Juzgar un libro por su portada: las mejores (y peores) cubiertas del invierno
Un acercamiento desde el dise?o gr¨¢fico a las ¨²ltimas novedades editoriales, de los nuevos libros de Milena Busquets y Luna Miguel a los de Najat el Hachmi y Selva Almada
Es cosa sabida que el dise?o de una portada condiciona la imagen que tenemos de un libro (por lo menos hasta que empezamos a leerlo). Elegir un estilo de ilustraci¨®n es una herramienta poderosa a la hora de predisponer al lector. El lunes nos querr¨¢n, de Najat El Hachmi (Destino), tiene en su portada la imagen de unas mujeres que se solapan, que miran al lector, trazadas a base de masas de color y transparencias. Es una mirada un tanto fantasmal, equ¨ªvoca, pero dibujada con un estilo decididamente contempor¨¢neo, y que ya de entrada sit¨²a la acci¨®n en la actualidad. ¡°Esta novela es de tu tiempo¡±, parece decirnos. El dise?o de la cubierta, que responde al esquema fijo de la colecci¨®n ?ncora y Delf¨ªn, compone el t¨ªtulo en una aseada tipograf¨ªa Century Schoolbook: cl¨¢sica hasta rozar la invisibilidad, no resta protagonismo al dibujo.
Caliente, de Luna Miguel (Lumen), tambi¨¦n habla de lo femenino, pero la ilustraci¨®n, que no parte de un cuadro cl¨¢sico, aunque su estilo lo sea; pertenece m¨¢s a lo et¨¦reo que a lo material. El texto aborda ¡°el deseo, el amor plural y la creaci¨®n literaria¡±, y la mano silueteada sobre blanco tiene un punto de irrealidad (la rosa injertada, la postura l¨¢nguida, la gota de sangre) que sit¨²a el libro en un plano atemporal y simb¨®lico, como si encerrara multitud de significados y misterios. Es complicado componer con acierto una portada que tiene esta sobredosis de espacio en blanco, pero aqu¨ª el resultado es elegante y, precisamente por su falta de equilibrio, muy sofisticado. Que la ¡°espina¡± que rasga la piel y provoca la sangre sea un remate tipogr¨¢fico viene a ser un efectista trampantojo de letra y dibujo, un recurso de dise?o llamativo y, posiblemente, innecesario.
Tambi¨¦n el espacio desocupado es una clave de dise?o en Al final siempre ganan los monstruos, de Juarma (Blackie Books). Un t¨ªtulo de semejante longitud corre el riesgo de desbordar cualquier cubierta, problema que se solventa componi¨¦ndolo a un cuerpo (casi escandalosamente) diminuto. Eclipsado por el nombre del autor, la disposici¨®n tipogr¨¢fica resulta un tanto descompensada. Acerca del espacio, toda la mitad superior de la cubierta es una pared amarillenta, y ese vac¨ªo ya es un ligero toque de atenci¨®n. El peso gr¨¢fico se queda en la parte de abajo, donde la ilustraci¨®n fe¨ªsta de una moto cochambrosa es una acertada met¨¢fora del ¡°relato despiadado de la juventud de la Espa?a profunda¡± que promete la solapa. El conjunto funciona muy bien porque resulta duro, descarnado. Como, suponemos, la novela.
Gema, de Milena Busquets (Anagrama), tambi¨¦n juega con el espacio, pero de una manera m¨¢s delicada. Punt¨²a a su favor que el t¨ªtulo del libro es muy cortito, y no compite con la ilustraci¨®n Correu cal¡¤ligr¨¤fic, de Mar? Rabal, que cuenta su propia historia y que tiene un interesante ritmo gr¨¢fico. Es un buen ejemplo de c¨®mo los fondos coloridos de Anagrama resultan m¨¢s modernos cuando envuelven ilustraciones silueteadas.
En el departamento de im¨¢genes perturbadoras tenemos dos propuestas con detalles en com¨²n pero que producen resultados muy diferentes. No es un r¨ªo, de Selva Amada (Literatura Random House) enmarca su magn¨ªfica ilustraci¨®n con dos bandas negras y letras coloridas. La tipograf¨ªa contundente, siempre la misma en las portadas de esta editorial, es lo suficientemente impersonal para no quitar protagonismo a una imagen llena de misterio.
Por su parte, Remake, de Bruno Galindo (Aristas Mart¨ªnez), tambi¨¦n tiene figuras descabezadas, un t¨ªtulo de colores y una franja maciza que enmarca la ilustraci¨®n. Si la novela anterior transcurre en la Argentina rural, los tacones, la ropa ajustada y el suelo brillante nos llevan aqu¨ª a un contexto urbano, intenso, quiz¨¢ perverso. Como en Al final siempre ganan los monstruos, la masa de color en la parte de arriba oprime la ilustraci¨®n, a?adiendo tensi¨®n a la cubierta.
El Palacio de Hielo, de Tarjei Vesaas (Trotalibros) es un cl¨¢sico de la literatura n¨®rdica, y su cubierta resume el argumento en una trama de copos de nieve, dispuesta con exactitud matem¨¢tica, y un fogonazo de luz. Este estilo de ilustraci¨®n se arriesga a resultar demasiado enigm¨¢tico (incluso cuando, como en este caso, haya una relaci¨®n literal entre hielo y nieve). Pero el impacto visual y la elegancia son innegables, m¨¢s si tenemos en cuenta que el libro impreso luce una magn¨ªfica textura entelada.
En un universo opuesto, Diario del r¨ªo Misisipi, de John James Audubon (N¨®rdica Libros) apuesta por lo figurativo. Es (relativamente) f¨¢cil hacer portadas cuando cuentas con las fant¨¢sticas ilustraciones de Audubon: su fuerza y su exactitud en el detalle son una llamada de atenci¨®n irresistible. La tipograf¨ªa del t¨ªtulo busca ecos de imprenta vieja, un dise?o retro en honor a un autor que vivi¨® en el siglo XIX . Un purista abominar¨ªa del sello ¡°65 l¨¢minas¡± que, aunque facturado con mimo y atenci¨®n al detalle, desluce un poco el dibujo y resta protagonismo al propio titular.
El caso de No digas nada, de Patrick Radden Keefe (Reservoir Books) es un buen ejemplo de c¨®mo, en ocasiones, los dise?os ni se crean ni se destruyen; se transforman. La portada original, trazada por Oliver Munday, usaba con habilidad un retrato de Dolours Price, miembro del IRA y que aparece en el texto. Munday retoca la foto para eliminar ruido y gamas de grises; el retrato se resume as¨ª en una mirada intensa, perdida en la oscuridad. La versi¨®n espa?ola sustituye la letra de m¨¢quina de escribir por una Avant Garde m¨¢s limpia y a mayor tama?o, pero tambi¨¦n m¨¢s gen¨¦rica, y pierde as¨ª el retrogusto de ficha policial antigua. La foto recupera grises y detalle, sustituyendo fuerza gr¨¢fica por realidad documental. La versi¨®n en catal¨¢n de Edicions del Periscopi, por su parte, reduce al m¨ªnimo el retoque de color en la foto, respetando las texturas de la ropa y el abrigo. Es as¨ª, plenamente, un retrato period¨ªstico y no una fotoilustraci¨®n, incluso aunque aparezca comprimida por el dise?o caracter¨ªstico de la editorial, que unifica en la cubierta la portada, la solapa y la faja promocional en un conjunto llamativo pero sobrecargado de letra.
El p¨¢jaro trinador de Twitter tiene una presencia p¨²blica que va m¨¢s all¨¢ de la propia empresa. Su perfil resulta tan reconocible que ya se usa para referirse a todas las redes sociales, un poco como la silueta de un antiguo tel¨¦fono de disco y baquelita se usa para ilustrar el concepto ¡°llamada¡±. La portada de Antisocial, de Andrew Marantz (Capit¨¢n Swing), acierta en un dise?o muy estructurado, que usa con habilidad tipograf¨ªa y ¡°lutos¡± (el nombre tradicional que se aplica, en dise?o, a las l¨ªneas gruesas). La ilustraci¨®n acierta tambi¨¦n en su apuesta zool¨®gica de fusionar el p¨¢jaro tuitero y el perro enfurecido. Falla, quiz¨¢, en el empe?o por reforzar el mensaje, que deriva en un exceso de elementos (el bocadillo y los rayos furiosos). Tampoco ayuda que el perro sea tridimensional y el p¨¢jaro no.
La portada de Oasis, de Ana Lucas (Espasa) me impacta por su sencillez. Tres colores, letra manuscrita y una silueta evocadora. Es una buena muestra de c¨®mo despojar de elementos una cubierta puede ser receta para el ¨¦xito gr¨¢fico. Luego hay detalles de composici¨®n que ayudan a que todo resulte equilibrado, como que el bloque negro inferior sea exactamente un quinto de la altura total, o que ese quinto sea tambi¨¦n la altura de la palabra ¡°Oasis¡±. La estructura invisible de un dise?o es la parte del dise?o m¨¢s rentable.
Todo sigue tranquilo, de Chus¨¦ Izuel (Caballo de Troya) lo apuesta todo al amarillo. Esta editorial funciona con editores temporales que ejercen durante dos a?os; los libros publicados durante ese periodo tienen un dise?o unificado y pasajero. La anterior encarnaci¨®n del sello se identificaba con un rosa chicle de enorme personalidad y, lo que es m¨¢s importante, que se distingu¨ªa de lejos en la mesa de cualquier librer¨ªa. La combinaci¨®n de dos tonos de amarillo y un dibujo en negro resulta igual de en¨¦rgica; funciona de maravilla. Solo dos matices: la ilustraci¨®n pasa a ser una sombra menor y cada t¨ªtulo pierde casi por completo su propia personalidad, diluida en una marea de color paja.
Para terminar, El Power Ranger rosa, de Christo Casas (Ni?os Gratis), destaca porque su cubierta se despliega en todo un p¨®ster ilustrado. El dibujo esquem¨¢tico que acertamos a ver en la portada nos sit¨²a en un ambiente urbano (hay un plano de metro) y con un protagonista sonriente. Un dise?o sin una ilustraci¨®n que domine el conjunto se arriesga a caer en lo difuso, pero en este caso la elecci¨®n de la tipograf¨ªa, las tramas de color y la superposici¨®n de t¨ªtulo y dibujo le dan un aire a la vez retro y decididamente contempor¨¢neo.
Cr¨¦ditos
El lunes nos querr¨¢n, dise?o de Planeta Arte & Dise?o e ilustraci¨®n de Petra Eriksson.
Caliente, dise?o de Andreu Barberan e ilustraci¨®n de Roberto Ferri.
Al final siempre ganan los monstruos, dise?o de Setanta e ilustraci¨®n de Beatriz Lobo.
Gema, dise?o de Julio Vivas y Estudio A, e ilustraci¨®n de Mar? Rabal.
Selva Almada, dise?o de Penguin Random House Grupo Editorial y Rompo, ilustraci¨®n de Ornella Pocetti.
Remake, ilustraci¨®n de Miguel G¨®mez Losada.
El palacio de Hielo, dise?o de Klapp.
Diario del r¨ªo Misisipi, ilustraci¨®n de John James Audubon y dise?o de Diego Moreno.
No diguis res, dise?o de Tono Crist¨°fol. Say Nothing, dise?o de Oliver Munday. Foto, en ambos casos, de L¡¯Europeo / Stefano Archetti.
Oasis, dise?o de Planeta Arte & Dise?o e ilustraci¨®n de Nicole Matthews.
El Power Ranger Rosa, dise?o e ilustraci¨®n de Hermanos Paadin.
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