Ellas fueron modernas: cuatro artistas alemanas en la vor¨¢gine del cambio de siglo
La Royal Academy de Londres dedica una muestra a Paula Modersohn-Becker, K?the Kollwitz, Gabriele M¨¹nter y Marianne Werefkin, que marcaron el paso del siglo XIX a las vanguardias
La esperanza en el futuro de muchas mujeres a principios de siglo XX contrastaba con la actitud fatalista de los intelectuales de las clases altas europeas. El historiador brit¨¢nico Eric J. Hobsbawm fue muy agudo al reconocer en La era del Imperio que, entre la reticencia de las clases burguesas, ¡°solo las mujeres ten¨ªan una firme confianza en el progreso, sobre todo aquellas nacidas a partir de 1860¡å. La Royal Academy de Londres dedica una peque?a exposici¨®n a varias de las artistas m¨¢s importantes de ese extra?o inicio de siglo: ...
La esperanza en el futuro de muchas mujeres a principios de siglo XX contrastaba con la actitud fatalista de los intelectuales de las clases altas europeas. El historiador brit¨¢nico Eric J. Hobsbawm fue muy agudo al reconocer en La era del Imperio que, entre la reticencia de las clases burguesas, ¡°solo las mujeres ten¨ªan una firme confianza en el progreso, sobre todo aquellas nacidas a partir de 1860¡å. La Royal Academy de Londres dedica una peque?a exposici¨®n a varias de las artistas m¨¢s importantes de ese extra?o inicio de siglo: Paula Modersohn-Becker, K?the Kollwitz, Gabriele M¨¹nter y Marianne Werefkin. Sus biograf¨ªas evidencian las contradicciones de la ¨¦poca: todas proven¨ªan de clases medias con cierto capital intelectual, lo que les permiti¨® una educaci¨®n impensable para la mayor¨ªa de las mujeres, si bien el acceso a las grandes academias les estuvo vetado y su formaci¨®n se limit¨® a las academias ¡°de se?oritas¡±, donde no hab¨ªa nada parecido a clases de anatom¨ªa.
El valor de sus obras es incuestionable. Varias de las mujeres incluidas en la muestra formaron parte de colonias de artistas de grand¨ªsima relevancia, como la Escuela de Worpswede, un pueblo cercano a Bremen donde convivieron Rilke, Vogeler y Modersohn-Becker. Por su parte, K?the Koll?witz dedic¨® su obra al arte pol¨ªtico, alcanzando una repercusi¨®n in¨¦dita en su momento y que llega hasta hoy: el Reina Sof¨ªa le dio preeminencia en una exposici¨®n de arte gr¨¢fico este mismo a?o. Lleg¨® a ser miembro de la Academia de las Artes de Prusia hasta que los nazis la obligaron a dimitir.
Sus obras confirman que en su ¨¦poca ¡°solo las mujeres ten¨ªan una confianza firme en el progreso¡±, como se?ala Hobsbawm
Sus biograf¨ªas est¨¢n en el folleto de la exposici¨®n, pero en las salas las obras aparecen introducidas por ejes tem¨¢ticos algo insatisfactorios: ¡°autorretratos¡±, ¡°intimidad¡±, ¡°bodegones¡±¡ Esta amplia categorizaci¨®n manifiesta lo est¨¦ril que resulta intentar unificar la diversidad de las obras presentadas. Todas estas artistas inauguraron el siglo XX con una vivacidad e ¨ªmpetu nunca vistos, pero sus formas de innovar a menudo discurr¨ªan por caminos opuestos. El t¨¦rmino modernismo, que da t¨ªtulo a la muestra, parece aplicarse mejor a un momento hist¨®rico que a una corriente art¨ªstica definible, ampliada, adem¨¢s, a artistas que inauguraron la abstracci¨®n (Jacoba van Heemskerck) o centrales para el expresionismo alem¨¢n (Gabriele M¨¹nter). Hay momentos en que parece imposible encontrar puntos en com¨²n. En otros, la asociaci¨®n provoca comparaciones inc¨®modas, que parecen provocadas por el mero hecho de ser mujeres. Estrella de Diego ya advirti¨® de los peligros de este tipo de antolog¨ªas, bienintencionadas pero contraproducentes, en su cr¨ªtica a la exposici¨®n de Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana en el Museo del Prado.
Con todo, Making Modernism, de forma parad¨®jica, permite grandes sorpresas: el discurso pronto deja de importar en la visita y en su lugar aparecen obras que se defienden por s¨ª solas. Es el caso de Modersohn-Becker. Gracias a varios viajes a Par¨ªs, pudo estudiar con atenci¨®n la obra de los impresionistas. Fascinada por C¨¦zanne, pint¨® Autorretrato con lim¨®n (1906). El cuadro no solo recoge las ense?anzas del mejor impresionismo ¡ªuna modulaci¨®n de luz y color m¨¢s emocional que cl¨ªnica, un compromiso con el material pintado que lo reconoce como nuevo objeto¡ª, sino que tambi¨¦n inaugura una mirada: la mujer que se observa con inteligencia y sabidur¨ªa y reconoce su propia val¨ªa como pintora, con independencia de su reconocimiento p¨²blico. En esta obra, la artista conduce la nueva t¨¦cnica hacia la pol¨ªtica y la trae de vuelta a s¨ª misma, en una operaci¨®n que quiz¨¢ solo ser¨ªa comparable con la Virginia Woolf de Una habitaci¨®n propia. No en vano, artistas contempor¨¢neas de la talla de Cindy Sherman o Jenny Holzer reivindican su obra por ese gesto tan elocuente.
En esa ¨¦poca pinta tambi¨¦n Autorretrato en el sexto aniversario de boda (1906), el primer autorretrato de una mujer desnuda de la historia. La figura de la artista, a¨²n no embarazada, con barriga prominente, se mira con dulzura ir¨®nica. Modersohn-Becker no lleg¨® a vivir los cambios sociales tras la Gran Guerra, pues muri¨® en 1907 de una embolia pulmonar tras el parto. Sin embargo, el cuadro refleja tambi¨¦n la activa producci¨®n de pensamiento en torno a la maternidad y la crianza a comienzos de siglo, en un debate avivado por el libro de Ellen Key El siglo de los ni?os (1900) y las teor¨ªas de Freud sobre la formaci¨®n de la subjetividad en la infancia. La exposici¨®n se adentra brevemente en la cuesti¨®n, aunque el tratamiento del tema en las artistas vuelve a seguir l¨ªneas divergentes. La visi¨®n de la maternidad de K?the Kollwitz, por ejemplo, est¨¢ claramente marcada por la p¨¦rdida de su hijo Peter durante la guerra y por las condiciones de vida de las madres proletarias. Entre su amplia producci¨®n escult¨®rica, quiz¨¢ sea su investigaci¨®n sobre el luto materno y la iconograf¨ªa de la Piet¨¤ la que mayor recorrido haya tenido. Suya es, por ejemplo, la escultura antibelicista Madre con hijo muerto (1937-1939), ubicada hoy en el Memorial de la Nueva Guardia de Berl¨ªn.
La biograf¨ªa de Gabriele M¨¹nter ratifica este ¨ªmpetu por dise?ar la modernidad desde una visi¨®n personal y desde la conciencia de una voz nueva y p¨²blica. Nacida en Berl¨ªn en 1877 y hu¨¦rfana desde joven, pudo permitirse gestionar una peque?a fortuna. Aprendi¨® de todas las corrientes art¨ªsticas a las que tuvo acceso, en todos los soportes de los que dispon¨ªa. Experiment¨® con una c¨¢mara Kodak para luego dedicarse a la pintura, donde le fascin¨® la libertad representativa del expresionismo. Fue parte del influyente grupo Der Blaue Reiter, junto con pintores como Paul Klee y Kandinsky, que fue su pareja. La versatilidad y creatividad de M¨¹nter son enormemente estimulantes para reescribir la historia cultural en el cambio de siglo. En la muestra hay obras como Interior en Murnau (1910), cuya perspectiva parece combinar la composici¨®n emotiva del Dormitorio en Arl¨¦s, de Van Gogh, con un retrato ¨ªntimo de Kandinsky en la cama. De M¨¹nter tambi¨¦n es la imagen promocional de la exposici¨®n: su Retrato de Anna Roslund (1917). De mirada inteligente, aletargada y altiva, su protagonista fuma y lleva una flor roja en el escote. La cabeza est¨¢ levemente torcida y apoyada sobre una mano, en un dominio perfecto del uso de colores planos e intensos. No hay erotismo en la mirada, sino una conciencia de libertad y un rechazo a tener que justificar su importancia. La pr¨¢ctica art¨ªstica de M¨¹nter hablar¨¢ por s¨ª misma; cualquier concesi¨®n o paternalismo ser¨¢n, sobre todo, agravios.
¡®Making Modernism¡¯. Royal Academy. Londres. Hasta el 12 de febrero de 2023.
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