demogr¨¢fica que trajo consigo la apertura del puente Verrazano en 1964¡å. Al llegar esos nuevos habitantes se dieron cuenta de que las casas de aquel distrito eran m¨¢s asequibles y abandonaron los bloques de pisos para instalarse en los lugares m¨¢s c¨®modos del suburbio, donde hab¨ªa ¡°casas m¨¢s grandes con jard¨ªn y con garaje¡± (y, por supuesto, vecinos blancos). Hasta el d¨ªa de hoy, Staten Island es el ¨²nico de los cinco distritos de la ciudad de Nueva York en el que hay m¨¢s propietarios que arrendatarios. Al final de la d¨¦cada, casi todo Park Hill se hab¨ªa destinado a viviendas de protecci¨®n oficial de la Secci¨®n 8, a la que todav¨ªa pertenece hoy en d¨ªa.
Los bloques de pisos de Park Hill tienen superficies m¨¢s lisas que las Stapleton Houses, seis pisos de ladrillo rojo con las bases pintadas de color borgo?a intenso. El exterior carece de encanto alguno, como es tristemente habitual en cualquier otro complejo de protecci¨®n oficial: una serie de bloques id¨¦nticos, con una gigantesca C may¨²scula estampada en la facha da posterior que da a la carretera. Aunque son, supuestamente, m¨¢s peque?os que las Stapleton Houses, eso se explica, en parte, por el hecho de que los doce bloques se dividen en urbanizaciones con nombres diferentes: Park Hill, Fox Hills, Concord Court (donde vivi¨® GZA), St George Plaza, etc¨¦tera. En total son unos 1.600 pisos y te haces una idea del tama?o de la urbanizaci¨®n cuando la ves alz¨¢ndose por detr¨¢s del aparcamiento del Home Depot del barrio en la calle Targee.
Tal vez fuera la creencia de que ya se encontraba en una avanzada fase de decadencia, y de que era un lugar que cual quiera que pudiese permit¨ªrselo acabar¨ªa abandonando, lo que provoc¨® que la zona de Park Hill sufriese un duro golpe con la epidemia de crack a finales de los ochenta. Primero pas¨® a conocerse como Crack Hill y, poco m¨¢s tarde, como Killer Hill, a causa de una serie de tiroteos motivados por el narcomenudeo (volveremos al crack m¨¢s adelante). GZA hace un gui?o a esta zona en ¡°Wu-Tang: 7th Chamber¡± cuando dice que su ¡°estilo despeg¨® desde Killa Hilla¡±. Sin embargo, fue Inspectah Deck quien resumi¨® lo que significaba vivir en esos sitios. ¡°Voy por la vida muy cabreado ¡ªdice, refiri¨¦ndose no tanto a una emoci¨®n sino a una forma de ser¡ª. Es lo que me han hecho esas urbanizaciones.¡±
Los ¨ªndices de homicidios y de delitos relacionados con las drogas han ca¨ªdo en picado en esta zona desde principios de los noventa, pero salta a la vista que eso no se ha traducido necesariamente en una mejora en las condiciones del parque de viviendas. Los vecinos siempre dicen que las peores urbanizaciones estaban en la orilla norte de la isla y que solo fue el ¨¦xito de Wu-Tang lo que otorg¨® mala fama a aquellos enclaves. Aun as¨ª, basta con escuchar ¡®All That I Got Is You¡¯ del primer ¨¢lbum de Ghostface, Ironman, para formarse una idea de los niveles de pobreza con los que crecieron esos chavales durante su infancia, y de ah¨ª la fascinaci¨®n por cualquier actividad que llevase impresa la promesa de sacar a sus familias de la miseria.
El principio de la letra habla de un tiempo cuando en el piso de tres habitaciones de su madre viv¨ªan quince personas. Cuenta, acto seguido, c¨®mo ten¨ªan que dormir cuatro en una cama y sacar cucarachas de las cajas de cereales, c¨®mo los enviaban al vecino con una nota manuscrita de su madre a mendigar comida, etc¨¦tera. Que el poeta Kevin Young haya se?alado la nostalgia que ti?e los recuerdos de infancia de los miembros de Wu-Tang Clan, y que los defina como ¡°una lucha constante por el sustento¡± no dulcifica, en modo alguno, el contexto de extrema pobreza del que hablan. Teniendo en cuenta esas circunstancias, uno se pregunta: ?qui¨¦n no querr¨ªa vender drogas? Por supuesto, la gran iron¨ªa es que le est¨¢s vendiendo droga a tus propios vecinos, tan pobres como t¨², o luchando contra ellos por el derecho a vender droga, y esto exacerba el sentimiento de antipat¨ªa y rivalidad hacia los que no son tus verdaderos enemigos, sino ni?os de tu misma edad, del edificio que est¨¢ en tu misma calle, un poco m¨¢s abajo.
El 134 de Morningstar Road, la casa en la que, seg¨²n reza la leyenda, RZA organiz¨® la reuni¨®n en la que convenci¨® a su variopinta pandilla de asesinos raperos a rendirle pleites¨ªa durante cinco a?os, ya es historia. En su lugar levantaron la mitad de un garaje y un taller de autorreparaci¨®n de coches, en alg¨²n lugar en medio de la nada. Pensando en el m¨²sico de blues Robert Johnson y en su legendario pacto con el diablo, lo cierto es que el nombre de esta calle no est¨¢ exento de cierta iron¨ªa. A fin de cuentas, Morning Star, el lucero del alba es, en la tradici¨®n cristiana, Lucifer (Isa¨ªas 14,12) y re presenta al ¨¢ngel ca¨ªdo (dir¨ªase que, probablemente, producto de un malentendido) de ah¨ª que se vinculara ese nombre al diablo: ¡°?C¨®mo ca¨ªste del cielo, oh Lucifer, hijo de la aurora?¡±. Lo primero en lo que uno se fija, cuando va hacia Morningstar Road, es lo lejos que est¨¢ de Stapleton y de Park Hill. Est¨¢ justo al otro lado de la isla, para lo cual es preciso cruzar el altiplano del interior o dar un largo rodeo por la costa. La zona se repliega bajo los puntales del puente de Bayonne, una de las principales carreteras de acceso a Nueva Jersey, cuya proximidad provoca una sensaci¨®n un tanto agobiante, como si fueras un conejo que puede presentir la sombra de un halc¨®n acech¨¢ndole. Venir hasta aqu¨ª, a un lugar tan alejado de todas las dem¨¢s localidades en las que RZA vivi¨®, parece una decisi¨®n tomada a prop¨®sito. Es como si, para empezar, hubiese decidido retirarse del escenario b¨¦lico y entonces, una vez formulado su plan estrat¨¦gico, y hubiera convocado a los dem¨¢s miembros del grupo, tambi¨¦n lejos de all¨ª, para poder negociar la paz.
Es evidente que, al margen de su funci¨®n como mito fundacional, esta versi¨®n de los hechos tiene sus puntos d¨¦biles. Si se hace un recuento, los Wu nunca fueron una coalici¨®n de dos ej¨¦rcitos enfrentados. Solo Ghostface Killah viene de las Stapleton Houses. Method Man, UGod, Inspectah Deck y Raekwon vienen de Park Hill. RZA y GZA iban de aqu¨ª para all¨¢, revoloteando entre una zona y otra, sin acabar de pertenecer a un bando en concreto, el primero ten¨ªa m¨¢s v¨ªnculos con Stapleton y el segundo con Park Hill. Ol' Dirty Bastard era de Brooklyn. De hecho, se podr¨ªa decir que los tres primos del grupo (RZA, GZA y Ol' Dirty Bastard) eran originariamente de Brooklyn y que fue, precisamente, su distanciamiento de las viejas rivalidades en Staten Island lo que posibilit¨® la formaci¨®n del grupo. Dicho lo cual, tambi¨¦n se podr¨ªa sostener que esa distancia (y sus lazos de sangre) dio lugar a otra facci¨®n dentro del Clan, una a la que los residentes de Stapleton y Park Hill detestar¨ªan con m¨¢s vehemencia, si cabe, de la que nunca sintieron entre s¨ª. Como suele pasar, y rara vez sucede de otro modo con este tipo de historias, esta oscurece tanto como ilumina.
M¨²sica de c¨¢mara
Editorial: Temas de Hoy
Traductor: Alba Pag¨¢n
Formato: Tapa blanda, 416 p¨¢ginas
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