Speer bajo tierra

Parece un peque?o club del off en Soho. O un lugar parecido en las afueras de Berl¨ªn. Podr¨ªa ser una sala de comedia (y quiz¨¢ lo haya sido, como casi todos los bares de canciones o mon¨®logos). O un escenario para int¨¦rpretes veteranos. Segunda aproximaci¨®n: un espacio que se dir¨ªa un lugar de ensayo, donde se va a trabajar. Destartalado, con sillas y mesas desportilladas. Acaba de entrar Hans Bauer con cazadora de cuero marr¨®n, paseando con una ins¨®lita linterna. Cualquier reci¨¦n llegado puede pensar que es un detective rastreando la planta baja. El hombre del Soho lleva un libro extra?amente titulado Speer, que es el t¨ªtulo de la obra que se representa en ese escenario. La escribi¨® en 1998 la autora alemana de origen argentino Esther Vilar.

Albert Speer, ministro, arquitecto y amigo de Hitler, fue destinado a sucederle al frente del Tercer Reich. Se puede decir de otra manera: Speer, uno de los 24 dirigentes nazis juzgador en N¨²remberg, fue uno de los que esquiv¨® la pena de muerte. Le impusieron 20 a?os de condena.

A?o 1931. Speer, arquitecto de formaci¨®n, cuenta historias a sus compa?eros. Otras corren a cargo de un amigo cuyo nombre no revelaremos aqu¨ª. Ya se ir¨¢ ordenando. O al menos se intentar¨¢. ?D¨®nde est¨¢bamos? Ah, s¨ª: 1931. Speer se afili¨® ese a?o al partido nazi. En 1933, los organizadores del congreso de N¨²remberg llamaron a Speer para que presentara sus dise?os arquitect¨®nicos por primera vez. Como ministro de Armamento y Municiones del Reich, es responsable de suministrar armas al Ej¨¦rcito. Speer, con 32 a?os, es destinado, se dice, a suceder a Hitler. En 1937 le nombran inspector general de edificios en Berl¨ªn. Una fecha ir¨®nicamente clave en el calendario fascista: el 18 de julio de 1947. Speer es transferido a la prisi¨®n de Spandau, en Berl¨ªn, para cumplir su condena. All¨ª fue conocido como un agente secreto, ¡°el prisionero n¨²mero cinco¡±. En 1966 sali¨® de Spandau para volver a trabajar como arquitecto y escribi¨® varios libros: Memorias. Hitler y el Tercer Reich vistos desde dentro y Diario de Spandau. Quiso quitarse de encima la acusaci¨®n de ser una de las principales figuras del Holocausto.

Ahora vamos a quedarnos un rato en el teatro La Gleva: peque?o club, como hemos dicho antes. Pep Munn¨¦ interpreta a Albert Speer y Xavier Ripoll es su enigm¨¢tico interrogador. En la obra de Esther Vilar, Speer recibe a un funcionario comunista de la RDA en su viejo despacho en Berl¨ªn, donde hab¨ªa pasado largas horas con Hitler planificando la transformaci¨®n de Berl¨ªn en Germania. En su conversaci¨®n, ambos revisan la historia y reflexionan sobre el poder y la barbarie. Se dice en el libro de Vilar: ¡°Los defensores de Albert Speer no dejaron de pedir su liberaci¨®n. Entre los que prometieron apoyo para que se conmutara su sentencia: el presidente Charles de Gaulle, el diplom¨¢tico estadounidense George Wildman ?Ball y Willy Brandt, canciller de Alemania Occidental. La Uni¨®n Sovi¨¦tica hab¨ªa exigido una sentencia de muerte. No se consinti¨®¡±. Fue declarado culpable de cr¨ªmenes de guerra y de lesa humanidad. Tras cumplir su condena fue puesto en libertad en 1966. Speer: ¡°Solo era un tecn¨®crata del nazismo¡±.

Speer se estren¨® en 1998 en el antiguo despacho del arquitecto con los actores Karl Maria Brandauer y Peter Simonischek. La misma producci¨®n se present¨® poco m¨¢s tarde en el Almeida londinense, con gran ¨¦xito. Ramon Sim¨®, el director de la versi¨®n catalana que se ha estrenado en La Gleva, habla de ¡°historia-ficci¨®n¡±. Pep Munn¨¦ lo interpreta con el aire, los andares y el hablar de un gentleman. Xavier Ripoll, con su iron¨ªa y su cazadora de cuero, parece ahora, de golpe, un personaje brechtiano. Uno pasa del humor absurdo a la tristeza o la furia repentina.

Nacido en 1905, Speer muri¨® en Londres a los 70 a?os por un accidente cerebrovascular.

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