Lo que habla en nosotros
Puesto que acabamos convirti¨¦ndonos en lo que pensamos, mejor que pensemos en aquello en lo que nos queremos convertir. Las upanisad hinduistas indican un modo de hacerlo m¨¢s all¨¢ del racionalismo occidental
El universo habla. No siempre elige para hacerlo palabras claras, pero s¨ª palabras limpias, puras, trascendentes. Palabras que hacen que lo inmanifiesto se manifieste (cada ser emanado y pronunciado por ¨¦l le presta su voz y su cuerpo para que se toque, se vea y se escuche a s¨ª mismo) y que, al anudarse las unas a las otras, forman una infinita red de relaciones que conectan todo con todo. Lo que es suena, resuena. Hay que record¨¢rselo, eso s¨ª, o merecerse que ¨¦l o eso lo recuerde para nosotros, desde dentro de nosotros. El sonido, el nudo: lo que apenas dura (una s¨ªlaba basta), lo que apenas se ve (es del tama?o de un pulgar) sosteniendo la creaci¨®n entera. Las upanisad explican, cada una a su modo, el misterio de la gran afinidad secreta que hay entre el cosmos y el coraz¨®n del ser humano. Una empresa imposible porque lo que no tiene orillas se resiste a ser encauzado, pero, al mismo tiempo, una tarea obligatoria si queremos liberarnos de las ataduras que nos impiden viajar de regreso a lo alto.
En Upanisad. Correspondencias ocultas, un libro que recoge las 13 m¨¢s importantes de las 200 que hay ¡ª editadas y traducidas por Juan Arnau (con la colaboraci¨®n de ?scar Figueroa, Wendy Phillips, Roberto Garc¨ªa y Vicente Gallego) y publicadas por la editorial Atalanta¡ª, aprendemos la importancia del sacrificio, que exige encender un fuego ritual fuera y dentro de nosotros (nuestros deseos y nuestro yo como v¨ªctimas propiciatorias), y del aliento vital (el viento, la respiraci¨®n, el canto), principio al que se someten los dem¨¢s principios y tambi¨¦n los dioses. Y que la ex¨¦gesis, los juegos de lenguaje eruditos, el estudio o la raz¨®n no son nada sin el ardor, esa cualidad que enciende el horno donde la experiencia de lo supremo se cuece como un pez en el vientre de un p¨¢jaro pescador. Y que debemos ser como serpientes que se deshacen de su piel y la abandonan sobre un hormiguero si aspiramos a renacer en la luz. Y que cuidado con ser ciegos guiados por ciegos, una rana en el fondo de un pozo seco, un carro uncido a caballos salvajes. Y que la sal, cuando se arroja sobre el agua, desaparece pero sigue presente en el sabor. Y que hay dos p¨¢jaros amigos en una rama, uno de los cuales se alimenta de bayas mientras el otro observa. Y que, aunque nos percibamos inmaculados y autosatisfechos, somos espejos embarrados que necesitan ser limpiados y vueltos a pulir. Y que mangos, higos, gansos, ara?as u hormigas tienen mucho que decirnos acerca de la constituci¨®n y las din¨¢micas de lo real.
Casi todo cabe en estas ¡°correspondencias ocultas¡±: el pante¨ªsmo, el de¨ªsmo, el te¨ªsmo o el agnosticismo
Imprescindibles, junto a los himnos v¨¦dicos y la Bhagavad Gita, para comprender el hinduismo, cada una de estas upanisad ¡ªt¨¦rmino que Juan Arnau traduce como ¡°correspondencias ocultas¡±¡ª expone una posici¨®n distinta frente al problema de lo divino. Casi todo cabe en ellas: el pante¨ªsmo, el de¨ªsmo, el te¨ªsmo o el agnosticismo. Unas est¨¢n cercanas al budismo y otras al samkhya (o a ambos). Unas son defensoras de la primac¨ªa del ritual y otras de la experiencia m¨ªstica sin mediadores. Unas creen que el esfuerzo y el estudio son senderos acertados y otras que lo ¨²nico que abre las puertas del cielo (o como se llame) es la gracia. Unas son dialogadas y otras est¨¢n escritas en forma de poema. Unas son extensas y otras brev¨ªsimas. Unas son di¨¢fanas y otras encadenan enigmas. En unas el creador se siente tan solo que se divide en dos partes, que encajan entre s¨ª como las dos mitades de un guisante, y en otras no se le menciona porque lo que importa es c¨®mo pronunciar correctamente un texto para que sea eficaz, las clases de consciencia a las que remite la s¨ªlaba OM (AUM en s¨¢nscrito), o cu¨¢ntos ladrillos hay que usar para que el altar cumpla su cometido. Muy distintas, ya se ve, pero concomitantes en lo esencial: en hacernos comprender (con met¨¢foras, ideas filos¨®ficas, mitos, discursos, versos, conversaciones o s¨ªmbolos) que, puesto que acabamos convirti¨¦ndonos en lo que pensamos, mejor que pensemos en aquello en lo que nos queremos convertir. Y que lo hagamos sin soltarnos del hilo que nos ata, en ese gran tapiz del universo, al resto de los seres y nos pone en relaci¨®n sustancial con ellos.
Como afirma la prasna upanisad, el embustero se seca hasta la ra¨ªz. Embustero o ignorante, es decir, el que no ha aprendido, seg¨²n la svetasvatara upanisad, a discernir entre esp¨ªritu y naturaleza. Embustero que confunde la palabra con la cosa a sabiendas. Ignorante que no sabe que la palabra es un veh¨ªculo hacia el sonido primordial, no hacia el prestigio social, la satisfacci¨®n de los placeres o los torneos dial¨¦cticos. Las upanisad nos hablan, nos siguen hablando tantos siglos despu¨¦s, de lo que habla en nosotros.
Jes¨²s Aguado es poeta y traductor.
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