El macho era ella
En su nueva pel¨ªcula, Clint Eastwood firma un estudio sobre la identidad masculina en el que la supuesta virilidad reside en un personaje de mujer. Y, de ah¨ª, todos los conflictos
No hace mucho una conocida p¨¢gina de memes de M¨¦xico compart¨ªa un chiste gr¨¢fico en el cual pod¨ªa verse desplegado un mapa del mundo con el siguiente texto: ¡°Pa¨ªses donde la gente se espanta de las relaciones abiertas, pero todos son infieles¡±. Sombreado en verde, un ¨²nico pa¨ªs destacaba sobre el resto: M¨¦xico. Aunque la broma servir¨ªa para hablar de dobles morales en cualquier parte del globo, en cierta forma tambi¨¦n se trata de una observaci¨®n que vehicula la realidad abordada por la ¨²ltima pel¨ªcula de Clint Eastwood.
Con un t¨ªtulo que anticipa una comedia sobre la ¨²ltima crisis de la masculinidad, Cry Macho cuenta la historia del personaje al que interpreta el propio Eastwood: Mike Malo, una estrella de rodeo retirada que acepta el encargo de su exjefe para traer a su hijo de vuelta a casa desde M¨¦xico, donde reside con su madre. A los pocos minutos, una sutil escena absorbe cualquier lectura de la trama: el hijo a recuperar, en la primera fase de su adolescencia, confiesa la verg¨¹enza que le causa la vida sexual de su progenitora, Leta, interpretada por la chilena Fernanda Urrejola. Y he aqu¨ª una de las razones por las que quiere huir de ella con su padre. Ahora bien, ?cu¨¢l es el origen de esa verg¨¹enza? ?En qu¨¦ contexto y por qu¨¦ un cr¨ªo siente que eso que hace su madre est¨¢ mal?
Leta bebe. Leta se acuesta con quien quiere. Leta da a su hijo por perdido. Leta es una madre ausente. Leta, en definitiva, constituye una villana por excelencia, con una vida antip¨¢tica en M¨¦xico o en Estados Unidos o donde sea, precisamente porque Leta se comporta como un hombre. A lo lejos, suenan los ecos de Nora, la protagonista de Casa de mu?ecas de Ibsen, revolucionario y escandaloso personaje en la historia del teatro que toma la decisi¨®n de abandonar a su marido y sus hijos y dedicarse a s¨ª misma. Semilla entonces de tanta fascinaci¨®n como terror entre los dem¨¢s hombres, el personaje de la mala madre plantea una duda tan divertida como traviesa: ?es posible que Leta sea el aut¨¦ntico macho de esta pel¨ªcula?
De la Odisea a Toro salvaje y de la fem?me fatale en la poes¨ªa a las canciones actuales de reguet¨®n o trap, el casus belli que mueve el gallinero de la masculinidad a menudo es el mismo: una mujer que hace lo que le da la gana, o un hombre que teme a una mujer que hace lo que quiere. Y de ah¨ª algunas de las l¨¢grimas de macho que riegan esta pel¨ªcula, que ahonda en la actual crisis del modelo hegem¨®nico de virilidad, ya tratada por otros t¨ªtulos recientes, de Dune a Annette.
Pero Macho tambi¨¦n es el nombre del gallo de peleas que sirve de mascota a Rafo, el chico buscado por Mike Milo, que se revuelve contra su realidad dom¨¦stica haci¨¦ndose un hombre en la noche mexicana. Adem¨¢s de las peleas de gallos, Rafo bebe tequila y sue?a con montar a caballo en un rodeo, raz¨®n por la que encuentra en el viejo Mike un modelo al que seguir, incluso a pesar de que no sea ya m¨¢s que un espectro de lo que fue. Eastwood presenta a ese joven como un manantial de verg¨¹enza ajena. Pero si los comportamientos violentos y acomplejados de Rafo nos abochornan, ?por qu¨¦ nos parecer¨ªan ejemplares en un adulto? Con todo, Rafo evoluciona en un carism¨¢tico y entra?able personaje, y en ese arco psicol¨®gico la cinta trata una peculiar paradoja de la comedia humana: incluso por los m¨¢s bochornosos hombres llegamos a sentir un cierto cari?o. O un gran cari?o. Como ocurre con el propio Mike, quintaesencia del hombre recto y moral, a quien compadecemos por aceptar el encargo de un exjefe al que detesta, escrupuloso y firme ante las tentaciones de la carne, leal a la mujer de la que enviud¨®, y, finalmente, fr¨¢gil y vulnerable si experimenta el amor.
La belleza moral de la pel¨ªcula se encuentra en el contraste entre los dos modelos de parejas a los que asistimos. De un lado, Leta y Howard encarnan el fracaso de un matrimonio que se devora a s¨ª mismo a causa de la propiedad: pelean por Rafo, pero tambi¨¦n por el patrimonio que se deben repartir. Frente a ellos, Mike vuelve a sentir un nuevo amor al t¨¦rmino de su vida (¡°Una segunda vez ¡ªcomo escribiese una vez Safo¡ª una a?orada / pasi¨®n he conseguido¡±). Marta, una mujer tambi¨¦n enviudada que ayuda y protege a los que huyen, experimenta un flechazo mutuo por el personaje que interpreta Clint Eastwood. Y mientras los dos bailan, o¨ªmos una canci¨®n de Los Panchos que da una cierta esperanza en este desierto de vidas quebradas y decepciones que se apilan bajo el vuelo de los cuervos. ¡°No pretendo ser tu due?o / No soy nada, yo no tengo vanidad¡±, dicen los versos de Sabor a m¨ª. Un genuino amor sin candado y, sin embargo, para siempre. As¨ª, s¨ª.
¡®Cry Macho¡¯. Clint Eastwood. Estrenada ayer en cines.
Antonio J. Rodr¨ªguez es periodista y escritor, autor del ensayo La nueva masculinidad de siempre (Anagrama).
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