¡®El proceso¡¯: Kafka y la indefensi¨®n aprendida
Al montaje visualmente impecable dirigido por Ernesto Caballero en el Centro Dram¨¢tico Nacional, interpretado brillantemente por Carlos Hip¨®lito, para ser necesario le faltan un porqu¨¦ y una urgencia
Kafka se registr¨® en 1922 en un hotel como Josef K, nombre del protagonista de El proceso, la novela que Ernesto Caballero ha adaptado y dirigido en el Teatro Mar¨ªa Guerrero de Madrid. Cuando su autor comenz¨® a escribirla, era doctor en Derecho: quedaban lejos sus a?os de pasant¨ªa en un bufete y su sue?o de afincarse en la capital de Espa?a, donde viv¨ªa su t¨ªo favorito, director de la compa?¨ªa concesionaria del ferrocarril Madrid-Portugal. Como su pariente le dio largas, Kafka movi¨® otras influencias y consigui¨® emplearse en el Instituto de Riesgos Laborales del Reino de Bohemia.
Sin ser una autoficci¨®n, El proceso traduce literariamente muchas experiencias vitales de su autor. De esta obra, Orson Welles hizo una de sus pel¨ªculas mayores, cuyas localizaciones sobrecogedoras traducen admirablemente el viacrucis de Josef K. En su versi¨®n esc¨¦nica de 2011, el director alem¨¢n Andreas Kriegenburg ofreci¨® al p¨²blico dos perspectivas simult¨¢neas de los acontecimientos: una frontal y otra en picado, con sus actores acr¨®batas caminando por las paredes, como hombres mosca. El espect¨¢culo que se representa ahora, dirigido por Caballero, es de una factura impecable. La acusada caracterizaci¨®n de sus personajes, la amplitud expresionista del trazo escenogr¨¢fico, la temperatura de la luz y el paisaje musical dibujado por Jos¨¦ Mar¨ªa S¨¢nchez-Verd¨² producen un desasosiego manifiesto desde el principio, pero las actuaciones del elenco no tienen en su conjunto una impronta acorde con todo ello.
Carlos Hip¨®lito realiza una interpretaci¨®n espl¨¦ndida de Josef K. Domina el escenario sin mover una ceja
En el teatro espa?ol las interpretaciones se orientan hacia el realismo o hacia la farsa, rara vez tienen el car¨¢cter ritual del teatro de Tadeusz Kantor o de Grotowski, ni el sello gestual de las abismadas puestas en escena del croata Bobo Jel?i?, cuyo Sorry se represent¨® en febrero en los Teatros del Canal. En la desazonadora novela de Kafka, lo expresionista es radical. No obstante todo lo dicho, Carlos Hip¨®lito remata una interpretaci¨®n espl¨¦ndida de Josef K. Domina el escenario y la acci¨®n sin mover una ceja: la calidad de su trabajo trasciende cualquier reflexi¨®n que pueda hacerse sobre g¨¦neros y estilos. Su personaje no es el joven de 30 a?os de la novela, que responde con ingenua impulsividad a los embates de la vida, sino un hombre maduro, de adem¨¢n reposado, cuya relaci¨®n con las mujeres j¨®venes con las que se va tropezando no es tan inmediata como Kafka la concibe.
Impulsado por la actuaci¨®n de Hip¨®lito, por las r¨¦plicas vivas que a su Josef K le dan Alberto Jim¨¦nez y Juan Carlos Talavera y por la singularidad f¨ªsica que la joven Olivia Baglivi le imprime a Leni y a la se?orita B¨¹rstner, el montaje se sigue con inter¨¦s, lo cual no impide que, una vez que el final anunciado se ha cumplido (Caballero incluye un pr¨®logo que consiste en la representaci¨®n anticipada del desenlace), el p¨²blico se pregunte qu¨¦ es lo que ha motivado esta escenificaci¨®n de El proceso y por qu¨¦ ese motivo, de haberlo, no resulta evidente en el curso del espect¨¢culo ni tampoco a su t¨¦rmino. Siendo tan actual como lo es el tema de la desorientaci¨®n y el desamparo del hombre mediano ante los acontecimientos que se le vienen encima, se echa de menos una conexi¨®n dramat¨²rgica palpable entre lo que se ve en esta puesta en escena y lo que acontece en el aqu¨ª y el ahora.
¡®El proceso¡¯. Dramaturgia y direcci¨®n: Ernesto Caballero, a partir de la obra de Kafka. Madrid. Teatro Mar¨ªa Guerrero, hasta el 2 de abril.
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