El arte despierta en Kosovo, el pa¨ªs m¨¢s joven de Europa
La prestigiosa bienal n¨®mada Manifesta, que se celebra en Pristina antes de llegar a Barcelona en 2024, estimula la escena art¨ªstica de Kosovo, que no cuenta con colecciones ni galer¨ªas
En medio de la exaltada, confusa y tal vez perecedera visi¨®n del arte contempor¨¢neo occidental, hay un rinc¨®n del planeta donde las narraciones de sus gentes sobre la memoria son un nuevo atav¨ªo, un instrumento de fantas¨ªa que espera una manifestaci¨®n. La Rep¨²blica de Kosovo, el pa¨ªs soberano m¨¢s joven de Europa y el segundo del mundo (obtuvo su independencia en 2008, cuatro a?os antes que Sud¨¢n del Sur) es tambi¨¦n el m¨¢s aislado, siendo un Estado fallido: 95 de los 193 pa¨ªses miembros de las Naciones Unidas no lo reconocen. Dentro de Europa, cuatro (Grecia, Ruman¨ªa, Eslovaquia y Chipre) no validan su pasaporte aunque s¨ª conceden permisos de entrada. Y un quinto, Espa?a, no solo le niega su existencia como pa¨ªs, sino que escatima el visado a sus ciudadanos (sentar¨ªa un precedente para una eventual independencia de Catalu?a). Kosovo pas¨® de ser considerada la cuna hist¨®rica de Serbia a ser v¨ªctima de su represi¨®n. Mediada una larga guerra, hoy es un pa¨ªs de 1,8 millones de personas, mayor¨ªa albanesa que profesa el Islam, y dedica calles, plazas y caf¨¦s a sus ¨ªdolos, como la madre Teresa de Calcuta y Bill Clinton.
As¨ª que Kosovo, y m¨¢s espec¨ªficamente su capital de hermoso nombre, Pristina, es casi en sentido literal una adolescente encerrada involuntariamente en su habitaci¨®n. Pero, a diferencia de esos fantasiosos otakus de la subcultura nipona, abraza la realidad hasta estrujarla. Sus pedestales son d¨¦biles. Sin un sistema del arte estructurado, sin museos ni galer¨ªas comerciales, sin masa cr¨ªtica ni nada que se le parezca, bulle en creatividad, con artistas y promotores (muchos han tenido que emigrar) que explotan todas las caracter¨ªsticas de su idiosincrasia. Lo que podr¨ªa ser un hueco profundo, un retraso, aqu¨ª se percibe como una ventaja muy simple, un nicho acorazado en un cuerpo social acostumbrado a sobrevivir. Hac¨ªa falta un transporte para toda esa energ¨ªa y la han encontrado en la bienal europea Manifesta, que sit¨²a su 14? edici¨®n en una capital empedernidamente brutalista, quemada por el sol y sin apenas arboledas, donde los perros vagabundos son vacas sagradas entre plazas duras y mercadillos. En unas calles que tal vez no sean est¨¦ticas, con sus edificios que hemos llegado a llamar feos, hay algo plenamente vital y luminoso, esa sensaci¨®n que Baudelaire descubri¨® en Par¨ªs y que llam¨® ¡°completamente moderna¡±. Una modernidad envidiable, si la vemos desde nuestra sobrada perspectiva, para emprender algo nuevo, no viciado.
M¨¢s all¨¢ de que, tras la inauguraci¨®n de esta ¡°bienal de iniciaci¨®n¡±, la pregunta de rigor ser¨¢ cu¨¢ndo y d¨®nde se construir¨¢ su nuevo museo de arte y qui¨¦n lo dise?ar¨¢ (la bienal ha organizado un panel de discusi¨®n para abordar el asunto), queda claro que la transformaci¨®n de las infraestructuras y la activaci¨®n de sus agentes culturales permitir¨¢ a partir de Manifesta¡ªla favorita de quienes pensamos que no todo est¨¢ triturado por el mercado¡ª negociar un acuerdo entre la experiencia (la memoria), lo que vemos (descarada privatizaci¨®n del suelo en un paisaje de gr¨²as) y lo que queremos (energ¨ªa, sociabilidad).
Bajo el t¨ªtulo Telling Stories Otherwise (Contar historias de otra manera), los dos creative mediators (nuevo apelativo para los comisarios), la australiana Catherine Nichols en la selecci¨®n de artistas y el arquitecto turin¨¦s Carlo Ratti en la parte urban¨ªstica, congregan en 25 espacios de la ciudad a un centenar de creadores (en todos los formatos posibles, desde la pintura a obras sonoras, pel¨ªculas, mucho archivo y apenas arte digital), casi el 70% son de la regi¨®n balc¨¢nica y el resto de 30 pa¨ªses de los cinco continentes. Los temas abarcan la ecolog¨ªa, las migraciones, el agua, el capital o el amor, no desde la m¨¢s pura ingenuidad sino como acto pol¨ªtico. La mayor¨ªa de las obras se concentran en el decadente Grand Hotel de Pristina, cuyos salones hicieron las veces de pinacoteca situacionista durante los ochenta y noventa, cuando era propiedad del estado (con la privatizaci¨®n, los cuadros han sido robados o malvendidos, pero se ha mantenido intacta la suite donde sol¨ªa hospedarse Tito). Solo por visitarlo, ya merece la pena el viaje.
La mayor¨ªa de las obras se halla en el Grand Hotel de Pristina, donde se mantiene intacta la ¡®suite¡¯ en la que sol¨ªa hospedarse Tito
Nichols es escritora y ling¨¹ista, y eso le ha permitido activar relatos que traducen la insolubilidad de la memoria en obras que la reimaginan. Su selecci¨®n es una f¨¢bula por cap¨ªtulos de los acontecimientos, ingeniosamente desmadejados en los trabajos mayoritariamente de mujeres. Destacan los v¨ªdeos de Lala Rascic, Driant Zenelli, Abi Shehu, Marta Papivoda y las pinturas expresionistas de Alije Vokshi, Los trabajos de dos artistas catalanas, N¨²ria G¨¹ell y L¨²a Coderch, est¨¢n peor contextualizados; no as¨ª el de Luz Broto, que se ha agenciado un local de copia de llaves a pie de calle. En otras sedes, como la Biblioteca Nacional, gloria arquitect¨®nica de 1982, destacan los ejercicios ergon¨®micos para una buena lectura, del colectivo RomaMOMA y Yael Davids. En el Centro para la Pr¨¢ctica Narrativa, antigua biblioteca renacida del abandono para convertirse en uno de los pilares de este evento, el colectivo holand¨¦s Werker plantea un archivo expandido de intercambio entre historias marginales y la memoria kosovar inhumada. M¨¢s documentos recuperados (Haveit Collective) se encuentran en el interesante repositorio de las luchas libertarias y feministas que ocupa la Galer¨ªa Nacional de Kosovo.
Otras localizaciones encarnan la paradoja de que, cuanta m¨¢s poes¨ªa (concreta) ponen los artistas, m¨¢s real es el retrato de este pa¨ªs. Se han restaurado viejos cines de la ¨¦poca socialista y antiguos kioscos, como el que firm¨® en 1967 el esloveno Sasa M?chtig y que forma parte de la colecci¨®n del MoMA, rehabilitado por Ilir Dalipi para acoger una estaci¨®n de radio. Una antigua f¨¢brica de ladrillo es ahora un laboratorio ecourban¨ªstico, por obra del colectivo berlin¨¦s Raumlabor. O el Green Corridor, un tramo de 1.300 metros de v¨ªas de tren que un¨ªa Pristina con Belgrado y que fue camino del ¨¦xodo de 1999 cuando miles de personas escaparon de los bombardeos. Sobre cualquier otro s¨ªmbolo ciudadano, ese pasillo verde proyectado por Carlo Ratti es un poderoso ejemplo de acupuntura urban¨ªstica para un futuro incierto en manos de los especuladores. Cuando dentro de 93 d¨ªas se clausure Manifesta 14, esta bienal itinerante empezar¨¢ a preparar su siguiente edici¨®n en Barcelona, prevista para 2024. Ser¨¢ dif¨ªcil igualar tanta justicia po¨¦tica.
¡®Telling Stories Otherwise¡¯. Manifesta 14. Pristina (Kosovo). Hasta el 30 de octubre.
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