Razones para amar un libro
Edgardo Cozarinsky da una lecci¨®n de gran literatura con ¡®Turno noche¡¯, la historia de una muchacha que deja la selva para instalarse en Buenos Aires
En primer lugar (de las razones para amar un libro) es que el libro, si es novela, te lleve de un plumazo de la realidad a las nubes. En segundo t¨¦rmino, conviene que el argumento (hecho de palabras, pues as¨ª se escribe, con palabras) sea como un sue?o que persiste cuando, despierto, sabes que es mejor no saber en concreto qu¨¦ estuvo pasando mientras dorm¨ªas. Y como las palabras cuentan los sue?os, es mejor que el libro parezca incompleto, irreal, como Los adioses de Onetti, Pedro P¨¢ramo, de Rulfo, o casi todas las enso?aciones de Borges. Contra esas bondades que hacen que los libros sean oro molido mientras no caen bajo el hacha de la simplificaci¨®n (o del tema) conspira en gran medida la industria del empaquetado de libros, aceptados o no seg¨²n sean los asuntos que se anuncian en portada.
Pero a veces aparecen, en los intersticios de esa industria que exige argumento como las carreteras precisan del piche, libros que ofrecen el gozo de abrazarse a las palabras como si estas fueran preciosas perlas de los sue?os. En este caso estamos de suerte porque ha vuelto Edgardo Cozarinsky, que proviene de la tribu absorbente de aquellos tres latinoamericanos que marcaron, con l¨¢piz de borrar, la literatura de decir y de so?ar que nadie ha podido despintar en a?os de borrado masivo de la calidad que tienen por dentro los libros.
Este Turno noche con el que se devuelve a la literatura a este cineasta que se parece, f¨ªsicamente, a Erich von Stroheim, y que literariamente tiene sus propios surcos (Carta a un padre est¨¢ entre sus ¨²ltimas obras), es la esencia de una historia: una chica sale de la selva, viaja a Buenos Aires signada por un conjuro y acaba en los abrazos de un periodista triste que ignora los designios que marcaron la vida (?la vida?) de esta mujer enigma. Si el argumento (?el dichoso tema!) fuera el gancho para conducir a la lectura de Cozarinsky es que no hemos entendido nada del lugar del que vienen sus ense?anzas. Y el triunvirato en cuyo centro est¨¢ Borges dir¨ªa: ¡°Che, no te equivoques, no es tan solo un libro; ¨¢malo porque es m¨²sica pintada, un cuadro del que sales como si lo hubieras so?ado¡±.
Turno noche
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