Cuando Harlem era una fiesta
La explosi¨®n cultural vivida en el barrio neoyorquino en los a?os veinte se convierte en un fen¨®meno editorial en espa?ol ¡°Cre¨ªan que iban a cambiar la sociedad con libros¡±, dice David Levering Lewis, historiador de referencia de aquel ¡°bello fracaso¡±
Hacia 1926, un chascarrillo circulaba por Nueva York como corr¨ªa el alcohol de mala calidad por los tugurios ilegales de Harlem.
¡ªBuenos d¨ªas, se?ora Astor ¡ªdice un mozo de la estaci¨®n Grand Central.
¡ª?C¨®mo sabe usted mi nombre, joven? ¡ªreplica la dama.
¡ªNos conocimos la otra noche en casa de Carl Van Vechten.
La se?ora Astor era Helen Dinsmore Huntington, esposa de Vincent Astor, el no va m¨¢s de la alta sociedad de Manhattan. Van Vechten (1880-1964), fot¨®grafo y escritor de origen dan¨¦s, uno de los promotores externos (blancos) m¨¢s activos de la creatividad del Nuevo Negro en la d¨¦cada de los veinte, hab¨ªa publicado ese mismo a?o la controvertida novela Nigger Heaven. Y la an¨¦cdota, un buen resumen del clima de contaminaci¨®n social y racial caracter¨ªstico de las juergas que montaba el fil¨¢ntropo, tan integradas como generosamente et¨ªlicas, est¨¢ recogida en Cuando Harlem estaba de moda, de David Levering Lewis (Little Rock, Arkansas, 1936), ensayo de referencia sobre el renacimiento de Harlem publicado en 1981 y, al fin, traducido (por Javier Lucini) en Biblioteca Afroamericana de Madrid (BAAM).
Empe?o de la fot¨®grafa y escritora Mireia Sent¨ªs y del poeta Jos¨¦ Luis Gallero por ensanchar el conocimiento de los lectores espa?oles sobre la cultura negra estadounidense, el sello estrena alianza (con Ediciones del Oriente y el Mediterr¨¢neo) con la publicaci¨®n, adem¨¢s, del poema en prosa Ca?a, obra maestra de Jean Toomer que, seg¨²n los c¨¢lculos de Lewis, de visita recientemente por Madrid para apoyar el lanzamiento de su estudio, inaugur¨® en 1923 ¡°la n¨®mina de las 26 novelas que dej¨® como legado el Harlem Renaissance¡±.
La etiqueta, ampliamente difundida en Estados Unidos, tambi¨¦n m¨¢s all¨¢ de los c¨ªrculos editoriales y acad¨¦micos, ha hecho ciertamente menos fortuna en Espa?a, donde aquella explosi¨®n creativa suele asimilarse a un leve conocimiento de la obra y la figura del novelista y poeta Langston Hughes (y sus a?os espa?oles) y, sobre todo, al Cotton Club de Duke Ellington, genio de la sofisticaci¨®n sin esfuerzo, o Bill Bojangles Robinson bailando claqu¨¦ con Shirley Temple. El retrato pintado por Lewis a lo largo de 500 p¨¢ginas, escritas con una interesante suma de pulso period¨ªstico y rigor acad¨¦mico, va, obviamente, mucho m¨¢s all¨¢ para trazar una completa biograf¨ªa de un movimiento cultural surgido tras la Primera Guerra Mundial, cuyas motivaciones, curiosamente, defini¨® el estudioso con mayor precisi¨®n en la antolog¨ªa The Portable Harlem Rennaissance Reader (Viking, 1994): ¡°Fue en cierto modo un fen¨®meno forzado, un nacionalismo cultural de sal¨®n, institucionalmente instigado y dirigido por los l¨ªderes de los movimientos nacionales por los derechos civiles con el prop¨®sito de mejorar las relaciones raciales en momentos de extremo enfrentamiento¡±.
Lewis, sentado recientemente en un hotel de Madrid con chaqueta de pana y jersey de cuello vuelto, acept¨® desarrollar esa definici¨®n. ¡°El renacimiento de Harlem fue el resultado de los esfuerzos de una segunda generaci¨®n de personas de color bien educadas, emancipadas, asimiladas, con recursos y estudios en universidades como Harvard, Yale, Howard o Fisk. Gente que crey¨® que tras la Primera Guerra Mundial, cuando un buen n¨²mero de afroamericanos sirvieron con valent¨ªa en Europa, hab¨ªa llegado el momento de ser reconocidos socialmente, de superar el estigma de una vez por todas. Sin embargo, ?qu¨¦ encontraron al volver a casa?: Discriminaci¨®n, exclusi¨®n¡ No es una coincidencia que los disturbios raciales que asolaron el pa¨ªs en 1919, de Charleston a Omaha, de Washington a Chicago, esa sucesi¨®n de linchamientos y revueltas que se conocen como el Verano Rojo, est¨¦n relacionados con aquella toma de conciencia. Ah¨ª es cuando se lleg¨® a la conclusi¨®n de que una minor¨ªa cultural, esa que el escritor W. E. B. Du Bois llam¨® The Talented Tenth [el diezmo talentoso], deb¨ªa liderar el progreso de la raza con armas como la novela, la poes¨ªa o el arte, por muy ut¨®pica que con la perspectiva del tiempo nos suene esa idea. As¨ª naci¨® el movimiento cultural afroamericano m¨¢s importante de la historia de Estados Unidos hasta ese momento¡±.
Lewis, ganador en dos ocasiones del Pulitzer (1994 y 2001) por cada una de las dos partes en las que dividi¨® su monumental biograf¨ªa sobre Du Bois ¡ªactivista, cofundador de la Asociaci¨®n para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, en sus siglas en ingl¨¦s) y uno de los personajes principales de Cuando Harlem estaba de moda¡ª, considera que otro elemento clave en el ¨¦xito del renacimiento estuvo en la comuni¨®n de las dos bohemias que ocupaban, respectivamente, la parte alta y baja de Manhattan; los negros de Harlem y los miembros de la generaci¨®n perdida que vagaban por el Village. ¡°Les uni¨®¡±, explica el estudioso, profesor de la Universidad de Nueva York, ¡°la sensaci¨®n de que en esa sociedad de los felices a?os veinte, volcada en el consumismo, no hab¨ªa lugar para sus sensibilidades. El resto de la explicaci¨®n hay que buscarla en Broadway, que comenz¨® a disfrutar con obras de tem¨¢tica negra, en la filantrop¨ªa WASP y jud¨ªa y en las grandes firmas editoriales de Nueva York, que apoyaron a nuevos talentos literarios afroamericanos, al tiempo que disfrutaron de los ¨¦xitos de ventas de los escritores blancos que [como T. S. Stribling, el propio Van Vechten o Eugene O¡¯Neill] trataron, con mayor o menor fortuna, la experiencia de ser negro en Norteam¨¦rica. Todo aquello funcion¨® como un im¨¢n; cada d¨ªa desembarcaban en Harlem j¨®venes talentosos llegados de todas partes de EE UU, chicos que normalmente habr¨ªan estado destinados a dedicarse a los negocios, pero en aquel tiempo optaron por escribir novelas¡±.
Algunos de los que mayor fortuna hicieron desfilan con sus memorables andares por las p¨¢ginas de Cuando Harlem estaba de moda, que, con unas ventas cercanas a los 100.000 ejemplares, ha permanecido vivo en el cat¨¢logo de Penguin desde su publicaci¨®n hace m¨¢s de 30 a?os. Ah¨ª est¨¢n el patriarca Booker T. Washington y sus experimentos docentes del instituto Tuskegee, de Alabama, el m¨ªstico armenio G. I. Gurdjieff o el inc¨®modo activista jamaicano Marcus Garvey, que comenz¨® predicando la vuelta de los negros a ?frica ¡°en la esquina de los oradores de la calle 135¡±, y acab¨®, odiado y temido a partes iguales, proclam¨¢ndose ¡°presidente-general provisional¡± del continente; Claude McKay, el antillano que coquete¨® con la URSS y firmar¨ªa una de las m¨¢s exitosas p¨¢ginas de la novel¨ªstica del renacimiento con Home to Harlem (1928), o Alain Locke, ¡°el Proust de la S¨¦ptima Avenida¡±; Wallace Thurman, escritor y editor de revistas de corta fortuna; Jesse Fauset, autora de la esencial There¡¯s Confusion (1924), o el aglutinador de voluntades Charles S. Johnson, primer presidente negro de la Universidad de Fisk, de quien Zora Neale Hurston, destacada escritora del movimiento y madre de los t¨¦rminos niggeratti (resultante de sumar con iron¨ªa nigger y literatti) y negrotarians (que defin¨ªa a los simpatizantes blancos de la causa), dijo que todo aquella explosi¨®n creativa ¡°fue obra de Johnson y solo a causa de su car¨¢cter silencioso le fue atribuida a otros¡±.
Bibliograf¨ªa
Cuando Harlem estaba de moda. David Levering Lewis. Traducci¨®n de Javier Lucini. Biblioteca Afroamericana de Madrid / Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo.
Ca?a. Jean Toomer. Traducci¨®n de Maribel Cruzado Soria. Biblioteca Afroamericana de Madrid / Ediciones del Oriente y del Mediterr¨¢neo. Autobiograf¨ªa de un ex hombre de color. James Weldon Johnson. Traducci¨®n de Pepa Cornejo. Se?or Lobo Ediciones.
Claroscuro. Nella Larsen. Traducci¨®n de Pepa Linares. Contrase?a Editorial.
Escritos sobre Espa?a. Langston Hughes. Traducci¨®n de Javier Lucini y Maribel Cruzado Soria. Biblioteca Afroamericana de Madrid / La Oficina.
Divago mientras vago. Langston Hughes. Traducci¨®n de Mariano Peyrou. Antonio Machado Libros.
Blues. Langston Hughes. Traducci¨®n de Maribel Cruzado Soria. Pre-Textos.
Uno de los grandes aciertos de Lewis ¡ªde quien tambi¨¦n se halla disponible en espa?ol en Paid¨®s su estudio El crisol de Dios: el islam y la construcci¨®n de Europa (570-1215), sobre la influencia ¨¢rabe en la Espa?a medieval¡ª, es la capacidad para hilar las peripecias biogr¨¢ficas de unos y otros miembros de aquellas ¨¦lites con asombrosa facilidad. Si algo se echa de menos en su trabajo es una mayor atenci¨®n a la m¨²sica harlemita. ¡°Supongo que, en un af¨¢n por trascender a los t¨®picos de la era del jazz, del alcohol, de la prohibici¨®n [cuyo apogeo, entre 1920 y 1933, coincide tal vez no por casualidad con el del renacimiento], quedaron fuera algunas cosas. Mi intenci¨®n fue discernir lo que las artes hicieron por la pol¨ªtica, y c¨®mo se emplearon para ciertos fines sociales y econ¨®micos¡±, aclara el autor, que si volviera a emprender la tarea de Cuando Harlem estaba de moda prestar¨ªa ¡°m¨¢s atenci¨®n a la influencia de la cultura homosexual en el renacimiento, ejemplificada en el poeta Countee Cullen o por Langston Hughes¡±. Aunque Lewis se detiene en el papel decisivo de las revistas y peri¨®dicos de la ¨¦poca y sus premios literarios (Crisis, The Opportunity o The Messenger), as¨ª como en ¡°la mec¨¢nica esencial de las noches del barrio¡±, con sus vibrantes clubes (Savoy, Cotton Club o La Torre Oscura), sus tugurios para echar un trago y las fiestas en casas de millonarios como la simpar A¡¯Leila Walker, ¡°primera millonaria afroamericana¡±, no se extiende demasiado en el arte de aquel tiempo y lugar, que tambi¨¦n tuvo sus destacadas representaciones en las fotograf¨ªas, rayanas en el experimento sociol¨®gico, de James Van der Zee, o en las pinturas de Aaron Douglas, Jacob Lawrence, Archibald Motley o Fritz Winold Reiss.
Un dibujo a carboncillo de este ¨²ltimo adorna la portada de Ca?a, con traducci¨®n y ep¨ªlogo de Maribel Cruzado Soria, otro rescate reciente de BAAM. Deslumbrante ejercicio narrativo a medio camino entre la novela, la prosa y la poes¨ªa, Ca?a fue definida por el novelista espa?ol Ray Loriga en la presentaci¨®n del libro en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid con un eslogan contundente: ¡°Es la novela que lleva toda la vida inspir¨¢ndome incluso aunque no supiera que exist¨ªa¡±. Cruzado, responsable de la dif¨ªcil tarea de verter en espa?ol por primera vez una de las cumbres de la literatura estadounidense del siglo XX, detalla en el ep¨ªlogo los retos de su empe?o. ¡°El libro representa dificultades de todo tipo¡±, explicaba la traductora esta semana en conversaci¨®n telef¨®nica desde Sevilla. ¡°Ni siquiera los estudiosos saben muy bien qu¨¦ significan ciertas palabras e im¨¢genes en su idioma original, no alcanzan a entender a qu¨¦ se refer¨ªa Toomer¡±, explica la traductora, que recuerda que el autor nunca se sinti¨® c¨®modo como parte de la tribu harlemita. ¡°No comulgaba con esa idea festiva de los dem¨¢s¡±.
Maribel Cruzado ¡ªque descubri¨® al grupo ¡°mientras viv¨ªa en Nueva York¡±¡ª, estuvo al cargo tambi¨¦n de la edici¨®n de Blues (Pre-Textos, 2004), una selecci¨®n de la obra po¨¦tica de tem¨¢tica cercana a lo musical de Langston Hughes, de quien Alfonso Sastre adapt¨® su pieza teatral Mulato (Hiru, 1994). Tambi¨¦n particip¨® Cruzado en la edici¨®n de Escritos sobre Espa?a, de Hughes, publicaci¨®n impulsada por Sent¨ªs y Gallero en BAAM y que ha probado sus poderes de contagio cultural. Aquella colecci¨®n de experiencias del escritor y viajero incansable en la Guerra Civil despert¨® un inter¨¦s por el renacimiento de Harlem en la joven editora, entonces estudiante de Periodismo, Araceli Lobo, que acaba de fundar en Madrid Se?or Lobo, editorial que nace con un sello dedicado al renacimiento de Harlem y cuya primera referencia es Autobiograf¨ªa de un ex hombre de color, de James Weldon Johnson. La novela fue publicada an¨®nimamente para hacerla pasar por unas memorias verdaderas en 1912 (y por tanto no exactamente dentro del arco temporal estricto del movimiento). Entre los planes futuros del sello, explica Lobo, est¨¢ la traducci¨®n de Quicksand (Arenas movedizas), de Nella Larsen y la incorporaci¨®n al cat¨¢logo de Wallace Thurman. La figura de Larsen ya llam¨® en 2010 la atenci¨®n de la exquisita editorial zaragozana Contrase?a, que cuenta en su n¨®mina con Claroscuro (The Passing). ¡°Dimos con ella en un manual sobre los 1001 libros que hay que leer antes de morir¡±, explica Francisco Mu?iz, de Contrase?a, ¡°vimos que, sorprendentemente, no estaba traducida y nos lanzamos a ello¡±. La n¨®mina de recientes publicaciones en torno al renacimiento de Harlem, sin pretender la exhaustividad, podr¨ªa completarse con Divago mientras vago (La Balsa de la Medusa / Antonio Machado Libros). Segunda parte de las memorias de Hughes, contin¨²a donde el autor lo dej¨® en The Big Sea y cuenta con un memorable arranque que podr¨ªa aplicarse al movimiento al que el novelista estuvo adscrito: ¡°Cuando ten¨ªa 27 a?os, se hundi¨® la Bolsa. Cuando ten¨ªa 28, me hund¨ª yo. Entonces, supongo, me despert¨¦. De este modo, cuando estaba a punto de cumplir los 30, empec¨¦ a ganarme la vida escribiendo. Esta es la historia de un negro que quiso ganarse la vida con sus poemas y sus cuentos¡±.
En efecto, el crac del 29 dio bruscamente al traste con las utop¨ªas y sue?os del renacimiento de Harlem. ¡°Hubo que centrarse en la mera supervivencia¡±, explica Lewis. ¡°?Fue un bello fracaso? Es un debate interesante. Creyeron que iban a cambiar la sociedad con libros, con poes¨ªa, realmente lo cre¨ªan. Luego, en los a?os treinta, cuando se dieron de bruces con la Gran Depresi¨®n, el desencanto ya es grande¡±. En algunos casos, como el de Hughes, la cosa fue m¨¢s all¨¢ de la simple decepci¨®n. En The Big Sea, escribi¨® en 1940: ¡°Algunos creyeron que el problema racial quedar¨ªa resuelto a trav¨¦s del arte (¡). Estaban seguros que al Nuevo Negro le aguardaba una nueva vida en los pastos verdes de la tolerancia (¡). No s¨¦ qu¨¦ les pudo hacer pensar eso, excepto que la mayor¨ªa eran intelectuales d¨¢ndole demasiado al coco. Los negros corrientes no oyeron ni palabra de ning¨²n renacimiento. Y los que lo oyeron, no vieron aumentar su sueldo precisamente¡±.
Lewis, al final de su pr¨®logo de 1996 para Cuando Harlem estaba de moda, se inclina por emitir un veredicto menos severo: ¡°El renacimiento erigi¨® los cimientos para una revalidaci¨®n integral de las energ¨ªas culturales afroamericanas. Los hombres y mujeres del renacimiento de Harlem pudieron fracasar en su momento, pero no nos han fallado a nosotros en el nuestro¡±.
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