El MoMA inclusivo
Este oto?o en las salas del museo neoyorquino triunfa la japonesa Shigeko Kubota, que perteneci¨® al movimiento Fluxus y artista que cre¨® contra la masculinidad del ¡°genio¡±
Justo antes de la pandemia, el MoMA emprendi¨® una transformaci¨®n en sus pol¨ªticas expositivas: llegaba el momento de rescatar a tantos y tantas artistas obviados, arrumbados en los infinitos almacenes del museo y que, sin embargo, hab¨ªan jugado un papel esencial tambi¨¦n en el desarrollo del vanguardismo. Por razones bien conocidas, el caso m¨¢s comentado ha sido el de la comunidad afroamericana ¡ªla pintora Faith Ringgold compartiendo sala con Las se?oritas de Picasso¡ª, aunque la inclusi¨®n se nota en cada propuesta de sala del museo neoyorquino, incluso en la presencia de ciertos artistas europeos tambi¨¦n olvidados y vueltos a encontrar en un inesperado montaje, protagonistas de su propia historia y de la historia compartida.
Este oto?o le ha tocado el turno a Shigeko Kubota, la artista japonesa nacida en Nigata en 1937 (y fallecida en Nueva York en 2015) que, tras graduarse en la Escuela de Educaci¨®n de Tokio en 1960, se tropez¨® con los grupos vanguardistas que entonces crec¨ªan en la ciudad. Ongaku, Zero Jigen y otros activistas de la modernidad tokiota buscaban romper las barreras entre los estrictos g¨¦neros imperantes en el mundo del arte. Las inclusiones de m¨²sica o performance en sus propuestas, sus nuevos acercamientos al arte, ven¨ªan precedidos de una tradici¨®n vanguardista en el Jap¨®n tan potente como poco conocida. Basta con mencionar la temprana experiencia del grupo Gutai, que, con su primera exposici¨®n en 1955, inauguraba una forma de hacer en la cual lo b¨¢sico era la aproximaci¨®n al happening. Sus escarceos con la teatralidad y su uso del cuerpo se adelantaban a las propuestas de los europeos. Es m¨¢s. Al tirarse por el barro o pintar con los pies, Kazuo Shiraga parec¨ªa llevar un paso m¨¢s all¨¢ la apuesta de Pollock, bien conocido para los Gutai.
En cualquier caso, la cr¨ªtica japonesa no era en aquel momento muy receptiva a las nuevas experimentaciones y menos si se trataba de una mujer, motivo por el cual Shigeko Kubota decidi¨® irse a Nueva York. No tard¨® en encontrar a Fluxus, para quienes las viejas divisiones entre artes eran cosa del pasado, y empezar una colaboraci¨®n duradera con Maciunas o Cage, ambos celebridades entre la vanguardia japonesa. Por fin, en el Perpetual Fluxus Festival de 1965, Shigeko Kubota llevaba a cabo una de sus acciones m¨¢s conocidas: pintar de rojo una superficie blanca con un pincel colocado en la vagina. Su gesto estaba unido a la l¨®gica establecida por Fluxus y revisaba el propio gesto de Pollock enraizado, igual que toda la Escuela de Nueva York, en la masculinidad del ¡°genio¡±. De igual manera, radicalizaba el gesto de Klein cuando, en lugar de usar latas de pintura o palos, se serv¨ªa de los cuerpos desnudos de las modelos como pinceles sobre el lienzo en una performance en marzo de 1960 en Par¨ªs.
Pese a todo, no deja de ser un clich¨¦ m¨¢s en las lecturas potenciadas sobre las artistas ¡ªhasta desde el feminismo¡ª que esa pieza sea su obra m¨¢s popular y que se tienda a olvidar el trabajo s¨®lido que la artista emprendi¨® muy pronto con el v¨ªdeo, un lugar en el que solo los m¨¢s valientes entraban en la d¨¦cada de 1970. ¡°En la realidad del v¨ªdeo, las infinitas variaciones son posibles¡ Hay libertad par disolverse, reconstruirse, mutar en todas las formas imaginables, forma, color, lugar, velocidad, escala¡ Una realidad l¨ªquida¡±, lleg¨® a comentar Kubota.
Realidad l¨ªquida se llama esta muestra que se podr¨¢ ver hasta el 1 de enero de 2022 en el MoMA. Una buena forma de pensar cu¨¢ntas cosas necesitan ser revisitadas, porque cuando cre¨ªamos que est¨¢bamos todos dentro, siempre hay alguien que se ha quedado fuera o que hay que incluir por otras razones diferentes de las repetidas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.