Madres, esposas, amigas, hijas, incendiarias
Varios libros recientes de autores chilenos, de Nona Fern¨¢ndez al colectivo Las Tesis, se hacen preguntas sobre las ansiedades y las experiencias de las mujeres, tanto en el pa¨ªs latinoamericano como fuera de ¨¦l
Al menos una vez al d¨ªa pasa alguna ambulancia frente al edificio. Cada vez son m¨¢s¡±, anota A. Su amiga N intenta ayudarla a reconstruir una tragedia personal, un accidente dentro de una gran enfermedad llamada Chile que no protege a los m¨¢s vulnerables, castiga el descontento, sanciona la pobreza y la exclusi¨®n en un ejercicio de darwinismo social. ¡°?Es normal que juntemos dinero para que algunos servicios hospitalarios compren los insumos que no tienen para soportar la crisis? ?Es normal que se tripliquen algunos precios? ?Es normal que los empresarios no pongan el bien com¨²n por encima de sus intereses? ?Es normal que arriesguen a los trabajadores y a toda la sociedad en su beneficio? ?Es normal que tengamos pol¨ªticas p¨²blicas que no ayuden a los m¨¢s necesitados?¡±. Preguntas frecuentes, el nuevo libro de Nona Fern¨¢ndez (Santiago de Chile, 1971), responde impl¨ªcitamente a estos interrogantes haciendo de la conversaci¨®n entre dos mujeres una forma de resistencia.
Media docena de libros publicados en Chile en los ¨²ltimos meses coinciden en plantear preguntas en torno a las ansiedades y experiencias de las mujeres no s¨®lo de ese pa¨ªs. Debimos ser felices, primera novela de Rafaela Lahore (Montevideo, 1985), narra la historia de tres de ellas. Cuando la hija descubre una nota de suicidio de su madre, el pasado comienza a parecer destino y surgen las simetr¨ªas. ¡°Mi abuela queri?a acompan?ar a mi madre y mi madre la queri?a acompan?ar a ella, as¨ª que volvieron a convivir despu¨¦s de que mi padre se fue de casa. Ya hab¨ªa sido as¨ª: cuando un hombre desaparec¨ªa, ellas volv¨ªan a juntarse¡±.
Debimos ser felices recorre un arco que va desde la incomprensi¨®n de las causas del sufrimiento de la madre hasta la constataci¨®n de que no es la ¨²nica que tiene una herida: el dolor une a las tres mujeres tanto como el amor que se tienen. ¡°Durante su juventud mi madre garabateo? notas de suicidio y las destruyo?, porque estaban hechas para no durar, para ser parte de una fantas¨ªa que la arrastraba a veces. Una de ellas, sin embargo, sobrevivi¨® en una libreta vieja y cuando d¨¦cadas despu¨¦s la encontr¨¦ y se la le¨ª, ella hab¨ªa asumido de tal forma esa parte de si? misma que no pudo alcanzarla la l¨¢stima ni la verg¨¹enza¡±, escribe.
Algo similar sucede en Nostalgia de la madre muerta, de Federico Zurita Hecht (Arica, 1973), la historia de cuatro generaciones de hombres de una misma familia que intentan fijar el recuerdo de la madre y reconciliarse con su p¨¦rdida. ¡°Quiero recordar, regresar [¡] al regazo de mi madre lejos de la muerte¡±, admite el narrador s¨®lo para descubrir que existe una importante diferencia entre ¡°retener el pasado en el hoy y recordar el pasado desde hoy. Para [su hijo], la madre, que ya no estaba viva, no deb¨ªa quedar inmutable para que su origen no se desvaneciera. Para ¨¦l su madre, estando muerta, cambiar¨ªa como recuerdo, acorde con la forma en que ¨¦l mismo cambiara. Lo importante, sab¨ªa ¨¦l y me lo demostraba el mismo d¨ªa en que su madre mor¨ªa, era no olvidar¡±.
No olvidar es lo que se propone tambi¨¦n la narradora de Ella estuvo entre nosotros, de Bel¨¦n Fern¨¢ndez Llanos (Santiago de Chile, 1986), cuya sensibilidad y vocaci¨®n se desarrollan al tiempo que su madre enferma y muere. Una vez, en un sue?o, la madre regresa. ¡°Era tanta nuestra felicidad de volver a verla que prefer¨ªamos no indagar en d¨®nde estuvo [pero] a las semanas, ya nadie intentaba comunicarse con ella. Todos [¡] dej¨¢bamos de hablar¡±, escribe. Pero contin¨²a narrando, en la vigilia. Y aunque no puede recordar la voz de su madre, ya tiene una propia; con ella narra, entre lo ¨ªntimo y lo p¨²blico, el triunfo sobre la enfermedad y la muerte de un sistema de salud que convierte a ambas en negocio, y eso en el momento en que asume la presidencia Ricardo Lagos y parece que ¡°Chile va a cambiar: todos los torturadores van a ir a la c¨¢rcel, la salud va a ser prioridad, la educaci¨®n volver¨¢ a ser gratuita y viviremos en un pa¨ªs justo liderado por un presidente verdaderamente de izquierda¡±.
Que nada de eso sucedi¨® es algo que sabe bien la narradora de D¨ªas festivos, Carolina Soto Riveros (Santiago de Chile, 1978). ¡°Yo no puedo darles a mis hijos nada de lo que la mayor¨ªa de mis amigas considera fundamental: educaci¨®n, patio en un suburbio y mami de tiempo completo, y tampoco s¨¦ si quiero darles eso, no s¨¦ si quiero estar todo el rato con ellos, pero no poder me confunde¡±, reconoce. Marina Mariasch (Buenos Aires, 1973) se hace preguntas similares en El matrimonio, una meditaci¨®n l¨ªrica y de inusual belleza publicada originalmente en 2011 en la que las migas, la ¡°propiedad vertical¡± y ese ¡°sector de los fr¨ªos¡± del supermercado en el que la narradora no encuentra nada para ella excepto un ¡°futuro congelado¡± devienen met¨¢foras de una condici¨®n que se manifiesta en la puerta del colegio, donde ¡°un c¨²mulo de femineidades juega a la mama?, miss simpat¨ªa y elegancia casual¡±.
¡°La ropa sucia constituye un instrumento de investigaci¨®n que permite infiltrarse en los pliegues profundos de la trama conyugal¡±, escribe Mariasch. Permanece ¡°pegada a la pareja como una segunda piel. Es una memoria del rol femenino modificado por la idea de igualdad¡±, afirma. La culpa, el peso de los fracasos personales, el miedo al desamor y a la p¨¦rdida, la precariedad laboral, la asunci¨®n de roles de g¨¦nero insatisfactorios, el miedo a no estar a la altura: todo ello est¨¢ presente en ambos libros. La narradora de D¨ªas festivos recuerda que su madre ¡°no aceptaba que se esperara algo de m¨ª ¨²nicamente por ser mujer¡±, pero, en este punto, se conforma con que, de adulto, su hijo sea ¡°de esas personas que creen que las cosas pueden ser distintas a como son, y que si son [como son] es porque a alguien poderoso le conviene¡±.
¡°Querernos es heroico en este Chile que a¨²n sangra. Esta herida abierta no cicatriza, no, porque el trabajo no dignifica y la resignificacio?n de la pobreza no es m¨¢s que un disfraz antojadizo de doblegacio?n de la voluntad¡±, escribe Viviana ?vila Alfaro en Nosotras, las otras. Lo ¨²nico que se puede hacer es dar con un ¡°lugar del consuelo y de la escucha¡± donde ¡°sembrar otra vez¡± para que ¡°los que vengan sepan hacerlo mejor¡±. ¡°Quemar el miedo¡±, como propone el colectivo chileno Las Tesis: su manifiesto coincide en librer¨ªas este mes con una antolog¨ªa de los textos que las marcaron.
LECTURAS
Preguntas frecuentes. Nona Fern¨¢ndez. Alquimia, 2020. 96 p¨¢ginas.
Debimos ser felices. Rafaela Lahore. Montacerdos, 2020. 154 p¨¢ginas.
Nostalgia de la madre muerta. Federico Zurita Hecht. La Pollera, 2020. 140 p¨¢ginas.
Ella estuvo entre nosotros. Bele?n Ferna?ndez Llanos. Overol, 2020. 104 p¨¢ginas.
El matrimonio. Marina Mariasch. Los Libros de la Mujer Rota, 2020. 94 p¨¢ginas.
D¨ªas festivos. Carolina Soto Riveros. Overol, 2020. 92 p¨¢ginas.
Nosotras, las otras. Viviana ?vila Alfaro. La Calabaza del Diablo, 2020. 54 p¨¢ginas.
Quemar el miedo. Un manifiesto. Las Tesis. Planeta, 2021. 136 p¨¢ginas.
Antolog¨ªa feminista. Las Tesis (ed.). Debate, 2021. 300 p¨¢ginas.
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