Faith Ringgold, la artista que se enfrent¨® a Picasso
S¨ªmbolo del reequilibrio del canon, la pintora afroamericana, que convirti¨® al malague?o en su principal influencia pero tambi¨¦n en un contramodelo, protagoniza una retrospectiva en Par¨ªs
Que el nombre de Faith Ringgold no sea conocido es uno de esos disparates hist¨®ricos que la actual revisi¨®n del canon intenta subsanar a marchas forzadas. A sus casi 93 a?os, la pintora estadounidense, art¨ªfice de una obra donde arte y activismo son inseparables, asiste a un reconocimiento que puede que nunca imaginara. Bisnieta de esclavos, luch¨® por el reconocimiento de su colectivo a trav¨¦s de la representaci¨®n que le proporcionaba el arte varias d¨¦cadas antes de que se volviera com¨²n mezclar pol¨ªtica...
Que el nombre de Faith Ringgold no sea conocido es uno de esos disparates hist¨®ricos que la actual revisi¨®n del canon intenta subsanar a marchas forzadas. A sus casi 93 a?os, la pintora estadounidense, art¨ªfice de una obra donde arte y activismo son inseparables, asiste a un reconocimiento que puede que nunca imaginara. Bisnieta de esclavos, luch¨® por el reconocimiento de su colectivo a trav¨¦s de la representaci¨®n que le proporcionaba el arte varias d¨¦cadas antes de que se volviera com¨²n mezclar pol¨ªtica y pintura. Heredera del esp¨ªritu del Renacimiento de Harlem, barrio en el que creci¨® rodeada de poetas y m¨²sicos, Ringgold quiso reexaminar la historia del arte para alterar su relato oficial. Reivindic¨® el papel de las mujeres negras en el paso a la modernidad, cuando eso tambi¨¦n era de un exotismo absoluto, y firm¨® obras donde mezclaba su biograf¨ªa con la reescritura de la historia del arte, en clave de autoficci¨®n, con las que parece influir en la obra de destacadas artistas negras de hoy, como Mickalene Thomas o Njideka Akunyili Crosby.
En vista de la importancia adquirida por las pol¨ªticas de identidad, sorprende que ning¨²n museo anglosaj¨®n le haya dedicado hsata ahora la retrospectiva que merec¨ªa. Su inclusi¨®n en una muestra tem¨¢tica sobre el arte negro en la Tate Modern, all¨¢ por 2017, abri¨® un ciclo de reconocimiento que culmin¨® el a?o pasado con una gran monogr¨¢fica en el New Museum de Nueva York, que se ha inau?gurado esta semana en versi¨®n reducida ¡ª?una cincuentena de obras, insuficientes para hacer justicia a la riqueza de su producci¨®n¡ª en el Museo Picasso de Par¨ªs. Pese a todo, la muestra resulta apasionante. Primero, por reflejar una trayectoria que empieza en tiempos del black power y eclosiona tard¨ªamente con la emergencia de Black Lives Matter, dibujando una especie de historia visual del activismo afroamericano, siempre ligado a c¨®digos est¨¦ticos muy precisos.
El di¨¢logo entre Picasso y Ringgold lo inici¨® el MoMA en 2019, cuando contrapuso en su colecci¨®n permanente una obra de la pintora con ¡®Las se?oritas de Avi?¨®n¡¯
Y, en segundo lugar, por el acierto que supone invitarla al museo del artista malague?o, con quien Ringgold mantuvo un di¨¢logo tenso y fecundo durante toda su carrera. ¡°Si tuviera que citar al artista que me inspir¨® m¨¢s, nombrar¨ªa a Picasso¡±, dijo una vez la artista, que lo adopt¨® como influencia y como contramodelo, como comendador pero tambi¨¦n como n¨¦mesis. Es un gesto brillante de programaci¨®n impulsado por la nueva directora del museo parisiense, C¨¦cile Debray, que aspira a acabar con la estrechez de los discursos institucionales sobre Picasso con respeto e iconoclastia a partes iguales. La muestra simboliza a la perfecci¨®n los debates sociales que surgen hoy en torno a su figura.
Este di¨¢logo lo inici¨® el MoMA con la reordenaci¨®n de su colecci¨®n permanente en 2019, cuando colg¨® uno de los cuadros de Ringgold junto a Las se?oritas de Avi?¨®n, en lo que parec¨ªa el emparejamiento m¨¢s osado de ese nuevo itinerario, que equiparaba el original con su relectura metapict¨®rica. La obra en cuesti¨®n est¨¢ en Par¨ªs y es, de lejos, la m¨¢s arrebatadora de la muestra: Die, un mural en clave pop inspirado en el Guernica y pensado como alegor¨ªa de la guerra racial que sacud¨ªa a su pa¨ªs durante el long hot summer de 1967. Formaba parte de la serie American People, iniciada pocos a?os atr¨¢s, un ataque frontal al supuesto progreso estadounidense que daba cuenta del racismo ordinario que persist¨ªa tras la abolici¨®n de las leyes de segregaci¨®n.
La lucha pol¨ªtica de Ringgold tambi¨¦n tuvo un reflejo en su t¨¦cnica y en su reflexi¨®n formal. En la serie Black Light, elimin¨® el blanco de su paleta y mezcl¨® el resto de tonos con el negro para firmar retratos opacos de personajes casi invisibles, en una met¨¢fora acertada sobre su condici¨®n social. En paralelo, firm¨® carteles que ped¨ªan la libertad de Angela Davis y collages donde defend¨ªa a los Black Panthers. Sus paisajes posimpresionistas de los cincuenta eran ya un lejano recuerdo, que dej¨® de lado al leer a James Baldwin y entender que la ¨²nica v¨ªa posible era la radicalizaci¨®n de su arte.
Tras su primera exposici¨®n en solitario, en el Nueva York de 1970, se busc¨® nuevos horizontes. En primer lugar, a trav¨¦s de pinturas sobre tela inspiradas en el arte nepal¨¦s, en las que us¨® materiales con reminiscencias africanas, como el lino o la rafia. Y luego, con los quilts, una t¨¦cnica vern¨¢cula usada para la confecci¨®n de colchas que utiliz¨® para narrar mitos y leyendas sobre las vidas afroamericanas. En una tela de 1972, Slave Rape, se imaginaba a s¨ª misma como una esclava violada, en un inusual ejercicio de retroproyecci¨®n hist¨®rica en la vida de sus ancestros.
En su reinterpretaci¨®n de ¡®El almuerzo en la hierba¡¯, cedi¨® a Picasso en el papel que Manet hab¨ªa reservado a la prostituta desnuda
Ya en los noventa, empez¨® a trabajar en The French Collection, un relato picaresco en 12 obras textiles protagonizado por una joven pintora afroamericana (de ficci¨®n) en la Europa de los a?os veinte, donde habr¨ªa coincidido con Gauguin, Van Gogh, Matisse y, por supuesto, Picasso. En una de ellas, reinterpret¨® Las se?oritas de Avi?¨®n insinuando que no se hab¨ªa inventado nada que los artistas africanos no supieran (y colocando a una modelo negra en el centro, en una cr¨ªtica impl¨ªcita a su invisibilidad en tiempos de las vanguardias). Y despu¨¦s propuso su versi¨®n de El almuerzo en la hierba protagonizada por sus amigos y familiares. Picasso volv¨ªa a aparecer, solo que en el papel que Manet hab¨ªa reservado a la prostituta desnuda, en una inversi¨®n de roles cargada de humor y mala hostia. Fue el m¨¢s contundente de los mamporros de Ringgold, que sol¨ªan tener la astucia de parecer meras caricias.
¡®Faith Ringgold¡¯. Museo Picasso. Par¨ªs. Hasta el 2 de julio.
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