Leslie Jamison: ¡°Tras el mito del genio autodestructivo hay mucho dolor¡±
La escritora estadounidense aborda la fuerza del mito del artista maldito y la tortuosa y fruct¨ªfera relaci¨®n entre literatura y alcoholismo, en un ensayo que mezcla con sus memorias
Antes de cumplir los 30 a?os Leslie Jamison (Washington, 1983) ya hab¨ªa conquistado a la cr¨ªtica y se hab¨ªa colocado en las listas de libros m¨¢s vendidos con El anzuelo del diablo. Sobre la empat¨ªa y el dolor de los otros (Anagrama). En esa antolog¨ªa reuni¨® varios de sus ensayos personales que lindaban con el reportaje, unos escritos en los que de alguna manera tomaba el testigo de la maestra del g¨¦nero, Joan Didion, y con una prosa limpia y exacta atacaba al coraz¨®n de cualquier tema que se le pusiera delante. ...
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Antes de cumplir los 30 a?os Leslie Jamison (Washington, 1983) ya hab¨ªa conquistado a la cr¨ªtica y se hab¨ªa colocado en las listas de libros m¨¢s vendidos con El anzuelo del diablo. Sobre la empat¨ªa y el dolor de los otros (Anagrama). En esa antolog¨ªa reuni¨® varios de sus ensayos personales que lindaban con el reportaje, unos escritos en los que de alguna manera tomaba el testigo de la maestra del g¨¦nero, Joan Didion, y con una prosa limpia y exacta atacaba al coraz¨®n de cualquier tema que se le pusiera delante. Jamison ha reivindicado texto tras texto que el sentimiento intenso o el dolor no tienen por qu¨¦ hacer descarrilar una historia ni disolverla en un tono amarillo sensacional o ros¨¢ceo dulce, sino que pueden cargarla de fuerza cuando est¨¢n bien tra¨ªdos y contados.
Aguda observadora, licenciada en Harvard y en el legendario taller de escritura de la Universidad de Iowa, su debut novel¨ªstico fue con El armario de la ginebra (Sexto Piso). El t¨ªtulo y aquella historia protagonizada por una dips¨®mana no fueron algo fortuito, la joven autora arrastraba desde el final de la adolescencia una autodestructiva adicci¨®n al alcohol. En La huella de los d¨ªas (Anagrama) entra a fondo en esa historia de copas sin fin, de relaciones truncadas y viajes alcoh¨®licamente delirantes. La va hilando con la de grandes creadores machacados por el alcohol o las drogas, explorando la leyenda del artista maldito, y desenterrando centros y m¨¦todos de desintoxicaci¨®n en EE UU, desde Alc¨®holicos An¨®nimos hasta la Granja de Narc¨®ticos donde estuvo William Burroughs. Billie Holiday y Amy Winehouse, Raymond Carver, John Cheever o John Barryman pasando por Jean Rhys o Charles Jackson ¡ªque escribi¨® aquella alcoh¨®lica novela, D¨ªas sin huella, que inspira el t¨ªtulo de esta traducci¨®n al castellano¡ª. Jamison disecciona con esmero la fatal mezcla que ha marcado y dejado a tantos por el camino.
Ella se expone en primera l¨ªnea en un libro en el que invirti¨® ocho a?os y que pas¨® de ser su tesis doctoral a convertirse en las memorias de su primera juventud. Lleva una d¨¦cada sobria. Desde su apartamento en Brooklyn habla por videoconferencia movi¨¦ndose del sal¨®n al dormitorio, contestando desde el sof¨¢ o desde la cama, mostr¨¢ndose tan flexible, reflexiva, perspicaz y sutil como en sus escritos. Madre de un beb¨¦ y profesora en la Universidad de Columbia, Jamison conserva ese tatuaje en lat¨ªn en su brazo izquierdo (¡°soy humana, nada me es ajeno¡±), y mantiene intacta su inteligente sinceridad.
Pregunta. La huella de los d¨ªas arranc¨® como una investigaci¨®n sobre la relaci¨®n entre alcoholismo y literatura. ?C¨®mo acab¨® metiendo su biograf¨ªa?
Respuesta. Pensaba centrarme en cuatro escritores estadounidenses y su relaci¨®n con distintos centros de desintoxicaci¨®n. Pero en un momento dado comprend¨ª que lo que m¨¢s me mov¨ªa era confesar por qu¨¦ me interesaba ese tema. Decid¨ª que meter¨ªa mi historia como la espina dorsal que hilase las 400 p¨¢ginas.
P. Al contar su historia expone tambi¨¦n a otros.
R. En general todo lo que escribes acarrea contar la historia de otra gente, porque no hay ninguna vida que no sea una custodia compartida. Siempre compartes las experiencias. Por eso, aunque no funciona en todas las ocasiones, realmente intento que cuando las personas que est¨¢n en mi vida se convierten en personajes entren en el proceso. Les doy borradores para que vayan leyendo y luego converso con ellos. Te dicen que recuerdan algo de manera distinta o que es duro que algo vaya a ser p¨²blico, o que hay un 10% que les incomoda.
P. ?Qu¨¦ hace entonces?
R. Mi pareja en ese tiempo que rememoro en el libro, ley¨® dos versiones del manuscrito ¨ªntegras. Intent¨¦ no hacer eso de ¡®si quieres leer este libro tan largo en la pr¨®xima semana y comentarme algo est¨¢s a tiempo¡¯. Quer¨ªa darle m¨¢s vida al libro basado en lo que ¨¦l ten¨ªa que decir, y sus recuerdos y opiniones no me constri?eron como una camisa de fuerza, sino que me permitieron aportar una mayor complejidad a la historia, algo a lo que todo escritor debe aspirar. Es m¨¢s complejo que poner ah¨ª simplemente mis recuerdos.
P. Pero, al final, la escritura no es un proceso democr¨¢tico, usted decide como autora.
R. Una historia personal no se escribe en consenso, pero puede presentar las distintas versiones. Dos personas no tienen la misma visi¨®n de su relaci¨®n, pero es que incluso una misma persona tiene distintas perspectivas de su vida. Yo a veces me siento de seis maneras diferentes sobre una situaci¨®n o una persona. Trato de reconocer esto, y por eso a veces el desacuerdo llega a la p¨¢gina. No creo que la congruencia retrate con fidelidad la vida emocional de uno.
P. Escribi¨® sobre adicciones en plena crisis de opi¨¢ceos y narra un desafortunado encuentro sexual, pero rechaza asumir el papel de v¨ªctima. ?Por qu¨¦?
R. Una de las preguntas que recorre el libro es a qu¨¦ gente se la ve como moralmente responsable de sus adicciones y a quien como una v¨ªctima que merece nuestra comprensi¨®n. Era consciente de que, en el contexto estadounidense, al ser una chica joven y blanca, de familia acomodada, yo encajo a la perfecci¨®n en el tipo que inspira l¨¢stima y simpat¨ªa, alguien que no es considerada como un signo de decadencia moral. Una mujer afroamericana a finales de los 80 adicta al crack rara vez era vista as¨ª, porque en este tema hay una divisi¨®n racial y de g¨¦nero. Del mismo modo, una mujer autodestructiva ser¨¢ juzgada m¨¢s duramente que un hombre.
P. Su libro sali¨® casi en paralelo al estallido del Metoo, pero narra un episodio de abuso sin calificarlo como tal.
R. Podemos desarrollar un tipo de inmunidad ante historias que ofrecen versiones muy resumidas y en t¨¦rminos muy categ¨®ricos. Hice ese relato de tres p¨¢ginas sobre un encuentro sexual totalmente alcoholizado y fue algo consciente, complejo y muy delicado. Creo que es importante dar detalles por cuestiones art¨ªsticas, porque eso aporta una conciencia compleja, y tambi¨¦n por motivos ¨¦ticos. No ayuda a nadie fingir que cuestiones relacionadas con el consentimiento a veces no se vuelven muy complicadas y que es dif¨ªcil hablar de ello. No s¨¦ si lo que sucedi¨® esa noche puede ser considerado como una violaci¨®n o no y por eso quiero dar la versi¨®n larga en lugar de meterlo directamente en esa categor¨ªa. Quiero explicar lo que pas¨®, que hubo momentos en ese encuentro en que no estaba dando mi consentimiento, pero estaba muy, muy borracha, y ¨¦l tambi¨¦n. La literatura te permite recrear cu¨¢l era el sonido de ese ventilador que se mov¨ªa y se deten¨ªa seg¨²n iba y ven¨ªa la corriente el¨¦ctrica y c¨®mo ol¨ªa el sudor del tipo y qu¨¦ poemas estaban en mi mesita de noche. Y todo eso rescata la experiencia de categorizaciones.
P. ?Qu¨¦ tiene de atractivo el artista maldito?
R. Es como si quisi¨¦ramos creer en un universo en el que las vidas que parecen oscuras tienen sentido. Si decimos que en esa oscuridad est¨¢ la ra¨ªz de un arte magn¨ªfico o que vamos a esos lugares oscuros para traer algo maravilloso de vuelta, resulta m¨¢s f¨¢cil vivir en un mundo lleno de oscuridad. Hay algo que consuela en esa alquimia.
P. ?Desmitific¨® el malditismo?
R. Cuando empec¨¦ con el libro quer¨ªa contrarrestarlo, mostrando que detr¨¢s de esa versi¨®n m¨ªtica de, digamos Carver, sacando sus relatos perfectos de la mente sonada de un alcoh¨®lico, tambi¨¦n hay un tipo solitario y con sobrepeso que com¨ªa cosas horribles solo. Detr¨¢s de la mitolog¨ªa del genio autodestructivo hay mucho dolor no rom¨¢ntico y este es el aspecto que tiene. Tambi¨¦n quer¨ªa mostrar que la oscuridad no es el ¨²nico lugar del que se puede extraer la verdad. Y todo estaba mezclado con mi propio proceso de dejar la bebida. Pero llegu¨¦ a un lugar m¨¢s complicado porque hay gente autodestructiva que hace y ha hecho gran arte y tambi¨¦n otros que no lo son y hacen arte maravilloso.
La huella de los d¨ªas. Leslie Jamison. Traducci¨®n de Rita Da Costa. Anagrama, 2020. 632 p¨¢ginas. 24,90 euros.