J. M. Coetzee: ¡°Despu¨¦s de mucha pr¨¢ctica, creo que escribo buenas frases en ingl¨¦s¡±
El Nobel sudafricano, gran conocedor de la literatura latinoamericana, publica su nueva novela antes en la traducci¨®n al espa?ol que en la versi¨®n original. Es su forma de contrarrestar la hegemon¨ªa cultural anglosajona
Dante Alighieri defini¨® el enamoramiento en su primera obra conocida, Vida nueva (1292-1293) de una forma tan l¨ªrica y a la vez tan b¨¢sica que sigue y seguir¨¢ vigente por los siglos de los siglos: ¡°Apareci¨®seme ella y digo en verdad que el esp¨ªritu vital, que en lo rec¨®ndito del coraz¨®n tiene su morada, comenz¨® a latir con tanta fuerza que se mostraba horriblemente en las menores pulsaciones¡±. Y sigue: ¡°Desde entonces ense?ore¨®se Amor de mi alma, que a ¨¦l se uni¨® incontinente y comenz¨® a tener sobre m¨ª tanto ascendiente y tal dominio, por la fuerza que le dar¨ªa mi misma imaginaci¨®n, que vime obligado a cumplir cuanto se le antojaba¡±.
?Acaso no es as¨ª el enamoramiento plat¨®nico, entregado y ciego que supera cualquier capacidad de racionalidad?
Pues bien. Esto es solo el aperitivo de un texto sobre el amor a Beatrice, la mujer de quien el narrador se qued¨® prendado con nueve a?os y que le acompa?¨® hasta el Purgatorio y el Para¨ªso en los diversos descalabros que describi¨® el poeta italiano.
¡°El simbolismo de publicar en el hemisferio sur antes que en el norte es importante para m¨ª¡±
Y si esto viene a cuento es porque J. M. Coetzee, nobel de Literatura de 2003, ha recreado y actualizado la pasi¨®n de Dante hacia Beatrice y lo ha encarnado ni m¨¢s ni menos que en un pianista polaco setent¨®n y una cuarentona barcelonesa que asiste recelosa al espect¨¢culo de enamoramiento que le ofrece el hombre. Se trata de El polaco, que publica la editorial argentina El hilo de Ariadna porque el escritor surafricano ha decidido, nuevamente, comenzar por publicar en espa?ol. Y comenzar en el hemisferio sur: ¡°He publicado espec¨ªficamente mis tres libros m¨¢s recientes en el hemisferio sur¡±, responde Coetzee por correo electr¨®nico. ¡°Han aparecido en Argentina y en Australia antes que en Gran Breta?a o Estados Unidos¡±.
¡ª?Y est¨¢ satisfecho con la decisi¨®n?
¡ªNo estoy seguro de que seguir este procedimiento haya tenido consecuencias pr¨¢cticas. Pero el simbolismo de publicar en el Sur antes que en el Norte es importante para m¨ª.
Una apuesta ciertamente simb¨®lica en un autor nacido en Ciudad del Cabo en 1940 que no se ha conformado ni limitado a la realidad sudafricana, cuya descripci¨®n le vali¨® el Nobel, sino que ha vivido y se ha formado en m¨²ltiples disciplinas y lugares: estudi¨® Literatura Inglesa, pero tambi¨¦n Matem¨¢ticas y Computaci¨®n. Ha vivido en Reino Unido, Estados Unidos y, actualmente, en Australia. Y tan lejos ha viajado desde aquellas novelas que dibujaron la estrechez de miras y la amplitud de alcance del racismo y el apartheid que hoy desemboca literaria y literalmente en nuestras costas.
El nuevo libro, El polaco, est¨¢ tan entroncado con la propia Espa?a y con la lengua de Cervantes ¡ªque ¨¦l lee¡ª que se trata de un peque?o y delicado acontecimiento literario de la mano del autor de Desgracia: La Beatriz protagonista ha invitado al pianista a dar un concierto en Barcelona y le lleva despu¨¦s, por cortes¨ªa y sin demasiado entusiasmo, a cenar. Un matrimonio mayor se suma y servir¨¢ de espejo para que conozcamos mejor a los protagonistas. Para ella, la relaci¨®n de trabajo se acaba ah¨ª. Ni siquiera le ha gustado demasiado el concierto ni ha conectado con el supuesto talento del polaco para interpretar de forma heterodoxa a Chopin. Para ¨¦l, sin embargo, todo acaba de empezar.
¡°De joven le¨ª mucha poes¨ªa en espa?ol y ca¨ª bajo el influjo de Neruda. Leo el idioma, pero no soy capaz de hablarlo¡±
El enamoramiento del polaco, su regreso a Catalu?a para verla y la visita que le hace en Mallorca van a servir al escritor para desplegar una novela en varias capas en las que las distintas formas que va adquiriendo la relaci¨®n componen una paleta inagotable de sentimientos y sensaciones: desde el amor ciego a la compasi¨®n, el recelo, la desconfianza, el desasosiego, la entrega, la pasi¨®n, la persistencia, la lealtad, el abandono, la paz, el deseo, la seguridad, la inseguridad, la muerte o la memoria encuentran su sitio, y un sitio ordenado, en sus 138 p¨¢ginas. Y siempre, como un hilo que va cosiendo subrepticiamente todos los tejidos que despliega ante el lector, la m¨²sica, la poes¨ªa y el propio amor como forma de trascender.
¡ªEn su novela nos habla de amor, de paz y compasi¨®n. Tambi¨¦n describe formas buenas de amar y formas malas de amar mientras recrea el mito de Dante y Beatrice. ?Cree en estas formas de amor?
¡ªEl tipo de amor que se celebra en la Vida nueva de Dante, fuertemente influenciado por el culto al amor cort¨¦s, que a su vez se derivaba del culto a la Virgen Mar¨ªa, nos resulta ya tan lejano en nuestro presente por su fusi¨®n entre lo er¨®tico y lo religioso que es pr¨¢cticamente incomprensible. Sin embargo, en la Comedia es la propia Beatrice quien conduce al poeta Dante a trav¨¦s del Purgatorio y el Para¨ªso hacia su visi¨®n de lo divino.
Y acaso es este el peque?o milagro que se produce en su obra: que el amor que podr¨ªa parecer hoy incomprensible, como asegura Coetzee, adquiere unos tintes de verdad a la vez contenida que se va colando en los afectos de Beatriz y del lector con toda verosimilitud. Con empat¨ªa. De forma cercana y con dominio de la realidad de los escenarios retratados. Y bastante m¨¢s lejos que esa Beatrice de Dante que, como dice el pianista, ¡°nunca le regal¨® una palabra y ¨¦l la am¨® durante toda su vida¡±.
Pero ahora es Coetzee quien habla. Y relata su experiencia en Espa?a. ¡°He pasado algo de tiempo en Barcelona y Girona, pero no puedo decir que las conozca bien¡±. ?Y Mallorca? ¡°Todo lo que conozco de la isla viene de mis lecturas. Nunca he estado all¨ª¡±.
El n¨²cleo de la historia, asegura, ¡°viene de los tiempos en que George Sand y Fr¨¦d¨¦ric Chopin pasaron juntos en Mallorca, donde este compuso la mayor¨ªa de sus preludios¡±. Hablamos de 1838 y 1839, cuando los amantes pasaron unos meses en la isla en un episodio que ella reflej¨® en su libro Un invierno en Mallorca y que regala a Coetzee uno de los escenarios b¨¢sicos de El polaco. En una de las numerosas capas de este libro se debate sobre las diversas escuelas para interpretar a Chopin, m¨²sico clave para el autor. ¡°Tengo a Chopin en el m¨¢s alto concepto como compositor. Me parece el talento m¨¢s fuerte y original de la generaci¨®n posterior a Beethoven y ha tenido una influencia perdurable en las t¨¦cnicas del teclado¡±.
Coetzee llega a colocar en boca de su protagonista lo que se intuye como su propio pensamiento sobre la m¨²sica y la poes¨ªa: ¡°?Por qu¨¦ es importante?¡±, se pregunta el pianista. ¡°Porque nos habla de nosotros. De nuestros deseos. Eso que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de nosotros¡±. Y tambi¨¦n Beatriz reflexiona: ¡°La m¨²sica es buena en s¨ª misma, como el amor es bueno, o la caridad, o la belleza, y buena adem¨¢s por hacer a las personas mejores personas¡±.
¡°Con 30 a?os me di cuenta de que no ten¨ªa futuro como poeta y me cambi¨¦ a la prosa, que es la segunda mejor opci¨®n¡±
?Y cu¨¢l es su experiencia con el espa?ol? J. M. Coetzee cuenta que estudiaba lat¨ªn en secundaria y m¨¢s tarde en la Universidad de Ciudad del Cabo cuando, un d¨ªa, alguien pregunt¨® en clase al profesor para qu¨¦ serv¨ªa estudiar lat¨ªn si era una lengua muerta. Y ¨¦l contest¨®: ¡°Si puedes dominar la gram¨¢tica latina encontrar¨¢s f¨¢cil dominar la gram¨¢tica de cualquier lengua romance moderna¡±. El profesor tambi¨¦n les sugiri¨® que usaran los Evangelios cristianos como texto de base, dada la simpleza del lenguaje y que los estudiantes estaban familiarizados con el contenido. ¡°Eso era as¨ª en los cincuenta, tal vez ya no lo sea¡±, puntualiza Coetzee. ¡°Pero empec¨¦ a leer los Evangelios en espa?ol y de verdad no encontr¨¦ que el lenguaje fuera dif¨ªcil¡±.
¡°En los a?os siguientes le¨ª mucha poes¨ªa en lengua espa?ola. Ca¨ª profundamente bajo el hechizo de Pablo Neruda, como muchos j¨®venes poetas hicieron en esos d¨ªas. Como acostumbro, adquir¨ª un conocimiento de lectura del idioma sin ser capaz de hablarlo. Ya era un hombre de mediana edad cuando visit¨¦ un pa¨ªs de habla hispana por primera vez. As¨ª que la respuesta a su pregunta es que tengo un conocimiento bastante amplio (aunque algo desactualizado) de la literatura en espa?ol, particularmente de Am¨¦rica Latina, pero ninguna competencia en absoluto como escritor¡±.
¡ª?Por qu¨¦ escribe?
¡ªDesde ni?o he tenido facilidad con la lengua inglesa. Esto es extra?o incluso para m¨ª, porque yo no vengo de antepasados brit¨¢nicos y he recibido toda mi instrucci¨®n en el colegio de profesores para los que el ingl¨¦s era su segunda lengua. En mi adolescencia comenc¨¦ a escribir poemas, sobre todo imitaciones de poetas rom¨¢nticos ingleses, y continu¨¦ escribiendo poes¨ªa en mi d¨¦cada de los veinte. Solo cuando empec¨¦ los treinta reconoc¨ª que no ten¨ªa ning¨²n futuro como poeta y cambi¨¦ a la prosa, que me pareci¨® entonces, y a¨²n me sigue pareciendo, la segunda mejor opci¨®n.
¡ª?Y c¨®mo definir¨ªa usted su literatura?
¡ªDespu¨¦s de muchos a?os de pr¨¢ctica, creo que escribo buenas frases en ingl¨¦s, simples y econ¨®micas. Con la suficiente flexibilidad sint¨¢ctica como para hacerlas atractivas desde un punto de vista musical, para mantener la atenci¨®n del lector.
Lo cierto es que El polaco mantiene con vida en todo momento un texto y un subtexto en el que fluyen las contradicciones, las curvas, meandros y matices de los sentimientos, algo de lo que Coetzee es un maestro. Y eso es mucho m¨¢s que un simple pu?ado de frases buenas y atractivas.
¡®El polaco¡¯. J. M. Coetzee. Traducci¨®n de Mariana Dim¨®pulos. El Hilo de Ariadna, 2022. 138 p¨¢ginas. 15,90 euros.
La traducci¨®n como arma geopol¨ªtica
Como escritor tan comprometido con la publicación en español, Coetzee ha revisado la traducción y ha debatido el contenido, según cuenta su traductora, la argentina Mariana Dimópulos. “Ha sido una experiencia distinta a la de otras traducciones. A partir de ciertos intercambios con el autor, hemos modificado algunos pocos pasajes”. Ella le conoció en 2018, cuando acudió a hacer una residencia en la Universidad de Adelaida, en Australia. “Coetzee era el director del programa de Literatura Creativa y a partir de ahí surgió una suerte de amistad intelectual, si no es mucho decir. Por ello, cuando decidió volver a publicar primero en versión castellana, su editora me llamó”, relata Dimópulos.
La singularidad lingüística de la obra es importante y es otra de las mencionadas capas: los dos protagonistas hablan entre ellos en inglés, y las dudas sobre el uso del lenguaje que pueda estar haciendo el polaco influyen en la inseguridad de Beatriz. Su monólogo interior es, al fin y al cabo, el que conduce el relato, y los ecos de las frases originales en inglés desempeñan un papel en él. “El mecanismo de insertar fragmentos en otras lenguas no es para nada nuevo, pero sí lo es en el contexto de esta movida glotopolítica de Coetzee”, asegura la traductora.
Glotopolítica. Se refiere Dimópulos al estudio de lo político en el lenguaje y lo lingüístico en lo político, para lo que todo lo que rodea El polaco es una suerte de prodigio. “El autor quiere llamar la atención sobre dos hechos que permean la cultura del libro y determinan nuestro modo de consumo: primero, que los libros en inglés tienen muchas más posibilidades de circular en su lengua original y de ser traducidos a otras lenguas que otros. Segundo, Coetzee está haciendo un llamado de atención —desde Australia, y habiendo nacido en Sudáfrica— sobre cómo la producción cultural está organizada desde el eje Norte-Sur”.
Por ello el libro de Coetzee, concluye la traductora, refleja estas tensiones: mediante el uso del inglés por alguien que no lo habla como primera lengua. “Tan interesante fue la experiencia de la traducción y el tipo de intercambio que generó este trabajo que el autor y yo estamos planeando una publicación conjunta al respecto, un breve libro de ensayos que explique, desde una perspectiva teórica y a la vez personal, qué significa este paso político de renunciar al original inglés y dar voz a la traducción intencionadamente, para subvertir, aunque sea por un tiempo, el ‘orden de cosas’ del mundo de los libros”.
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