Una adaptaci¨®n admirable de ¡®La casa de los esp¨ªritus¡¯
Carme Portaceli firma una exquisita versi¨®n teatral de la novela de Isabel Allende
Una de las cosas m¨¢s dif¨ªciles de conseguir en un espect¨¢culo teatral es el equilibrio. Que la escenificaci¨®n no destaque por encima del texto, y viceversa. Esa es posiblemente la mayor virtud de la adaptaci¨®n de La casa de los esp¨ªritus que acaba de estrenarse en Madrid con direcci¨®n de Carme Portaceli, teniendo en cuenta adem¨¢s que el texto original no es una obra dram¨¢tica, sino la famosa novela r¨ªo de Isabel Allende, que recorre casi un siglo de historia en Chile a trav¨¦s de cuatro generaciones de una familia. Portaceli ha logrado ensamblar todas las piezas de ese largo puzle con una puesta en escena opulenta pero a la vez muy sutil, que no invade el texto, sino que lo realza. El resultado es un espect¨¢culo donde todo encaja. N¨ªtido a pesar de sus continuos saltos temporales.
La adaptaci¨®n del texto realizada por la propia Portaceli junto con Anna Maria Ricart es exquisita. La versi¨®n extrae los acontecimientos principales sin que la trama resulte esquem¨¢tica y, sobre todo, sin perder la sustancia de la escritura de Allende: ese realismo m¨¢gico que no reside solo en el hecho de que sus protagonistas hablen con esp¨ªritus o sean clarividentes, sino en el aliento po¨¦tico de la prosa. Cierto es que algunas escenas pueden resultar muy narrativas, pero Ricart y Portaceli las imbrican con tal fluidez en la acci¨®n que la obra nunca pierde el ritmo.
Dec¨ªamos que la puesta en escena es opulenta. Lo es no tanto en recursos t¨¦cnicos espectaculares como en la cantidad de detalles que la directora esparce para se?alar los saltos temporales o subrayar la personalidad de los personajes o el contexto hist¨®rico. Tan pronto estamos en una sala de torturas de Pinochet como asistimos un instante despu¨¦s al momento del nacimiento de la joven que est¨¢ siendo torturada, sin que para ello haya sido necesario m¨¢s que un cambio de luz. Con apenas un cambio de postura o de gesto, los personajes pasan de la juventud a la vejez o al contrario, de manera que la historia avanza pero a la vez los acontecimientos parecen suceder de manera simult¨¢nea, igual que en la novela el pasado se funde con el presente y los vivos con los muertos. Basta tambi¨¦n un sencillo decorado de sillas, una mesa, tres pantallas de fondo con sugerentes im¨¢genes y un leitmotiv musical recurrente para trasladarnos a los distintos escenarios y tiempos de la funci¨®n.
Y no puede olvidarse el sobresaliente trabajo de los actores. Sus interpretaciones son tambi¨¦n sutiles, pero cargadas de emoci¨®n. Todos se desdoblan en distintos papeles excepto tres: Francesc Garrido, que saca todos los matices al patriarca Esteban Trueba; Carmen Conesa, que otorga una presencia luminosa y omnipresente a la clarividente Clara del Valle, y Miranda Gas en el papel de la joven Alba, que interpreta con aplomo y sin estridencias duras escenas de tortura. Despu¨¦s de tres horas y media de funci¨®n, el p¨²blico les aplaude exhausto, pero conmovido.
La casa de los esp¨ªritus
Texto: Isabel Allende. Dramaturgia: Anna Maria Ricart y Carme Portaceli. Direcci¨®n: Carme Portaceli. Reparto: Jordi Collet, Inma Cuevas, Gabriela Flores, Francesc Garrido, Pilar Matas, Carmen Conesa, David Fern¨¢ndez 'Fabu', Miranda Gas, Borja Luna, Guillermo Serrano. Teatro Espa?ol. Madrid. Hasta el 16 de mayo.
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