Wu Tsang no sale en los mapas: la artista trans que reinventa ¡®Moby Dick¡¯ para el siglo XXI
La artista estadounidense reinterpreta el cl¨¢sico de Melville en una nueva instalaci¨®n de v¨ªdeo que se expone en Madrid, en la que narra la historia desde la ¨®ptica de la ballena y en clave poscolonial
A Wu Tsang (Worcester, Massachusetts, 1982) nunca le interes¨® Moby Dick. ¡°No es el tipo de libro que suele inspirar mi trabajo¡±, afirma. ¡°Es una de las grandes novelas estadounidenses. Como artista interesada en las historias marginales, en los relatos de quienes han sido invisibilizados, el cl¨¢sico de Herman Melville nunca estuvo en mi radar¡±. Hasta que lo ley¨®, hace unos pocos a?os, y detect¨® resonancias insospechadas con su mundo creativo.
Por ejemplo, la descripci¨®n del extractivismo del siglo XIX, a¨²n vigente en un mundo obsesionado con la obtenci¨®n de petr¨®leo y materias primas, incluso si es a costa de la destrucci¨®n inexorable del planeta. O el combate obsesivo de un hombre contra un invencible cachalote albino, espejo del car¨¢cter estadounidense, que dicen que se forja luchando con una naturaleza indomable. O un antropocentrismo obsceno, que hace que ese Leviat¨¢n oce¨¢nico sea descrito como si fuera un monstruo. ¡°Una met¨¢fora cl¨¢sica del colono que estima que son los otros pueblos los que le atacan y ¨¦l solo se defiende, cuando sucedi¨® al rev¨¦s¡±, dice Tsang. Sin olvidar un homoerotismo que le llam¨® la atenci¨®n, siendo una artista trans aficionada a deconstruir en su obra todos los binarismos de sexo y g¨¦nero. Su pasaje favorito de la novela llega cuando los marinos funden la grasa de ballena, que se usaba como combustible, frot¨¢ndose las manos los unos con los otros, hasta que ya no distinguen d¨®nde terminan sus cuerpos y d¨®nde empiezan los de los dem¨¢s. Una ballena pod¨ªa producir una cosecha de grasa de unas 50 toneladas, lo que da para imaginar muchas bacanales en alta mar. Para m¨¢s inri, Tsang dio con las efusivas cartas de Melville a Nathaniel Hawthorne, a quien est¨¢ dedicado el libro. ¡°Digamos que se ten¨ªan una profunda admiraci¨®n¡±, dice la artista con toda la picard¨ªa de la que es capaz, que es mucha.
Ah¨ª se encontraba el pr¨®ximo proyecto de la artista, que se expone ahora en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid a iniciativa de TBA21, la fundaci¨®n de Francesca Thyssen. En realidad, tiene forma de d¨ªptico. Por una parte est¨¢ la instalaci¨®n de v¨ªdeo Of Whales, un bucle de seis horas con el que Tsang narra el relato de Melville desde el punto de vista de la ballena y con un evocador trasfondo de instrumentos de viento que parecen incitar a la meditaci¨®n. Por la otra, su primer largometraje, Moby Dick; or, The Whale (2022), que se proyecta con orquesta sinf¨®nica en directo y donde Ismael y Queequeh, el arponero ind¨ªgena del libro ¡ªdescrito por Melville como ¡°un salvaje¡±¡ª, son pareja de hecho (en Madrid, se pudo ver en dos ¨²nicas sesiones en el C¨ªrculo de Bellas Artes a finales de febrero). ¡°No es una relectura queer del mito de Moby Dick¡±, precisa Tsang. ¡°En realidad, solo he subrayado cosas que ya estaban en el original¡±.
El proyecto se ha vendido como una lectura poscolonial del libro. Puede que sea m¨¢s preciso tildarla de poshumana: en la versi¨®n de Tsang, nuestra especie ya no se halla en el centro de la historia, y tampoco parece que sea la m¨¢s inteligente de cuantas conviven en el ecosistema. ¡°Es que no creo que lo seamos. Mi trabajo habla, en realidad, de nuestras limitaciones como humanos. En ciertas cosas, las ballenas nos superan¡±, dice Tsang. Despu¨¦s de todo, los cet¨¢ceos tambi¨¦n saben comunicarse y se organizan en familias y grupos sociales. ¡°Las ballenas descienden del mismo animal que los lobos, pero ellas se metieron en el agua hasta convertirse en ballenas. Siempre pienso que vieron la tierra y decidieron que no era para ellas. Visto lo visto, prefirieron el mar¡±, sonr¨ªe.
Nacida en las afueras de Boston, Tsang floreci¨® en la escena queer de Los ?ngeles hace algo m¨¢s de una d¨¦cada, antes de refugiarse en Atenas y luego en Z¨²rich, donde trabaja como artista invitada en la Schauspielhaus, uno de los teatros europeos m¨¢s prestigiosos, desde 2019. All¨ª ha orquestado relecturas iconoclastas de otros mitos literarios, como Orfeo o Pinocho. En su versi¨®n, el ni?o de madera, que era un tronco en el cuento de Carlo Collodi, se convert¨ªa en un ¨¢rbol con un buen pu?ado de lecciones que ense?ar a los humanos en plena crisis clim¨¢tica. Su pr¨®ximo desaf¨ªo consistir¨¢ en reinventar Carmen en la Espa?a de las tres religiones, alej¨¢ndola del mito de la femme fatale. A¨²n no tiene decidido si al final la har¨¢ morir o no.
¡°No creo que los humanos seamos la especie m¨¢s inteligente. Hay cosas en que las ballenas nos superan¡±
En los ¨²ltimos a?os, ha expuesto en el Whitney, en el Guggenheim, en la Tate Modern y en el Gropius Bau de Berl¨ªn. Brill¨® en la pasada Bienal de Venecia, donde se estren¨® Of Whales, y tambi¨¦n en el MoMA, que cedi¨® un lugar protagonista a una de sus obras, que hablaba de las identidades mutantes de las minor¨ªas negras, queer y trans, en la reapertura en clave woke del museo en 2019. Lejos quedan los tiempos en los que Tsang rodaba sus v¨ªdeos con un iPhone en bares oscuros. Sus obras recientes son superproducciones. Of Whales se sirve de un lenguaje visual cercano a la realidad aumentada, a un videojuego de simulaci¨®n, con su poes¨ªa sint¨¦tica y algo engorrosa, de una sofisticaci¨®n rayana en un voluntario kitsch. Tsang utiliz¨® un programa llamado Unity, que se usa para experiencias virtuales e inmersivas. Con ¨¦l cre¨® un oc¨¦ano infinito a partir de una serie de par¨¢metros predeterminados que generaban un movimiento iterativo. El resultado no est¨¢ editado; se grab¨® en tiempo real a partir de variables previamente ajustadas.
¡°La realidad aumentada es un poco como el cine mudo. Existe una leyenda que reza que, cuando los hermanos Lumi¨¨re proyectaron sus im¨¢genes de la locomotora, el p¨²blico sali¨® corriendo. Algo as¨ª nos sucede con estos nuevos lenguajes: nuestro cerebro no est¨¢ totalmente preparado para ellos, todav¨ªa no sabemos si disfrutamos de esta experiencia o no, tal vez porque nos lleva a otra dimensi¨®n cognitiva¡±, opina. En vista de ciertos experimentos con la realidad aumentada, no parece preciso generalizar esa afirmaci¨®n. S¨ª lo es decir que la obra de esta artista lo consigue con creces: a ratos, su trabajo, como el canto de las ballenas, parece quedar fuera de los l¨ªmites de nuestra percepci¨®n. Wu Tsang no est¨¢ en ning¨²n mapa. Los lugares verdaderos nunca lo est¨¢n.
¡®De ballenas¡¯. Wu Tsang. Museo Thyssen-Bornemisza. Madrid. Hasta el 11 de junio.
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