Obama: memorias de decepci¨®n y esperanza
En el primer tomo de su biograf¨ªa, el expresidente estadounidense relata su vida desde su entrada en pol¨ªtica hasta su decisi¨®n m¨¢s comprometida como presidente: matar a Bin Laden
Aquel relato hizo cambiar el pa¨ªs. Y en cierta forma el mundo. Barack Obama alcanz¨® la presidencia de Estados Unidos en 2007 gracias a su talento narrativo. Lo hab¨ªa demostrado en su primer libro, Sue?os de mi padre, una historia sobre sus or¨ªgenes familiares, africanos y americanos, que se convirti¨® en best seller mucho antes de alcanzar la presidencia. Sigui¨® demostr¨¢ndolo en sus discursos, como senador local de Illinois, senador en Washington y finalmente candidato presidencial y luego presidente. Y lo demuestra sobradamente ahora en el primer volumen de sus memorias presidenciales, ejercicio obligado para todo presidente, que muchos, no es este el caso, han resuelto con el uso de plumas de alquiler.
No ha cambiado el argumento de sus libros y de sus discursos, sintetizado por su bi¨®grafo David Remnick (El puente. Vida y ascenso de Barack Obama): ¡°Contando su propia historia: su pasado familiar, su evoluci¨®n como estudiante y trabajador social, su agradecimiento a las generaciones anteriores, su evoluci¨®n como servidor p¨²blico, aprendi¨® a transformarla en una historia emblem¨¢tica: mi historia es vuestra historia y es una historia americana¡±. No alcanz¨® la presidencia ¨²nicamente por su talento literario, sino por su capacidad para convertirse ¨¦l mismo en el protagonista y a la vez narrador de la historia de emancipaci¨®n que culmina con el momento central de su nuevo libro, que es la entrada por primera vez de un ciudadano negro en el Despacho Oval.
Por encima del balance pol¨ªtico moderadamente positivo y suavemente optimista de su presidencia, hay un hecho singular que cierra un ciclo de la historia. Obama es el primer ciudadano de color que se aloja como presidente y no como subordinado en la primera mansi¨®n del pa¨ªs, construida y servida en sus or¨ªgenes por esclavos negros. La Casa Blanca es tambi¨¦n protagonista de esta narraci¨®n. El edificio, su historia, los colaboradores del presidente, el personal subalterno que la hace funcionar, negros, asi¨¢ticos e hispanos en su mayor¨ªa, reciben una especial atenci¨®n de un memorialista consciente y detallista respecto al significado de todo lo que le concierne. ¡°Aquellos que ocupaban el despacho del presidente se sent¨ªan m¨¢s c¨®modos cuando en su intimidad les serv¨ªan personas a las que no consideraban sus iguales y que por lo tanto no pod¨ªan juzgarlos¡±. Uno de ellos le dice a Obama: ¡°No sabe lo que significa realmente para nosotros, se?or presidente, tenerle a usted aqu¨ª. No tiene ni idea¡±.
Su llegada fue el momento de pasar de las palabras a la acci¨®n, narrado con minuciosidad a veces excesiva en este primer volumen. Una tierra prometida abarca desde la entrada en pol¨ªtica hasta la decisi¨®n m¨¢s comprometida de su presidencia, como fue la orden de acabar con Bin Laden. Las explicaciones son completas y argumentadas. Siempre hay m¨¢s dudas que certezas. Sopesa los pros y los contras. Todo exige una vuelta m¨¢s antes del punto de no retorno. Abunda el anecdotario y destacan los retratos con frecuencia malintencionados de los protagonistas de la pol¨ªtica mundial. Tambi¨¦n las escenas de tensi¨®n y dramatismo en momentos cruciales de la campa?a electoral y de la presidencia. La prolijidad es inevitable: un pol¨ªtico menos articulado y dubitativo no hubiera necesitado 900 p¨¢ginas solo para llegar hasta la mitad de su primer mandato.
El cambio se produjo. Tambi¨¦n la decepci¨®n. Y no fue para tanto. V¨¢clav Havel se lo hab¨ªa advertido: ¡°Has sido maldecido con la carga de las altas expectativas de la gente. Esto implica que los decepcionar¨¢s pronto. Es algo que me resulta muy conocido. Me temo que puede ser una trampa¡±. Estas son memorias de la decepci¨®n y de la esperanza. Impregnadas de un optimismo cauto y en sordina. Propias de un creyente. Obama tiene fe en la promesa de igualdad formulada por los textos fundacionales de Estados Unidos, aunque su cumplimiento est¨¦ lejos, quiz¨¢s demasiado lejos. El ¨²nico cambio ostensible, al final, es el propio Obama. Que alguien como ¨¦l, con el color de su piel, su historia, sus ideas y sus convincentes relatos, haya pasado por la Casa Blanca. Y la dolorosa factura del cambio es Donald Trump.
El poso amargo de su presidencia es el contraste entre la guerra sin cuartel que le organizan los republicanos, especialmente por su reforma sanitaria, y la ¨²nica ocasi¨®n de consenso aut¨¦ntico que consigue con la muerte de Bin Laden. ¡°Me imagin¨¦ c¨®mo ser¨ªa Estados Unidos si pudi¨¦ramos unir al pa¨ªs para que nuestro Gobierno invirtiera el mismo nivel de experiencia y determinaci¨®n en educar a nuestros hijos o dar cobijo a los indigentes que en atrapar a Bin Laden¡±.
No es f¨¢cil este ejercicio memorial¨ªstico, especialmente despu¨¦s de descender del pedestal m¨¢s alto. Obama lo supera como un atleta de alta competici¨®n. Su autocontrol es admirable. Ante todo, del ego. La modestia y la humildad no son virtudes morales en su caso, sino disciplinas de una mente racional, fr¨ªa y realista. El hombre que m¨¢s poder ha tenido conoce los l¨ªmites del poder y sabe gestionarlos. Todo pasa factura, que a veces hay que pagar de forma vergonzosa. Nunca se avanza sin renuncias. Obama exhibe una conciencia agud¨ªsima de qui¨¦n es, cu¨¢l es su papel y hasta d¨®nde pod¨ªa llegar en sus atribuciones presidenciales.
La lectura de estas memorias ser¨ªa desgarradora si Trump hubiera ganado otra vez el pasado 3 de noviembre. En las nuevas circunstancias confirman la sentencia de Martin Luther King, con tanta frecuencia citada por Obama: ¡°El arco del universo moral es largo, pero tiende hacia la justicia¡±.
Una tierra prometida
Autor: Barack Obama.
Editorial: Varios traductores. Debate, 2020.
Formato: 1.129 p¨¢ginas. 27,90 euros.
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