Los originales y sus infinitas copias
Ferran Toutain apunta que las ideolog¨ªas se reducen a sus ostentaciones simb¨®licas y que la autenticidad es solo imitaci¨®n colectiva, individuos que repiten un patr¨®n
Pocas ¨¦pocas habr¨¢ habido en la historia que hayan rendido un mayor culto a la originalidad que la nuestra. Pero tambi¨¦n habr¨¢ muy pocas en las que las conductas gregarias hayan alcanzado mayor prestigio que en el presente. Esta aparente paradoja la explica de maravilla Ferran Toutain en Imitaci¨®n del hombre, la versi¨®n castellana y ampliada de su Imitaci¨® de l¡¯home, de 2012.
El culto rom¨¢ntico a la originalidad se apoya en la visi¨®n rousseauniana seg¨²n la cual la vida social pervierte, reprime, falsea y esclaviza al yo aut¨¦ntico de cada individuo, sepult¨¢ndolo bajo la m¨¢scara que la vida p¨²blica nos obliga a adoptar; ¨²nicamente ciertos h¨¦roes geniales son capaces de librar un combate contra la sociedad y por la expresi¨®n de esa naturalidad que el yo social oculta y pretende aniquilar.
Buena parte del libro de Toutain se dedica a desmontar esta falacia de la mano de una serie de autores siempre presididos y guiados por Witold Gombrowicz, lo que desemboca en la misma conclusi¨®n que la investigaci¨®n antropol¨®gica; a saber: que no hay m¨¢s yo que el yo social (¡°no hay nada en el hombre que no provenga de la imitaci¨®n de otros hombres¡±), y que la ilusi¨®n de un ¡°yo aut¨¦ntico¡± situado antes, despu¨¦s, por encima o por debajo de la sociedad es uno de esos fantasmas que Kant consideraba ilusiones ¨®pticas producidas por las nieblas y brumas en las que se abisma el esp¨ªritu cuando pretende ir m¨¢s all¨¢ de la peque?a Isla de la Verdad que limita ¡ªpero tambi¨¦n posibilita¡ª nuestro conocimiento. De modo que los intentos de conquistar ese territorio quim¨¦rico conducen necesariamente al naufragio, al derrumbamiento ps¨ªquico experimentado por todos los que han pretendido deshacerse de sus m¨¢scaras sociales. Aunque tambi¨¦n dec¨ªa Kant que, si bien el hombre nunca puede coronar con ¨¦xito esas aventuras, tampoco puede dejar de emprenderlas una y otra vez.
Quiz¨¢ por ello la autenticidad se ha ido encarnando hist¨®ricamente en diferentes instancias ¡ªla naci¨®n, la raza, la clase, el partido, el pueblo, la sexualidad, el g¨¦nero, la lengua¡ª que obligan a pensar la originalidad como imitaci¨®n colectiva, como identidad; es decir, como una colecci¨®n de notas compartidas por millones de individuos que repiten el mismo patr¨®n sin variaciones significativas. ?C¨®mo es posible, pues, que esta identidad colectiva se oponga a ¡°la sociedad¡±?
Digamos que la otra mitad del libro de Toutain nos ense?a que lo que el culto a la autenticidad denuesta y desprecia no es ¡°lo social¡± gen¨¦ricamente considerado, sino una clase muy peculiar de sociedad: la sociedad ¡°burguesa¡±, o sea, la de la Ilustraci¨®n, los derechos civiles y la democracia liberal. El motivo de ese rechazo es tan simple como poderoso. La identidad ¡°aut¨¦ntica¡± o ¡°profunda¡±, precisamente porque es una ilusi¨®n (aunque, como dice el refr¨¢n, de ilusi¨®n tambi¨¦n se vive, y se muere, y se mata), s¨®lo puede manifestarse mediante esas expresiones y exteriorizaciones p¨²blicas que a veces se llaman equ¨ªvocamente ¡°simb¨®licas¡±. Digo ¡°equ¨ªvocamente¡± porque tendemos a pensar que tras los s¨ªmbolos hay una ¡°manera de pensar¡±, una ¡°idea¡±, una ¡°convicci¨®n¡±, una ¡°opini¨®n¡± o un sentimiento aut¨¦ntico del yo profundo y, en definitiva, una ideolog¨ªa, cuando en realidad las ideolog¨ªas ¡ªque, como dice Toutain, no se inventaron para comprender el mundo, sino para negarlo¡ª se reducen a sus ostentaciones simb¨®licas y se agotan en ellas: ¡°un recorte de bigote¡±, ¡°un corte de pelo radical, unos pantalones con remiendos y unos cuantos hierros grapados en narices y orejas¡± o ¡°unas inflexiones de voz¡± y unas pocas f¨®rmulas verbales fijas y vac¨ªas imitadas irracional pero rigurosamente por todos sus partidarios.
La democracia, al poner a competir en la misma palestra y en condiciones de igualdad a todas esas identidades en un r¨¦gimen de opini¨®n p¨²blica, impide que ninguna de ellas pueda llevar sus sagrados principios hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Y esa es justamente la raz¨®n de que las ideolog¨ªas la consideren como una organizaci¨®n pol¨ªtica y social ¡°falseada¡± e inaut¨¦ntica. Aunque ninguna de ellas, por supuesto, se plantea ya sustituirla por otro sistema sociopol¨ªtico (pues la experiencia hist¨®rica les ha hecho conscientes del fracaso que les aguardar¨ªa), sino simplemente parasitarla, corroerla y erosionarla hasta obtener de ella ¡°los privilegios de las especies protegidas¡±: han descubierto que pueden ¡°participar en los beneficios materiales del capitalismo sin abjurar de los beneficios espirituales del comunismo¡±. Y por ahora van ganando. Han invadido las instituciones pol¨ªticas, acad¨¦micas y medi¨¢ticas, se han apoderado de las redes sociales y han conseguido que defender lo ¨²nico que se les puede oponer a estas fake news de la pol¨ªtica, el periodismo, el arte, la filosof¨ªa y las ciencias sociales, es decir, el amor a la verdad, la independencia de criterio, la comprobaci¨®n emp¨ªrica y la autonom¨ªa intelectual, sea denunciado como s¨ªntoma de demencia senil contagiosa y da?ina. Pero precisamente porque las ideolog¨ªas mim¨¦ticas son espejismos compartidos por las muchedumbres que navegan entusiasmadas hacia el naufragio, es importante, y a la vez extremadamente dif¨ªcil, que se escriban y se lean libros como este.
Imitaci¨®n del hombre
Autor: Ferran Toutain.
?Editorial: Malpaso, 2020.
Formato: 286 p¨¢ginas. 22 euros
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