Escritura y g¨¦nero, salir de la trinchera
La riqueza del feminismo exige nuevos modos de estudiar la historia de las mujeres sin confundir victimismo y legitimidad
En 1984 la historiadora francesa Michelle Perrot se hac¨ªa una pregunta: ¡°?Es posible la historia de las mujeres?¡±, refiri¨¦ndose a la dificultad documental existente para poder reconstruirla con seriedad. Hoy somos muy conscientes de la falta de fuentes que presenta dicha investigaci¨®n. Las mujeres apenas tuvieron voz en el pasado y su capacidad de pensamiento y de ejecuci¨®n nos ha quedado muy desdibujada, apareciendo la mayor¨ªa de las veces como sujetos pasivos de la Historia. Pero est¨¢ claro que a la pregunta que se hac¨ªa Perrot se ha venido contestando desde innumerables puntos de vista, con la deliberada intenci¨®n de compensar el vac¨ªo historiogr¨¢fico a base de estudio, reflexi¨®n y aportaciones. Los retos que planteaba Virginia Woolf hace 100 a?os en su conocido ensayo de 1929 (casi da apuro citarlo una vez m¨¢s) puede decirse que, en la medida de lo posible, se han satisfecho gracias al esfuerzo del feminismo y de los estudios de g¨¦nero por resignificar el pasado, poniendo en duda tambi¨¦n la pertinencia del uso de las cl¨¢sicas periodizaciones hist¨®ricas a fin de ajustar mejor la realidad de la escritura literaria a un discurso de logros que tradicionalmente no tuvo en cuenta a las mujeres (el tema se plantea con acierto en un libro reciente, El canon ignorado, de Tiziana Plebani, aunque para una lectora espa?ola dicho canon quede descompensado en cuanto al manejo del corpus, debido al dominio de la cultura italiana en el libro).
Ahora bien, me preocupa que nos atrincheremos en la posici¨®n discursiva de los a?os ochenta, como defendi¨¦ndola de posibles peligros y la convirtamos en un mantra reiterativo e inoperante. En alg¨²n momento tendremos que poner el punto final al discurso victimizador y aceptar que los par¨¢metros epistemol¨®gicos que eran v¨¢lidos hace 40 a?os no lo son ahora y nuestros desaf¨ªos intelectuales ¡ªlos del feminismo y los estudios de g¨¦nero, pero tambi¨¦n de la cultura en su conjunto¡ª son otros, deben serlo si no queremos convertirlos en la efigie de Lot. Porque el tiempo no transcurre en vano y en la actualidad poseemos muchos m¨¢s datos y un conocimiento de la literatura escrita por mujeres que ayuda a componer un panorama m¨¢s complejo y que necesariamente debe ser cr¨ªtico tambi¨¦n en cuanto a las aportaciones que no dejan de producirse: la condici¨®n de mujer no es fuente de legitimaci¨®n literaria, aunque leyendo a las escritoras del pasado no puede ni debe olvidarse el sufrimiento existencial que, en general, las envolvi¨® y condicion¨® los resultados de su creaci¨®n.
Los retos que planteaba Virginia Woolf hace 100 a?os puede decirse que, en la medida de lo posible, se han satisfecho
Pero el olvido c¨®mplice ¡ªporque fue un olvido cargado de intereses¡ª que se desliz¨® sobre ellas cayendo a plomo sobre sus aportaciones ha dejado de actuar en el presente y nuestro objetivo debe ser incorporar el conocimiento adquirido a una reescritura fundada y no complaciente de la historia com¨²n. La lectura de la obra de Carmen G. de la Cueva Escritoras. Una historia de amistad y creaci¨®n, con ilustraciones de Ana Jar¨¦n ¡ªcuyo exceso acaba fatigando la lectura¡ª, suscita una cierta preocupaci¨®n en este sentido, pues es un libro que ya hemos le¨ªdo antes de abrirlo. Un d¨¦j¨¤ vu sobre un grupo de escritoras sobradamente conocidas y reeditadas hoy (insisto en ello) ¡ªCarmen Baroja, Mar¨ªa Lej¨¢rraga, Carmen Laforet, Elena Fort¨²n¡ª sobre las que poco se aporta de nuevo porque lo que hay es un ejercicio de asimilaci¨®n personal de cu¨¢nto han significado para su autora, pero presentando este ejercicio como una investigaci¨®n original, cuando no lo es.
Guti¨¦rrez de la Cueva nos tiene acostumbradas a crear en sus libros un espacio dial¨¦ctico entre su voz y la de escritoras a las que admira y de las que ha aprendido: Mam¨¢, quiero ser feminista y Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir son excelentes ejemplos de este proceder a caballo entre el ensayo, la cr¨ªtica y la autobiograf¨ªa. Sin embargo, en su libro m¨¢s reciente esto no funciona. La primera frase ya es inquietante. Con un exceso de pathos leemos: ¡°Una mujer escribe cuando puede¡±, y la frase da pie a una exaltaci¨®n de las dificultades de la escritura femenina. Pero ?de qu¨¦ tiempo hablamos? ?Desde qu¨¦ lugar se hace este juicio? Porque decirlo en abstracto resulta desenfocado e inactual. Pod¨ªa hacerse en los a?os cuarenta si pensamos en Laforet, despu¨¦s de Nada y habiendo alumbrado ya sus primeros hijos; puede hacerse si pensamos en las condiciones en que escribi¨® Teresa de Jes¨²s, pero ?podemos suscribirlo en la actualidad? S¨ª y no, es decir como har¨ªamos con cualquiera, hombre o mujer, en funci¨®n de sus condiciones de vida, de su circunstancia por decirlo con Ortega. ?O acaso estamos considerando una ¨²nica l¨ªnea femenina de vida? ?Qu¨¦ es eso de hablar de la mujer como un sujeto ¨²nico al que se asocian unos atributos esenciales independientemente de su posici¨®n social, de su talento, de su voluntad? Ahora las mujeres escriben cuando pueden; cuando quieren; cuando se ven obligadas a ello por su profesi¨®n; cuando no quieren y, sin embargo, lo hacen; cuando¡ Las posibilidades son muchas como abierta y plural es la casu¨ªstica de la creaci¨®n literaria.
Y ?por qu¨¦ la amistad entre mujeres ha ocupado tan poco espacio en la literatura y en la historia cultural?, se pregunta, en el mismo tono victimista, Carmen G. de la Cueva dando sentido al subt¨ªtulo e hilo conductor de su ensayo. La respuesta es sencilla: en un principio se pens¨® que las mujeres no estaban preparadas en el pasado para vivir entre ellas relaciones de estima y de solidaridad, divididas por una tradici¨®n educativa que las predispon¨ªa solo a que los hombres las quisieran. Sin embargo ¡ªy de nuevo topamos con la misma piedra: las huellas documentales que han ido exhum¨¢ndose¡ª, las correspondencias entre escritoras que vamos conociendo y estimando dicen otra cosa. No solo hubo rivalidad, que la hubo y no deber¨ªa ocultarse, tambi¨¦n se desarroll¨® una conciencia solidaria, aunque hist¨®ricamente fr¨¢gil, pero sobre esta nueva base se apoyan valiosos trabajos como la Historia de la sororidad, un volumen colectivo editado por ?ngela Atienza L¨®pez. En resumen, la riqueza actual de los estudios de g¨¦nero, con todo su efecto liberador, nos exige nuevos modos de seguir trabajando sobre la historia de las mujeres. Y como somos legi¨®n las admiradoras de Mam¨¢, quiero ser feminista, no queda m¨¢s que animar a su autora a seguir la corriente de su poderosa voz narrativa, ya sin muletas.
Escritoras. Una historia de amistad y creaci¨®n
Autor: Carmen G. de la Cueva y Ana Jar¨¦n.
Editorial: Lumen, 2023.
Formato: tapa dura (225 p¨¢ginas, 20,81 euros).
El canon ignorado. La escritura de las mujeres en Europa (siglo XIII-XX).
Autor: Tiziana Plebani.
Traducci¨®n: Mar¨ªa Teresa D¡¯Meza y Rodrigo Molina-Zaval¨ªa.
Editorial: Ampersand, 2022.
Formato: tapa blanda (480 p¨¢ginas, 25 euros).
Historia de la sororidad, historias de la sororidad. Manifestaciones y formas de solidaridad femenina en la Edad Moderna
Autor: ?ngela Atienza L¨®pez.
Editorial: Marcial Pons, 2022.
Formato: tapa blanda (572 p¨¢ginas, 33,25 euros).
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